lunes, 19 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo IV: Gajes del oficio

IV: Gajes del oficio

Un coche azul celeste metalizado bastante grande aparcó en una oscura y solitaria calle de los suburbios. Las cuatro puertas se abrieron. De los tres asientos traseros salieron Xing Yi, Saito y un chico más. Del asiento del copiloto se bajó Ayashi y, del asiento del conductor, Izaya.
Parece mentira que no llevemos ni un mes en la barra y ya vayamos a…-dijo Izaya-…hacer un show.
¿Nerviosa?-preguntó Saito.
¿No debería?-preguntó Izaya-Tú llevas la tira de tiempo enseñándoles el rabo a todos los objetivos móviles que pasan por tu lado en un antro, yo no.
Estaría bonito que tuvieras rabo.-respondió el joven stripper.
Me has entendido, capullo.-respondió Izaya.
¿Dónde están?-preguntó Xing Yi.
¿Quiénes?-se extrañó Ayashi.
¡LAS POLLAS QUE DIJE QUE QUERÍA CALENTAR!-dijo el chico coreano-¡Una tras otra! ¡Vamos! ¡Que rulen!
Supongo que tenemos que bajar esas escaleras tan chungas, ¿no?-preguntó Ayashi.
Con el tiempo aprenderéis a perderles el miedo.-dijo Saito-Por la pinta que tienen, parece que conducen a un tugurio insalubre y de mala muerte, pero, cuando bajéis por ellas, veréis que…no sólo lo parece, sino que lo es con letras mayúsculas. No obstante, uno acaba asimilándolo. El pastón que nos van a soltar por cabeza es jodidamente enorme como para que os amedrentéis por unas tristes escaleras.
Confiemos en el experto, ¿no?-dijo Izaya.
Ninguno de los cinco iba excesivamente arreglado. Les dijeron, al concretar la oferta de empleo por teléfono, que les darían un atuendo para la actuación. Comenzaron a bajar.
Es una suerte que te haya tocado con nosotros, ¿eh, Sanagi?-dijo Xing Yi mientras bajaban-Así nos dará menos corte saltar a la fama...
Llámame Mirumi, por favor.-respondió el chico-No es necesaria la formalidad entre nosotros…
Mirumi era de la estatura del resto de sus acompañantes, pero, a diferencia de ellos, no tenía curvas sino para adentro, pues estaba muy delgado y se le marcaban muchos huesos. Su pelo era rojo, corto y lacio, y sus ojos eran de un color aguamarina muy llamativo. Sus brazos y sus piernas eran muy finos y la ropa que llevaba le quedaba muy holgada para la talla que era. Llevaba una camisa de manga corta de color blanco, que le quedaba como un camisón, y unos pantalones negros que le quedaban de campana y le arrastraban por debajo de sus botas marrones.
Está bien.-dijo Xing Yi-Bueno, ¿llamamos a la puerta o qué?
Bienvenidos.-dijo una voz con tono poco amistoso-¿Sois los de barra?
Así es.-respondió Izaya girándose hacia la voz con una mirada fulminante.
Este antro se divide en cuatro trozos.-explicó el gorila, que era muy alto y corpulento-En un trozo bailan las chicas para nosotros, en otro bailan los chicos para las tías que quieran pagar por verlos y los otros dos trozos son la zona gay y la zona lésbica. La zona lésbica está cubierta por hoy, así que las chicas ya podéis pasar a calentar trancas por esa puerta. Vosotros tres id a que el público femenino os meta billetes en la bragueta.
Esto…-se extrañó Xing Yi.
Ah, sí.-dijo de malas formas el portero-Tú debes de ser el que solicitó expresamente bailar para los maricas. Tira por la tercera puerta.
¿Y ese poco respeto puede saberse a qué se debe?-preguntó Izaya, a quien no le había causado ninguna buena impresión aquel hombre desde el principio.
Déjalo, bombón.-respondió Xing Yi-Está dolido porque en un par de horas voy a cobrar lo que él en tres meses. ¡Buena suerte en la actuación! ¡Adiós, Mirumi, me ha encantado compartir estos momentos preestreno contigo!
Xing Yi se perdió en la puerta de la zona gay.
Bueno, vamos a caldear la zona.-dijo Izaya-¿Lista, Ayashi?
Jodidamente.-respondió la chica de ojos verdes-Quiero empezar a jugar con la gente ya.
Las dos chicas se perdieron en la puerta dedicada al público masculino. Saito y Mirumi se miraron.
No pongas esa cara tan larga, machote.-dijo Saito-Vamos a ver conejos, ¿no? Aunque te estrese pensar en que puedas equivocarte o cagarla, te digo que va a ser una gran noche.
Los cinco jóvenes fueron conducidos a unos vestuarios, donde se les ofrecieron trajes muy extravagantes y exhibicionistas. Todos fueron recordando las últimas clases con su profesora como si se hubieran graduado. Los últimos días, la joven había echado mano del reproductor de música de la sala para enseñarles a coreografiar de manera elemental y preparar su oído musical y su coordinación músculo-oído. Era el momento de poner en práctica sus enseñanzas.
. . .
¡ADICTOS DE LA NOCHE!-gritó el DJ como un energúmeno ante un micrófono-¡DAD LA BIENVENIDA A DOS CHICAS NUEVAS! ¡HA LLEGADO EL ESPECTÁCULO MÁS DESEADO DE LA NOCHE! ¡EL BAILE DE BARRA! ¡RECIBID CON LAS POLLAS BIEN DURAS AL DÚO ARRECIFE DE CORAL!
En el escenario había dos barras. Se iluminaron con un foco azul y otro naranja. El encargado del trasfondo se había empeñado en vestirlas a juego con sus llamativas melenas, así que allí estaban. Izaya con un bikini azul lleno de brillantes, unos tacones de aguja y un tocado de plumas a la espalda parecido a los de los carnavales brasileños. A su lado, Ayashi, con un conjunto  de igual diseño pero de color naranja. A ambas les parecía ridículo llamarlas “arrecife de coral” y les pareció de muy mal gusto la entrada del DJ, pero su momento había llegado. Al menos, el público sólo las miraba, aplaudía y comentaba de manera normal, sin ningún tipo de arrojos. Comenzó a sonar la música. Las dos chicas se miraron y asintieron con la cabeza. Pensaron en Ririka, que había aceptado un trabajo varias calles más lejos de donde estaban ellas. Agarraron la barra con un brazo y, realizando los mismos movimientos las dos, comenzaron a girar y a estirar las piernas. Al medio minuto, ya estaban encaramándose a la barra y girando sobre ella. Era un movimiento muy difícil y en el que la profesora había insistido mucho, pero dijo que estaban todos preparados para acometer aquel trabajo puntual.
. . .
¡GUAPOOOOOOOOOOOOO!-gritaban las chicas del público entre alaridos incomprensibles.
Saito estaba desfogándose sobre la barra. Sus movimientos eran rígidos, decididos, vehementes y vigorosos. No se andaba con medias tintas: estaba dispuesto a dominar la barra y a todas las que se le acercaran. A su lado, Mirumi hacía los mismos movimientos. No se equivocaba en nada, y su técnica era muy pulida, embellecida por su gran flexibilidad, pero no estaba tan motivado ni tan suelto como su compañero. Iban vestidos con chalecos muy ajustados, incluso para la ínfima talla del pelirrojo, pantalones muy apretados y finos, tipo leotardo, botas altas y sendas corbatas. Al ver el enardecimiento de las chicas, dándolo todo, desgañitándose y bebiendo copa tras copa, Saito le guiñó un ojo a Mirumi y se bajó de la barra de un salto. Acto seguido, pasó por en medio de todas las chicas, se subió a la barra donde estaban sentadas muchas chicas, alargó un brazo, cogió una botella de la estantería y, ante los perplejos ojos del camarero, la abrió, se desabrochó el chaleco y comenzó a echarse el contenido de la botella por el pecho, atrayendo a muchas chicas. A pesar de ello y del alboroto que eso acarreó, muchas siguieron hipnotizadas ante el escuálido y preciso Mirumi.
. . .
¡Qué jodidamente buenos que estáis todos!-gritaba Xing Yi mientras retozaba en la barra, se restregaba por ella y la lamía con unos ojos que reflejaban la más infinita lascivia-¡Os follaba a todos en serie! ¡Poneos a cuatro patas y preparaos para recibir al señor Hwong!
A pesar de que no tenía micrófono y, con la música y los gritos, nadie lo oía, el chico se divertía y se motivaba a sí mismo desgañitándose mientras bailaba. Estaba sudando mucho y podía notar las gotas de sudor resbalar desde la barra hasta su mano cada vez que agarraba su herramienta de trabajo para ejecutar un movimiento. Algunos chicos atrevidos se subieron a la tarima donde estaba la barra. Xing Yi se encaramó a la misma y les dedicó una sensual mirada seguida de un gesto para que se acercaran. Siguió bailando, girando en torno a la barra, rozando con su cuerpo a los chicos que se habían acercado y lo miraban con deseo. De pronto, lanzó algo al público: cinturones. Los chicos miraron hacia abajo y vieron que no llevaban los suyos. El joven de cabello verde saltó de la barra y comenzó a acariciar las entrepiernas de los chicos mientras los miraba con una sonrisa de puro celo. Los chicos comenzaron a tocarle todo el cuerpo mientras él, con sus brazos, los dirigía hacia donde quería: a hincarlos de rodillas en el suelo. Justo cuando iba a mostrarles su miembro viril, se oyó un sonido muy fuerte y una explosión de alaridos. La gente comenzó a movilizarse.
¡UN DISPARO!-oyó gritar el chico.
Muy enfadado por la interrupción justo cuando iba a tener sexo grupal, Xing Yi bajó de la tarima y, en lugar de correr hacia la salida como los demás, se adentró en el local. Vio la puerta que daba a la zona lésbica y, frente a ella, a muchos metros, la puerta que daba a la zona de chicas. Su prioridad en medio de aquel caos era encontrar a sus compañeros, por lo menos a Izaya y a Ayashi, que estarían tras esa puerta. Con su erección como única compañera, se lanzó hacia la puerta. Por el camino, oyó más disparos y golpes, así como sonidos de vidrio rompiéndose. Al abrir la puerta, vio a sus dos compañeras vestidas de carnaval y a un grupo de gente trajeada. Eran dos hombres con gafas de sol, muy altos y delgados, uno rubio y con el pelo engominado hacia atrás y otro moreno y con el flequillo hacia delante, un corpulento hombre negro calvo por toda la cabeza salvo por detrás, donde tenía una larga trenza, y una mujer de cabello castaño recogido en una cola de caballo.
¡Que nadie se mueva!-instó al unísono el par de hombres de gafas de sol mientras se ajustaban unos guantes.
¿Qué es esto?-chilló Ayashi-¿La letra pequeña del contrato?
A mí que no me jodan.-dijo Izaya-Que me traten como a una puta me jode, pero es algo con lo que se puede lidiar. Ahora bien, eso de que me exponga a un tiro en la cara lo llevo peor… ¡eh, mira, es Xing Yi!
El chico, que no había sido avistado por el extraño cuarteto, se acercó hacia ellos por debajo de la barra de servir bebidas. Le hizo un gesto a la asustada camarera para que no lo delatara y, acto seguido, salió de su escondrijo, quedando detrás del cuarteto. Si uno de los cuatro se giraba, estaría muerto. Les hizo un gesto a las chicas señalando la puerta que daba a la zona de chicos: quería reunir a todos. Ayashi e Izaya asintieron con la cabeza, y el chico abrió la puerta, de la cual salió automáticamente un hombre trajeado expelido, cayendo contra el suelo. Saito salió por la puerta con un gesto amenazador, dispuesto a agarrar a aquel hombre y golpearlo, pero vio que no estaban solos. Los cuatro individuos apuntaron al joven con pistolas, todas ellas dotadas de silenciador.
Mierda…-dijo Saito.
¿Está bien?-preguntó la mujer de cabello castaño.
Lo ha noqueado.-dijo el hombre de la trenza mientras le tomaba el pulso al que parecía ser su compañero.
¿Has sido tú?-preguntó la chica.
Esto…-dijo Saito.
Te voy a volar la puta tapa de los sesos como no contestes a mi pregunta. ¿Has sido tú?-repitió la mujer-¿Sí o no?
Antes de que Saito pudiera contestar, vio cómo la chica era derribada por una abrumadora fuerza y caía de bruces al suelo. Ayashi e Izaya se le habían abalanzado, aun sabiendo lo que ello iba a desencadenar. Comenzaron a disparar. Entre la confusión, el fuego cruzado y las marabuntas del público huyendo de aquellos individuos trajeados, que parecían haber taponado las salidas, aprovecharon para juntarse todos. Las dos chicas corrieron hacia Saito, pero el hombre moreno y el rubio les cortaron el paso. Saito le tocó al rubio en un hombro, lo hizo girarse y le dio un potente puñetazo en la cara, desequilibrándolo. Tras ello, hizo una extraña pose y le golpeó con la mano como si fuera una zarpa, tirándolo al suelo. Al verlo, su compañero rubio trató de atacar al joven stripper, pero Xing Yi apareció en un estrafalario salto y le estampó la planta del pie en la cara, exhibiendo lo que parecía una complicada patada voladora.
¡VÁMONOS DE AQUÍ!-gritó el chico-¡ESTÁ BIEN LO DE COBRAR, PERO PREFIERO SEGUIR VIVO!
¿DÓNDE ESTÁ SANAGI?-chilló Izaya para hacerse oír entre el caos-¡NO PODEMOS DEJARLO AQUÍ!
¡VOY A POR ÉL!-chilló Saito-¡NO SABE DEFENDERSE! YA VEO QUE VOSOTRAS SÍ…
El hombre de la trenza le cortó el paso.
¡NO ME JODAS, CAPULLO!-gritó el stripper mientras le daba un puñetazo en la cara.
En un prolongado grito, el joven se agarró la mano: se había hecho un daño tremendo.
Xing Yi corrió hacia los dos y lanzó una fuerte patada giratoria contra la sien del hombre trajeado, quien ni se canteó.
¡VE A POR MIRUMI!-gritó Xing Yi-¡YO ENTRETENDRÉ A ESTA MOLE!
Saito cruzó hacia la zona de los chicos, pero se llevó una cruel sorpresa. Un grupo de hombres trajeados había cogido a su compañero y se lo había llevado. Estaban saliendo por la puerta.
¡ALTO AHÍ!-gritó Saito.
Los aludidos comenzaron a disparar, obligando al chico a saltar fuera de esa sala. Volviendo a la sala de las chicas, vio que el panorama no había mejorado mucho: el hombre de la trenza había abatido a Xing Yi de un golpe y estaba persiguiendo a Izaya y a Ayashi.
¡VAMOS A LARGARNOS!-gritó Saito a las chicas mientras cargaba a Xing Yi sobre sus hombros-¡PASAD DE ESE CABRÓN! ¡SE HAN LLEVADO A SANAGI! ¡TENEMOS QUE IR TRAS ELLOS!
¿ESTÁS LOCO?-chilló Ayashi mientras esquivaba los ágiles y peligrosos golpes del corpulento hombre.
¡TODOS LOS GENIOS LO ESTÁN!-gritó Saito-¡VÁMONOS DE AQUÍ ANTES DE QUE LISIE A ESTE CABRÓN!
Izaya agarró una silla y se la rompió en los hombros, pero el persistente individuo seguía intacto…hasta que se desplomó boca abajo.
¿QUÉ COÑO…-gritó Izaya sin comprender lo que pasaba.
¡NOS LARGAMOS!-gritó Saito-¡OS REPITO QUE HAN RAPTADO A UN  COLEGA!
Lograron salir por los vestuarios, por lo que aprovecharon para coger las bolsas en las que llevaban sus cosas. Las dos chicas se arrancaron los tocados de plumas y, vestidos todos como profesionales del sexo, salieron al aire libre.
¡Por fin un poco de silencio!-exclamó Saito mientras corrían.
¡Saito, ya estoy bien!-exclamó Xing Yi-No podemos permitirnos que te canses cargándome…
Xing Yi se bajó de los robustos hombros de su compañero y comenzó a correr junto al grupo.
¡El coche está girando esta esquina!-exclamó Izaya-¡Podremos seguir a esos cabrones! Porque todos esos coches negros son suyos, ¿no? Antes no estaban…
Al llegar a la calle donde estaba aparcado el coche de Izaya, encontraron a una multitud de hombres trajeados inspeccionando el vehículo por el exterior.
¡Las manos fuera de mi carro, bastardos!-gritó Izaya.
A callar, puta.-respondió uno de los hombres mientras todo el grupo apuntaba con pistolas.
Se hizo el silencio. ¿Qué iban a hacer ahora?
¡HAAAAAAAAAAAAH!-oyeron que gritaba una voz femenina familiar.
Vieron algo en el aire…una figura que lanzaba una ágil patada giratoria en salto, abatiendo a uno de los miembros de aquel extraño grupo con lo que parecía una bota metálica. La figura aterrizó y se deslizó entre los demás individuos de traje patinando…lo que creyeron que era una bota metálica era en realidad un patín en línea.
¡Ririka!-exclamó Ayashi sorprendida.
La joven llevaba unos pantalones cortos, un chaleco ajustado y protecciones metálicas. Su pelo, suelto, como de costumbre, se movía al son de los acelerones de sus patines. Se colocó ante sus compañeros, cerrando el puño en señal de beligerancia.
¿Qué coño te crees que haces?-inquirió, enfadado, otro de los hombres.
Con cara de muy mal genio, Ririka patinó hasta el hombre que tenía más cerca y…
¡YIAAAAAAAAAH!-gritó.
Se dio una voltereta hacia atrás, golpeándole en el mentón con una patada que lo lanzó por los aires.
¿Qué demonios…-preguntó Xing Yi.
¡No hay tiempo para explicaciones!-exclamó Ririka-Tenemos que… ¡AH!
Algunos de los hombres habían dejado las pistolas y corrían hacia ella con cuchillos en sus manos. Justo cuando iba a ser múltiplemente apuñalada, se oyó un choque de aceros: algo se interpuso entre sus atacantes y ella. Cuando abrió los ojos, vio que se trataba de Saito, que había parado las cuchilladas con una navaja bastante grande. Sin mediar palabra, lidió con cuatro hombres a la vez a base de navajazos, chocando su arma con las de ellos. Xing Yi, Izaya y Ayashi se miraron y asintieron: era la hora de colaborar. Aquello era una locura y, si iban a morir, por lo menos lo harían habiendo dado guerra.
Justo cuando iban a lanzar la ofensiva, fueron inmovilizados. Izaya estaba siendo agarrada por el hombre rubio, Ayashi por el moreno y Xing Yi por la mujer de antes. No había ni rastro del hombre de la trenza, pero habían aparecido dos personas más para agarrar a Ririka y a Saito, que había logrado esconderse la navaja antes de que se la quitaran. Intentaron soltarse, pero sólo consiguieron que les retorcieran un brazo y les golpearan con las rodillas en la espalda. Acto seguido, les pusieron a todos un pañuelo en la nariz, tras lo cual se desplomaron en el suelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario