martes, 20 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo IX: Acción y reacción

IX: Acción y reacción

Se paró a pensar. No le gustaba obrar en caliente, prefería meditar con respecto a sus distintas opciones de acción. No podía alarmarse, no podía hacerse notar de un modo que no fuera el del espectáculo que ofrecía, y no podía dejar que las cosas se torcieran o sus jefes lo echarían a la calle. Con la cabeza muy fría y muchos pensamientos rondando sobre su cabeza, Saito decidió continuar el show: le quedaba muy poco para terminar y, después de él, subiría otro chico a la tarima a hacer otra cosa distinta, por lo que él tendría vía libre y carta blanca para hacer lo que quisiese. Así, siguió contoneándose sensualmente mientras sujetaba su ropa interior con los dientes. A pesar de la brusca y tremenda cadena de perturbaciones que esa visión le había provocado, al chico no le había bajado la erección lo más mínimo, pues seguía rodeado de chicas bellísimas que competían entre ellas por tocarlo, agarrarlo y dejar que las hiciera disfrutar. De que quiso darse cuenta, una de las chicas más atrevidas le estaba practicando una felación tan bien hecha que al chico le pareció estar en manos de una profesional. Mientras tanto, las demás chicas lo rodeaban, acariciando y agarrando todos y cada uno de sus pronunciados músculos. No dejaba de moverse sensual y lentamente, de bailar, de encandilar a su público. Conforme pasaban los minutos y sonaba la música, se sentía cada vez más enterrado en su lujuria, disfrutando al máximo, agarrando los pechos de todas las chicas que se le acercaban, desnudándolas, acariciándolas, sintiéndolas todo lo cerca que podía. No obstante, no podía despegar la mirada de las recién llegadas, presa de la curiosidad, la incertidumbre y el recelo. Podía utilizar su mente fría y su entrenado cuerpo para llenar a rebosar la boca de esa chica y terminar el show cuanto antes, pero quería hacer las cosas bien…o perfectas. Se dejó llevar. Estando en dos sitios a la vez en espíritu y en uno en cuerpo, continuó con su erótico espectáculo, adornado por los poco ingeniosos comentarios del DJ, al cual le habían lanzado algunas botellas, hasta que, finalmente, eyaculó. La chica se apartó y Saito aprovechó para, sin dejar de morder su empapada ropa interior, hacer una pose triunfal de cierre, abriéndose de piernas en el suelo mientras soltaba un caudaloso chorro de semen por todo lo alto. Le costó no gemir a voz en grito, pues era algo que le gustaba bastante, pero no quería que se le cayera ni un único billete. El público aplaudió: todas las chicas comenzaron a decirle piropos, a gritar, a vitorearlo, a decir su nombre y a lanzarle billetes que cogió al vuelo. Se despidió con una sonrisa, guiñando un ojo y saludando a la multitud con las dos manos, tras lo cual corrió al vestuario, cruzándose con su relevo por el camino.
Ya en el vestuario, se quitó la molesta cadena del pelo, sacó todos los billetes de sus calzoncillos y los guardó en el bolsillo más recóndito de su mochila a la vez que dejaba su castigada prenda en el banco, al lado de la ropa que había sacado para cambiarse. Se colocó bajo la ducha y comenzó a quitarse los restos de sudor, de semen y de saliva femenina del cuerpo. A la vez que se enjabonaba, escuchaba la música que aderezaba el número de su relevo, al que conocía únicamente por lo que hablaban en el vestuario las noches que les tocaba trabajar a los dos, y que era experto en contorsionismo. Después de aclararse, se vistió a gran velocidad. Mientras lo hacía, entró un hombre joven al vestuario con un sobre bastante grueso en la mano.
Ten, Saito.-dijo el chico-Gerencia ha decidido que tu sueldo de esta noche sea éste.
Le lanzó el sobre, que el chaval agarró al vuelo. Pesaba bastante. Lo abrió y vio un enorme fajo de billetes, mucho más de lo normal. Se sintió orgulloso, afortunado y agradecido.
Gracias, tío.-respondió Saito-En la vida me habían untado de esta manera.
La barra hace milagros, macho.-respondió su interlocutor, que tenía pinta de pocos amigos-No teníamos ningún bailarín de barra para mojar coños y llegas tú, uno de los strippers favoritos del garito, y aprendes el estilo. Gracias a ese palo por el que restriegas el paquete, te van a untar como nunca. Sigue viniendo y te podrás pagar la carrera, putas o lo que quieras.
Lo tendré en cuenta.-contestó Saito mientras terminaba de vestirse-Bueno, si no me quieren ver arriba, yo me declaro libre por hoy…tal vez vea un poquito el ambiente ahí fuera antes de irme, pero estoy deseando llegar a casa.
No hace falta que vayas a ver al pez gordo, pero tienes que transmitirle tu respuesta a una pregunta.-le dijo el chico-Dice que si puedes venir mañana. Hay no sé qué despedida de soltera a la que van a venir ricachonas de todo el largo y ancho de la isla, algo con caché, y que te necesita. Me ha dicho que, para compensar esta petición sin antelación, te pagaría una jodida burrada. ¿Qué le digo? ¿Sí o no?
Desde luego.-el chico no se lo pensó dos veces-Vendré y las haré chorrear como grifos. Esta semana me estoy matando, pero todo sea por cobrar. ¡Hasta mañana, entonces!
Adiós, tío…-se despidió el joven, abandonando el vestuario.
Cuando el chico se volvió a encontrar solo en aquel vestuario exclusivo de empleados, sacó su móvil de la mochila. Abrió una aplicación de chat y vio que, de sus amigos de barra, sólo estaba conectada en ese momento Izaya. Iba a ser la primera conversación de algo importante que iban a tener después de su encontronazo sexual, pero era una urgencia y no podía perder el tiempo en las consecuencias…
Entonces recordó lo que le había dicho por la tarde: estaba en una cena familiar. No podía interrumpirla…pero no había nadie más conectado. Decidió arriesgarse y comenzó a escribir con el teclado táctil.
¡Izaya!-comenzó a escribir-¡Esto es gordo! ¿Sabes qué coño me acaba de pasar en el club nocturno?
¿Qué ha pasado?-leyó de parte de Izaya a los pocos segundos-Estoy en el baño de casa de mis padres repasándome el maquillaje, ahora no tengo mucho tiempo que digamos…
¡Están aquí!-escribió el chico con apremio-Esa gente que casi nos mata cuando fuimos al trabajito que nos propuso la profesora, los locos trajeados. Las dos tías están ahí, dándolo todo, arregladas como auténticas señoritas, con las planchas pasadas y con aspecto de ser todo lo lejano a una zorra asesina que te puedas imaginar.
No me jodas…-le respondió su compañera-y, ¿te han visto?
Verme me han tenido que ver de puto pleno.-respondió el chico-Me han pillado luciéndome, justo cuando estaba bailando en la barra. Lo que no sé es si me han reconocido.
Reconozco a una zorra cuando la veo.-respondió Izaya, que, desde la casa de sus padres, se estaba hartando de excusarse por la precisión requerida por su máscara de pestañas-Así que, créeme, sí, te han reconocido. Que no te vean, sal pitando de ahí.
Está bien.-escribió Saito-Les haré una foto con la cámara del móvil sin que me vean y me largaré a celebrar lo bien que me ha salido hoy el show. ¡Te dejo que te maquilles!
Cerró el programa y se echó el móvil al bolsillo, tras lo cual salió del vestuario con su bolsa colgada de un hombro. Miró entre el público y vio a las dos chicas, que conversaban animadamente mientras tomaban sendas bebidas. Las fotografió, escudado entre la muchedumbre, y se fue del antro.
Apestas a jabón.-dijo el gorila de la puerta a modo de despedida.
Tú también deberías ducharte más a menudo.-respondió.
Tras un día muy duro, el chico se retiró a su hogar.
. . .
Y, ¿te salió bien el tema?-preguntó Xing Yi, que se había encontrado con Saito y con Mirumi en el vestuario de los chicos.
¿Bien?-preguntó Saito con sorna-¡De puta madre! Tengo pasta suficiente para pagar las mensualidades del piso y aún me sobra para comprarme un par de libros muy buenos que me han recomendado en la universidad y me encantaría tener.
¿En una única noche?-le preguntó el joven coreano, impresionado.
¡Sí!-exclamó Saito-En la vida me habían soltado tanta pasta. Los dueños tienen que estar podridos de dinero, joder…y aún puedo ir a comprarme calzoncillos a mi tienda favorita, ¡esto es genial!
Me hubiera encantado ir a verte.-dijo Xing Yi con una pícara sonrisa-Lástima que quedáramos para ir de fiesta…otra vez será. Ah, y tampoco me importaría ver esos calzoncillos.
Como si tú no llevaras.-Saito se encogió de hombros.
Mirumi se rió mientras se cambiaba.
¿Y tú?-le preguntó Saito-¿Qué tal? No estés tan callado, que pareces Ririka…
¿Yo?-respondió el pelirrojo-Muy bien, la verdad es que llevo una semana muy tranquila. Perdonadme si no hablo mucho, pero no me sale interrumpir una conversación ajena…
No seas tan formal.-le dijo Saito amablemente-Estamos entre colegas. ¿O aún te da vergüenza el día que casi te vemos todos recibiendo un pequeño favor?
Mirumi enrojeció súbitamente. Xing Yi se echó a reír.
Mirumi, en serio, ¿no ves que lo ven como algo normal?-dijo Xing Yi-Deja de torturarte. Además, como si al morenazo aquí presente no le hubieran hecho nada anoche…
Menuda horda de ninfómanas.-corroboró el joven moreno.
Además…-dijo Xing Yi guiñándole un ojo a su compañero-…te gustó. ¿O no?
Pues…-Mirumi deseaba desaparecer por arte de magia-…sí…
¡JAJAJA!-rió Saito-Así me gusta, que seas sincero contigo mismo. ¡Ya empezamos a hablar el mismo idioma!
Bueno…-respondió el escuálido y callado joven-…es hora de que vayamos a la sala de barra, ¿no? Dentro de poco empezará el sagrado cuarto de hora.
Sus compañeros asintieron y echaron a andar hacia la sala.
Eso, tú cambia de tema…-dijo Saito.
. . .
Anoche desconectaste demasiado rápido.-dijo Izaya mientras estiraba las piernas agarrada en lo alto de la barra-Te iba a decir que te olvidaras de lo de la foto. ¿Estás loco? ¿Y si te llegan a pillar?
No me vieron…-dijo Saito mientras hacía sentadillas con la espalda apoyada en la barra.
¿Qué nos hemos perdido?-preguntó Ayashi, a lo cual Xing Yi asintió con la cabeza e hizo un gesto curioso.
Anoche, en el club nocturno…-dijo Saito-…estaban dos de las personas que nos atacaron cuando nos estrenamos en el mundillo…las dos chicas, la rubia de los lazos y la de la cola de caballo…pero iban muy arregladas y parecía que iban de fiesta más que de servicio. Y justamente cuando entraron al local yo estaba bailando en la barra…me las tragué de frente.
¡Joder!-exclamó Ayashi.
¡Muy buenas tardes!-escucharon a una voz masculina familiar y algo molesta.
Hola, Genjuro…-saludó la chica de cabello naranja, algo resentida por la intromisión de ese chico en una conversación tan importante.
¿Te pasa algo, guapa?-preguntó el chico rubio-No tienes buena cara…
No me pasa nada, gracias.-contestó la chica toscamente mientras se sentaba a hacer estiramientos.
De acuerdo…-dijo el chico con alusión-¿cómo estáis?
Muy bien, gracias.-respondió Izaya-¿Te vas a dar cuenta ya de que nos has interrumpido en una conversación que no le importa a nadie más que a nosotros o quieres que te lo escriba en una pancarta?
Esto…-dijo Genjuro pensativo-¡de acuerdo!-sonrió ampliamente-¡Hasta luego!
Se fue de nuevo a su barra a seguir calentando.
Joder, tía…-dijo Ayashi-…qué borde, ¿no? ¡JAJAJA! Me mola…
¿Borde?-preguntó Izaya-Sólo he dicho lo que todos estabais pensando. Ririka, coño, ¿por qué lo miras tanto? ¿Te has quedado pillada del rubiales? No tiene mal tipo, pero parece más lerdo que un mosquito borracho.
Me encanta tu capacidad para susurrar.-dijo Saito al oír el tono extremadamente suave de su compañera-Nadie se va a enterar de nada. Pues eso, que me las tragué…y, para ser sinceros, me temo lo peor. Y encima esta noche tengo otro show…me lo han pedido deprisa y corriendo, pero a ver quién es el guapo que se niega con la burrada que me ofrecieron…
Buenas tardes.-saludó la profesora, que había llegado con su exquisita puntualidad y cerraba la puerta al entrar.
Dejó sus cosas en el banco de siempre y se giró, como de costumbre, a sus alumnos.
Bienvenidos otro día más a clase de baile de barra.-saludó con educación la joven-Hoy vamos a practicar más el agarre de tobillos, pero, antes, en la primera media hora de la clase, quiero hablaros de un asunto importante en nuestro arte…un tema teórico de nuestro amplio libro imaginario. Se trata de la caracterización y la actuación. Si bien el baile de barra es algo que depende de nuestras capacidades físicas, no debemos caer en el error de pensar que es la única variable. Todo el marco contextual que circunscribe el acto de la realización de una actuación puede adornar nuestra habilidad y embellecerla sobremanera o, por contraparte, arruinarla. Cada uno somos de una manera, tenemos unos gustos, unas preferencias, un estilo, unas tendencias, un espejo en el que mirarnos. Durante todo este período del curso habéis venido a clase con la ropa que os ha parecido más cómoda y funcional, pero vamos a empezar a hacer hincapié en el vestuario. Vuestros deberes para casa consistirán en examinar vuestro armario. Tenéis que intentar venir cada día con ropa que os guste, ropa que os pondríais sin problema para salir a la calle, ya sea a una celebración o al día a día, pero que esté combinada de una manera tal que, al miraros al espejo, os parezca rompedora, atractiva, erótica y, sobre todo, vuestra, de vuestro estilo, a vuestra medida, de vuestra talla, no física, sino espiritual. Por supuesto, no voy a influir en vuestra liquidez, esto es, no tenéis que compraros absolutamente nada de ropa nueva si no teníais pensado hacerlo en estos días, podéis venir con lo que ya tengáis comprado y uséis habitualmente, con la única condición técnica, ya sabéis, de que las piernas estén descubiertas. Algunos bailan en la barra con pantalón largo, pero son más amantes del riesgo que de otra cosa…
Saito recordó el show de la noche anterior.
Bien.-continuó la chica mientras recorría el pasillo sin colchonetas de un lado a otro-A partir del próximo día, intentad venir con combinaciones sencillas de vuestra ropa que creáis que son válidas. Sois libres para incluir cualquier elemento accesorio en vuestro atuendo, esto incluye joyería, bisutería, maquillaje, peinados, manicura, calzado…todo lo que pase por vuestras cabezas. Veo que me miráis mucho. Sabía, no obstante, que lo haríais: ésta es una de las cosas que debéis aprender a lograr para triunfar en la barra. Tienes que ser preciso en la barra e imprimirle tu alma, pero también tienes que entrar por los ojos. Como ya sabéis, es mi idiosincrasia el predicar con el ejemplo, así que he empezado yo con lo que sería una caracterización…muy básica, por supuesto, no tenía pensado venir con intención de dejar el listón alto.
La profesora llevaba un vestido negro muy ceñido de un tejido de aspecto bastante exquisito. Era entallado y marcaba perfectamente todas sus curvas. Además, estaba encorsetado a la altura del pecho y tenía un pronunciado escote triangular en medio del tejido que dejaba ver la profunda línea entre sus senos, así como buena parte de los mismos y un trozo de su sujetador de encaje negro y plateado. Los hombros eran abombados, tenía el cuello vuelto y le llegaba hasta algo menos de la mitad de los muslos. A juego, unos mitones de rejilla con mariposas negras en el dorso de cada mano, largos hasta casi los codos, así como unas botas negras de tacón muy alto y algo de plataforma. De algunas de las zonas de su vestido colgaban cadenas de curiosos diseños.
Esta composición la he creado combinando algo de mi ropa, por lo que no está sujeta a un único canon.-explicó-Si bien el color y el aspecto general recuerdan al estilo gótico, la forma del vestido es más del estilo lolita gótica y las mangas y el cuello son más típicas de los vestidos chinos, mientras que las cadenas de esta textura y tamaño son más asociadas a los metaleros. Con esto, lo que os quiero transmitir no es un tratado sobre cómo me visto, sino una visión general de cómo podemos mezclar estilos hasta llegar a nuestro gusto, a algo con lo que vernos guapas y guapos, con lo que seducir de manera única y personal. Si os gustan varios estilos u os sentís identificados con tribus urbanas, adelante, os invito a explotar sus tendencias de manera paralela en la medida de vuestras posibilidades. Asimismo, pese a que ya hemos dado varias lecciones sobre qué estilos de música son óptimos, cuáles son adaptables y cuáles son, en general, inválidos para nuestro arte, he de añadir una última cosa que en su día dije de pasada pensando precisamente en la clase de hoy. Hay que saber elegir y mezclar la música, y hay que saber caracterizarse. A la vez, hay que cerrar el triángulo sabiendo combinar aspecto y música. ¿No os resultaría raro que, con mis ropas, bailase con una melodía tipo Tecktonik? Bueno, de la aplicabilidad del Tecktonik ya hablamos y, en general, no está en lo óptimo, pero imagináoslo como ejemplificación. Sin embargo, si viniese con un estilo más basado en colores brillantes y recordando a la imagen mental y literaria que tenemos del electromagnetismo, ¿a que no sería una mezcla tan extraña? Es más, sería una combinación acertada. Por eso quiero enseñaros de manera gráfica cómo combinar música y estilo, y así aprovecho para hacer algo que nunca había hecho, que es bailar un tema entero ante vosotros. Traigo algo de música gótica para que veáis cómo, a pesar de no vestir de una manera gótica…digamos…pura, el efecto combinado es satisfactorio.
Introdujo un disco en el equipo de música. Mientras sonaba la canción seleccionada, la maestra dejaba boquiabiertos a los alumnos: sus movimientos no se parecían en nada a lo que les estaba enseñando ni a lo que ellos conseguían reproducir. Claro que podían reconocer algunas técnicas y movimientos, pero no eran ni la mitad de los que ella hacía, ni siquiera la décima parte, y, aun así, los hacía de manera muy diferente, fluyendo como si no fuera humana, como si fuera un espíritu adherido a la barra, un alma con masa efectiva, serpenteante y provocativa. Su belleza era cegadora, incluso dolorosa.
¿Cómo puede ser tan hermosa y perfecta?-se oyó entre los alumnos.
Algunos incluso estaban derramando lágrimas: lágrimas de admiración, de adoración, de dolor de sólo pensar en el camino que les quedaba por recorrer para parecerse a ella. La mayoría estaban muy excitados y miraban con lujuria a la joven…hasta que la música dejó de sonar, la chica pisó el suelo con ambos pies, hizo una cortés reverencia, volvió a desconectar el equipo de música y se giró de nuevo a los participantes, que se retiraban las lágrimas y seguían sin creerse lo que habían visto.
Agarre de tobillos.-dijo la chica chasqueando los dedos sin perder un segundo.
. . .
Terminada la clase y pasado el correspondiente rato de hablar entre compañeros y asearse, los chicos salieron del polideportivo.
¡No me lo puedo creer!-exclamó Izaya mirando su móvil.
¿Qué ha pasado?-preguntó Xing Yi.
¡Mirad lo que me ha llegado mientras estábamos en barra!-exclamó-¡Un correo electrónico revelador! ¡ME OFRECEN UN PUESTO DE TRABAJO EN LABORATORIO! ¡SE ACABÓ EL ARAÑAR DE MIERDAS A TIEMPO PARCIAL! ¡El lunes puedo empezar si acepto la oferta!
¡Eso es genial!-exclamó Ayashi-¡Enhorabuena!
¡A disfrutarlo!-exclamó Saito.
Me alegro por ti, Izaya…-dijo Ririka tímidamente.
Fantástico…-le dijo Mirumi con una sonrisa.
¡Estoy pletórica!-dijo Izaya-¡Tanto que voy a tomarme una ensalada gigante al restaurante vegetariano que más me gusta de la ciudad! ¿Os venís?
Yo te acompaño.-dijo Ayashi-Me encantaría estar contigo para celebrar este momento tan importante para ti.
¡Me apunto!-dijo Xing Yi-Suponiendo que traiga dinero…-se tocó un bolsillo-¡ah, sí!
Si no os molesta, yo también, ¿vale?-dijo Mirumi.
¿Cómo ibas a molestar?-dijo Izaya con una sonrisa de oreja a oreja-Ririka, no irás a negarte, ¿verdad?
Claro…claro que no.-dijo la chica-Iré.
Es una pena, tía.-dijo Saito-Yo tengo show.
Que te vaya bien entonces.-respondió la chica de cabello azul-Ya nos contarás.
¡De acuerdo!-dijo Saito echando a andar hacia el club nocturno-¡Enhorabuena una vez más!
Mientras se dirigía a su lugar de trabajo, vio a Genjuro salir del polideportivo con un chico y una chica que también hacían baile de barra, pero no le dio mayor importancia.
. . .

Máxima fue la sorpresa del chico cuando llegó a la puerta de su lugar habitual de trabajo. Sólo había humo y escombros, así como sangre fresca en el suelo. El local estaba derruido y era inaccesible. La oscuridad y una ominosa neblina eran sus únicas compañeras. A Saito se le encogió el corazón. Empezó a atar cabos, pero no le dio tiempo a pensar demasiado porque comenzó a oír pasos acercándose a la zona…y, a juzgar por el sonido, parecían muchas personas juntas…

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