lunes, 19 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo V: Stracciatella

V: Stracciatella

¡Soltadme, cabrones!-gritó Izaya.
La tenían agarrada por los brazos y por las piernas entre cuatro personas. Una quinta persona apuntaba a su abdomen con un enorme bate metálico lleno de clavos.
¡NO!-gritó al ver que el que sujetaba el arma la lanzó contra ella.
Iba a ser golpeada en medio de un músculo con aquella cosa…podría morir fácilmente, antes o después de perder el conocimiento por el dolor…
¡NO!-chilló de nuevo.
Se encontró tirada en el suelo. No había ningún hombre trajeado ni ningún bate. ¿Una pesadilla? Se miró: estaba prácticamente desnuda, con el traje con el que bailó. Al mirar a su alrededor, vio que estaban, también esparcidos por el suelo, Ayashi, Saito, Xing Yi y Ririka.
¿Chicos?-preguntó Izaya, a quien le costaba moverse y era presa de un agudo dolor de cabeza.
Vio moverse ligeramente a Ayashi.
¿Qué…-preguntó levemente mientras entreabría los ojos.
Al segundo, abrió los ojos como platos y se incorporó como si la hubieran accionado con un resorte.
¿Dónde estamos?-preguntó-Me duele todo…
Miraron a su alrededor: barrotes. Estaban en una especie de celda muy grande.
¡Eh, hombretón!-Ayashi agitó un hombro de Saito con una mano-¡Despierta, estamos jodidos!
¡Me duele todo el puto cuerpo como si hubiera estado descargando camiones de ladrillos y no es de follar!-gritó Xing Yi mientras se incorporaba-¿Cómo ha…
Se quedó callado al ver el panorama. Saito se incorporó sin poder evitar un gesto de dolor.
Mi puta cabeza…-se quejó.
Oh…-oyeron una tenue voz-…no…
Se giraron: era Ririka.
¿Dónde estamos?-preguntó la chica rubia, asustada-¿Qué ha pasado?
Haced memoria…-dijo Izaya-…casi nos matan en el club, nos íbamos a ir y, justo cuando nos acercamos al coche…
Apareció Ririka y pateó varios culos en serie.-dijo Ayashi-De eso me acuerdo. Para haberla grabado…
Y luego…-dijo Saito-…joder, no me acuerdo. Si yo no bebo, ¿por qué coño me pasa esto?
Yo tampoco bebo…aunque anoche me podría haber bebido un buen cóctel de lefazos y esos cabrones me lo impidieron.-dijo Xing Yi-El caso es que tampoco me acuerdo de cómo hemos llegado hasta aquí.
¡Cloroformo!-exclamó Izaya-Nos forzaron a oler unos pañuelos, ¿no es así?
Joder…-dijo Ayashi-…como en las películas. Vamos, que estamos secuestrados. Esto nos pasa por ir a trabajar.
¡Tenemos que salir de aquí!-dijo Ririka asustada.
¿Por qué tienes tanto miedo?-dijo Saito.
¿Acaso no es normal tenerlo?-intervino Izaya-¿Tú no estás ni siquiera nervioso?
El dolor de cabeza que tengo no me deja sentir ni padecer.-dijo Saito.
Si nos han dormido con cloroformo, se nos pasará.-dijo Ayashi.
¿Cómo vamos a salir de aquí?-preguntó Xing Yi rascándose la nuca-Esa puerta parece demasiado sólida. Y… ¿dónde estará Mirumi? Estoy preocupado por él…
¡Oigo pasos!-susurró Izaya-¡Viene alguien! ¡Vamos a hacernos los dormidos, a escuchar lo que vayan a decir y, si abren la puerta, les damos una puta sorpresa!
Sin decir ni media palabra, todos se tiraron al suelo, simulando poses de estar en un sueño profundo y con todo el cuerpo relajado. Se abrió la puerta que había al otro lado de la celda. Oyeron dos voces.
¿Éstos son los rehenes?-preguntó una voz de hombre.
En efecto.-respondió otra voz, también masculina-Eran los novatos de barra…se nos pusieron chulitos y tuvimos que suavizarlos con un chute de cloroformo. Míralos, aún están dormidos…
¿Qué hacemos con ellos?-preguntó la otra persona.
Lo que los jefes quieran.-respondió-Supongo que matarlos y vender sus órganos, o traficar con sus servicios…
La verdad es que la del pelo azul es una ricura.-dijo uno de los hombres.
Como no se va a enterar…-dijo el otro hombre-…voy a abrir la jaula y le tocamos las tetas y el coño un poco, ¿te parece?
¡Cómo no!-respondió la otra voz.
Oyeron cómo abrían la pesada cerradura y corrían la puerta, que chirriaba levemente. Comenzaron a sentir sus pasos muy cerca de ellos. Justo cuando iban a agacharse para tocar a Izaya, recibieron un susto que los dejó indefensos. A uno de los hombres lo agarraron por el cuello unas fuertes y robustas piernas, mientras que al otro lo agarraron otras piernas por los tobillos.
¡HAAAAAAH!-gritó Izaya.
Con el cuello del hombre entre sus tobillos, dio una voltereta hacia atrás y lo estampó de cabeza contra el suelo.
¡YIIIAH!-gritó Xing Yi.
Agarró los tobillos del otro hombre con sus piernas, arrastrándolo hasta tirarlo al suelo, donde le saltó encima y le estampó la cabeza con un golpe de palma.
¿A quién dices que vas a tocar, grandísimo mamón?-preguntó Izaya mientras le pisaba la nuez al hombre con el tacón-¡Llora suplicando perdón, puta!
Ayashi, Ririka y Saito salieron de la celda.
Me pone mucho Izaya cuando se pone así.-comentó Saito.
Ésa no es manera de tratar a una dama.-dijo Xing Yi acercándose al hombre al que había sometido-Si no fueras más feo que una fístula en el culo, te violaría aquí mismo, pero…ni para eso vales.
Las llaves.-dijo Izaya-Suelta las llaves de todas las celdas. ¡Ahora!
El hombre le escupió a la chica en la cara, pero, por estar tumbado en el suelo, no le llegó, por lo que el escupitajo le resbaló por el hombro a la chica. Con una cara de asco desmedido, Izaya agarró al hombre, le dio vueltas en el aire y lo lanzó contra una pared, dejándolo inconsciente. El otro hombre se levantó y corrió hacia la joven, pero Xing Yi lo interceptó dándole una fuerte patada lateral en el cuello, dejándolo sin aire durante un tiempo suficiente como para que cayera inconsciente.
Bravo.-dijo Saito mientras se disponía a cachear al hombre que había noqueado Izaya.
Xing Yi hizo lo propio con el que había ahogado. Al rato, consiguieron sacar un manojo de llaves.
Nos lo llevamos.-dijo Saito-Una de estas llaves podría permitirnos salvar a Sanagi…suponiendo que esté aquí.
¿Ninguna idea de dónde estamos?-dijo Ayashi antes de que se pusieran en marcha.
Ni la más mínima.-dijo Saito-Pero…saldremos de aquí.
O lo intentaremos…-dijo Ririka.
No seas gafe, querida.-dijo Xing Yi-Si no nos hemos muerto ya…
Abrieron la única puerta que había allí, por la que habían entrado los dos hombres. Al cruzarla, se encontraron en un enorme pasillo con varias puertas y un pasillo perpendicular a un nivel superior al que no podían llegar desde donde estaban. Oían un ruido muy tenue, como unos pasos con zapatos de tacón…pero lo escuchaban lejano.
Creo que preguntando amablemente no vamos a encontrar la salida…-dijo Saito.
No me gusta un pelo este pasillo.-dijo Ayashi.
Buena intuición.-dijo una voz familiar.
Se giraron. La mujer de la cola de caballo y el cabello castaño estaba allí, acompañada del hombre rubio engominado y el moreno del flequillo largo. El hombre de la trenza no estaba con ellos, pero, en su lugar, había un chico de aspecto bastante joven, no muy alto y con el pelo verde recogido en una trenza, así como una chica rubia de cabello ondulado con dos mechones recogidos con lazos negros.
Mierda.-dijo Ayashi-Mierda…
Los cinco individuos trajeados sacaron sus pistolas y abrieron fuego. Los cinco rehenes se separaron, escondiéndose tras tramos de escalera, cajas y cualquier cosa que veían por los pasillos. El chico del cabello verde se asomó a una caja, siendo sorprendido por un robusto puño que lo golpeó de lleno. Saito salió de su escondrijo, lo agarró y se volvió a tirar detrás de la caja, donde comenzó a intercambiar golpes con su presa. El moreno del flequillo largo y el rubio del cabello engominado, que parecían ser inseparables, surcaron juntos el pasillo en un sentido. Xing Yi y Ririka, que estaban escondidos tras columnas, el uno frente a la otra, los sorprendieron y los abatieron de una patada a cada uno. La chica rubia, siguiendo una orden de la chica de la cola de caballo, corrió hacia una de las puertas más cercanas. Ayashi saltó sobre ella desde lo que le pareció la nada, tirándola al suelo. Ahí, comenzaron a intercambiar guantazos, patadas, rodillazos y codazos con mucha furia. Pistola en mano, la mujer de la cola de caballo subió por las escaleras de la otra punta del pasillo. Izaya apareció de debajo de las mismas, agarró la barandilla, se encaramó a ella y, dando una voltereta sobre la misma, cruzó hacia las escaleras, golpeando con ambas piernas sucesivamente a la chica y tirándola por las escaleras.
Tenéis a un rehén más.-dijo Izaya desde su posición-Decidnos dónde está e indicadnos la salida si no queréis que la fiesta se alargue.
La mujer de la coleta respondió sacando su pistola y disparando repetidamente. Izaya saltó hacia el hueco de las escaleras, pero no llegó a tiempo a cazar a su objetivo, que se había levantado y se alejaba disparando sin mirar, por lo que no acertaba en sus tiros. Al pasar por al lado de donde estaban Ayashi y la chica rubia, esta última se quitó a la joven de cabello naranja de encima de una patada y le hizo una llave que acabó por chocarla contra una pared, aprovechando el desconcierto para unirse a su compañera. Oyeron un fuerte golpe y vieron al chico de la trenza verde salir por los aires con una sonrisa victoriosa. Los dos hombres restantes estaban disparando a bocajarro mientras Ririka y Xing Yi jugaban al escondite.
¿Oyes eso?-preguntó el chico de la trenza-Se acabaron las complicaciones.
¡Sí!-dijo la chica rubia.
El mismo sonido que habían escuchado al entrar en el pasillo se había intensificado.
¿Qué demonios…-se extrañó Xing Yi mientras escoltaba a Ririka hacia el resto del grupo.
Es hora de que muráis, cabrones.-dijo el hombre rubio.
Sí…vais a tener una muerte dulce.-lo respaldó el del flequillo.
¿Perdona?-dijo Saito desafiante.
Es hora de que muráis por los excesos de la dulce Stracciatella.-dijo la chica de la coleta con una sonrisa pérfida.
No me apetecen dulces ahora, gracias.-dijo Ayashi, quien tenía varias magulladuras.
¡STRACCIATELLA!-gritó la chica de la coleta-¡BAJA!
Tras gritar, estampó una bomba de humo en el suelo. Entre la cortina de negro humo, los rehenes no podían ver nada más que las siluetas de los trajeados haciéndose cada vez más pequeñas. Cuando el humo se hubo disipado, vieron que algo bajaba del pasillo superior. Cayó frente a ellos sin hacer apenas ruido. Se levantó y se puso frente al grupo. Era una mujer de piel muy pálida, ojos azules, una mirada mística, una larga melena negra y lisa hasta la altura de los muslos, un cuerpo extremadamente delgado, un ostentoso vestido de encaje rosa y blanco con flores de tela cosidas por toda la falda, medias de rejilla y unos voluminosos tacones de aguja con plataforma de color azul eléctrico.
¿Qué coño es esto?-preguntó Saito impaciente.
La extraña mujer, de apabullante estatura, les sonrió con lascivia.
¿Eres anoréxica, tía?-la provocó Ayashi.
Me parece, Saito, que éste va a ser un asunto entre mujeres.-dijo Xing Yi al ver cómo había cambiado el brillo en los ojos de Izaya y Ayashi.
Esto…-dijo Ririka.
La mujer se puso a jugar con su pelo mientras les sonreía con cara de perversión. Comenzó a acercarse a ellos con lentos y sensuales pasos, contoneando su marcada cadera.
Oh, Dios mío…-dijo Izaya-…me estás poniendo enferma tía. Eh, Saito, ¿ésta te pone mucho? Lo digo por desfigurarle más o menos la cara…
No me da la talla, tía.-respondió Saito.
Haciendo caso omiso de los comentarios, siguió caminando hacia el grupo, acercándose peligrosamente. Ririka apretó el puño y se lanzó patinando hacia ella, lanzando una patada alta cuando estuvo lo suficientemente cerca. La gigantesca mujer se ladeó y lanzó una patada con la pierna izquierda por detrás de su cuerpo, fustigando a Ririka y lanzándola al suelo.
¡Eh!-gritó Ayashi-¡No te pases!
Ayashi e Izaya se lanzaron a por la chica. Izaya fue la primera en intentar luchar, lanzándole un puñetazo, pero se llevó un golpe de las puntas de los dedos de la mujer, golpeándose con una pared. Ayashi lanzó una sarta de estilosos y ágiles puñetazos, pero la extraña mujer, que parecía responder al sobrenombre de Stracciatella, los esquivó todos, contraatacando con una patada para la cual echó todo su cuerpo hacia atrás salvo la pierna con la que golpeó, lanzando a su contendiente. Izaya volvió entonces a la carga, saltando y embistiendo a la mujer por un flanco con las dos piernas juntas. Tras estamparla en la pared, la agarró de la cintura, le dio la vuelta y la estampó contra la otra pared. Sin darle tiempo a reaccionar, le cruzó la cara de un puñetazo y se la volvió a cruzar para el otro lado con una patada alta. La mujer se deshizo de su atacante con un manotazo y un golpe con la otra mano en forma de zarpa. Tras ello, sacó un larguísimo látigo de su vestido y comenzó a hacerlo ondear en el aire. Lo hizo restallar contra el suelo en señal de aviso. Izaya le levantó el dedo corazón de la mano derecha, a lo cual Stracciatella respondió con una lasciva sonrisa.
Volvió a ondear su látigo en el aire y lo estampó con vehemente furia contra Izaya, haciéndola chillar de dolor tan fuertemente que eclipsó el fuerte chasquido del latigazo. Entre tenues risotadas, la mujer daba un latigazo tras otro a Izaya. Ayashi, Saito, Xing Yi y Ririka se lanzaron a ayudarla, pero fueron lanzados por los aires con varios latigazos. La esbelta y sádica mujer se acercó entonces a Izaya, que estaba hincada de rodillas. La tiró al suelo de una patada y le pisó la barriga con su enorme tacón, haciéndola chillar más aún. Los cuatro compañeros se levantaron y se lanzaron de nuevo en su ayuda, pero la mujer lanzó un manojo de lo que parecían bisturíes contra ellos. Al ver lo fácilmente que se clavaban en las paredes, en el suelo y en el techo, se quedaron quietos. En un alarde de cabezonería, Izaya agarró la pierna de Stracciatella, se la quitó de encima y la zarandeó hasta tirarla al suelo. En ese instante, se levantó, se acercó a ella y esquivó una patada que le lanzó para contraatacar, aprovechando el momento para agarrarle la pierna, levantarle todo el cuerpo del suelo y, agarrándola de la otra pierna, lanzarla girando sobre sí misma en horizontal hasta estamparla contra las escaleras. Para sorpresa de todos, se levantó al instante y, como si los hubiera sacado por arte de magia, lanzó un abanico de bisturíes y escalpelos a Izaya, que rodó hábilmente hasta quedar tras una caja en la que se clavaron todos los objetos. Los pasos de Stracciatella eran firmes y sonoros, lo que permitió a Izaya sorprenderla y embestirla con una brutal patada en la cabeza. En ese instante, una masa negra cubrió sus ojos: el pelo de Stracciatella comenzó a volar por los aires hasta caer a los pies de Saito.
No me jodas…-dijo Saito.
Con razón estabas literalmente plana, cabrona.-dijo Izaya-¡Eres un puto tío!
¿Un travesti?-preguntó Ayashi-Aquí no discriminan a nadie…cada asesino es más raro que el anterior.
¡Esperad!-dijo Xing Yi antes de que Saito se lanzara a por él-¡Dejádmelo a mí! Está muy bueno y, vestido como la zorra que seguro que es, tiene un punto caliente. ¡Ven aquí, perrito!
Xing Yi corrió hacia el extraño hombre, que lo interceptó con una patada voladora. El joven se estabilizó y cayó acuclillado, aprovechando las piernas flexionadas para correr de nuevo hacia el travesti y lanzarle una patada directa al cuello. El asesino la bloqueó, pero el coreano no se dio por vencido y, girando en sentido contrario a su contrincante, se agachó y soltó un barrido con una pierna que lo hizo caer al suelo. Antes de que se levantara, lo agarró de los tobillos, se puso de espaldas a la pared, lo levantó con una pierna y lo atrapó entre sus brazos.
Veamos de qué pasta estás hecho…-dijo Xing Yi-…Stracciatella.
Le levantó la enorme falda y comenzó a azotarle el trasero.
¡Has sido un chico muy malo!-dijo Xing Yi-¡JODIDAMENTE MALO!
El coreano le rasgó la falda y le bajó la ropa interior. Al rasgarle la falda, su látigo, oculto, cayó al suelo. Lo cogió y observó que el mango era bastante rígido. Se lo introdujo en el ano, haciéndolo chillar.
Buscad a Mirumi.-dijo Xing Yi-Aquí ya no hay nada que hacer.
Pero…-dijo Ayashi.
Sé que es peligroso.-dijo el chico mientras le daba vueltas al látigo dentro del ano de Stracciatella-Asumo los riesgos de lo que me pueda pasar…no sabemos qué es de Mirumi…
Este cabrón podría matarte…-dijo Izaya-…¿estás segur…
¡Que me lo voy a follar, joder!-dijo Xing Yi-No me importa que me veáis hacerlo, pero es por si la escena os perturbaba. Y lo de Mirumi va en serio. No podemos abandonar a un colega.
Ririka se escondió detrás de Saito, ruborizada. Xing Yi le extrajo el látigo al asesino, que estaba inmovilizado. Se desabrochó los pantalones.
¡VAMOS!-gritó arrancándose los calzoncillos de cuajo-¡VOY A MONTARME A ESTE CABRÓN ANORÉXICO, OS ALCANZARÉ EN CUANTO LE SALGA MI LEFA POR LA PUTA GARGANTA!
El pene del chico era muy grande, y estaba muy duro, completamente erecto y con el glande totalmente descubierto. Rasgando por completo el vestido de Stracciatella, que pataleaba, lo sentó encima de él, penetrándolo de golpe.
¡TE MATARÉ POR ESTO!-Stracciatella soltó un estridente y afeminado grito-¡JURO QUE TE MATARÉ!
¡Te la tenía que haber metido en la boca, maldito!-gritó Xing Yi-¡Hablas demasiado!
El coreano se levantó, poniendo a Stracciatella a cuatro patas contra la pared, momento en el que comenzó a penetrarlo de manera frenética.
Mejor nos vamos, ¿eh?-dijo Saito mientras corría hacia las escaleras.
La verdad es que él se lo ha buscado.-dijo Ayashi-Él venía a matarnos…
Visto así…-dijo Izaya.
…-Ririka no sabía qué decir.
¡VOY A DEJARTE ABIERTO HASTA EL AMANECER!-oyeron gritar a Xing Yi-¡ERES MI CHIVO EXPIATORIO! ¡TÚ Y TU MIERDA DE MAFIA, SECTA O LO QUE SEA ME JODISTEIS LA ORGÍA DE MI VIDA! ¡TOMA MIS GANAS DE CABALGAR CONCENTRADAS AL MÁXIMO EN TU SUCIO CULO!
No quiero escuchar eso más, por Dios.-dijo Saito-Vamos a cruzar esa puta puerta.
Sin perder ni un segundo, el corpulento joven tiró la puerta de un puñetazo. No podían creerse su suerte al ver una salida que daba a la calle. Un reloj de pared marcaba que eran las cuatro de la madrugada.  Habrían pasado un par de horas inconscientes por el cloroformo…pero no pudieron pararse a pensar en eso, porque vieron a varios hombres trajeados obligando a Mirumi a caminar a punta de pistola.
¡SANAGI!-gritó Ayashi.
Los hombres trajeados se giraron y comenzaron a disparar contra el grupo. Escondido tras una columna, Saito comenzó a meterse las manos por su pelo.
¿Sabéis por qué se desplomó el negro de la trenza?-preguntó Saito.
¡No es momento para acertijos!-dijo Izaya mientras se resguardaba de las balas en la columna de al lado.
Le solté un navajazo.-dijo Saito sacando una navaja muy grande de su pelo.
Abrió el arma y se lanzó sigilosamente hacia la multitud, apuñalando a tres hombres en zonas alejadas de órganos vitales. Tras ello, desarmó a otro de un navajazo y lo lanzó por los aires de una elegante patada. Ririka lo siguió patinando hasta llegar a un par de hombres a los que pateó en la cabeza saltando entre ellos y abriéndose de piernas. Quedaba un hombre, que apuntó con un revólver muy pesado a Mirumi.
Ni un paso más.-dijo-O vuestro compañero muere.
Una real mierda.-dijo una voz detrás de él.
Xing Yi apareció lleno de sangre detrás de él, lo pegó a su cuerpo con una pierna y se dobló hacia atrás, dislocándole el cuello del impacto.
¿Qué te ha pasado?-preguntó Saito.
Me ha dado de lo lindo…-dijo Xing Yi mientras caía de rodillas en el suelo.
Ayashi se acercó a él corriendo. Le quitó el chaleco y vio la cantidad de cortes sangrantes que había en su cuerpo.
¡Santo cielo!-gritó Ayashi mirando a todos-¡O salimos de aquí, o no lo contará!
Xing Yi…-dijo Mirumi-¡GRACIAS!
De…-dijo el joven de cabello verde sonriendo-…nada…

Se desplomó. Entre maldiciones, Saito rompió los cristales de la puerta de salida y les hizo una señal a los demás para salir. Tenían que buscar el hospital más cercano o, de lo contrario, su compañero, que se había sacrificado para neutralizar al peligroso asesino y había logrado que Mirumi no fuera definitivamente raptado, podría morir en breves instantes.

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