martes, 20 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo X: Entropía

X: Entropía

Ante el sonido de los pasos de lo que parecía una marabunta humana, Saito decidió no arriesgarse en exceso y prácticamente saltó hacia el árbol más cercano, pegado a la acera, tras el cual se ocultó. Cuando dejó de escuchar los pasos, asomó ligeramente la cabeza: ahí estaban. Los individuos trajeados estaban allí. Entre los que había, reconoció a uno. El chico de aspecto joven y cabello verde trenzado estaba con ellos. Se giró, clavando en su sombra sus ojos anaranjados. Con el corazón en un puño, Saito deseó que no se hubiera dado cuenta de su presencia.
Buenas noches.-oyó una voz masculina al lado del oído del lado contrario al que se había asomado.
Instintivamente, Saito se despegó del árbol, viendo que el joven de la trenza, mucho más bajo que él, estaba a su lado.
No hay necesidad de asustarse, compañero.-dijo cordialmente el chico de la trenza-Necesito que me acompañes.
Lo siento, tengo planes.-dijo Saito-Bueno…tenía…
Tú lo has dicho.-dijo el chico con una tranquila sonrisa-Como ya no tienes planes, creo que te podrás permitir venir un momento conmigo, ¿no crees?
No, de verdad que no, sería un placer, pero no tengo tiempo, tío…-contestó Saito, tras lo cual sonrió pícaramente-… ¿o debería llamarte…Aries?
El chico de la trenza dejó de sonreír y, con una expresión furibunda, corrió hacia el chico, saltó con ambas piernas flexionadas, lo sobrevoló y, una vez a la altura de su espalda, se estiró, pateándolo fuertemente en la zona dorsal con ambos pies y propulsándolo con fuerza. Tras volver al suelo, corrió hacia Saito, que le daba la espalda, volvió a saltar y, conforme se giró, le estampó los dos pies en la cara, tirándolo contra el suelo.
Agh…-gimió Saito, que intentaba levantarse.
El joven de cabello verde era mucho más rápido que él. Mientras intentaba levantarse, se encontró al individuo trajeado saltando de nuevo y, girando sobre sí mismo, lo embistió con una tremenda patada que lo estampó contra un árbol, sitio en el cual le dio puñetazos en el abdomen hasta hincarlo de rodillas, altura a la cual pudo cruzarle la cara con un revés con el dorso del puño. Al ver que el joven moreno intentaba encarársele de nuevo, el chico de la trenza le dio una patada en la cara, inmovilizándolo momentáneamente.
No sé cómo sabes eso...-dijo el chico-…pero te va a costar la vida.
Ah, ¿sí?-respondió Saito-Y, ¿quién se la va a cobrar? ¿Tú y cuántos más?
El robusto chico se levantó y dirigió un vehemente puñetazo contra su contendiente, que saltó hacia atrás una gran distancia y, al caer, chasqueó los dedos.
¡Encargaos de él!-dijo-¡Os espero en la limusina!
El tipo se retiró del campo visual de Saito de un salto. Tras ello, aparecieron dos hombres que flanquearon al chico. Éste se los quitó de encima a puñetazos, acto tras el cual comenzaron a rodearlo. Abatió con dos puñetazos al que tenía más cerca. Uno de los que estaban a menos distancia se lanzó a por él con una jeringuilla en la mano dispuesto a clavársela.
Ugh…-jadeó Saito.
Se había apartado a tiempo para ver cómo el contenido chorreaba por el suelo, pero, por algún motivo, creía sentir el pinchazo. Miedo, tal vez…no obstante, no tenía tiempo para pararse a pensarlo. Rodó por el suelo y golpeó al tipo de la jeringuilla con una patada ascendente, tras lo cual saltó desde el suelo y le cayó encima con un golpe de talón en la cabeza. Cuando volvió al suelo, se encontró con que intentaba darle un puñetazo, pero lo paró agarrándole el puño y crujiéndoselo apretándole con fuerza. En ese momento, el tipo sacó un cuchillo, a lo que Saito respondió mostrando su enorme navaja, con la que le hizo un corte en el pecho, causando unos segundos de conmoción que le permitieron salir corriendo.
Menuda noche de viernes…-pensó mientras corría calle abajo.
Tras recorrerse varias calles, vio que no lo seguían. Por precaución, se acercó a su casa por los sitios menos iluminados para así asegurarse de que les costaría más avistarlo.
Era consciente de que podrían haberlo matado, por lo cual sentía alivio de haberse salvado, pero, a la vez, no podía dejar de darle vueltas al tipo de la melena verde. Parecía un niño…era muy bajito, estaba muy delgado y tenía unas facciones muy poco adultas, pero…le había dado una paliza. Se había visto incapaz de leer sus movimientos, de adelantarse a él, de medirse con él: era sorprendentemente raudo y fuerte.
Dejó de calentarse la cabeza cuando por fin llegó a su casa. Dejó sus cosas y se dispuso a darse una ducha y a conectarse al chat a ver si podía hablar con sus compañeros y contarles lo sucedido, pero, de repente, comenzó a sentirse mareado, fatigado, extenuado y pesado…se sentó en la cama y se llevó las manos a la cara. ¿Qué le estaba pasando? Le empezó a doler el pecho, por lo que decidió tumbarse y respirar hondo…entonces su mente empezó a procesar ideas de manera desbordante…todo lo que había encontrado era real…ese mensaje encriptado, esas fotos…Aries…
Cayó en la más profunda oscuridad.
. . .
Y éste será su puesto de trabajo, señorita Kizuna.-dijo el guía del complejo-Toda esta planta está llena de laboratorios que se dedican a la investigación de su área, por lo que se la podría requerir en cualquiera de ellos. Tenga su comunicador siempre con usted y con el sonido activado: funcionan con la red de frecuencias interna del complejo, teniendo cada trabajador un número propio, siendo así prescindible el uso de teléfono personal para evitar así mezclar lo profesional con lo cotidiano fuera del puesto de trabajo.
Está bien.-dijo Izaya guardándose el aparato, con forma de teléfono móvil antiguo, en el bolsillo de su bata blanca de laboratorio-Pues entraré y me pondré manos a la obra con lo necesario. Una última pregunta, por favor…
¿Sí?-dijo amablemente el guía.
Ya que trabajaré para los investigadores, me imagino que mi jefe será uno de ellos.-dijo Izaya-Si no es molestia ni es confidencial, me gustaría saber a quién he de dirigirme para conocerlo en persona, presentarle mis respetos, agradecerle esta oportunidad y aprovechar para hacerle unas consultas acerca del doctorado y la investigación, pues es realmente el puesto al que vocacionalmente quiero acceder cuando la experiencia y las circunstancias lo permitan.
Su jefa no se encuentra aquí en este momento.-dijo el hombre-Es una mujer muy ocupada que vive en el pluriempleo, pero coordina todas las investigaciones y proyectos del complejo ahora mismo. Podrá conocerla cuando se pase por aquí, cosa que hace con frecuencia.
Muchas gracias por todo.-dijo la chica haciendo una reverencia-Entraré al laboratorio a empezar mi labor. Nos vemos luego.
Izaya entró decidida por la puerta de un laboratorio, donde fue recibida por una pequeña plantilla de técnicos de laboratorio que, al parecer, trabajarían según sus directrices. Así que los licenciados tendrían  que encaminar, dirigir y controlar las actividades de laboratorio siguiendo las pautas y las ideas de los investigadores…se le adivinaba un trabajo apasionante.
. . .
Jamás pensé que pudiera volver a ser feliz con un hombre.-dijo Ayashi con una sonrisa feliz mientras cogía al chico de la mano.
Estaban sentados en una mesa del bar donde solían reunirse los chicos del polideportivo. Después de muchos años de infortunios en el amor, la chica volvía a sentirse enamorada. Tras un ligero beso, se miraron con una sonrisa.
Jo, Ayashi, soy tan feliz…-dijo el chico-…me llevabas gustando muchos años, pero jamás pensé que era correspondido. Menos mal que nos vimos la última noche de fiesta…para que luego digan que el amor tiene barreras.
Claro que no las tiene.-respondió Ayashi feliz.
¡Hola, hola!-los saludó una voz familiar.
Ah, ¡hola, Xing Yi!-saludó Ayashi al ver a su compañero-Os presento: Xing Yi, éste es Yoshigi, mi novio. Yoshigi, te presento a Xing Yi, un compañero del gimnasio.
El chico que acompañaba a Ayashi se levantó y estrechó la mano del recién llegado.
Un placer.-dijo Yoshigi con una sonrisa.
El gusto es mío.-respondió Xing Yi amablemente.
No quiero cortaros el rollo, sólo venía a pedirme una botella de soda de melón.-dijo Xing Yi-Pero me gustaría que habláramos cuando estuvieses desocupada, Ayashi…me preocupa el hecho de que Saito lleve todo el fin de semana pasando de nuestra cara.
¿Nos vemos en el gimnasio después de las clases y lo hablamos mientras entrenamos juntos o algo?-preguntó la chica.
¡Claro!-respondió el joven coreano con una sonrisa.
Acto seguido, dejó a la pareja en su intimidad y se fue a buscar su refresco.
. . .
¡MIERDA!-gritó Saito.
Estaba sudando. Su persiana estaba subida, por lo que pudo ver que estaba a plena luz del día. Llevaba la misma ropa con la que se había acostado…y grande fue su sorpresa cuando miró el móvil, que lo llevaba en el bolsillo, y vio que era lunes. ¿Había estado un fin de semana entero en la cama? Le dolía todo, pero lo achacó al hecho de haber estado dos días encamado, por lo que se levantó, notando pesadez y un dejo de dolor al hacerlo. Se miró al espejo: estaba hecho unos zorros. Era buena hora para prepararse antes de ir a clase…le daría tiempo a ducharse y tomar la primera hora como si nada hubiera pasado en el fin de semana. Tenía que cumplir con sus propias exigencias antes de dejarse llevar por lo que había pasado.
Cuando se hubo terminado de cambiar después de la ducha, miró su teléfono con más detenimiento y vio que tenía decenas de mensajes de Ayashi, de Xing Yi y de Izaya. Cargó su mochila con lo necesario y salió del piso mientras leía detenidamente cada mensaje. Al cerrar su puerta con llave, escuchó algo en el suelo: se fijó y vio que había pisado un trozo de papel. Se agachó a cogerlo y vio que tenía escritas las palabras “Instituto de investigación mineralográfica”. Parecía arrancado de una especie de folleto, lo que le recordó que estaban buscando becarios estudiantes de informática para ayudarles en el control numérico…así que decidió pasarse por la noche, después de la clase de barra, ya que le dijeron que tenían atención al público durante esas horas.
. . .
Para bien o para mal, llegó la hora de la clase.  Los alumnos estaban llegando y colocando sus barras para celebrar religiosamente el cuarto de hora de rigor.
¡Izaya!-exclamó contenta Ayashi al ver llegar a su compañera-¿Qué tal tu primer día de trabajo?
¡Ayashi!-exclamó ella, pletórica-¿Qué tal tu primer día fuera de la soltería?
¡GENIAL!-exclamaron las dos a la vez.
Sois tal para cual, ¿eh?-dijo Ririka con una media sonrisa mientras calentaba.
Mirad…-dijo Xing Yi-…el rey de Roma…
¡SAITO!-exclamó Ayashi-¿Qué coño ha sido de ti este fin de semana? Y perdón por ser tan brusca…
¿Me mandaréis a la mierda si os soy sincero?-preguntó Saito-Es que…
¡Buenas tardes!-los saludó Genjuro, que acababa de llegar.
¡Hola!-dijo Mirumi mientras pasaba de largo para colocar su barra al lado de la de otro chico con el que estaba hablando.
¡Hola, Sanagi!-saludó Izaya con una amable sonrisa que convirtió en una cara de asco al girarse al otro chico-Hola, Genjuro, hola a ti y a tu olfato para las conversaciones personales. ¿Tanto te luce cortarnos el rollo?
Ay, perdón…-dijo el chico-… ¿por qué sois tan secretistas?
Mira, tío, todos tenemos nuestros problemas.-dijo Izaya-Yo tengo los míos, tú tienes los tuyos…y cada uno decide si apoyarse o no en los demás para ayudarse a resolverlos y, si decide hacerlo, en quién apoyarse. Estamos pasando un momento delicado. ¿TE IMPORTA?
Vale, arisca…-dijo Genjuro intentando imitar a un niño lloroso-…no te pega ser tan arisca con lo guapa que eres.
Puto pesado…-dijo Izaya mientras se alejaba.
Bueno, ¿qué ha pasado?-preguntó Ayashi, pero escuchó una voz totalmente nueva para ella que le impidió continuar.
Buenas tardes.-dijo una peculiar voz masculina.
Se quedaron mirando la puerta. El cuarto de hora había finalizado, y un chico joven cerraba la puerta tras de sí. Era mucho más alto que cualquiera de los presentes, y tenía una figura escultural, de definida y sensual musculatura, mucha ligereza de ropa y una complexión envidiable. Dejó sus cosas en el banco y se acercó a la barra de la profesora, mirándolos a todos a la cara. Llevaba unos pantalones negros muy cortos, unas botas negras con cordones blancos y suela de aproximadamente veinte centímetros con plataforma y un top con forma de mariposa rosa y negra hecha con correas.
Tía, pásame una toalla antes de que empiece a mojarme.-le susurró Izaya a Ayashi-¿Has visto qué ejemplar? ¿Cómo se puede estar tan jodidamente bueno? ¡Se va a romper!
Pues porque tengo novio, que, si no…-respondió Ayashi-… ¡Dios, está tremendo, más incluso que Mirumi, Mekai y el resto de cantosos de la fila de delante!
Xing Yi, éste es nuestro, lo sentimos.-dijo Izaya-Menos mal que tienes buenas piernas para remar en ese charco de babas que te estás montando.
Si te digo lo que me babea ahora mismo, nena…-dijo Xing Yi-…es un puto ángel caído. Aunque hetero…
¿Lo conoces?-preguntó Izaya-¿Es hetero? ¿Me puedo lanzar?
No, no lo he visto en mi vida.-respondió Xing Yi-Pero…conozco a los hombres. Míralo a los ojos: tiene cara de ser de los que agarran una teta y no la sueltan…
Bienvenidos a clase de baile de barra.-dijo el chico mientras miraba al grupo que susurraba, dando a entender que los había oído perfectamente-Veo que algunos os encontráis sorprendidos…veréis, aunque, por las circunstancias del presente curso, es probable que lo hayáis olvidado, el primer día se os informó de que la impartición del mismo se llevaría a cabo por más de una persona. Las clases de baile de barra de este centro las llevamos entre la profesora que siempre os da clases y yo, con la colaboración puntual de otras autoridades del tema. La razón por la que nunca os haya impartido yo clases es tan sencilla como que estoy trabajando en estas horas, salvo hoy, que me he cogido un permiso para cubrir a mi compañera, que se ha tenido que coger el permiso aquí porque la han requerido de manera indispensable en otro de sus empleos, en el que por cierto también coincidimos de manera ocasional. Al igual que pasa con mi colega, mi nombre no es relevante en el desarrollo de los contenidos del curso y podéis referiros a mí con cualquier palabra sinónima de “maestro” o “profesor” si así lo necesitáis. Como coautor del programa del curso, estoy al tanto de las lecciones impartidas y las que quedan por impartir. Hoy vamos a seguir con el agarre de tobillos, pero, antes, tengo que enseñaros dos maniobras que son imprescindibles para concatenar y muy frecuentes en el uso junto a dicho agarre, que son el giro inverso con centro de cadera y el deslizamiento en giro hacia abajo…
. . .
Terminada la clase, el alumnado pudo comprobar que el chico no era blando en absoluto. Pensaban que nadie podría ser más duro que la chica que normalmente los coordinaba, pero, si bien él no era como ella, los hizo sufrir sobremanera igualmente.
Muy buen trabajo.-los elogió el chico-Os recomiendo para lo sucesivo una pequeña mentalización y una ligera preparación de los sartorios. Os habéis merecido una ducha relajante que espero que disfrutéis tanto como yo la mía. Hasta la próxima sesión.
El chico se fue de la sala arrastrando su tupida y pesada melena, que recordaba a la de la profesora.
Vaya paliza…-dijo Saito-…nada que envidiar ante la chica, supongo.
Yo me voy a la ducha, que me voy a pasar por el curro otra vez.-dijo Izaya-Pagan bien las horas extra…con lo que me luce a mí eso, creo que me voy a forrar.
Yo voy a estudiar hasta que me entre sueño.-dijo Xing Yi-Tengo un examen de Fisioterapia Deportiva muy gracioso dentro de tres días.
Yo también voy a estudiar.-dijo Ayashi-La noche se presta a ello…
Yo tengo muchísima prisa, tengo que ir a un sitio antes de que me cierren.-dijo Saito-¡Me voy a la ducha! ¡Mañana hablamos!
Quería ir al instituto mineralográfico a solicitar un puesto de becario. Ahora que su antro de preferencia había sido derruido, necesitaba otra fuente de ingresos si pretendía comer. Mientras se duchaba en el vestuario, se dio cuenta de que no les había dicho nada a los chicos de lo que pasó el viernes…
Yo me voy a quedar a entrenar un rato más.-dijo Mirumi-Mañana paso examen y quiero flexibilizar un poco, que llevo todo el fin de semana estudiando.
¿Pasas examen?-preguntó Ayashi con curiosidad.
¿No lo sabías?-preguntó Mirumi-Examino a los futuros monitores de aeróbic. Mañana se presenta una promoción y voy a tener que dar ejemplo.
Sabía que era lo tuyo, pero no sabía que lo era tanto.-dijo Ayashi-¡Eres una caja de sorpresas!
Hay gente para todo.-respondió él con una sonrisa-Por ejemplo, no sería capaz de dominar las artes marciales como vosotros…
Todo es ponerse…-intervino Xing Yi-…aunque, claro está, tenemos que buscar lo que nos haga sentir más felices y realizados. ¡Bueno, mejor hablamos mañana, que me espera una montaña de libros!
¡Venga, chicos, mucho ánimo!-les dijo Mirumi.
¡Igualmente!-respondieron los demás antes de irse.
. . .
Izaya se colocó su bata y volvió a la planta de los laboratorios. Había tenido que ducharse en tiempo récord y se había tenido que llevar el coche pese a que prefería ir andando a los sitios. Fue tirar de la puerta de vidrio y llevarse una sorpresa al ver a una ingente figura con una bata blanca como la suya.
Esto…-dijo Izaya al reparar en quién era-¡hola!
Buenas noches, Izaya.-la saludó-Siento no haber podido recibirte personalmente esta mañana, pero he estado en un congreso de expertos metalúrgicos. He tenido que compensar el desajuste con las horas de la tarde y acabo mi turno justo ahora.
Espera…-dijo ella-… ¿tú eres la jefa?
Actualmente, sí.-respondió la sensual y enorme profesora de baile de barra-Ya he dejado todo coordinado. Mañana tendré todo el turno de la mañana aquí, así que podré verte personalmente. Me han dicho que querías hablar con jefatura de investigación acerca del doctorado en Geología…no te preocupes, podré aclararte cuanto necesites. Y, por favor, mantengamos este contacto profesional lejos del alcance de manos ajenas.
Tras hacer un amable gesto, la joven se quitó su bata, dejando ver un precioso vestido negro con un dragón chino plateado y rosado recorriéndolo, abierto por ambos laterales y en contraste con sus enormes tacones plateados de aguja. Se fue por una salida trasera que daba al garaje del personal.
Sorprendida, Izaya se pasó por su despacho, cogió una de sus calculadoras y se la echó al bolsillo de la bata junto con varios instrumentos pequeños de medida, cargando el otro bolsillo con pequeños frascos de reactivos y un par de bolígrafos. Tomó el clipboard que tenía en su mesa y fue rellenando una serie de fichas experimentales mientras caminaba por el pasillo hacia la recepción para pedir que no se apagaran las luces hasta tarde.
. . .
Así que podrías venir ocho horas a la semana y te pagaríamos una módica cantidad…-dijo el encargado de la ventanilla.
Muchas gracias.-dijo Saito-Mañana  presentaré la solicitud de manera formal.
Justo cuando fue a girarse para irse, vio a una científica salir de la zona de trabajo. Llevaba la bata abierta y debajo de ella se veía una falda azul celeste de tubo hasta las rodillas, una camiseta de tirantes a juego muy ceñida y unas botas altas de tacón con un diseño en mosaico de escamas azules y plateadas. Iba escribiendo en un clipboard mientras caminaba…era Izaya.
¡Izaya!-exclamó Saito-¿Ahora trabajas aquí?
Sí, aquí es donde me han contratado.-dijo Izaya-Mi turno es de mañanas, pero hoy estoy haciendo extras para celebrar que es mi primer día…mira, es el momento perfecto para que tengamos una charla.
¿Sobre qué?-preguntó Saito temiéndose lo que iba a decirle.
Me gustaría saber por qué después de aquella noche pusiste esa cara tan jodidamente trágica.-dijo Izaya con tono enfadado-Como has visto, no me he enfadado contigo como tal, pero me sentó como un tiro que, después de todo, lo único que tuvieses fuera…eso…esa cara para ni querer mirarme. No sé con quién te juntas, pero no a todas las mujeres nos va ese rollo. No me he quedado pillada por ti ni te voy a acosar por el tema, pero creo que me corresponde saber qué te llevó a ese arrepentimiento que se leía en los ojos como un puto libro abierto. Y rapidito, que tengo que trabajar.

Yo…-dijo Saito.

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