viernes, 23 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo XV: La verdad siempre cierra el telón [FINAL]

XV: La verdad siempre cierra el telón

¿El Anfitrión?-preguntó Ayashi-¿Vamos a conocer por fin al titiritero que mueve vuestros hilos?
Sin preguntas.-increpó Alta-Entrad. Saldréis muertos. Una pena que nos hayan obligado a quedarnos fuera, yo quería ver cómo os acribillaban.
Los cuatro se acercaron a la puerta.
Que os jodan.-dijo con serenidad Saito.
Tranquila, Cygnus.-dijo Aries al ver cómo su compañera iba a empezar uno de sus numeritos-Su hora de la justicia les ha llegado.
Entraron. La pesada puerta se cerró tras ellos, haciendo un ruido que indicó que no iban a poder salir ellos solos. La sala era muy alta, de planta circular, como una torre cilíndrica con varios niveles, todos ellos conformados por miradores, y todos ellos llenos de hombres y mujeres trajeados apuntándoles con rifles y metralletas. Había ordenadores, un transformador y un grupo electrógeno de emergencia fijado a una pared, muy cerca de Xing Yi, con cables provistos de agujas en lugar de clavijas, así como un interruptor de cuchillas de lo más anticuado para accionarlo. En uno de los niveles, custodiando un enorme rifle de francotirador, estaba Stracciatella. En el centro había una enorme columna pintada de azul. Apoyada en la columna, había una silla con una chica sentada y fuertemente atada a la columna con una sólida y robusta cuerda. Llevaba unos pantalones negros, cortos y muy ajustados, unas botas negras muy altas y una blusa negra  con rejilla en el centro, sin sujetador debajo, quedando sus pechos, bastante pequeños en comparación con los de las recién llegadas, a la vista: se trataba de Ririka. Al lado de Ririka había un tipo alto y lánguido al que el uniforme le quedaba grande, de cabello rojo, largo y alborotado, así como un tipo robusto y corpulento, de pelo cano, hombros anchos y unos cincuenta años de edad.
Bienvenidos.-dijo el hombre de las canas-Soy el Anfitrión.
¿Y qué?-preguntó Izaya con insolencia-Si tienes que largar, larga. Si no, nos largamos.
Oh, no, querida, me temo que eso no va a ser posible.-respondió el hombre con serenidad y una falsa amabilidad-Como decía, soy el Anfitrión. No me gusta que me llamen “líder”, ni “jefe”…pero Anfitrión es un buen nombre, pues, ¿qué es todo esto sino una gran fiesta?
¿Amargarnos la vida y empujarnos contra las garras de esa zorra a la que tanto amáis y que es la muerte es una fiesta?-preguntó Xing Yi-Luego el rarito soy yo porque me gusta mamar pollas y dar por culo a todo macho que se me ponga a tiro.
Muy gráfico, señor Hwong.-respondió el Anfitrión-Pues sí, todo esto es una fiesta, la fiesta de la supremacía, del dominio, del monopolio.
No nos digas más.-le interrumpió Ayashi-Eres otro loco con delirios de grandeza.
Sean educados y escúchenme.-le espetó el hombre-Les tengo aquí reunidos para concederles el pequeño honor que creo que se han ganado. Ya que nos han causado tantos quebraderos de cabeza, ¿qué menos que una pequeña charla instructiva antes de morir?
¿Nos vas a dar respuestas?-preguntó Saito-¡Aleluya!
¿Respuestas?-preguntó con aire filosófico y meditabundo el Anfitrión-¿Acaso tenéis alguna pregunta?
¿Estás de guasa?-saltó Izaya-Porque no tiene ni puta gracia. ¿Cómo no vamos a tener jodidas preguntas? ¿Quién demonios sois? ¿A qué os dedicáis? ¿Qué os hemos hecho? ¿Qué tienen nuestras vidas para que os impidan quedaros tranquilitos y con las manos metidas en los bolsillos? ¿Por qué esta obsesión con los bailarines eróticos? ¿Por qué, de entre todos los que hay en la ciudad, sólo nos martirizáis a nosotros? ¿Qué ganáis? ¿Qué dejáis de ganar si nos dejáis en paz? ¿Quieres que siga? Tengo más…
¡JAJAJAJA!-rió el Anfitrión-Sabía que serías tú la que formularía las preguntas. Verás, éramos de la Yakuza…
¿Os desligasteis?-preguntó Ayashi-¿Sois suicidas?
La Yakuza se desligó de nosotros.-dijo el Anfitrión-Los tenemos cogidos por las pelotas. Nos dedicamos a todo lo que nos pueda enriquecer: traficamos con armas, con drogas, con personas…la prostitución y el espectáculo erótico son mundos que tenemos que controlar, pues nos harán de oro. En cuanto a qué nos habéis hecho…a nadie suele hacerle gracia que golpeen a su familia…
Tú eres imbécil.-le espetó Xing Yi-Y no lo pregunto, lo afirmo. No habríamos golpeado a nadie si nadie nos hubiera intentado joder vivos.
Os necesitamos.-dijo el Anfitrión-Bueno, os necesitábamos. Ahora que el baile de barra está de moda, ahora que ha llegado su auge y se está extendiendo…ahora es el momento para hacernos con el monopolio del arte y del negocio, de iniciarnos en el tráfico humano, de monopolizar a los mejores bailarines.
Venga ya…-dijo Izaya-…acabamos de empezar a estudiar el baile de barra, como quien dice. No somos, ni de lejos, los mejores.
Pero tenéis potencial.-respondió el hombre-La primera escuela de baile de barra del país ha nacido, y sólo los más aptos habéis pasado por la criba. Teníais que ser nuestros…
¿Teníamos?-se extrañó Saito.
Teníais.-corroboró el Anfitrión-Lo hemos intentado una y mil veces, pero sois lo suficientemente fuertes, listos y suertudos…no hablemos de vuestra inexpugnable protección. Por esto, nos hemos cansado… ¡me he cansado! Voy a daros muerte antes de que me busquéis la ruina por seguir detrás de vosotros.
¿Protección?-preguntó Ayashi-¡Claro, estamos protegidísimos! Saliendo a la puta calle con miedo a que nos droguéis y nos secuestréis, como hacéis en vuestros repetidos alardes de tanta mala hostia como falta de originalidad…sí, no hay duda, somos las personas mejor guardadas de todo Japón… ¡de todo el mundo! Nótese el sarcasmo tan grande como la paliza que te daría si no tuvieras a tus lameculos desatados.
Créeme, mujercita.-dijo el hombre sin cambiar su taimado tono-Si no contaseis con la protección de la que habéis estado gozando, ya estaríais trabajando para mí como el resto de los perros que hay aquí.
Pero, ¿qué protección?-preguntó Xing Yi-¿Un ángel custodio? ¿Un hada madrina? ¡Venga ya!
Parece mentira que, siendo tan inteligentes, no hayáis caído.-replicó el corpulento mafioso-Nunca habéis caído, no caéis y seguiréis sin caer a no ser que aparezca ante vuestras narices. Intentamos usarlo contra vosotros, pero vuestra ignorancia al respecto era tan grande, tan ingente, tan inmensamente descontrolada, que nos salió el tiro por la culata. Y ya basta de preámbulos. Os contaré lo que va a pasar: vais a morir.  A mi señal, todos estos hombres descargarán sus armas contra vosotros, no quedando gota de sangre sobre gota de sangre de vuestras vanas existencias. Posteriormente, ejecutaremos a Ruby por su incompetencia.
¿Vais a matar a Ririka?-preguntó Saito, incrédulo-¿De qué coño va esto?
Ah, es cierto, tú la amas.-dijo el Anfitrión-Verás, es la penitencia a la que hay que enfrentarse por cortarnos el rollo en mi fiesta. Fracasó en su misión de eliminar a Izaya Kizuna.
Ya no la amo.-dijo Saito fríamente-Todo lo que pude sentir se esfumó cuando vi lo que realmente era.
Ririka miró a Saito con una expresión de lástima y culpa.
Escucha, perra, deja de fingir.-dijo Izaya-No voy a consentir que te sigas riendo de nosotros. Aunque me ametrallen, te juro que ahora mismo voy y te arranco la puta cabeza a hostias.
El caso es que fue fracaso más reincidencia.-siguió explicando el hombre-Tras desaprovechar sucesivas ocasiones perfectas para eliminarlas, he decidido castigarla con la muerte. La señorita Kizuna es, sin duda, la más peligrosa de nuestros huéspedes. Tanta propiciación, tanto potencial, tanta cercanía…y tal sagacidad, astucia, inteligencia, coraje y fuerza…sería una gran aliada, pero…dado que no desea tal cosa, es preciso eliminarla antes de que pase de la potencia al acto en peligrosidad.
No entiendo ni una puta palabra de lo que estás largando, vejestorio.-le espetó Izaya-Es decir, te explicas muy bien, hablas claro, no eres gangoso, pero…no encuentro el sentido de lo que dices. ¿Te asusta mi afición de estampar cabezas ajenas contra superficies sólidas? ¿Te asusta que me haya tirado toda la vida haciendo deporte y empollando? Por favor…sois cientos, incluso miles…no entiendo nada del potencial ni de la cercanía…yo no cuento voltios ni metros por aquí, ¿sabes?
Tan mordaz como siempre.-dijo el Anfitrión en modo condescendiente-Ahora que ya tenéis una pincelada de lo que somos, es preciso que muráis. ¡Disparad!
Se oyeron todas las armas apuntando. Acto seguido, un chasquido de dedos. Estaban tan estáticos que no se sorprendieron cuando vieron que seguían vivos e intactos. Pronto vieron que todos y cada uno de los francotiradores de la torre tenía la nuez limpiamente atravesada por un bisturí que les había arrebatado la vida. El Anfitrión se giró hacia Stracciatella nada más ver tales utensilios clavados en los hombres.
¡Stracciatella!-gritó-¿Me traicionas?
Se oyó de nuevo el chasquido de dedos. No sucedió nada. Silencio absoluto.
Así no vamos bien.-dijo Xing Yi con sorna.
¡Mira!-señaló Izaya.
Ayashi y Saito se fijaron en Xing Yi. Tenía una mano lista para chasquear los dedos, mientras que con la otra agarraba con firmeza el mango del interruptor de cuchillas. Se fijaron en uno de los cables con aguja, lo siguieron con la mirada y vieron que la aguja del electrodo se clavaba en un brazo de Stracciatella, que tenía un manojo de bisturíes en la mano.
¿Cómo has podido?-gritó el Anfitrión, incrédulo.
Sigilo, puntería y…-dijo Xing Yi-…asco concentrado hacia ese perro de mierda que te sigue.
El tipo de pelo rojo sacó un enorme y pesado revólver de cañón muy largo y apuntó al corazón de Xing Yi.
Esa cosa esparcirá tus pulmones por el techo, amigo.-dijo el Anfitrión con un tono de voz muy distinto.
Esta cosa puede freír a tu putita con rabo.-dijo Xing Yi.
¿Estás de broma?-preguntó el Anfitrión-Stracciatella, arráncate ese hilo.
Un movimiento que no sea el que yo deseo y lo frío.-sostuvo Xing Yi.
¡No me desobedezcas!-exclamó el Anfitrión-¿Acaso necesito un dildo de metro de diámetro para hacerte entrar en razón, maldito psicópata?
Venga.-dijo Xing Yi-Adelante. Obedece a tu dueño para que no te castigue sin comerle el culo esta noche. Intenta quitarte el cable, vamos. No tocaré el interruptor.
Stracciatella siguió quieto.
No…-dijo Stracciatella en voz muy baja-…no puedo. ¡NO PUEDO! ¡ESE DEMONIO ME HA HECHIZADO!
¡JAJAJA!-rió Xing Yi-Conozco muy bien el aparato locomotor humano. Si no quiero que muevas un puto brazo en una puta dirección, no lo harás. Te tengo pillado un punto de presión. Si mueves el otro brazo, la aguja te atravesará un nervio. No quieras saber las unidades de dolor que eso representa…
Cambio de planes.-ordenó el Anfitrión-Mata a Ruby.
El pelirrojo apuntó con su revólver a Ririka. Al segundo, el desgarbado hombre vio cómo su arma salía volando de una patada: Izaya le había salido al paso. Lo embistió con un rodillazo y, con la palma de una mano, le estampó la cabeza contra la columna, noqueándolo. Conforme caía el arma, la agarró, pero no apuntó a nadie, sino que clavó sus ojos en Ririka.
Oh, Izaya…-dijo Ririka con los ojos llorosos y una gran sonrisa-…gracias por salvarme. Es tan noble por tu parte que me perdones y que me ayudes a…
Claro.-dijo Izaya con una dulce y candorosa sonrisa.
En una fracción de segundo, el rostro de la chica cambió de una sonrisa a una fría expresión de asco absoluto y odio, tras lo cual apuntó y disparó sobre la cabeza de Ririka, que reventó de inmediato, esparciéndose su sangre, sus sesos, músculos desgarrados, huesos astillados, etc. por toda la sala.
Ha costado.-dijo Izaya con una sonrisa de satisfacción-No sabes cuántas ganas tenía de ver tu cabeza separada de tu cuerpo. Puta.
La puerta se abrió de golpe y entraron corriendo Alta con una ametralladora idéntica a la que se le había roto en el club, Aries con un lanzagranadas y Cygnus con una metralleta en cada mano. Izaya los recibió girándose hacia ellos y apuntándoles haciendo un abanico con el revólver.
Eh, eh, eh, putas, relajaos.-dijo Izaya con serenidad-Tengo la pipa. Aquí manda mi coño. O dejáis de moveros, o le salto la tapa del pecho a vuestro amo mientras un buen amperaje le da a vuestro femenino amigo el baño de su vida.
Haced lo que dice.-dijo el Anfitrión-No podemos permitirnos morir ahora. Reuníos con Cobra, Tin y Lead y…
Están tan muertos como lo estaréis vosotros cinco en breves instantes.-dijo Ayashi.
¿Qué?-gritó el Anfitrión.
No sois los únicos que no os andáis con medias tintas.-replicó Saito-Donde las dan, las toman.
Aries, Cygnus y Alta habían dejado sus armas en el suelo: no querían que su líder saliera herido.
Ahora.-susurró el Anfitrión.
La puerta que había detrás del hombre se abrió. Los tres matones corrieron hacia el Anfitrión, lo levantaron y se lo llevaron, alejándolo de sus enemigos.
¿Eso es lo que apreciáis a vuestro compañero Stracciatella?-preguntó Ayashi antes de que se cerrara la puerta tras de ellos.
Estaremos aquí para recuperarlo antes de que os deis cuenta.-le espetó Aries.
Volvieron a quedarse solos y, aparentemente, encerrados. Estaban solos con Stracciatella.
Buen trabajo.-dijo Xing Yi.
¡Suéltame, demonio!-exclamó Stracciatella.
Ahora mismo, espera.-dijo Xing Yi-Voy a mirar mi móvil y a consultar las temperaturas. Si el infierno se ha congelado, te liberaré.
Dicho esto, Xing Yi bajó el interruptor. De manera inmediata, Stracciatella se quedó rígido, con los ojos como platos y con la boca abierta, de la que salió un chorro enorme de sangre que cayó al suelo como la lluvia arrastrada en un tejado.
Esta vez no volverás a por más.-dijo Xing Yi satisfecho-Mirad la placa de características de este trasto.
¡Pedazo de grupo!-exclamó Ayashi al leer los números que había escritos-Esto es POTENCIA, con letras mayúsculas. Desde luego que no se va a levantar.
Ese cabrón me tenía más que harto.-dijo Xing Yi-Por fin me he vengado de lo que me hizo aquella noche.
Saito se quedó mirando a Izaya.
Si vas a odiarme, hazlo.-dijo la chica-Pero algún día comprenderás que estás mejor sin ella.
Como dije antes…-dijo Saito-…el amor que sentía se esfumó cuando vi lo que intentó hacerte.
Leo el dolor en tus ojos.-dijo Izaya-Sigues amándola pese a que casi te mata, ¿verdad? Tal vez no puedas volver a mirarme a la cara por lo que he hecho, pero lo deseaba. Y, créeme…por muy amigos que seamos o podamos llegar a ser…la que va delante del mundo soy yo. Si quiero hacer algo, lo haré, le pese a quien le pese. Y matar a esa zorra era un deseo que despertó en mí de manera espontánea. Necesitaba vengarme por su doble juego, su engaño, su burla, su traición y sus intentos de atentar con nuestras vidas. Casi te mata. Nunca se lo perdonaré…ni podría haberme perdonado a mí misma si la hubiera dejado vivir.
Tal vez, cuando todo esto acabe…-dijo Saito-…si es que acaba…tampoco te puedas perdonar haberla matado.
Eso es problema mío y de nadie más.-respondió Izaya-Y soy tan egoísta para con mis problemas como para con el resto de lo que constituye mi vida.
Ayashi y Xing Yi estaban examinando la puerta por la que los mafiosos habían huido, conscientes de que no pintaban mucho en medio de esa conversación. De pronto, ésta se abrió ante ellos.
Estupendo.-dijo Ayashi-Ha debido de saltar algo ante el chispazo que se ha llevado ese cabrón con peluca. ¿Seguimos?
Vamos.-dijo Saito con frialdad.
Los cuatro cruzaron el pasillo que se alargaba ante ellos. Una puerta abierta los aguardaba al final. Se encontraron con una especie de almacén enorme con una pesada persiana abierta a la calle. Podían ver la luz del sol. ¿En serio había pasado tanto tiempo? ¿Se habían tirado allí toda la noche? Entre tanta pelea, tantas emociones, tantas revelaciones, tanta conversación…rayaba el alba.
El Anfitrión estaba subido a una pasarela y los observaba.
Bienvenidos a lo que será vuestro patíbulo.-dijo, mientras sus tres subordinados, que lo acompañaban, saltaban por la pasarela hacia los chicos-No contentos con quitarnos a Ruby, habéis hecho lo mismo con Stracciatella, ¿verdad?
¡Quien quería matar a Ririka eras tú, cabronazo!-gritó Saito.
Nunca me lo perdonarás, ¿verdad?-preguntó el hombre-No pasa nada. Pronto os mataremos y haremos que la culpa legal recaiga sobre quien tiene que recaer.
¿De qué coño estás hablando?-le espetó Izaya-Has perdido a cinco…no quieras perder a los tres que te quedan.
¿Tres?-preguntó el Anfitrión-¡HOMBRES!
Por la persiana entraron cientos de tipos trajeados en tropel.
El telón va a cerrarse.-dijo el hombre-La fiesta de esta noche ha terminado. ¿Qué otra cosa puede indicar, si no, el amanecer?
La noche es el campo de juego de los bailarines de barra.-dijo Izaya-Pero permíteme decirte que no por habernos llevado a tu terreno vas a poder con nosotros. Aunque…no creo sinceramente que el día sea “tu campo”. Lo vuestro es más la mierda, ¿verdad?
Soñadores.-dijo el Anfitrión-Estáis demasiado rodeados. No podéis hacer nada. Morid.
Una puerta lateral del fondo del almacén se abrió de un golpe. Entre las sombras que bañaban ese ala de la enorme sala, se colaron dos entes. El tropel de hombres se acercó con las armas, pues, al parecer, habían identificado a los sujetos. Impresionados, Ayashi, Xing Yi, Saito e Izaya vieron volar a los hombres. Entre ruidosos y feroces golpes, uno tras otro salían expelidos, eran embestidos, golpeados o incluso asesinados súbitamente. Entre las sombras y, con la proyección de los rayos solares que entraban por la persiana abierta, vieron lo que para ellos era la mayor exhibición de perfección, precisión, letalidad y belleza en las artes marciales.
¡No puede ser!-chilló el Anfitrión-¡Ahora que estaba tan cerca no!
¡SEÑOR!-gritó Cygnus-¡Huya! ¡Los distraeremos!
El Anfitrión se coló por un conducto de ventilación cercano.
¡Mierda!-gritó Saito-¿Qué coño está pasando aquí? ¡No veo a esa gente entre la muchedumbre!
Me da igual esa gente.-replicó Ayashi-Vamos a arrancarles la cabeza a estos cabrones. ¡Vendetta!
Los demás asintieron. Ayashi se lanzó a por Cygnus para resarcirse por la noche del instituto de investigación mineralográfica, Saito corrió hacia Aries por haberle dado una paliza en la puerta de su club e Izaya se abalanzó sobre Alta para enseñarle quién mandaba ahí. Xing Yi se puso en guardia, listo para respaldar a sus compañeros o para patearle la cara a cualquier mafioso que se le acercase.
¡YIAH!-gritaba Aries entre potentes patadas-¡YIAAAAAAH! ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-gritó Saito liberando toda su rabia, tanto por el propio Aries como por el fin de Ririka.
Le asestó  un tremendo puñetazo en la frente. Sin poder retenerse, se dejó llevar por su ira y comenzó a golpear al joven del cabello verde de manera repetida y violenta. En el proceso, recibió también multitud de golpes, sobre todo patadas y coces aéreas. Muy cerca de ellos, Alta lanzaba brutales y rígidos golpes con los cantos de las manos hacia Izaya, que esquivaba la mayoría. Recibió un par de golpes secos en las piernas y otro en el cuello, notando inmediatamente un penetrante dolor y entumecimiento. Decidió responderle con una patada aérea en la cara. Varios metros por detrás de ellos, Ayashi y Cygnus se habían subido a la pasarela mientras se golpeaban mutuamente. Ayashi era fuerte y rápida, pero Cygnus tenía una brillante capacidad de contraataque y no paraba de hacer presas y llaves que burlaban los movimientos de Ayashi y la hacían golpearse contra el suelo repetidas veces. En una de sus caídas, rodó para evitar a su oponente, pudiendo ver de pasada la planta inferior, notando que todos los mafiosos estaban desparramados por el suelo, inertes, y que ya no había nadie más que ellos.
Sin pararse a pensar si los demás se habían dado cuenta, Ayashi saltó de nuevo sobre Cygnus y, en el aire, la embistió con varios puñetazos giratorios, tras lo cual aterrizó, la agarró y, girando sobre sí misma, la tiró al suelo.
¿Pensabas que no te iba a guardar la de la otra vez?-preguntó Ayashi-Aunque me mola trabajar codo con codo con ella, esta vez no voy a necesitar que Izaya me ayude a partirte la boca. Mi nuevo hobby y mi futura filosofía de vida consiste en el placer de hacer sufrir a los hombres…y creo que eso sólo es comparable en lo que a placer gratificante respecta a putear a zorras como tú que intenten hacerme la competencia. ¡Eres una sucia y asquerosa rata!
Con una vigorosa patada, Izaya echó vehemente hacia atrás a Cygnus, que quedó con la espalda apoyada en un viejo ordenador que había en el fondo de la pasarela al lado de un enorme depósito de vidrio lleno de agua y provisto de un grifo y vasos de plástico.
Oh, oh…-dijo Ayashi con una cara casi sádica.
Con un fuerte puñetazo descendente, Ayashi incrustó a Cygnus contra el ordenador. Acto seguido, agarró la torre de vidrio, de casi un metro y medio, con las dos manos, y la volcó sobre el equipo con fuerza, haciendo que se fracturase y todo el agua cayera sobre las grietas del ordenador, haciendo que Cygnus muriese entre chillidos, electrocutada.
¡UNA MENOS!-exclamó Ayashi alzando los puños victoriosa.
Voy a tener que aprender de estas chicas tan guapas.-dijo Saito, lleno de magulladuras y con los puños altos como el boxeador que era-¿Listo para viajar?
¡Nunca has podido conmigo!-exclamó Aries, lleno de brechas y sangre-¿Qué te hace pensar que vas a poder ahora?
El joven del cabello trenzado saltó hacia Saito y le lanzó una coz. El musculoso stripper paró el golpe con sus brazos, agarró al chico por los tobillos y, girando sobre sí mismo, lo lanzó contra el suelo, lejos de él. Con un salto, se le puso encima y le aplastó la cara a puñetazos, tras lo cual sacó su navaja y se la clavó en la barriga.
Esto, capullo.-dijo Saito-Agradece que no le meta la polla en la boca a tu mierda de cadáver.
Tras escupirle en la boca, que la tenía abierta, se levantó y se giró hacia Izaya, que seguía intercambiando brutales golpes con Alta. La mujer de la cola de caballo lanzó una potente patada contra la joven geóloga, desestabilizándola. Acto seguido, la abatió de un fuerte cabezazo en salto, tras lo cual la tiró de una patada giratoria en el cuello. Izaya se levantó con rapidez, pero recibió un fuerte golpe con el dorso de la mano de su enemiga justo en el mismo punto donde Ririka le había hecho daño al comienzo de la noche.
¡AHHH!-gritó Izaya-¡JODIDA PUTA! ¡Ya me has cansado! Quería jugar contigo antes de matarte, pero veo que ya no me vas a dar más diversión. El orden ha sido el correcto: las damas primero, Ayashi, y lo mejor para el final…IZAYA KIZUNA, TU PARCA PERSONAL.
La exuberante mujer agarró a la matona de la cintura con ambos brazos y le hizo un suplex, estampándole la cabeza en el suelo. Acto seguido, la cogió, la puso de cabeza al suelo, saltó y la volvió a estampar en un fuerte pile driver, movimiento tras el cual la cogió de los hombros, saltó horizontalmente e hincó su cuerpo en el suelo de nuevo. Siguió agarrándola de las dos piernas y levantándola del suelo girando sobre sí misma, tras lo cual la lanzó por los aires muy alto. En ese momento, saltó, la agarró en el aire y descendió verticalmente en picado, girando sobre sí misma, volviendo a golpear a Alta contra el suelo. Tras ello, retorció sus piernas una sobre otra con ayuda de sus fuertes brazos, la levantó de nuevo y descruzó sus extremidades, lanzándola por los aires mientras giraba sobre sí misma y se estampaba la cabeza dando vueltas contra la pared. Ver a una chica como Izaya en tal estado de violencia era realmente aterrador: se juntaban su fuerza, su técnica, la potencia de sus movimientos y sus sonoros y cargados de sentimiento gritos de guerra entre técnica y técnica. Cuando se cansó de lanzarla por los aires, la sometió en el suelo y le hizo varias técnicas militares, rompiéndole con sonoros crujidos todas las articulaciones y huesos que pudo en brazos y piernas, acabando por lanzarla de nuevo por los aires en vertical, tras lo cual, finalmente, saltó y lanzó, a la vez que gritaba con furia, una tremenda patada que le rompió el cuello en el aire y la dejó caer inerte en una esquina del edificio. Antes de que pudieran decir nada, oyeron pasos. El Anfitrión estaba abandonando el edificio, podían verlo al otro lado de la persiana. Se miraron, asintieron y corrieron a la salida. Lo que vieron fuera los dejó impresionados. Centenares de coches de policía, montones de agentes apuntando con pistolas y multitud de tipos trajeados esposados y arrestados.
Sus fechorías acaban aquí.-dijo el jefe de policía mientras le apuntaba con una escopeta.
¡No puede ser!-gritó el Anfitrión.
Estás acabado…-repitió el jefe-…Anfitrión.
Primero mis pequeños hijos…-dijo el Anfitrión-…y ahora yo. ¿Qué más queréis arrebatarme?
Somos conscientes de que casi mata a estos jóvenes que tiene detrás…-el jefe de policía señaló a Saito, Ayashi, Izaya y Xing Yi-…y a este otro de manera indirecta.
El experimentado agente señaló a Mirumi, que estaba apoyado en su moto, custodiado por tres agentes. Sonrieron al ver que estaba bien. Unas pesadas esposas  cortaron las alas del Anfitrión. Todo había acabado. Esa mafia, esa segregación de la Yakuza, había llegado a su fin.
Los agentes subieron a los mafiosos a sus coches. El jefe cargó con el Anfitrión. Antes de subir, reacio, miró hacia atrás, viendo cómo los cinco jóvenes lo miraban desafiante. Unos críos le habían ganado…
¡TÚ!-chilló aterrorizado el Anfitrión-¡TÚ! ¡CLARO!
Los chicos se giraron: detrás de ellos estaba la gigantesca e inconfundible figura de su joven y bellísima maestra, que lucía tan sensual, perfecta, radiante y bien arreglada como siempre, sensual y estilosa, única e inconfundible. Estaba apoyada en la fachada del almacén, con los brazos cruzados, las gafas caídas, las piernas cruzadas y una sonrisa de satisfacción y sorna en su cara. Miraba fijamente al Anfitrión.
¡CUANDO SALGA DE LA SOMBRA, AJUSTARÉ CUENTAS CONTIGO!-gritó el hombre-¡TODA UNA VIDA JODIÉNDOME LOS PLANES! ¡TE HUNDIRÉ, ZORRA! ¿HEROÍNA NACIONAL? ¡HEROÍNA LA QUE TE TENDRÁS QUE METER CUANDO TE PONGA LAS MANOS ENCIMA!
¿Heroína nacional? ¿De qué iba todo aquello? Ninguno entendía nada. El jefe de policía se les acercó. Tras estrechar la mano de la profesora, a la cual le llegaba por las costillas, se dispuso a hablar con ella.
¿Dónde está…-preguntó con curiosidad.
Ha tenido que irse.-explicó la profesora de baile de barra-El deber es el deber. Somos gente ocupada.
Apuntaos otra.-dijo el jefe de policía-¿Y éstos? Son tus chicos, ¿no?
Son algunos de mis alumnos de baile de barra, sí.-dijo la profesora-Nada mal para considerarlos unos locos asesinos, ¿no cree, señor jefe de policía?
Lo siento mucho…-se disculpó el jefe.
Ya me la pagará.-dijo la chica-Tengo que irme. El deber es el deber, para mí también.
La enigmática chica se alejó, con el viento removiendo su extensa y tupida melena, así como los vaporosos vuelos de su vestimenta, negra como el carbón.
Por haber luchado contra toda esta mafia, haber resuelto esta trama y haber protegido Japón de manera indirecta y con valentía…-dijo el jefe con cierta reticencia-…Izaya Kizuna, Ayashi Iwamori, Xing Yi Hwong, Saito Hakuroku y Mirumi Sanagi…tienen una condecoración honorífica de la policía japonesa. Son ustedes unos jóvenes héroes, pero…que no vuelva a repetirse todo esto.
Muchas gracias, agente, es todo un honor.-dijo Izaya con cierta soberbia-No obstante, le aseguro que ninguno de nosotros deseábamos que nos pasara todo esto. Tenemos amigos, familia, trabajo, estudios…una vida. Bastante tenemos con lo nuestro como para encima tener que vernos en semejante marrón.
Os merecéis unas vacaciones, ¿no es así?-dijo el jefe obviando a la chica, que lo había dejado en evidencia de una manera ineludible.
No estaría nada mal.-dijo Ayashi-Espero poder terminar los exámenes con tranquilidad.
¡Yo también!-exclamó Xing Yi-Estoy deseando irme a Corea. Aunque sólo vaya a pasar el verano y vaya a volver aquí en septiembre, echo de menos a mi familia.
Te echaremos de menos, tío.-replicó Saito-Sólo estaremos juntos en verano hasta que terminemos los exámenes.
Mala hierba nunca muere.-Xing Yi le guiñó un ojo-Estaré aquí antes de que os deis cuenta dando por culo…literalmente.
Id a casa, chicos.-dijo el jefe-Ya hablaremos. Saldréis en periódicos, en revistas, en televisión…en todos los medios de comunicación. Lo que habéis hecho no se puede explicar en un solo artículo. Os llamaremos pronto para que declaréis. Descansad en lo que queda de día. Os lo habéis ganado. Disfrutad. Celebradlo. Nadie se atreverá a tocaros un pelo…os habéis ganado todo el respeto del país.
El jefe de policía se retiró a hablar con el Anfitrión. Los chicos se miraron.
¿Quién se viene a bailar esta noche?-preguntó Izaya.
¿Sólo?-preguntó Ayashi-¿Por qué no vamos a nuestras casas, nos duchamos, nos cambiamos y nos vamos por ahí a desayunar, luego a comer, luego a merendar, luego a cenar y luego de fiesta? Por supuesto, entre comida y comida podemos dar vueltas, disfrutar, reírnos, pasarlo bien. Será el único día sabático que tendré antes de los exámenes…
Buen plan.-dijo Xing Yi-Lo veo.
Yo también.-dijo Saito-Ah, Izaya, antes de que nos interrumpa nadie, que sepas que no es verdad que te guarde rencor. Aunque todo esto es demasiado duro para mí, creo que todos hicimos lo correcto…espero poder darte las gracias algún día.
Izaya lo miró y le sonrió, esta vez sin sorna ni falsedad, sino con amabilidad.
Tengo el coche a la vuelta de la manzana.-dijo Izaya-Vamos a por él, os dejo en vuestras casas y nos vamos a comernos el mundo por un día.
Yo también quiero estar con vosotros.-añadió Mirumi-Olvidémonos de esta pesadilla: somos libres otra vez.
Y al final resulta que los profes eran buena gente.-dijo Xing Yi-Todo era una mierda de estratagema, supongo. Querrían que sospechásemos de ella para echarle a la pasma encima, o algo.
Ni puta idea de quiénes son realmente.-dijo Ayashi-Ni creo que lo sepamos. Bueno, ¿nos vamos?
Todos asintieron. Se alejaron, caminando juntos, uno al lado del otro, formando una ancha barricada. Dejaban atrás ese horrendo edificio, dejaban atrás los malos recuerdos, los miedos, la presión, las tensiones, el dolor, la lucha por la vida…todo. Dejaban atrás una etapa de su vida e iniciaban una nueva: reconocidos como héroes, aclamados por el pueblo y temidos por el enemigo, los jóvenes podían volver a ser libres de nuevo. Los árboles de aquella calle rebosaban  de vida…
Vuestra historia…-dijo entre los árboles-…no ha sido más que un capítulo de la mía.


~TALES OF THE POLE PRANKS ~
FIN

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