jueves, 22 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo XVII: El demonio en tus ojos

XVII: El demonio en tus ojos

Xing Yi no podía parar de correr. Era eso o saltar desde la cuneta a la que lo habían obligado a acercarse. Lo perseguían decenas de esos tipos…y aquella vez no llevaban pistolas, sino armamento pesado.
¡Xing Yi!-exclamaron los hombres mientras corrían tras él y amenazaban con disparar-¡Xing Yi!
¿Cómo sabrían aquellos tipos su nombre?
Comenzaron a disparar. El chico se dio por muerto…
¡Xing Yi!-oyó-¡Xing Yi!
Abrió los ojos y vio un cuerpo borroso dibujándose ante él. Cuando por fin recobró la nitidez visual, distinguió a Saito semidesnudo, vestido con unos botines negros de suela metálica, unos calzoncillos negros muy apretados, unos tirantes y un alzacuellos blanco del que colgaba una corbata que le llegaba por los tobillos. Por un momento pensó que había muerto y que el cielo se lo abría su atractivo amigo, pero pronto se vio con el chaleco entre sus manos, zarandeándolo.
¡Xing Yi!-gritó-¡Menos mal! ¿Estás bien?
¿Saito?-preguntó Xing Yi-¿Cómo has…
Por fin te despiertas.-dijo el otro chico-Qué puto susto. Nos han vuelto a cazar…
¿Qué?-Xing Yi despertó por completo, poniéndose de pie-Mierda…y, ¿cómo me has encontrado, Saito?
No te he encontrado.-dijo Saito-Llevamos el uno frente al otro dormidos en esta habitación lo que no me quiero imaginar…veo, por tus pintas, que te pillaron en plena faena…
Xing Yi se miró y vio que seguía llevando la ropa provocativa que se había puesto para la actuación. Entonces reparó en el uniforme ligero de su amigo.
Lo mismo puedo decir de ti.-respondió el joven coreano-¿Al final te surgió un trabajo?
Sí, tío.-respondió Saito-Me pilló de sorpresa y tuve que ir corriendo, pero llegué…y fue terminar de bailar y…bueno, me encerraron en un baño y me golpearon hasta que pudieron clavarme Dios sepa qué mierda en el cuello…otra vez narcotizado.
A mí me hicieron lo mismo…-dijo Xing Yi.
Miró a su alrededor. La sala estaba completamente vacía, carecía de muebles y de ventanas, teniendo sólo una puerta de aspecto robusto y una rejilla de ventilación. En una esquina de la no muy grande habitación estaba su mochila al lado de otra que reconoció como propiedad de Saito.
¿No son ésas nuestras cosas?-preguntó Xing Yi.
¡Sí!-exclamó Saito.
Los dos se acercaron a sus mochilas y fueron abriendo bolsillo por bolsillo para comprobar que estaba todo.
Al menos no me han robado.-dijo Saito-Toda la pasta de la faena la tengo aquí.
Yo también…-dijo Xing Yi con alivio mientras amasaba un puñado de billetes.
Aunque no sé si es rentable trabajar de bailarín de barra si cada vez que lo hacemos acabamos en casa ajena sudados y adormilados.-respondió Saito-Y hablando de sudor… ¿a qué coño hueles?
A ninguno, eso te lo aseguro.-respondió Xing Yi.
Me resulta familiar…-dijo Saito guiñándole un ojo ante el comentario jocoso.
Bueno, es sudor masculino.-dijo Xing Yi-Las hormonas de los tíos huelen más o menos igual…
Sudor y una colonia jodidamente profunda que se mezcla con él de manera más o menos aceptable.-dijo Saito-Me resulta muy familiar.
Xing Yi sacó el frasco de su mochila y se lo enseñó.
¡Ya decía yo!-exclamó el chico moreno-No te puedes imaginar a cuántas me he tirado llevando eso.
A mí me lo vas a contar…-contestó Xing Yi-…oye, ¿y si tocamos un poco esa puerta?
Saito asintió y, juntos, se acercaron a la puerta. Para sorpresa de ambos, el picaporte cedió y la puerta se les abrió hacia otro lugar. Se posicionaron, tras dos pasos, en una enorme estancia llena de ordenadores, puertas, escaleras y varias pasarelas flotantes encima de ellos.
Esto no me gusta nada.-dijo Saito.
A mí tampoco…-coincidió Xing Yi.
Dieron algunos pasos. Trataron de acercarse a los ordenadores para ver si en ellos aparecía algún dato de interés. En ese preciso instante, escucharon un pequeño ruido metálico, como un mecanismo delicado y preciso se hubiera movido. Xing Yi recorrió la estancia y vislumbró sobre sus cabezas algo que lo aterrorizó.
¡SAITO, CUIDADO!-gritó.
Sin darle tiempo a reaccionar, se abalanzó sobre su acompañante y lo tiró al suelo con el peso de su cuerpo. El sonido del golpe de ambos cuerpos contra el suelo se vio ahogado por el penetrante y resonante ruido de un disparo cuya peligrosa marca vieron en forma de profundo agujero en un pilar.
¡Oh, cielos!-exclamó Saito-¿¡UN FRANCOTIRADOR!?
¡Míralo!-exclamó Xing Yi-¡Está ahí!
Saito levantó la mirada y vio el cañón de un rifle asomando por una pasarela y moviéndose hacia ellos. Instintivamente, rodaron, separándose el uno del otro.  Al incorporarse, vieron que, tras el nuevo ruido que habían oído, se había dibujado un agujero en el punto en el que se encontraban.
¡Me voy a cagar en todo!-exclamó Saito-¡El hijo o la hija de puta que esté agarrando ese trasto no siente demasiada devoción por el hecho de que nos lata el corazón!
¡Debajo de los ordenadores!-exclamó Xing Yi.
Mientras el joven coreano rodaba hacia atrás hecho un ovillo, Saito saltó ágilmente al hueco que había bajo un ordenador, quedando al lado de su compañero, que estaba debajo de otro de los equipos.
¿Y si subimos y lo calentamos?-susurró Saito.
Otro ensordecedor disparo abrió un agujero entre medias de ambos chicos.
Me cago en…-se quejó Saito-… ¡si nos acercamos, nos puede fundir fácilmente!
Nadie ha dicho nada acerca de acercársele de frente.-dijo Xing Yi-Pillar a gente por detrás se me da muy bien, por si no lo habías supuesto.
No sé si admirarte o darte una hostia por conservar el sentido del humor en este momento…-dijo Saito-…pero algo tenemos que hacer.
Una nueva bala pasó rozando a Saito.
¡DIOS!-gritó con una mezcla de temor y rabia.
¡Eh, mira eso!-dijo Xing Yi-¡Arriba!
Saito se fijó en el punto donde el dedo de su compañero señalaba.
¡Es una ventana!-exclamó Saito-Tenemos que subir como sea y ver si podemos escapar por ella…esto ya ha pasado a mayores. Si salimos de ésta, hablamos con las chicas, movilizamos a la policía y denunciamos a todo el que se tercie, incluyendo a los profesores de barra.
¡Cálmate!-exclamó Xing Yi-Voy a salir ahí a atraer su atención. No dejaré de moverme para que no pueda acertarme, ¿de acuerdo? Mientras tanto, vas a subir esas putas escaleras y, conforme te acerques, le das un puñetazo de los tuyos. De los tuyos, no de nenaza, ¿de acuerdo? Dislócale el jodido cuello, arráncale la puta cabeza si es necesario.
El joven de cabello verde se levantó y se acercó a una zona abierta de la estancia. Hacía aspavientos, movimientos provocativos y fintas, así como saltos, volteretas, giros y, por supuesto, amenazas y provocaciones verbales.
Tiene los putos cojones como bolas de acero el cabrón.-dijo Saito-Seguro que se da cuenta e intenta limpiarme, pero…o jugamos todos, o se rompe la baraja.
Armándose de valor, Saito gateó entre los ordenadores hasta llegar a la escalera, a la que saltó rápidamente y por la que empezó a subir con el sigilo que lo caracterizaba. Se escondió tras una columna para tomar aire: no había sido visto, y ya estaba al mismo nivel de altura que el francotirador. Antes de avanzar, se asomó para ponerle, por fin, una cara a la persona que los amenazaba y que no dejaba de disparar infructuosamente al incansable Xing Yi, que parecía estar bailando con la atmósfera. Lo que vio lo dejó perplejo: recordó inmediatamente esa figura, ese cuerpo, ese rostro, esos ojos, esos aires, esa expresión facial, esa forma de vestir. Un enorme vestido blanco con tiras rosas y negras con motivos florales, guantes negros ajustados y muy largos, una larga melena negra, un pequeño sombrero  rosa del que colgaban rosas azules, negras y blancas y un lazo blanco de cuadros semitransparentes. Su piel, blanca como la nieve, estaba maquillada de manera leve y exquisita, y sus penetrantes ojos azules estaban siendo devorados a la vez que devoraban la mira del enorme rifle de francotirador que tenía en las manos sujeto a un pie fijo en el suelo: Stracciatella, el sádico y peligroso asesino travesti que casi se cobra la vida de Xing Yi en aquella noche fatídica.
Tranquilo…-dijo Saito-…sólo tienes que acercarte con sigilo. Lo tienes por el flanco y está centrado en Xing Yi, con quien seguro que tiene algo personal…el sigilo es lo mío, puedo acabar con esta situación.
Agazapado, Saito echó a correr en cuclillas. Apenas se le veía entre las barandillas de las pasarelas, y no hacía ningún ruido. Se encontraba cada vez más y más cerca de aquel hombre, incluso ya podía oler su perfume femenino y floral. Sin esperarse a estar demasiado cerca como para que su olor, su calor corporal o su respiración lo delataran, el chico se incorporó con vehemencia, aprovechando la fuerza de sus piernas elongándose y canalizándola en un brutal gancho alto con el puño derecho, levantando con violencia al travesti y dejándolo a merced de un segundo golpe.
¡YIAH!-gritó Saito.
Un potente y abrumador directo golpeó en la cara del asesino, echándolo hacia atrás hasta que tropezó con un cable y se cayó al suelo de espaldas. La falda se le levantó un poco, dejando ver que llevaba medias blancas con flores bordadas y unos enormes zapatos de tacón con plataforma de color azul eléctrico que incluso Saito recordó de aquella otra noche.
¡Muy bien!-exclamó Xing Yi-Espera, ¿ése no era…
Xing Yi comenzó a perder los estribos: recordó lo horrible que fue la noche en la que se enfrento a ese asesino y, por algún impulso irracional, comenzó a temer que se repitiera.
Sí.-dijo Saito mientras abría las trabas del pie que sujetaba el rifle-Stracciatella. Pero bueno, le voy a quitar a su amigo…
Una vez desfijado del suelo, Saito pudo tirar el rifle y el pie por la barandilla, cayendo al nivel inferior, donde Xing Yi se encargó de esconderlos bajo el ordenador de una patada, tras lo cual subió las escaleras para estar junto a su compañero por lo que pudiera pasar.
¡Cuidado!-gritó Xing Yi.
Saito vio volar tres escalpelos hacia él, por lo que sacó la navaja y los desvió de un tajo.
¡Maldita sea!-gruñó Saito-¡Este cabrón nos quiere amargar!
Una puerta que había detrás de Stracciatella se abrió, dejando ver a dos hombres y dos mujeres con traje y corbata.
¡Stracciatella!-gritó  uno de los hombres-¿Por qué coño no te has deshecho de ellos? Les dejamos la celda abierta al lado de tu campo de tiro favorito para que los aniquilases.
Stracciatella asintió y se giró hacia Saito, poniéndose en guardia. Al ver a Xing Yi, se quedó perplejo y retrocedió.
¿Qué coño pasa?-preguntó el otro hombre.
¡Ese…ese hombre!-señaló Stracciatella con pánico-¡Matadlo y yo me encargaré del otro!
Pero…-dijo Xing Yi indignado hasta un punto tal que su rabia superaba a su miedo-¿SERÁS HIJO DE PUTA? ¡CASI ME MATAS, CABRÓN! ¿CON QUÉ DERECHO ME MIRAS CON ESA PUTA CARA? ¿EH? ¡ME PUDISTE HABER HUNDIDO LA VIDA! ¡O TE VA EL TEATRO, O ERES UN PUTO FALSO DE MIERDA!
¡NOOOOO!-chilló Stracciatella implorante-¡Por favor, no me dejéis solo con él! ¡Es muy peligroso! Aquella noche…aquella noche, yo… ¡pude ver al demonio en sus ojos! ¡NO QUIERO VOLVER A ESTAR CERCA DE ÉL!
Saito se sorprendió.
¿Qué demonios es todo esto?-preguntó, tras lo cual se giró ante su compañero-¿Algo que no nos hayas contado?
No es realmente importante…-dijo Xing Yi-…ya hablaremos cuando tengamos tiempo, ¿no crees?
¡Venga, capullo!-gritó una de las mujeres-¡Pelea!
Eres más que capaz de ventilártelos a los dos.-dijo la otra mujer-¡LOS QUEREMOS MUERTOS EN DIEZ MINUTOS COMO MÁXIMO!
Los cuatro se fueron dando un portazo y cerrando con llave tras de sí. Stracciatella se vio obligado a colocarse en su exótica y atípica guardia.
Kalaripayatu.-dijo Saito-He oído hablar de él…es letal e impredecible.
Xing Yi alzó los puños y flexionó levemente las piernas.
Taekwondo.-dijo con la mirada fija en Stracciatella-Pateando caras desde tiempos remotos.
Saito adoptó una guardia muy elegante, con las manos colocadas de manera amenazadora.
Pencak Silat.-dijo Saito con sorna-Una manera vistosa de joderle la vida al oponente.
Saito y Xing Yi se miraron y asintieron. Se lanzaron corriendo a por Stracciatella, quien saltó con una voltereta hacia atrás y se preparó para recibirlos con una patada giratoria que los fustigó en el aire, retractándolos con fuerza. Tras ello, se lanzó a por ellos, saltó, se abrió de piernas y golpeó a ambos en la cara, acto tras el cual giró sobre sí mismo con las manos arqueadas como si fueran garras, golpeando repetitivamente a los dos y cayendo entre medias de ambos, posición en la que los agarró y los chocó con fuerza al uno contra el otro. Xing Yi lanzó una patada para alejarlo, pero el asesino se escabulló serpenteando alrededor de su pierna, terminando en una extraña voltereta perpendicular a él con una patada que lo tumbó. Acto seguido, lanzó un arañazo contra Saito, quien lo bloqueó con el antebrazo, tras lo cual lo propulsó con la palma de la mano, golpeando su abdomen. Mientras salía disparado hacia atrás, Stracciatella lanzó varios bisturíes hacia sus contrincantes. Saito los volvió a interceptar con la navaja.
Eres bueno, capullo.-dijo Xing Yi-Menos mal que estás aquí.
¿Pasa algo si le meto la navaja por el culo a tu capullito de alhelí?-preguntó Saito mientras le daba vueltas a la navaja.
Nada en absoluto.-respondió Xing Yi-Por mí, como si lo atas a las vías del tren.
Perfecto.-dijo Saito.
El chico se lanzó a por el peligroso hombre que los encaraba, pero lo sorprendió con una patada aérea y lo tiró al suelo, tras lo cual le saltó la navaja de una patada, le cogió el brazo por la muñeca, se lo puso entre las piernas y, pisándole el pectoral con un tacón, giró la cadera, retorciendo fuertemente su brazo.
¡AH!-gritó Saito-¡AHHHHHHHHHHH! ¡PARA, HIJO DE PUTA! ¡ME VAS A ARRANCAR EL BRAZO!
¡Saito!-exclamó Xing Yi-Eh, perra, más te vale soltarlo…
Xing Yi corrió hacia Stracciatella y le lanzó una patada giratoria, pero el hombre levantó su pierna y se escudó con ella, bloqueando el movimiento.
Perfecto.-dijo Xing Yi sonriente.
Giró en sentido contrario mientras flexionaba las piernas, haciendo un barrido con la pierna izquierda, obligándolo a soltar a su compañero. Tras ello, se quedó en guardia esperando a que se levantara. Con una cara irreconocible, Stracciatella corrió hacia Xing Yi haciendo una amenazadora pose con las manos, a lo que el joven coreano respondió devolviéndole su fuerza con un movimiento circular que acabó en una llave que lo proyectó contra el suelo. Tras tres embestidas más que acabaron en llaves, el travesti sacó un manojo de tijeras de su falda y las lanzó contra la pareja. Saito rodó por el suelo, cogió su navaja con el brazo que no tenía dolorido y desvió todas las tijeras, salvo unas, que se le clavaron bajo una costilla.
¡AHHHH, MIERDA!-gritó Saito-¡XING YI, ARRÁNCAME ESTO, POR DIOS!
El joven no dudó en extraerle las tijeras con un vehemente gesto, ignorando el gemido de dolor que su compañero profirió. Tras ello, sacó una cinta negra de su mochila y se la ató alrededor del cuerpo. No terminó de hacer bien el nudo cuando sintió algo muy pesado quemándole la espalda: acababa de recibir un latigazo. Al girarse, vio que su peligroso adversario había sacado su enorme y pesado látigo.
Deja que se acerque…-susurró Saito.
Xing Yi asintió y se colocó en guardia. Stracciatella se acercó hacia ellos con sus bamboleantes pasos, tras lo cual blandió el látigo y lo descargó intentando barrer a ambos de un golpe. Saito se puso en medio y lanzó un fuerte navajazo contra la punta del látigo, logrando remansarlo lo suficiente como para agarrarlo con la otra mano y tirar de él, pese al dolor que sentía en el brazo que aquel psicópata casi le disloca. Ante la abrumadora fuerza muscular de Saito, el lánguido y ligero asesino poco podía hacer tirando del látigo, por lo que se vio arrastrado en la dirección que el joven stripper le marcaba. Tras varios forcejeos, sacudió el látigo, intentando desencajarlo de las manos de Saito, movimiento que éste aprovechó, soltando el arma con un giro de cadera hacia la ventana, conduciendo el latigazo hacia la misma y rompiéndola en pedazos.
¡Vía libre!-dijo Saito-¡Vámonos a tomar por culo!
Claro.-dijo Xing Yi-Pero antes… ¡el regalo de despedida!
Mientras Saito terminaba de apropiarse del látigo, Xing Yi corrió hacia Stracciatella y, dándose una voltereta, lo embistió con los dos pies, tras lo cual saltó y, girando sobre sí mismo, lo pateó violentamente dos veces, movimiento después del cual salió corriendo, lo agarró en el aire, lo lanzó contra el suelo y, girando sobre sí mismo, le estampó un talón en el esternón, obligándolo a toser fuertemente. El asesino se levantó y lanzó varias patadas contra Xing Yi, que las bloqueó con los antebrazos y las piernas flexionadas, tras lo cual lo hincó de rodillas con un codazo descendente que le impactó en un trapecio. Desde esta posición, lo levantó de nuevo con un codazo ascendente en la barbilla y, dando vueltas, lo sometió a una combinación de codazos circulares, finalizando con una combinación de patadas giratorias y un fuerte empujón con la planta del pie derecho que lo tiró por la barandilla. Tras escuchar el pesado golpe de la caída, Xing Yi se giró hacia Saito y le levantó el dedo pulgar.
¡Guau!-exclamó Saito-Menuda manera de codear, cabrón. ¿Muay Thai?
No.-Xing Yi sacó la lengua-Sólo conozco estilos de mi tierra, Corea. Eso, querido Saito, era Kun Gek Do.
No lo había oído en la vida.-dijo el joven de cabello negro.
Es un estilo único y ecléctico.-explicó Saito-Una fusión moderna entre Muay Thai y Taekwondo, para que nos entendamos. Trasciende de eso en muchos aspectos, pero combina ambas disciplinas creando un estilo único.
Me ha quedado claro.-dijo el joven stripper-Te gusta darle coba a tu tierra y sus cosas, ¿eh?
Estoy orgulloso de ser coreano.-dijo Xing Yi-Y es una tierra muy bonita que os invito a visitar…al igual que vosotros estáis en vuestro derecho de sentiros orgullosos de ser japoneses…tenéis motivos para ello, sois gente maravillosa y este país es la polla. Bueno, vamos a asomarnos por la ventana…a ver cuántos metros de caída hay.
Se asomaron y vieron que la ventana daba a un callejón tras el cual podrían salir a la calle.
Bueno…-dijo Saito-…supongo que el plan será descender por esa pedazo de tubería –señaló a su derecha-apuntarnos muy bien la dirección de este edificio, contactar cuanto antes con los demás y empezar a liarla, ¿no?
Salvo por lo de liarla, creo que coincido en todo.-dijo Xing Yi-Primero tendríamos que ir a que te viera un médico…te han clavado unas tijeras y a saber cómo te hayan dejado ese hombro…
Vale, pero creo que antes pasaré por mi casa para ducharme y cambiarme.-dijo Saito-No es cuestión de ir de esta guisa…
Iremos al hospital derechitos.-dijo Xing Yi-No pienso dejar que nadie más salga perjudicado por culpa de ese cabronazo con tacones.
Dicho esto, Xing Yi saltó hasta la tubería, se encaramó a ella y comenzó a bajar. Saito no tardó en seguirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario