viernes, 23 de agosto de 2013

[TotPP] Capítulo XXIV: El último baile

XXIV: El último baile

Izaya se acercó a uno de los empleados del club para informarle de que era la siguiente en actuar. La condujeron a una pequeña sala donde tuvo que entregar una grabación de la música con la que iba a actuar y, a continuación, le abrieron una puerta que daba a un pasillo muy estrecho hacia la tarima, un pasillo que nadie ocupaba. Tras pedirle que esperase ahí hasta oír su nombre por megafonía, la volvieron a dejar sola, momento que aprovechó para pensar: Ayashi estaría escudriñando entre el público en esos momentos, y lo estaba haciendo bien, pues no la veía entre la multitud aun con lo alta que era. Ririka, como era natural en un baile de barra, se estaba moviendo ampliamente alrededor del mástil y, aunque no la veía mover mucho los ojos, era consciente de que las había fichado, sobre todo por la alteración inicial al verla allí. ¿Cómo podía ser que, después de la paliza que recibió, pudiera estar allí, intacta y con ánimos para bailar? ¿De verdad era una mujer de hierro tan invencible como dijo? Izaya no lo sabía, pero tampoco podía dedicarle más tiempo del necesario a pensarlo. En unos pocos segundos (la canción de Ririka había concluido) subiría a la barra y sería vista por todo el mundo, incluyendo, por tanto, a la chica rubia. Como era un local de renombre, seguramente no se atrevería a lanzarse a por ella en medio de la gente, pero algo le decía que le iba a mandar sicarios o algo por el estilo. Mientras se dirigía a la barra, Izaya respiró hondo: la suerte estaba echada, y no tenía miedo de Ririka, sino ganas de echarle el guante. Había visto bailar a sus profesores y se iba a centrar en estar a la altura: si bien no era una genio en el arte como ellos, iba a demostrar que le habían enseñado bien. Se encaramó a la barra. La música comenzó a sonar.
Fluyó con la canción. Ejecutó sus movimientos tal como los tenía pensados: la coreografía estaba más que diseñada, le había estado dando vueltas la noche anterior. Lo cierto era que aquella canción, aunque la había descubierto hacía poco tiempo, le encantaba. Era del estilo a las que le gustaban a su profesora y quería hacerle un guiño, expresar con el arte que sentía buenas emociones hacia ella, algo como admiración y respeto. Pronto pudo ver que el público estaba obnubilado con ella. Su anonadante cuerpo, su sensualidad, su precisión y su frialdad estaban causando furor. Mientras leía entre las caras de deseo del público, oteaba la enorme planta hasta su rincón más recóndito. No veía a nadie especialmente destacable, pero fue capaz de localizar y memorizar gráficamente todas las puertas y escaleras que había por lo que pudiera pasar. Siguió concentrándose en su baile, agarrando la barra con los brazos detrás de su cuerpo mientras se acariciaba un hombro con una pierna, giró sobre el mástil y, entonces…la vio, o creyó verla. La profesora estaba allí, entre el público, observándola. Era grande hasta para ser un espejismo, su figura era inconfundible, tenía una estatura descarada y acusadamente mayor que la del resto del público, del cual la mayoría llegaba a la altura de las costillas o del ombligo de la chica. Izaya creyó ver el placer en la cara de la profesora: sintió satisfacción en su rostro, como si quisiera expresar su alegría por la canción elegida o elogiarla por su buen gusto. También vio, antes de girar otra vez y darle la espalda, que le hacía un gesto con la mano y le guiñaba un ojo. Cuando revirtió el giro, ya no estaba. ¿Habría sido una visión fruto de los sudores fríos y la tensión del ambiente?  Poco le importaba. Entre las últimas notas de su canción, mientras descendía verticalmente por la barra girando sobre sí misma sujetándola entre sus piernas y agarrando un punto más alto con una mano, vio otra figura inconfundible entre el público. Así como Ririka había vuelto a la carga, Stracciatella también, y de él se fiaba menos: Ririka bien podría ser una guerrera casi imbatible en el cuerpo a cuerpo, pero ese psicópata podría dejarla muerta allí mismo lanzándole un bisturí o cualquier cosa entre el público. Por suerte y, para su tranquilidad, la canción terminó. La chica se retiró entre aplausos y vio a un empleado haciéndole señas para que volviera a entrar por la misma puerta por la que la habían dejado salir. Tras intercambiar unas pocas palabras con los empleados, recibió sus honorarios: un fajo de billetes como nunca había visto. Bien era cierto que el dinero que ganaba en el laboratorio superaba con creces esa cuantía, pero nunca estaba de más un plus. Justo cuando iba a salir, escuchó que la música se cortaba de golpe, tras lo cual el público comenzó a chillar al son de unos estruendosos… ¿disparos?
Antes de que los empleados pudieran decirle nada, Izaya se precipitó hacia la sala grande. Aunque no le gustó nada, no le sorprendió ver a la chica trajeada de cabello castaño allí, de pie encima de la barra, delante de uno de los asustados camareros. Llevaba la melena recogida en su característica cola de caballo, y en sus manos portaba un arma muy pesada que podría ser fácilmente más larga que ella. Aunque no era una experta en la materia, Izaya reconoció que se trataba de un cañón gatling, una enorme ametralladora de cañón giratorio. ¿Qué pretendían? ¿Matar al público a sangre fría? ¿Un genocidio?
Buenas noches, Golden Pole Club.-dijo la chica, revelando que llevaba un potente micrófono-Nadie tiene por qué salir herido, sólo queremos a cuatro personas que han venido esta noche y con las que tenemos que ajustar cuentas. Si me los acercáis, tenéis mi palabra de que no dispararé. En primer lugar, queremos a la bailarina. La última chica que acaba de bailar nos debe varios…favores.
El público se arremolinó y buscó a Izaya con la vista. No fue difícil encontrarla, pues acababa de aparecer por la puerta y todos la señalaban.
Exacto.-dijo la chica-Traédmela.
Izaya notó cómo alguien le retorcía con fiereza el brazo y se lo pegaba a la espalda. Un movimiento en falso le causaría una luxación horrorosa. Por algún motivo, creyó reconocer a la artífice del movimiento: efectivamente, al girarse vio que era Ririka.
Zorra.-le dijo en voz baja.
Patalea cuanto desees.-le dijo Ririka-Ya estáis muertos.
Bien hecho, Ruby.-dijo la chica del micrófono-En segundo lugar, hay una chica entre el público que no para de moverse. La reconoceréis por su fogoso cabello naranja y sus brillantes ojos verdes. Si alguien la tiene cerca, que la coja…o, mejor aún, cogedla entre varios: muerde.
A no ser que hubiera topos entre el público, nadie de los presentes podría doblegar a Ayashi…o eso quería pensar Izaya para tranquilizarse mientras Ririka la subía a la barra sin soltarla. Su tranquilidad se esfumó cuando recordó que Stracciatella estaba entre el público. Maldijo para sí, pues no podía avisarla.
¿No podéis encontrarla?-preguntó la joven trajeada-No me obliguéis a rociaros con esta cosa, moriríais todos aparte de ella.
¿Dónde estaba Ayashi? Izaya no podía parar de pensar…hasta que la escuchó gritar. Entre el absoluto silencio que se había formado en el público, oyó unos tacones acercándose hacia la sala. Stracciatella sujetaba la empuñadura de su látigo con una mano, mientras con la otra lo agarraba con un punto intermedio, quedando el trozo entre ambas partes flácido formando un arco de catenaria. Del otro trozo que llevaba sujeto pendía Ayashi, con el resto del látigo enrollado al cuello. Intentaba desatarse, pero el arma descomunal era demasiado pesada.
Siempre tan eficaz, Stracciatella.-elogió la joven mientras el asesino se subía a la barra con Ayashi-Faltan los dos chicos. No son difíciles de ignorar…uno de ellos viste como una mujer y el otro va pegado a sus faldas porque no sabe hacer nada solo.
Hija de puta.-dijo Izaya con claridad-No menosprecies a quien no conoces.
El incesante dolor que sentía en el brazo se intensificó.
No estás en condiciones de hablar.-le espetó Ririka.
Si la zorra de tu amiga no tuviera ese juguete en las manos, estaría astillando vuestros cráneos contra el borde de la barra.-contestó Izaya.
Que conste que pierdes este brazo por petición propia…-le respondió la chica rubia.
Justo cuando Ririka iba a romperle el brazo a Izaya, una de las puertas traseras estalló ruidosamente, causando agitación y movimiento en el público. Oyeron un fuerte rugido que a las dos amigas les resultó familiar. Era un rugido mecánico y ensordecedor…
¿Quién demonios ha colado una moto aquí?-preguntó, nerviosa, la chica de la cola de caballo.
Espera…-respondió Ririka-…creo que…
Mientras cavilaba, la chica rubia bajó la guardia un instante lo suficientemente largo como para que Izaya se pudiese soltar y se la sacudiese con un codazo. Conforme la chica rubia caía de cabeza detrás de la barra, la de cabello castaño apuntó a Izaya con su enorme ametralladora. La moto, que corría con fiereza dentro de la sala, haciendo huir despavorido al público, dio un acelerón y saltó, chocándose contra el arma y arrancándosela violentamente de las manos. La mujer trajeada vio que en el vehículo había dos personas: una conduciendo y otra detrás, agarrada a su abdomen. El de detrás se soltó, saltó hacia ella y, girando violentamente, la abatió con una patada antes de caer.
¿Quién es el inútil ahora?-preguntó Izaya guiñándole un ojo a la mujer trajeada mientras le pisaba la nuez con un tacón.
Suelta a Ayashi.-dijo Xing Yi mirando a Stracciatella-No querrás que remate la faena que sin querer me dejé a medio el último día, ¿verdad?
El asesino, el único que quedaba en pie, tensó el látigo y lo blandió enérgicamente, lanzando a Ayashi contra Xing Yi, saliendo los dos disparados y abatiendo también a Izaya, acabando los tres tumbados en la barra.
Ririka se levantó.
Alta, Stracciatella, será mejor que procedamos.-dijo.
El travesti asintió, ayudó a la mujer de la coleta a levantarse y rápidamente corrieron hacia una de las puertas traseras.
¡Vamos tras ellos!-exclamó Izaya.
¡Espera!-dijo Xing Yi.
¿Qué pasa?-preguntó la chica parando en seco.
Xing Yi se puso detrás de Izaya, la agarró del brazo que Ririka le había castigado y, mientras le apretaba con una mano en un hombro, le estiró con firmeza con la otra mano agarrándola de la muñeca.
Gracias, Xing Yi.-dijo Izaya con alivio-Me siento mejor…
Intenta no dar muchos puñetazos con ese brazo, ¿de acuerdo?-respondió el coreano.
De acuerdo.-contestó la joven de cabello azul-¿Nos llevamos la ametralladora?
Ha quedado inutilizada.-respondió Mirumi, que hasta entonces no había hablado-Un golpe de mi moto no es moco de pavo.
Mierda…-dijo Ayashi mientras movía el cuello a un lado y a otro-…y, bueno… ¿vienes con nosotros?
No sé luchar.-dijo Mirumi-Será mejor que os espere aquí con la moto. Si algo pasa, mandadme un punto al GPS del móvil y correré hacia vosotros. Aunque no lo parezca, mi chica metálica puede romper cuanto se le tercie.
¿Y si vienen a por ti?-preguntó Izaya.
No creo que me dé mucha aprensión atropellarlos.-respondió Mirumi-Además, si corro con la moto será difícil que me puedan disparar. Corred y atrapad a esos cerdos, llevadlos a la cárcel.
Tendrán suerte en caso de que acaben en la cárcel.-dijo Izaya-¡Vamos!
Ayashi y Xing Yi la siguieron a la carrera. Al cruzar la puerta por la que habían desaparecido sus amenazadores contrincantes, vieron que el Golden Pole Club no era sino otra de las laberínticas instalaciones encubiertas de aquellos sicarios.
Perfecto.-dijo Ayashi-¿Por dónde empezamos?
No hay por dónde empezar, porque ya se ha terminado.-dijo una voz.
Frente a ellos estaban el tipo de cabello negro y flequillo largo y su compañero rubio engominado.
Vuestra puta madre…-siseó Ayashi.
Tras crujirse los nudillos, se pusieron en guardia. El tipo moreno tenía los puños en alto y la pierna izquierda adelantada, mientras que el rubio tenía los puños a menos altura y las piernas más flexionadas y separadas. Ayashi y Xing Yi les salieron al paso. La chica se ladeó, tensando un brazo y doblando el otro como si sujetara un arco, a la vez que cruzaba una pierna por detrás de la otra, a la vez que su compañero apretaba los puños y tensaba las piernas.
No necesitaron palabras. Se lanzaron en un violento y reñido intercambio de sonoros y dolorosos golpes. Mientras que Ayashi lidiaba con el hombre moreno, Xing Yi se enfrentaba al hombre rubio.
Dime, Lead…-dijo Ayashi de manera provocativa mientras esquivaba los violentos golpes de su adversario-… ¿cuándo te vas a casar con Tin?
Saber mi nombre en clave no te hace más propensa a salir viva de aquí.-respondió el hombre del flequillo largo.
Ni el mío tampoco.-añadió el rubio mientras lanzaba una patada hacia Xing Yi.
El joven coreano bloqueó la patada con otra patada, quedando ambas piernas en pugna en el aire como si del choque de aceros en un duelo de espadas se tratase.
No lo haces mal…-reparó Xing Yi-…pero tampoco lo suficientemente bien.
Mientras continuaban pegándose dos a dos, Izaya se paró a pensar.  ¿Por qué habían salido a defenderla? ¿Por qué ella no estaba ayudando? ¿Acaso se sentía conmovida por la protección de sus amigos? ¿Acaso habían interceptado a aquellos hombres para que no tuviera que volver a ponerse en peligro y que su brazo no sufriera? Ayashi también había sido herida, podría tener el cuello al borde de una lesión…
En ese preciso instante, Izaya entendió el porqué: no creía en el destino, pero pensó que, para quien creyera en él, aquélla sería una escena en la que se veía reflejado que para cada persona tiene un plato reservado: acababa de aparecer el coloso de piel oscura, cabeza rapada y una larga trenza.
¡Cobra!-exclamó Tin, el chico rubio-¡Dichosos los ojos! ¡Tu favorita está libre!
Si le vas a hacer un desgarro vaginal y otro anal como a la última…-dijo Lead, el del flequillo largo-…que no sea delante de los demás.
Ninguno de los tres me dais miedo alguno.-dijo Izaya con serenidad-Ven si te atreves…Cobra o como te llames.
El hombre negro se acercó a Izaya, se puso frente a ella y adoptó una exótica pose, a lo cual la chica respondió adoptando una guardia de aspecto fiero e infranqueable.
Así que es verdad que conoces el Krav Maga…-dijo el hombre de la trenza-…eso hará nuestro reencuentro más interesante.
Te pateé una vez sin necesidad de usarlo.-dijo Izaya moviéndose en círculos mientras el hombre la seguía al milímetro-¿Listo para la segunda?
El hombre respondió saltando y lanzando una patada giratoria en el aire. Izaya se agachó e interceptó a su contendiente con una patada alta, obligándolo a aterrizar. Desde esta posición, le lanzó un puñetazo con el brazo que tenía sano, seguido de una patada giratoria, una frontal y una voltereta con patada. Tras ello, se dispuso a agarrarlo por el tórax para lanzarlo por los aires, pero fue embestida por un brutal golpe en el estómago con las puntas de los dedos, las cuales sintió como agujas clavándosele mientras el corpulento hombre la levantaba cada vez más alto.
Je…-dijo el hombre-…de nada te sirve el Krav Maga si no tienes tiempo para usarlo. Debiste empezar fuerte con él, tal vez podrías haber acabado mejor. ¡Voy a follarte hasta dejarte calva, nena!
No, no lo creo.-respondió una voz que acalló súbitamente todos los ruidos del combate.
¿Quién va?-preguntó Cobra mientras suspendía a Izaya en el aire.
No se oyó nada. Ante la precaria posición de su amiga, Ayashi y Xing Yi intentaron burlar a sus contendientes para ayudarla, pero fueron apresados e inmovilizados por el cuello.
Quietecitos…-dijo Tin-…u os partimos el cuello.
¿Quién va?-volvió a preguntar Cobra.
Se oyó un golpe seco. El brazo del hombre se dobló, liberando a Izaya, que cayó al suelo y comenzó a toser. Reparó que una pierna había caído sobre el brazo de su enemigo, doblándoselo. El dueño de la pierna la retiró, dejando ver que estaba escondido detrás de una columna a la cual el tal Cobra se acercó. Recibió un fuerte golpe de palma, seguido de una patada que lo echó hacia atrás…y, entonces, el misterioso atacante tuvo que salir de su escondrijo para salirle al paso. Sin darle tiempo a reaccionar a la mole con traje y corbata, se agachó, giró sobre sí mismo y desbancó su guardia con una patada en barrido, posición desde la que saltó hecho un ovillo y cayendo sobre su cabeza con un golpe de talón, continuando con una patada en el cuello y, una vez hubo aterrizado, una larga sucesión de puñetazos seguida de un fuerte codazo en giro que lo desequilibró. A continuación, el recién llegado empuñó una navaja de tamaño bastante considerable y, girando sobre sí mismo, cortó a Cobra tres veces: una en el abdomen, otra en el pecho y otra, la más profunda, en la nuez, ocasionando una hemorragia a chorro que acabó con su vida. Mientras el titán de cabello trenzado se desplomaba, Izaya, Ayashi, Xing Yi, Tin y Lead se fijaron en el recién llegado. Llevaba unos pantalones negros muy ajustados que definían perfectamente la forma de sus musculosas piernas. Calzaba unos zapatos negros de suela alta y dura, brillante lacado y cordones de color siena. De cintura para arriba, sólo portaba correas, unas hombreras con cadenas, un alzacuellos blanco del que colgaban una pajarita y una corbata, ambas de color negro, y unos puños de camisa blancos bastante anchos, sujetados con gemelos de lo que parecía ser obsidiana. Su musculoso cuerpo estaba adornado por una tira negra que bajaba desde su cabeza…un enorme y característico mechón negro que…no podía ser…
¿¡SAITO!?-exclamó Ayashi.
El tipo se giró hacia los chicos, dejando ver que…en efecto, era Saito.
Izaya se llevó las manos a la boca. Se levantó y corrió hacia él. Envalentonados y muy contentos por lo que acababa de suceder, Ayashi y Xing Yi se libraron de sus captores, los agarraron y los lanzaron por los aires, chocando uno contra otro en plena trayectoria antes de caer al suelo.
¡Estás vivo!-exclamó Izaya.
Claro que lo estoy.-dijo Saito con una sonrisa-¿Cuándo te dijeron que me había muerto?
En el hospital no nos dijeron nada sobre cómo estabas cuando te ingresaron.-dijo Xing Yi-Y, como no nos llamaron, pensamos que…
Espera…-dijo Saito-¿no os llamaron? ¡Qué hijos de puta! ¡Seguro que ha sido la policía para evitar precisamente esto!
Entonces…-dijo Ayashi-… ¿has estado bien?
El corte no fue profundo.-dijo Saito-Me desmayé del dolor, pero me estabilizaron rápidamente. Me han hecho una transfusión de sangre y hasta me han dado el alta. Sólo tengo este recuerdo…
Los tres se fijaron en que Saito tenía una cicatriz en el pecho, parcialmente tapada por la corbata.
No pasa nada.-los tranquilizó el chico-Es mucho menos doloroso que lo que hayáis pasado pensando que la había palmado.
¿Cómo sabías que estábamos aquí?-preguntó Ayashi.
Intuición de mujeriego.-respondió Saito-Me he vestido de esta guisa para entrar pasando desapercibido…por si acaso os encontraba. Cuando he visto que en la sala sólo estaba Mirumi, he entendido que todo se estaba empezando a mover. Dice que no os preocupéis, que está bien…
Mientras hablaban, los dos hombres que habían sido lanzados por los aires se levantaron y corrieron hacia el grupo.
¿Uno para cada dos?-preguntó Xing Yi mientras se ponía en guardia.
Perfecto.-dijo Saito-¿Chicos contra chicas?
Por una vez, prefiero chicos y chicas.-dijo Izaya-Hay que celebrar que estás tan fuerte como siempre.
¿Alguien se opone?-preguntó Saito.
Nadie.-dijo Ayashi.
Los cuatro asintieron. Izaya y Saito arremetieron contra Lead, mientras que Ayashi y Xing Yi hacían lo propio con Tin. Tras un brutal intercambio de golpes, los dos hombres trajeados fueron sometidos. Izaya le hizo un majestuoso suplex a Lead, tras lo cual lo interceptó Saito con una patada, lanzándolo de nuevo contra Izaya, que lo estampó contra el suelo y le saltó encima, dejándolo de nuevo a merced de Saito, que lo levantó con un gancho a ras de suelo, siendo finalmente puesto fuera de juego por Izaya, que lo agarró y forzó su aterrizaje, partiéndole el cuello contra el suelo. Paralelamente, Tin fue propulsado por una fuerte patada de Xing Yi. Ayashi se lanzó a por él y, en el aire, lo hundió a puñetazos, tras lo cual se le volvió a tirar encima y lo sometió a una larga sarta de puñetazos que acabó por abrirle una brecha en la cabeza contra el suelo, causándole el desangramiento.
Y ya somos unos asesinos oficiales.-dijo Izaya.
Hay gente que está mejor muerta.-repuso Saito mientras caminaban hacia delante.
Y tanto…-Ayashi manifestó su acuerdo.
Técnicamente, las asesinas sois vosotras.-dijo Xing Yi.
Veremos cuán libre de pecado quedas cuando puedas resarcirte de una vez por todas con ese travesti mal nacido.-contestó Izaya sagazmente.
Como si de una invitación se tratara, la enorme puerta que había al fondo del pasillo que recorrían se abrió. De ella salieron el chico de cabello verde, Aries, la joven rubia de los lazos, Cygnus, y la chica de la cola de caballo, Alta.
Los que faltaban.-observó Ayashi-¿Quiénes si no?
Como esperaban, los tres tipos trajeados les apuntaron con sus pistolas.
Entrad ahí.-ordenó Cygnus-El Anfitrión os espera.

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