viernes, 30 de agosto de 2013

[VF] Episodio 8: ¡Las flores justicieras!

Episodio 8: ¡Las flores justicieras!

Las luces se encendieron, iluminando la amplia estancia en la que se encontraban. Todas miraron a su alrededor: había vehículos aparcados, armarios y poco más, salvo una puerta enorme en la otra punta de la sala.
¡Lo encontré!-se alegró Scarlet mientras quitaba la mano del interruptor tras accionarlo.
Parece que la única salida de esta especie de…almacén –dijo Saya- es ésa de enfrente.
Será mejor que nos demos prisa.-apremió Nadia-Si nos encuentran, estaremos en un lío muy gordo.
No conocemos el tamaño de esta instalación…-reparó Seira-¿pensáis que tal vez tengamos que separarnos?
Lo veo probable.-comentó Zira mientras avanzaban todas juntas hacia la puerta-No sé por qué, pero me da por imaginarme el típico edificio laberíntico de las películas…
¿Cómo se abre esto?-preguntó Apsaras mientras posaba una mano en la puerta.
Parece automática.-dijo Mirai-¡Ah, mirad! Hay una botonera a mano derecha.
La joven se acercó y pulsó el botón rojo que llevaba escrita la palabra “abrir”. La pesada puerta se abrió sin apenas ruido alguno, revelando ante las chicas un inmenso pasillo lleno de ramificaciones en forma de puertas, escaleras ascendentes, escaleras descendentes, pasillos…
¡Esto es infranqueable!-exclamó Nadia-¿Cómo vamos a cubrir tanta área?
Somos siete, ¿no es así?-dijo Saya-Tendremos que ir cada una por un lado y esperar que la suerte quiera sonreírnos.
Las chicas se miraron y asintieron. Tras formar un corro y chocar sus puños en el centro, se diseminaron, yendo cada una por una ramificación, quedando aún cuatro más por explorar.
. . .
¿No deberíamos ir todas a por las participantes de los juegos?-preguntó una de las chicas uniformadas-Dudo que acepten venir aquí por las buenas.
Han ido unas pocas a buscarlas con el camión.-respondió la otra que estaba en la sala-Nos irán avisando…
Buenas noches.-saludó una voz de chica detrás de ellas.
Las chicas, que montaban guardia, se giraron. Ante ellas estaba una chica ataviada con una chaqueta amarilla muy brillante, larga por detrás hasta los tobillos y con un dragón chino rosa y naranja dibujado, unos pantalones cortos negros, botas negras altas, una melena verde recogida en una trenza y la cara pintada de blanco con un engranaje negro en el ojo izquierdo.
¡Saya Tsukashi!-exclamó una de las chicas-Es ella, ¿verdad?
Se pusieron en guardia.
¿Qué decís que tenéis que contarme?-preguntó, desafiante, la joven otaku-¿Dónde decís que están los rehenes?
¡Es nuestra oportunidad!-exclamó la otra chica mientras se lanzaba-¡A atraparla!
Saya giró sobre sí misma y lanzó una elegante patada contra la que antes se había lanzado, tumbándola. A la otra la interceptó con un golpe de palma, noqueándola.
¿Vais a cantar?-les preguntó mientras guiñaba un ojo y les pisaba un hombro a cada una.
. . .
Mirai corría escaleras abajo. Llevaba un abrigo largo hasta las rodillas y ajustado cortado por los hombros que empezaba a darle bastante calor. Mientras bajaba, se encontró con dos chicas que bajaban tras ella y otra que subía desde abajo para cortarle el paso.
¡Tú eres Mirai Tategami, una de las finalistas!-exclamó una de las chicas-No sé cómo ni por qué estás aquí, pero eres nuestra. ¡Avisad a las demás!
Mirai se fijó en las tres. A la primera que sacó un aparato de comunicación le dio una ágil patada en la mano, evitando que se corriera la voz. Las tres chicas la acorralaron contra la barandilla de la escalera.
No querrás caerte por el hueco, ¿verdad?-preguntó otra de las chicas.
¿Y vosotras?-preguntó Mirai mientras se deslizaba entre las chicas, saliendo del triángulo que formaron.
Le dio una patada en la espalda a la que tenía más cerca, empujándola contra la barandilla.
Un paso en falso y no dudaré en tirarte.-dijo Mirai-Lo que habéis hecho está muy pero que muy mal: habéis estado a punto de matar civiles y tenéis secuestradas a cuatro personas. ¿Crees que me iba a dar cargo de conciencia que alguna de vosotras tuviera una mala caída?
La chica se apartó de la barandilla y se lanzó de nuevo a por ella con el puño en alto. Resignada, Mirai la pateó y la tiró por el hueco de la escalera.
¿Y si cae cerca de nuestras compañeras?-preguntó la tercera de las chicas.
Mirai le dirigió una mirada fulminante. La chica que quedaba aprovechó para hincarla de rodillas con una patada en la corva, tras lo cual la agarró del cuello.
¡Deja de forcejear!-le espetó-De ti depende que te deje inconsciente o que te disloque el cuello…
La joven gótica le estampó la planta de su pie derecho en el bajo vientre, obligándola a soltarla. Al ver aquello, la chica que quedaba volvió a subir rápidamente las escaleras.
¡Cobarde!-exclamó Mirai-No puedo dejarla ir, pero…-se aseguró de que la otra estaba inconsciente-…tengo que encontrar rápido a Kira y a los demás, sólo Dios sabe qué podrán tener pensado hacerles…
. . .
¿No habéis oído gritos en las escaleras?-preguntó una chica.
Se encontraban en una especie de sala de descanso, con un sofá y una amplia mesa.
¡Para gritos los que vais a soltar si no cooperáis!-les gritó una voz.
¿Quién va?-preguntó otra chica levantándose y poniéndose en guardia.
KNOCK OUT.-gritó la voz mientras tumbaba a la chica de un puñetazo.
Las tres chicas restantes se levantaron. Ante ellas había una chica de larga melena negra ataviada con una falda de tablas de cuadros escoceses con los colores de la bandera británica, botas blancas, un top negro y guantillas rojas y negras: Scarlet Homura.
¡Es una participante!-gritaron-¡A por ella!
Scarlet golpeó sucesivamente a dos chicas en la nariz con rápidos puñetazos, haciéndolas caer de espaldas contra el sofá. A la que quedaba la cogió del tejido del uniforme que rodeaba su cuello y la zarandeó.
¿Dónde están los rehenes?-preguntó-Dímelo o te arrastraré desde aquí mismo hasta la policía, ¿de acuerdo?
. . .
Es una lástima que no nos dejen coger las armas.-comentó, aburrida, una de las que montaban guardia-Con ellas, habríamos capturado ya a todo el mundo.
Disculpad…-dijo una voz tímida a las dos chicas que se recorrían el pasillo-¿de verdad es necesaria tanta violencia?
Las chicas se giraron. Vieron a una niña de baja estatura, piel morena, una media melena de color morado suelta, un top rosado, unos bombachos blancos, zapatos rosas de estilo árabe y un largo pañuelo rosa semitransparente atado a las muñecas y colgando por su espalda.
¿Quién demonios eres tú?-preguntó la otra chica apuntando con una pistola.
¿De dónde la has…-la otra chica estaba asustada.
Es de aire comprimido.-respondió-Suficiente para cazarla.
Apsaras tragó saliva. Oyó el inexorable estallido de la pistola al disparar. Instintivamente, se ladeó. Al verse ilesa, arremetió contra la chica que llevaba el arma, saltó y se la arrancó de las manos.
¡Estas cosas no traen nada bueno!-exclamó, tirando la pistola lejos de las chicas-¡No, por favor, he venido a hablar!
Al ver que las dos chicas se lanzaban a por ella, Apsaras rodó por el suelo, tomó impulso, saltó y las barrió en el aire con una ágil patada, haciéndolas girar sobre sí mismas en el aire, aprovechando el momento para colocarse debajo de ellas y amortiguar sus caídas con las palmas de las manos. Al no poder mantener con sus débiles brazos a las dos chicas, se cayó al suelo con ellas, pero rápidamente se levantó y les saltó encima sucesivamente con una inocente pose.
¿Me decís dónde tenéis a la gente que habéis raptado, por favor?-preguntó amablemente Apsaras agachándose hacia las chicas-No tengo problema en pedíroslo gentilmente de nuevo.-guiñó un ojo.
. . .
¡Eh, eh, eh!-exclamó una chica-¿Qué estás haciendo aquí?
Varias de las chicas uniformadas corrieron pasillo abajo para acercarse a un objetivo que habían visto correr. La encontraron de espaldas. Llevaba una chaqueta de chándal blanca con rayas negras y rojas. Al girarse, vieron que llevaba una camiseta negra ajustada de tirantes, unas mallas negras cortas, las piernas descubiertas y unas zapatillas deportivas muy anchas y de suela alta, blancas y negras. Su larga melena iba recogida en coletas.
¿Ésa no es Seira Mochizuki?-preguntó una de las chicas, poniéndose en guardia.
Sí, lo soy.-respondió ella-¿Por qué no solucionamos esto como chicas civilizadas y me decís qué está pasando aquí?
La avanzadilla se lanzó a por ella.
Vosotras lo habéis querido…-dijo Seira muy seria y con los puños apretados.
Girando sobre sí misma, casi como si bailara, Seira se introdujo en la muralla humana que formaban aquellas chicas uniformadas y las fue separando a patadas. De pie, saltando, haciendo el pino, tumbada…lanzando patada tras patada, logró deshacerse de sus perseguidoras, llevándose varios golpes en el proceso. Una de las chicas, la última que quedaba de pie, corrió intentando dejarla atrás para llamar refuerzos.
¿Vas a alguna parte?-preguntó Seira mientras corría a grandes zancadas.
Dando un potente y ágil salto, pasó por encima de la chica y, al caer, le agarró el cuello con las piernas, forzándola a caer contra el suelo. Apoyando un brazo en el suelo, se incorporó y apretó las piernas.
No quiero ponerme desagradable.-dijo Seira-¡Dime dónde están las personas que habéis secuestrado!
. . .
Zira agarró el picaporte de una puerta. Lo dobló sigilosamente, entornó la puerta un mínimo y se asomó a la rendija. Era una sala con espejos, un saco de boxeo y varias chicas golpeándolo. Decidió pasar a la acción. Abrió bruscamente la puerta y se plantó ante las cuatro chicas que había dentro. Era más alta que cualquiera de ellas. Llevaba una camiseta negra ajustada con rayas de colores eléctricos y los hombros abombados con forma esférica. De cintura para abajo, una inmensa y pesada falda negra cubría todo su cuerpo, no dejando ver ni una parte de sus pies. Los colores de la falda estaban a juego con la camiseta. Llevaba las manos enguantadas con unos mitones rojos, azules y negros. Su pelo estaba recogido en dos coletas laterales y una muy alta en el medio, con extensiones y trenzas verdes, rojas, amarillas, azules y naranjas. Su boca estaba cubierta por una enorme máscara de gas de la que salían tres tubos con rejillas rojas.
Sabéis de sobra quién soy.-dijo Zira-No me parece nada bien que hayáis arruinado nuestro torneo con la ilusión y el esfuerzo que hemos puesto en él. Y lo que es aún peor… ¡sois unas secuestradoras! ¡Vais a pagar por lo que habéis hecho!
Las cuatro chicas se lanzaron a por la imponente cyberpunk, quien estampó a dos contra el techo lanzándolas hacia arriba con la fuerza de sus brazos. A la tercera la estampó contra el saco de una patada y le golpeó en el cuello con las puntas de los dedos, dejándola inconsciente. A la cuarta la empujó con las dos manos, rompiendo un espejo con su espalda.
Estamos muy enfadadas.-dijo Zira en tono amenazador-Todas. Más te vale hacer lo único que está en tus manos para contribuir al arreglo de lo que habéis armado: dime dónde tenéis a los rehenes y cómo podemos salir de aquí con ellos y de manera segura. No conocéis la ira de una mujer enamorada FURIOSA.
. . .
¡Ya está bien!-se oyó decir a una chica en el pasillo contiguo-¡Nos están invadiendo! ¡Las chicas están desperdigadas por el complejo! ¡Qué gran día para averiarse la videovigilancia!
Tiraron la puerta de una patada. Cinco chicas aparecieron y sorprendieron a una solitaria chica de melena rubia. Llevaba una camiseta escotada de tirantes de color azul, unos pantalones ajustados de color blanco y unas botas altas de tacón de color marrón rojizo.
Quitando el hecho de que íbamos a librar la final y que yo participaba en ella…-las saludó Nadia mirándolas con cara de asco-…habéis cometido graves crímenes. Lo sabéis, ¿verdad? Intento de homicidio, amenazas a civiles, secuestro… ¿de verdad pensáis salir impunes tras haber mostrado vuestra desfachatez delante de personas que llevan toda la vida luchando por llegar alto de manera justa?-se puso en guardia elegantemente-¡No podríais estar más equivocadas!
Las chicas se lanzaron a por Nadia. Una llevaba una porra eléctrica y, las otras, aturdidores.
Vuestros cacharros no me dan miedo.-dijo Nadia mientras esquivaba al tropel de chicas con ágiles piruetas.
Tras ella había una red de ordenadores en grandes mesas. Cogió una taza que había en una de las mesas y la lanzó contra el grupo de chicas. La de la porra eléctrica la golpeó en pleno vuelo, haciéndola añicos. Nadia silbó sarcásticamente ante la capacidad del arma. Arremetió decidida contra ellas. Con una cadena de llaves, las fue tumbando y castigando con un forzamiento articular una a una. A la última le propinó una patada en la cara y la tiró al suelo de un puñetazo en el estómago.
La sala de los rehenes.-dijo Nadia-¡Vamos! No sabes lo que es una corriente intensa si lo único que has tocado son esos juguetes…
. . .
¡Yiah!-gritó Seira.
Tiró de una patada a una de las chicas. Saltó hacia la otra y cayó, liberando, tras patear el suelo, una corriente de agua que la arrastró. Dos chicas más llegaron por el pasillo perpendicular, pero, de pronto, un fuerte viento las arrastró hasta estamparlas en una pared cercana.
¿Estás bien, Seira?-preguntó Saya corriendo hacia ella.
¡Saya!-se alegró Seira-¡Al parecer, tienen capturados a los chicos al final de este pasillo!
Yo también he logrado averiguarlo…-dijo la joven de tez morena-…periodismo de investigación.
¡FIRE PUNCH!-oyeron gritar a sus espaldas.
Se giraron y vieron a Scarlet golpear a una chica con el puño en llamas, lanzándola bien lejos.
¡EH, CHICAS!-gritó, contenta-¡Saya! ¡Seira! ¡Vamos por buen camino!
Una de las chicas uniformadas se levantó y sacó un aturdidor eléctrico. Antes de que ninguna pudiera reaccionar, una brillante esfera rosada la embistió, le saltó el arma y la dejó inconsciente.
¡Justo a tiempo!-exclamó Apsaras, apareciendo por unas escaleras cercanas.
Las cuatro se miraron y avanzaron por el pasillo. Se las habían ingeniado para que les dijeran el paradero de los rehenes. A sabiendas de que podría tratarse de una trampa, siguieron avanzando. No tardaron en encontrarse a Mirai y a Zira arrodilladas y jadeando en el suelo.
¡Zira!-exclamó Scarlet.
¡Mirai!-gritó Saya a la vez.
¿Estáis bien, chicas?-preguntó Seira mientras se acercaba a ellas-¿Qué ha pasado?
Ambas señalaron al frente mientras hacían acopio de fuerzas para levantarse. Un robot. Era de color azul metalizado con algunas partes plateadas. Tenía forma humana, una estatura cercana al metro ochenta y parecía muy pesado.
¡A por él!-gritaron Seira, Saya y Scarlet a la vez.
Antes de que pudieran golpear al robot, éste las lanzó por los aires con un brusco puñetazo. Apsaras era la única que quedaba de pie.
¡No te acerques!-exclamó Apsaras-¡Prakāśa Kī gēnda! (¡Bola de luz!)
Una esfera rosada impactó contra el chasis del robot, pero no pasó nada.
Se me ha ocurrido una idea…-dijo Zira mientras se levantaba-…pero vamos a tener que cooperar todas.
Somos todas oídos, supongo…-respondió Mirai, mientras se levantaba.
Si somos lo bastante rápidas y nos compenetramos bien…-comenzó a explicar Zira-…Apsaras, Saya, tú, Mirai, y yo podríamos mantener ocupada a esa bestia mientras Scarlet y Seira se concentran en calentar y enfriar un punto repetida y rápidamente…eso debilitará la carcasa y nos permitirá hacerle una mella.
¡Gran idea!-dijo Scarlet apretando el puño-¿Preparada, Seira?
Seira asintió. Apsaras, Saya, Mirai y Zira se lanzaron a por el robot. Saya lanzó un torbellino, Mirai lanzó un martillazo con una masa de oscuridad en sus manos, Apsaras lanzó una onda luminosa dibujándola con una mano y Zira lanzó una aguja de color verde eléctrico. El robot comenzó a recibir los impactos y, mientras le costaba moverse, Scarlet le golpeó con el puño en llamas en el pecho. Seguidamente, Seira le lanzó una patada que liberó agua. Repitieron el proceso varias veces. El pecho del robot se ponía al rojo y, acto seguido, se ennegrecía. Mientras las otras cuatro chicas corrían en círculos alrededor del robot y lanzaban ataques, Scarlet y Seira seguían concentrándose en el pecho, pero cometieron un error y el robot las pateó a las dos, enviándolas lejos de él. Las otras cuatro pararon en seco, lo cual le dio tiempo al robot a tirarlas a puñetazos. Magulladas y agotadas, las chicas jadeaban en el suelo.
¡No podemos caer aquí!-exclamó Mirai-¡Tenemos que continuar! ¡Por Kira! ¡POR TODOS!
Haciendo un sobreesfuerzo, se levantó de nuevo. Cargó oscuridad entre sus manos y lanzó una onda contra el robot, al cual le resbaló, literalmente, el impacto. Las demás comenzaron a levantarse y a lanzar ataques de nuevo.
¡Scarlet!-exclamó Seira-¿Y si nos concentramos para conseguir el calentamiento y el enfriamiento máximos en un solo golpe de cada una de nosotras?
Lo veo bien…-dijo Scarlet-…aumentará nuestras probabilidades de salir de ésta.
¿Quién es la más forzuda aquí?-preguntó Seira.
Pensaba que eras tú…-dijo Scarlet.
¡Es Kira!-respondió Apsaras mientras se esforzaba desesperadamente en atacar y esquivar al robot-¡Pero no está!
¡Tranquilas, chicas!-dijo Zira-La naturaleza me hizo grande para algo… ¿para qué necesitáis fuerza?
Scarlet y Seira se estaban concentrando. Sus auras, roja y azul, respectivamente, se intensificaron.
¡HOMURA PRIDE!-gritó Scarlet con rabia.
De su puño salió un enorme chorro de fuego que impactó contra el pecho del robot y se mantuvo unos segundos, poniéndolo al rojo vivo.
¡ÁGUA DA LUA!-gritó Seira estridentemente. (¡Agua de la Luna!)
Hizo una larga combinación de patadas cargadas de agua en el aire, liberando un ingente proyectil de ondas acuáticas que impactó sonoramente contra el robot, haciendo que saliera una gran cantidad de humo negro, quedando el pecho del robot deteriorado y reblandecido.
¡Para eso necesitamos la fuerza!-dijo Scarlet-¡Vamos, Zira! ¡Chicas, ayudadle a que se suba a ese trasto y le arranque el chasis!
Saya lanzó un tornado bastante grande, Apsaras convocó un pilar de luz y Mirai lanzó un chorro de oscuridad mientras Zira saltaba hacia el pecho del robot. Cargó sus manos con energía de color verde eléctrico, apresó a la máquina con sus piernas y le hundió las manos cargadas, atravesando el pecho. Haciendo fuerza hacia atrás y apoyando ahora las piernas en la carcasa pectoral, Zira tiró concienzudamente hasta arrancarle un trozo de chapa, saliendo disparada hacia atrás y revelando sus circuitos internos. Antes de que ninguna pudiera hacer el siguiente movimiento, un rayo azul, horizontal y oscilante impactó contra el robot, entrando dentro del agujero. La sobrecarga ocasionó su inmediata explosión, liberando una inmensa llamarada y una peligrosa lluvia de piezas incandescentes que todas pudieron esquivar in extremis.
Perdón por el retraso…-dijo Nadia-casi me cogen por el camino…
Las chicas dedujeron que ese rayo lo había lanzado ella. Se alegraron de estar las ocho juntas de nuevo.
Es hora de avanzar y rescatarlos a todos, ¿no creéis?-preguntó Nadia.
Se acabaron los juegos, chicas. -dijo una voz de mujer de un tono muy peculiar.
Miraron al frente. Una puerta se había abierto. Había una persona dispuesta a recibirlas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario