sábado, 24 de agosto de 2013

[WC] Episodio V: Revuelo

WORLDS COLLIDE
Episodio V · REVUELO

El amanecer del siguiente día fue totalmente caótico: radio, televisión, prensa escrita y prensa digital escupían continuamente el misterioso caso de un profesor encontrado muerto en el despacho de otro profesor en una universidad. El cadáver estaba siendo examinado. A su vez, el dueño del despacho estaba en comisaría, siendo interrogado. Rápidamente, en los calendarios de I+D del complejo universitario de Japón apareció una señal de bloqueo en el proyecto toxicológico del doctor Shiroi Kamiyama, indicando, pues, que la labor de investigación se hallaba en suspensión de actividad hasta nueva orden.
Perfecto.-dijo Freya con el móvil en una oreja-Lo estamos acorralando.
Sí.-le respondió Yamiyuki desde el otro lado-Un trabajo impecable, como es normal en ti.
Tenemos dos opciones: aprovechar que está acorralado para ir a por él o aprovechar que ha girado la cabeza para colarnos por donde no mira.-dijo Freya-Segunda opción, ¿no es así?
Sí.-respondió el chico-Si vamos a por él de golpe, nos encontraremos a una marabunta de esbirros y podríamos estar en serios problemas.
De acuerdo.-dijo Freya-Estoy leyendo el boletín científico en tiempo real. En la sección a la que sólo podemos acceder los investigadores homologados y acreditados, aparece la noticia de que Shiroi pasará dos días fuera del ámbito universitario, entre declaraciones, juicios, papeleo y demás mierda. Tenemos hoy y mañana para sacar jugo.
Mañana.-contestó el joven Yamiyuki-Shiroi siempre parte solo, pero vuelve acompañado. Si hoy no se han ido todos a su lado, mañana no quedarán apenas personas en sus dominios, la seguridad será menor y el riesgo de cabrearlo más de la cuenta se reducirá de manera notable.
Me parece bien.-concluyó la chica-Te tengo que dejar, entro a dar clase en un cuarto de hora. ¿Esta noche trabajas?
Sí.-dijo Yamiyuki-Voy a tocar en un bar de ambiente. Dicen que necesitan a un “mago del sintetizador” como yo.
Me pasaré, seguramente.-dijo Freya-Hoy me apetece trasnochar y allí sirven un agua con hielo de puta madre.
¿Estás de coña?-preguntó el chico.
En absoluto.-respondió la joven mujer-Los cubitos que ponen son de buena calidad, duraderos y muy bonitos. Refractan la luz que da puto gusto, y es precioso ver los colores de las luces estroboscópicas y los pétalos de rosa a su través.
Pues allí os veré al agua fría y a ti.-dijo Yamiyuki-Que se te dé bien la clase. No te deseo suerte porque nunca la has necesitado. Me voy a poner a hacer un trabajo y luego a estudiar lo que cogí de la biblioteca que me recomendaste. Hasta la noche, Freya.
Nos vemos.-Freya colgó.
Se puso una bata blanca encima de su ropa, agarró un par de libros enormes y una carpeta llena de papeles y se encaminó al aula, produciendo una resonancia en el pasillo por el sonido de sus elevados y duros tacones.
. . .
Sin mayor incidencia, la noche llegó. Después de todo un día trabajando en decenas de sitios, Freya, que se había visto obligada a cambiarse en los vestuarios de uno de los sitios donde trabajó, aparcó el coche frente al local llamado Hana. Le gustaba vivir como al resto: caminar, ir en coche, etc. pese a que podía perfectamente teletransportarse de un sitio a otro. Tras cerrar su ostentoso vehículo y guardarse la llave, se atusó la melena con las manos y se estiró la ropa, eliminando cualquier imperfección que pudiera haberse generado estando sentada. Como siempre, vestía totalmente de negro, con un corsé muy ajustado y que alzaba sobremanera sus senos, una falda corta con vuelo, botas altas hasta la mitad de los muslos con correas, hebillas y una elevadísima plataforma de brillante aleación chapada, brazaletes con púas, una gargantilla de la que colgaban cadenas hasta casi el pecho y un ostentoso, voluminoso y vaporoso faldón en arco que colgaba desde los laterales de sus caderas hasta el suelo, tapándole la parte trasera de las piernas, dibujando un arco parabólico que mostraba, detrás de su pelo, la parte descubierta de sus piernas. Abrió con decisión la puerta del local. El sitio parecía un reto a la visión humana, pues parecía que el consumidor estaba inmerso en una imagen tridimensional animada por ordenador. El juego de luces en escala de grises, junto con el mobiliario, estructura y decoración, en metales cuyos brillos se sumaban a los reflejos que sus superficies pulimentadas ofrecían, hacía que aquello pareciera una animación. En el techo y en las paredes había rayos de neón de colores, lámparas halógenas, luces estroboscópicas, juegos de iluminación LED y espejos que se combinaban formando abanicos de colores que bañaban dulcemente las imágenes que no paraban de transitar los muros, que eran pétalos de rosa holográficos de un rojo muy brillante y saturado. Entró y miró al techo, donde pendía una ostentosa y vanguardista cúpula donde siempre estaba el DJ poniendo su música. Allí estaba Yamiyuki, con unos enormes cascos, rodeado de cables y manipulando un enorme equipo electrónico de música, conjugando sintetizador, sampler, mesa de mezclas e incluso un ordenador portátil. Su música era característica y rica, muy en armonía con el local y, si bien estaba moviéndose todo el rato en la música electrónica, tenía la potestad de variar entre una rama y otra de dicho género sin perder ni un ápice de belleza.
¿Qué se te ofrece?-preguntó el camarero, un chico de la edad de Yamiyuki.
Agua con hielo.-pidió Freya-En vaso de tubo, a ser posible también helado.
¡Marchando!-dijo el chico con una hermosa sonrisa.
A los pocos segundos, Freya tenía ante ella lo que había pedido. Tomó un sorbo.
Me encanta esta agua.-dijo para sí.
Alzó el vaso y observó, con fruición, cómo se refractaban los pétalos y los rayos de luz. Se giró y enfocó a otro sitio para observar la iluminación distorsionada desde otra perspectiva hasta que, de pronto, lo que veía a través del vaso cambió a un color uniforme y parecido al de lo que podría ser la piel de una persona. Dejó el vaso sobre la barra y vio frente a ella a una chica bastante alta, menor que ella, no tan voluptuosa pero bastante bien dotada para lo que eran las mujeres de su edad, con una larga melena roja, ojos plateados y el más puro y floreciente cinismo cincelado en su rostro. Llevaba un chaquetón en leopardo rojo vino y negro que le tapaba hasta la mitad de los muslos, y unas botas negras altas. Su cabeza estaba adornada por una gorra militar negra que llevaba una calavera plateada en la parte frontal. De una de sus manos pendía una larga y robusta cadena que finalizaba en una gargantilla que rodeaba el cuello de un chico que parecía sufrir una grave anorexia, vestido de cuero negro, con correas, hebillas, cadenas y muy poca piel tapada. Su pelo era plateado y desordenado, y apenas se le veía la cara, sólo la boca. De inmediato, Freya infirió que iba a pasar algo con ellos.
¿Puedo ayudaros en algo?-les preguntó.
Oh, ya lo creo que puedes.-le espetó la chica-Un trío.
¿He oído bien?-Freya se ahuecó la melena y fingió sorpresa en su rostro.
Sí.-respondió la otra chica-Queremos montárnoslo contigo. O bueno…si está por ahí tu novio…un cuarteto.
¿Mi qué?-preguntó de nuevo Freya.
Tu novio, joder.-la pelirroja empezaba a ponerse nerviosa-Ese morenazo irresistible que tiene ese cuerpazo tan…
…follable.-respondió el chico por ella.
¡Cierra la boca, saco de pulgas!-le espetó la chica mientras le daba un rodillazo y tiraba de su cadena-¡Estamos hablando los humanos!
Je…-rió el extraño individuo.
No es mi novio.-respondió Freya secamente-Y ni él ni yo tenemos interés, ganas ni necesidad de participar en tal actividad. Buenas noches.
Se llevó su vaso de agua a la boca, pero la chica le dio un manotazo y salió expelido, rompiéndolo contra el suelo y derramando todo su contenido.
¡Eh, tía!-le gritó la pelirroja-¡No he dicho que tengas opción! ¡O lo hacemos por las buenas, o por las malas!
Freya se levantó del taburete, dejando ver la diferencia de altura que había entre ambas, de aproximadamente medio metro.
No me intimidas nada.-dijo la chica apretando los puños.
La joven de cabello azul agarró a su interlocutora del cuello y la levantó del suelo.
Escucha, niñata barriobajera.-dijo Freya con seriedad-He dicho que no. Paga el puto vaso y vete antes de que os mate a ese espantajo y a ti.
La presa de Freya se echó a reír.
¡Me parece que no!-chilló entre risotadas.
Sacó algo de su abrigo e hizo un ruido ensordecedor: un disparo. Llevaba un potente y peligroso revólver con el que acababa de disparar al techo. La música se detuvo, pues Yamiyuki había estado observando el panorama. Despavorido, el público comenzó a huir del local. Se formó un tapón en la salida, que hasta los camareros intentaban atravesar. La joven pelirroja aprovechó para lanzar una patada contra Freya y soltarse. Revólver en mano, rodó hacia atrás, agarró la cadena de su compañero y le apuntó a la cara.
Esta noche toca probar la necrofilia, supongo.-dijo la joven.
Entre los gritos de los consumidores, se oyó un cristal rompiéndose y una enorme bola de fuego cayó en una pared, incendiando un área considerable de ella. La multitud se puso seria y comenzó a salir ordenadamente sin dejar de chillar y suplicar por sus vidas. A los pocos segundos, se vieron solos.
Qué amables.-dijo la chica-Nos han dejado solos para poder utilizar este sitio de picadero.
No puedo creerme que estés organizando todo esto sólo porque te han dado largas.-le espetó Freya-¿Se puede ser más inmadura?
Cierra la puta boca.-la pelirroja comenzó a disparar.
Freya esquivó las balas ágilmente y con gracilidad, como si bailara.
Es inútil.-dijo la chica-No podrás darme.
¡Eso ya lo veremos!-dijo indignada la chica de cabello rojo.
Se guardó el revólver y sacó una metralleta con la que empezó a disparar. Freya se concentró, posicionó sus manos y…
¡Ice Wall!-exclamó.
Un enorme muro de hielo se irguió ante ella, interceptando todas las balas. Escuchó un golpe seco. Otro más. Y otro…y, finalmente, el muro se hizo añicos. Su contendiente llevaba una esfera maciza rodeada de pinchos que pendía de una cadena que no paraba de agitar.
Hora de ponerse serios.-dijo la chica-¡Itami, ataca!
Soltó la cadena y el chico de aspecto enfermizo comenzó a correr hacia Freya a cuatro patas mientras chillaba y se reía. Saltó y le lanzó una tremenda patada, pero la chica la bloqueó con un antebrazo y, acto seguido, lo retractó golpeándole en el pecho con la palma de la mano, tras lo cual dio un paso hacia delante y, girando sobre sí misma, lo pateó, alejándolo.
Tan inútil como tú o más.-le espetó Freya a la chica pelirroja.
¡Hija de puta!-exclamó la otra-¡Voy a matarte!
Su acompañante se levantó y volvió a abalanzarse hacia Freya, pero una oscura figura bajó del techo y lo interceptó. Fieramente, Yamiyuki agarró al otro chico, que parecía tener su edad, de los hombros, lo zarandeó enérgicamente y lo apartó con un fuerte puñetazo. Se había quitado los cascos y ya no estaba rodeado de cables. Llevaba una sudadera negra ajustada y fina de cuello vuelto, unos pantalones negros con cadenas, botas altas negras con hebillas de metal esmaltado en rosa y una larga gabardina de color violeta saturado con botones adornados en azabache y plata.
¿Es muy tarde para unirme a la fiesta?-preguntó el recién llegado.
Diría que no porque puedo con ellos utilizando un solo dedo.-dijo Freya-Pero, la verdad, no sé por qué has tardado tanto en bajar.
El portátil no lo tenía sólo para mezclar música.-dijo el chico dejando atrás la modestia que nunca tuvo-He estado fotografiando a estos individuos y buscando sus señas. Ibara Kasumidai e Itami Kirishima, al parecer con más antecedentes penales que nuestra acompañante de la noche anterior…
…esa zorra pulgosa…-malmetió Freya.
¿Dónde coño te has metido para saber nuestros nombres?-preguntó la chica-Bueno, sí, me llamo Ibara…ya sabes qué nombre gritar cuando te domine. ¡Itami, a ellos!
El chico volvió a levantarse y, juntos, se lanzaron de nuevo a por la pareja.
Te dejo al…perro…-dijo Freya-…porque sé que te da aprensión sacudirle a esta zorra. Además, le he cogido ganas. Dicen que nos quieren matar porque no nos interesa tener sexo en grupo con ellos.
Yamiyuki se echó a reír.
¡Par de IMBÉCILES!-gritó-¡Ven aquí, perrito! ¡Tengo un hueso que te va a encantar!
¡No lo rajes demasiado, que está buenísimo!-dijo Ibara mientras saltaba hacia Freya.
Itami sorprendió a Yamiyuki con su gran fuerza y lo estampó contra las mesas de una embestida. Mientras tanto, Freya bloqueaba con sus brazos el rodillazo aéreo que la chica le lanzaba.
¡Tu amigo está jodido!-gritó Ibara.
No tanto como el tuyo.-respondió Freya.
Agarró a Ibara de la pierna y, sin dejarla que aterrizase, le dio vueltas en el aire hasta soltarla súbitamente, estampándola contra una vitrina llena de licores. Acto seguido, corrió hacia ella, pero fue interrumpida porque algo cayó sobre ella: Itami le había lanzado a Yamiyuki de una coz.
¡CUIDADO CON EL PERRO, QUE MUERDE!-chilló Ibara excitada mientras corría sobre la barra para patearle la cara a Freya.
Que muerda ESTO.-gritó Yamiyuki.
El chico lanzó un enorme chorro de electricidad contra Itami, lanzándolo por los aires.
¡Buena!-exclamó Freya mientras intercambiaba golpes con Ibara.
¡Ya estoy harta!-exclamó Ibara.
Sacó un sable y comenzó a lanzar furiosas estocadas. Demostrando que no era la única hábil en ocultar armas, Freya paró el sable de Ibara con un tanto que acababa de sacar y, tras partir el arma de su contendiente, lanzó un tajo vertical que logró destrozar los botones del abrigo de la chica.
¡Vamos a acabar con esto!-gritó Itami-Vivos o muertos, esta noche les damos.
¡Tienes razón!-exclamó Ibara.
Sacó una pequeña barrita negra de su bolsillo. Girándola entre sus dedos, hizo que se alargara cada vez más y más hasta que se convirtió en un rígido y potente bastón con el que empezó a lanzar embates contra Freya, que tenía que esquivar continuamente sin importar la distancia, pues aquel palo parecía alargarse infinitamente. Mientras tanto, Itami saltó contra Yamiyuki, le rodeó el cuello con sus piernas y, dando una voltereta, lo intentó catapultar contra el suelo, pero Yamiyuki posó las palmas de sus manos en el suelo, frenando en seco la caída. Haciendo fuerza contra su oponente, se lo quitó de encima, lo agarró y lo sometió contra el suelo haciendo una estilosa y brutal presa.
¡O te estás quietecito o te rompo una puta pierna!-amenazó Yamiyuki-Señorita, por favor, si valora la vida de su pretendiente…
¡MIERDA!-chilló Ibara-Hasta aquí habéis llegado… ¡ésta no os la paso!
Con una potente voltereta, Ibara se colocó en el centro de la estancia, clavó su bastón en el techo y en el suelo y comenzó a girar agarrada a él como si realizara pasos de baile de barra. Al son de sus rítmicos movimientos, comenzaron a salir disparados de su entorno unos enormes y afiladas estacas de hielo. Con ágiles volteretas, Freya las fue esquivando, observando el devastador impacto que causaban: un enorme boquete y la zona circundante congelada. Sin soltar a Itami, Yamiyuki dejó salir de su mano una violenta y desordenada masa de fuego que fundió los proyectiles que se acercaban a él.
¡Esto no es todo!-gritó Ibara.
Las estacas de hielo dejaron de aparecer. Una enorme ventisca de nieve sacudió el interior del local. Todas las luces fueron arrancadas de cuajo, Freya fue arrastrada y Yamiyuki vio burlado su fuego, sucumbiendo también al arrecio de semejante sacudida. Itami aprovechó para levantarse y acercarse a su compañera.
¡Tiene una magia muy fuerte!-susurró Freya, que había caído cerca de Yamiyuki.
La magia es cosa tuya…-dijo Yamiyuki.
Tranquilo.-dijo Freya.
La chica se levantó, beligerante, y señaló a Ibara con un dedo.
¡Técnica especial del Combate Floral!-exclamó-¡Estrella Papilionácea!
Dibujó una estrella con forma de flor en el aire, de la cual salió disparada contra la chica una enorme ola energética, liberando una enorme explosión que la sacudió tanto a ella como a Itami. El abrigo de la chica quedó destrozado, quedando en sujetador, bragas y botas. Aprovechando que se había soltado del bastón y que éste se había reducido en longitud y había salido disparado, chasqueó los dedos, arrancando de la pared con una pequeña explosión mágica un enorme adorno con forma de cruz que salió volando hasta Ibara. Justo cuando se juntaron, Freya hizo aparecer una enorme mata de espinosos rosales que la ató a la cruz, la cual se quedó flotando ingrávida.
Éste es el trato:-expuso Freya-Tú, Itami o como te llames, te largas de aquí. Acto seguido, te seguirá tu chica y no volveréis a molestarnos. De lo contrario, os matamos aquí mismo a los dos.
Furioso, Itami sacó una enorme garra de su ropa, se la colocó en una mano y lanzó un fuerte arañazo contra Freya, pero Yamiyuki lo interceptó agarrándole el brazo y retorciéndole la muñeca, alzándole el brazo bien alto.
Un brazo machacado no es mejor que una pierna machacada.-dijo Yamiyuki-Sé un buen chico, ¿quieres?
Las ataduras de Ibara se apretaban cada vez más. Las espinas se clavaban en su piel y la hacían sangrar.
Nadie ha especificado la ausencia de veneno de estas ataduras.-dijo Freya-Estáis a tiempo.
Haz lo que dice…-susurró Ibara.
Pero…-dijo Itami.
¡MALDITA SEA, HAZLE CASO!-gritó Ibara-¿ACASO QUIERES QUE NOS MATEN?
El chico se encaminó a la salida del local.
Vaya…-dijo Yamiyuki-…el perro sabe andar.
Muérete.-susurró Itami en voz muy baja.
Después de usted.-dijo Yamiyuki con la voz bien alta.
Una vez Itami hubo cerrado tras de sí la puerta, Freya chasqueó los dedos e Ibara cayó al suelo. Los rosales comprimieron la cruz hasta hacerla añicos.
No intentes nada.-dijo Freya-Lárgate con tu novio y no volváis a molestarnos nunca más. La próxima vez no tendré piedad.
Volveremos.-dijo Ibara-¡OS VIOLAREMOS CONTRA TODAS Y CADA UNA DE LAS PAREDES DEL EDIFICIO MÁS INTRINCADO QUE ENCONTREMOS PARA ENCERRAROS!
Ya será menos.-dijo Freya-Largo.
Ibara se fue de allí, casi desnuda.
¿Por qué no los has matado?-preguntó Yamiyuki.
Porque tengo la sensación de que tienen algo que ver con el camino que hemos elegido llevar.-dijo Freya-Y porque no iba a ser tan fácil. Tú no lo puedes ver porque no sientes la magia, pero yo sí…y te digo que ese par ocultaba algo. Ya no hay mucho más que hacer aquí…para una noche que salgo de fiesta, me la tienen que joder. Vámonos…mañana toca meter las narices en la zorrera de Kamiyama.
Yamiyuki asintió. Abandonaron el local, que había quedado destrozado por la feroz tormenta de nieve.

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