martes, 27 de agosto de 2013

[WC] Episodio XIX: Acercamiento

WORLDS COLLIDE
Episodio XIX · ACERCAMIENTO

En un breve lapso de tiempo, unos dos días, Yurika se reunió con Freya y Yamiyuki en un sitio donde pudieron hablar sin interrupciones. Largas fueron las horas de conversación, pues Freya sometió a Yurika a todo tipo de preguntas sobre el libro, su fenomenología y su contexto, mientras tomaba notas. Finalmente, concertaron una fecha en la que, durante la noche, Yurika esperaría despierta por la noche y entraría con Freya, quien iría infiltrada, en la biblioteca para ver el libro directamente.
Llevamos mucho tiempo sin salir por la noche.-le comentó Yamiyuki a Freya por el móvil la mañana del día concretado-Tómate lo de hoy como una excepción. A todo hay que sacarle el lado divertido, ¿no crees?
Seguro que me divierto.-respondió Freya-Los misterios mágicos son un manjar. He estado mirando en libros sobre el objeto y parece que estamos ante otra entidad apócrifa, para variar. Me he hecho una ligera idea de lo que puede ser, pero esta noche lo veré con mis propios ojos.
Suerte.-dijo Yamiyuki-Sintiéndolo mucho, hoy no vamos a poder vernos, tengo dos exámenes y tres entrenamientos.
Descuida.-le respondió Freya-Yo voy a estar todo el día trabajando, así que demos lo mejor de nosotros para rendir bien hoy. Ya que no va a poder ser en este día, necesito que nos reunamos cualquier otro para hablar sobre Aquanika.
¿Sobre Aquanika?-Yamiyuki aguzó el oído-¿Ha pasado algo con ella?
Ya sé cómo llegó hasta Metallurgy antes que nosotros.-respondió Freya-Estaba en la cafetería aquella noche…
¿En serio?-preguntó Yamiyuki-Es cierto que es una gran maestra del camuflaje y la ocultación…quién lo habría imaginado…y, ¿cómo has descubierto tal cosa?
Lo siento, pero esta maga no te puede revelar ese truco…-respondió Freya.
¿Es una forma de hablar o has utilizado la magia?-preguntó el chico.
Interprétalo como desees.-respondió la joven sin darle mayor importancia.
Y, ¿qué es exactamente lo que quieres hablar con respecto a ella?-inquirió Yamiyuki.
Nada grave, no te preocupes.-dijo Freya-Lo hablaremos mañana…o cuando podamos. Te tengo que dejar, entro a dar clase en cero coma.
De acuerdo, Freya.-Yamiyuki no quiso insistir-Hasta mañana, supongo.
Hasta mañana.-Freya colgó.
. . .
Finalmente, tras mucho trabajo, estudio y esfuerzo, la noche llegó. Los jardines de la universidad privada de Yurika yacían tranquilos y serenos bajo la luz lunar. De vez en cuando, leves vientos sacudían suavemente las ramas de los árboles y las flores que poblaban el suelo. A pesar de que no había rosas, se veían pétalos rojos surcar los cielos, arrastrados por el gentil viento…
Ya estamos aquí.-susurró Freya entre el ramaje del árbol más alto.
Oteó su alrededor. En una de las alas residenciales, vislumbró una suave luz. Aguzó la vista y vio que la ventana estaba entreabierta.
Buenas noches, Yurika.-saludó mientras cerraba la ventana tras de sí, dentro del dormitorio de la chica.
¡Joder!-susurró Yurika-¡Qué susto! Me has pillado de espaldas…
Yurika se quedó mirando a la recién llegada. Iba embutida en un traje negro de espionaje con botas de seguridad, tal y como cuando se infiltró en los laboratorios de Shiroi.
Un guerrero ha de saber mantenerse en guardia cada segundo de su vida.-replicó Freya.
No sin curiosidad, Freya observó el dormitorio. Tenía varias ménsulas llenas de libros colgadas de las paredes, un gigantesco escritorio perfectamente organizado, una cama de matrimonio con dosel, un armario ropero enorme, un pequeño sofá, algunas sillas, un mueble con un televisor, un gigantesco aparador y baño propio. Observó a la dueña de aquel lujoso dormitorio: iba vestida con una falda negra de tablas llena de flecos rosas plumosos, botas negras metalizadas con recubrimientos a juego con la falda, fundas de campana desde el codo hasta la muñeca, también negras y ribeteadas en rosa, una blusa de color rosa muy saturado, un chaleco negro ajustado con la cremallera medio abierta y, encima, una toga ajustada sin mangas, también negra y con los bordes rosas. Llevaba el pelo liso y unas mechas postizas negras y rosas muy ostentosas y algo cardadas que ensanchaban su ya de por sí opulenta melena y le daban más vigor.
Muy visual.-observó Freya-¿Te pones tan guapa siempre que te enfrentas al libro?
Siempre me arreglo.-respondió Yurika-Tenga que hacer lo que tenga que hacer.
Bien pensado. Me gusta tu estilo.-concluyó Freya-¿Vamos a la biblioteca ya?
Sí.-dijo Yurika-Sígueme, te llevaré por el camino más seguro para que no nos pillen.
¿No tenéis cámaras de vigilancia?-preguntó Freya antes de salir del cuarto.
Dímelo tú.-respondió Yurika con una mirada de complicidad.
A montones.-respondió la chica de cabello azul con una sonrisa-Pero son fáciles de burlar.
Premio.-dijo Yurika-Apaga la luz cuando salgas. ¿Has venido armada?
Vivo armada.-respondió Freya.
Apagó la poca luz que había en el cuarto y cerró la puerta tras de sí. Yurika se acercó para echar la llave y, acto seguido, se escabulleron juntas. No tardaron en salir del ala. Una vez en el jardín exterior, corrieron con sigilo hacia la biblioteca.
Está por aquí…-indicó Yurika una vez terminaron de subir tres tramos de escaleras.
¿Tengo tu garantía de que no me voy a ver mezclada con tu gente?-preguntó Freya con severidad.
Total y absoluta.-dijo Yurika-Esta noche ya hemos terminado la expedición, y todos se han ido a acostar. Por eso te dije que quedásemos a esta hora tan intempestiva.
Perfecto.-dijo Freya.
No obstante, creo que sería más preocupante que “mi gente” se viera involucrada contigo.-dijo Yurika-Por ellos, más que nada…
Es una de las muchas razones por las que te he hecho esa pregunta.-dijo Freya-Lo tengo todo controlado.
Yurika asintió con la cabeza y se acercó a una de las estanterías. Tras escarbar entre algunos libros, sacó  un pequeño pero ancho libro de cubierta negra y dura con ribetes anaranjados.
Es éste…-dijo Yurika.
¿Puedo?-Freya extendió una mano.
Yurika le dejó el libro. Al quedar totalmente en contacto con las enguantadas manos de Freya, el libro emitió chispas negras de aspecto bastante intenso.
Qué juguetón…-comentó Freya-…intenta hacerme cosquillas.
¿No te afecta?-preguntó Yurika sorprendida.
Me han lanzado descargas infinitamente más fuertes.-dijo la chica.
Colocó el libro sobre una mesa y trató de abrirlo, pero notó oposición.
No quiere que lo abra…-observó Freya.
No intentes forzarlo.-dijo Yurika-Este libro no entiende de brazos fuertes…
¿Quién ha dicho que sea la de mis brazos la fuerza que vaya a emplear?-preguntó Freya-O, mejor dicho, ¿por qué das por supuesto que voy a valerme de fuerza existiendo algo mejor como la maña?
La chica abrió el libro con total facilidad. Las páginas estaban en blanco.
¿A vosotros también os aparecen las páginas en blanco?-preguntó Freya.
Sí.-respondió Yurika-Ahora viene la parte en la que nos absorbe.
Según comentaste, se queda abierto aquí encima y aspira a quien se acerque…-dijo Freya.
Sí, así es.-contestó Yurika.
No me interesa que ese factor tenga una probabilidad de modificar mis planes para esta noche mayor que cero.-dijo Freya mientras chasqueaba los dedos.
Yurika observó cómo una semiesfera negra translúcida se cerraba alrededor de la mesa en la que estaban. Al terminar de construirse, se volvió invisible.
Nadie podrá acercarse.-dijo Freya-¿Tenemos que meter primero la cabeza o nos invita a entrar cortésmente?
Nos va a introducir ya.-dijo Yurika señalando con el dedo.
Freya vio cómo el libro comenzaba a brillar. Una corriente de rayos negros comenzó a fluir desde la nada hacia el interior del libro, absorbiendo a ambas chicas.
. . .
Aparecieron en el interior de una mazmorra, encerradas a cal y canto en una enorme y lóbrega celda.
¿En el último capítulo os atraparon los malos?-preguntó Freya.
Salimos de aquí hace nueve noches…-dijo Yurika en voz alta-… ¿por qué hemos vuelto?
Tal vez es porque estoy yo.-dijo Freya-Me estoy embebiendo de la naturaleza mágica y fenomenológica de este artilugio. Una noche de esto será suficiente para elaborar mis pesquisas con corrección.
¿Estás segura de que un experimento de campo tal como éste es lo mejor que puedes hacer?-preguntó Yurika.
¿Te estás preocupando por mí?-Freya respondió con otra pregunta-Sé defenderme. Cuento con tu ayuda, y tú con la mía. Además, como mejor se aprenden las reglas de un juego es jugando. Tampoco tengo pensado venir todas las noches…sólo espero descubrir algo.
¿Algo como qué?-preguntó Yurika.
Cualquier cosa, por nimia que sea, que me permita esclarecer mis hipótesis sobre qué es todo esto.-dijo Freya-Creo que la teoría ya la llevamos muy avanzada en lo que va de semana, ¿te parece si pasamos a la práctica?
Yurika asintió con la cabeza.
Lo primero que tenemos que hacer es salir de aquí.-dijo Yurika-Recuerdo que hicimos…
Escuchó un fuerte golpe. Se giró y vio un enorme boquete en los barrotes de la celda.
Hecho.-dijo Freya crujiéndose los nudillos-¿Izquierda o derecha?
¡No tenías que haber hecho eso!-exclamó Yurika-¡Has alertado a los guardias!
Que vengan.-dijo Freya-Eso es lo que quiero.
Los pasillos se llenaron de sombrías figuras con raídas capas de colores pardos. Armados con arcos, comenzaron a disparar hacia las chicas.
¡No!-gritó Yurika.
De sus manos salió una gran bola de fuego que impactó contra una de las figuras, dejándola vencida en el suelo.
No sabía que supieras hacer tales cosas…-dijo Freya-… ¡me gusta!
Freya esquivó las flechas una tras otra mientras se acercaba a un puñado de aquellos guardias. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lanzó una tremenda patada contra el pecho de uno, seguida de otra que iba dirigida al más cercano al que acababa de golpear. Sin darles tiempo a tensar sus arcos, los fue abatiendo a golpes, con fieros puñetazos y ágiles patadas. Mientras los golpeaba, observaba que sus cuerpos eran bastante uniformes, todos altos y delgados, con aspecto misterioso y sin indicios que permitieran discernir si se trataba de hombres o mujeres. Tras dejarlos a todos en el suelo, agarró a uno y le quitó la capucha. No tenía piel…ni cuerpo. Era una violácea masa de oscuridad con dos puntos dorados a modo de ojos y una melena de color gris oscuro, con orejas puntiagudas.
Tengo un par de preguntas que hacerte.-dijo Freya.
Por su parte, Yurika estaba combatiendo a los que quedaban en la otra mitad del pasillo. Saltó y lanzó una enorme burbuja de agua contra uno de ellos, tirándolo al suelo. Acto seguido, comenzó a lanzar patadas una tras otra. Ya que Freya pensaba interrogarlos, intentaba noquearlos sin matarlos, pero decidió inutilizar totalmente a unos cuantos para evitar posibles remontadas. Cuando apenas quedaban diez, convirtió una de sus piernas en una motosierra y los cortó por la mitad de dos en dos con vigorosas patadas cortantes.
¿Tú tampoco quieres colaborar?-oyó a Freya-¡Peor para ti!
Se giró a mirarla. Vio cómo le crujía el cuello con un leve movimiento. Tanto su compañera como ella observaban que, cuando aquellas criaturas “morían”, su cuerpo se desvanecía, quedando sus ropas y armas en el suelo.
¡Si seguimos así, se levantarán todos y nos retendrán!-advirtió Yurika-¡El tiempo corre igual aquí dentro que fuera! Si no nos damos prisa, amanecerá y estaremos en problemas. Es más, creo que estas cosas no hablan…
¿Dónde está la persona, cosa o raza inteligente más cercana?-preguntó Freya.
El carcelero habla.-dijo Yurika-Pero tiene muy mal carácter.
¿Dónde está?-preguntó Freya mientras remataba a patadas y pisotones a los guardias desmayados-Quiero hacerle unas preguntas.
Con el jaleo que estamos armando, creo que vendrá él solo.-respondió Yurika.
Escucharon un temblor. Acto seguido, unos pasos de gigante comenzaron a sacudir la estancia, oyéndose cada vez más cercanos.
Bingo.-dijo Yurika.
¿Ése es el carcelero?-preguntó Freya-Voy a ponerme guapa para él.
El cuerpo de Freya se iluminó. Sus ropas comenzaron a cambiar. Cuando finalmente cesó el resplandor, la chica se encontraba ataviada con un corsé negro y plateado de armadura, una larga y vaporosa falda semitransparente que le caía por la parte de atrás de las piernas, botas negras altas con redoble blanco y medallones plateados y guantes largos a juego, así como un elegante manto negro con hilos plateados y flecos blancos en los hombros. Su cabeza estaba rodeada por una fina cadena de plata en cuyo centro había una joya cuadrada que reposaba sobre su frente.
¿Qué demonios has hecho?-preguntó Yurika.
Cambiarme de ropa.-dijo Freya-Me gusta llevar uniformes acordes a lo que vaya a hacer en cada momento…como las muñecas, pero con la salvedad de que éstos tienen propiedades que propician lo que quiera hacer con ellos. Una larga historia…
Mejor me la cuentas luego.-Yurika apretó los puños-¡Aquí viene!
La pared que tenían más cerca saltó en pedazos. Freya se sorprendió: ¿aquella cosa hacía tanto ruido? Era mucho más grande que los que habían visto, estaba cubierto por una armadura negra que impedía ver si era una figura de oscuridad u otro tipo de ser, llevaba una capa negra y armas enfundadas. Brillaba emitiendo un aura morada. Sus pies resonaban cada vez que avanzaba, pero no parecía torpe ni lento, aunque sí extremadamente pesado, demasiado para su tamaño. Era grande, mucho más alto que Yurika, pero un poco menos que Freya.
¡Buenas noches!-exclamó Freya con una cordial sonrisa-Me han dicho que es usted el señor carcelero. ¡Qué agradable coincidencia! Estaba deseando hacerle una serie de preguntas…
¡SILENCIO, PRISIONERA!-exclamó el recién llegado-Has roto las puertas de una celda de castigo… ¡serás ejecutada por ello!
Ya.-dijo Freya sacudiéndose el pelo-Ven a consumar tus palabras si tienes lo que hay que tener.
¡Freya, no lo provoques!-exclamó Yurika mientras corría hacia su compañera-¡No es nada que hayas podido ver ant…AAAAAAAARGH!
Mientras intentaba acercarse a Freya, Yurika recibió un manotazo del carcelero en el estómago con una fuerza tal que salió expelida y chocó con un muro.
Ya has visto de lo que es capaz…-dijo Yurika mientras hacía ademán de levantarse-…casi morimos cuando huimos de él la otra vez…
Te recuerdo, pequeña.-dijo el carcelero-Esta vez no tendrás la misma suerte. Tú y tu amiga seréis pasto de las ratas.
¿Suerte?-preguntó Freya-¡Eso es para pardillos! ¡La habilidad es la suerte convertida en hábito! Y, créeme… ¡somos gente hábil!
Me gusta tu humor, pequeña…-dijo el carcelero-…lástima que tenga que acallarlo dándote muerte.
¡Freya, apártate!-exclamó Yurika lanzando una bola de fuego.
El hombre…o lo que fuera aquel ser…agarró la bola con una mano y la estrujó, provocando su explosión, sin recibir daño alguno.
¿Sólo sabes hacer eso?-preguntó-¿No has aprendido nada desde la vez que los dioses te dieron suerte para escapar de mis dominios?
La magia no es lo mío…-dijo Yurika con rabia-…sobre todo cuando me vi obligada a formar parte de su truculento mundo sin tener oportunidad de opinar o elegir. Créeme, si hubiera aprendido algo mucho mejor, no habría tardado en borrarte del mapa con ello…
El carcelero se echó a reír. El eco de su feroz risotada hizo resonar toda la zona.
Chicos, estoy aquí.-dijo Freya-Como te decía, amigo, quiero hablar contigo.
Habla después de que te mate.-dijo el carcelero soltando una risotada.
Habrá que hacerlo por las malas…-respondió Freya apuntando al horizonte con la palma de su mano izquierda.
Se abrió un agujero de oscuridad en el suelo del que salió un enorme bastón negro con una punta enjoyada en forma de rosa roja de la que colgaban cadenas de brillantes joyas de color verde que simulaban ramas espinosas de rosal. La chica asió el arma con firmeza y el agujero se cerró.

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