lunes, 26 de agosto de 2013

[WC] Episodio XV: Noche de fiesta

WORLDS COLLIDE
Episodio XV · NOCHE DE FIESTA

Un cóctel de bienvenida. Barra libre para todos los invitados. Aperitivos y bebidas de todas las clases, dulces y salados, con y sin alcohol. Música variada. Un gran salón. Multitud de invitados, todos con sus mejores galas. Bailes y conversaciones animadas y risueñas. Muchos de los mejores científicos del país estaban allí reunidos, hablando de sus investigaciones, su visión de futuro y demás líneas de conversación bañadas en un árido lenguaje técnico. Rompiendo el mito de que el genio científico es alguien tímido, una rata de biblioteca que no sabe estar en sociedad, aquellas mentes brillantes, combinando en su mayoría belleza, porte e inteligencia, se relacionaban y disfrutaban de la amena y movida noche. Si bien no era necesario ser un anciano para llegar a un nivel intelectual lo suficientemente alto para tener derecho a estar en esa fiesta, la mayoría de los asistentes tenían una edad, no necesariamente eran mayores, tal vez oscilaban, en su mayoría, entre los 32 y los 55 años, por lo que fue objeto de miradas y especulaciones la presencia de una persona excepcionalmente joven. No sólo su edad era lo que llamaba la atención, pues nadie apostaba por que tuviese mucho más de 20 años, sino también su físico rompedor, sus desproporcionados segmentos corporales y su vestimenta. Era imposible no fijarse en ella, pues vestía de un blanco tan brillante y puro que atraía las miradas. Llevaba un vestido muy apretado de cintura para arriba, con un modesto escote redondo y sin mangas. De cintura para abajo, se ensanchaba bruscamente y caía lacio y vaporoso hasta casi sus pies, que iban montados sobre dos gruesísimos tacos de brillante metal pulido por los que circulaban unas finas bandas que sujetaban el pie a modo de sandalias. Sus ojos eran de un llamativo color azul, y su larguísima melena, también blanca, caía por su espalda, ennobleciendo aún más el vestido. El tamaño de sus curvas y el color de su piel, gris, terminaban de convertir a aquella chica en el centro de la fiesta.
Señorita…-dijo un hombre con un elegante traje azul-… ¿me concede este baile?
No sé bailar.-le respondió Metallurgy con una sincera y candorosa sonrisa.
¡Jajajaja!-rió el hombre-¡Qué chica tan graciosa!
No pretendía serlo.-Metallurgy lo miró con extrañeza-No sé bailar.
Permítame enseñarle…-se ofreció el hombre tendiéndole una mano.
No puedo…-dijo Metallurgy-…tengo que… ¡AAAAAAAAH!
Tras chillar, se acercó a un camarero que llevaba una enorme bandeja.
¿Eso son croquetas?-preguntó, emocionada.
Sí, señorita.-respondió educadamente el camarero-Croquetas de…
¡GRACIAS!-exclamó Metallurgy cogiendo un puñado de la bandeja.
Se comió las croquetas una detrás de otra.
¿Qué pasa?-le preguntó al hombre del traje azul, que seguía pegado a ella-¿Tengo migas en los labios?
Eh…-el hombre se tiró de la corbata, exasperado-…sí…
Metallurgy le dio la espalda y se acercó a un servilletero, donde tomó una servilleta desechable para limpiarse. Miró a su alrededor. Todo iba según lo planeado: sensores, escuchas, micrófonos, grabadoras, cámaras…todos ellos automatizados, controlados, ocultados y puestos a punto por un robot. Recaudaría toda la información que le fuera posible. Estaba tensa y preocupada por hacer las cosas lo mejor posible, pero, a la vez, deseaba disfrutar de la noche, así que se acercó a un camarero que llevaba unos coloridos licores en copas altas.
¿Llevan alcohol?-preguntó.
Sí, pero en poca cantidad…-respondió el camarero.
¿No tenéis nada sin alcohol?-Metallurgy se llevó un dedo a la boca.
Sí, mi compañera de ahí lleva en una bandeja varios licores sin alcohol.-respondió el camarero.
¡Gracias!-exclamó Metallurgy.
Se encaminó hacia la hermosa joven que llevaba la bandeja de los licores, pero, por el camino, vio a una figura muy familiar: Shiroi Kamiyama estaba ahí, sentado en un sofá con forma de arco, bebiendo de una copa de lo que parecía ser cava y rodeado de hermosas mujeres y varios hombres de cabello entrecano.
Tranquila…-pensó Metallurgy para sí-…soy una invitada como él, y no creo que quiera liarla en casa ajena. O eso quiero pensar, porque llevaría las de perder…
Siguió acercándose a la camarera. Le pareció que los ojos de Shiroi buscaban los suyos…pero se quitó la idea de la cabeza. Tomó una copa de un licor de un agradable y lustroso color marrón: se trataba de licor de avellana sin alcohol, uno de sus favoritos. Tomó un sorbo. Estaba dulce y era muy refrescante, lo cual la tranquilizó.
¿Señorita?-oyó una voz masculina.
Un hombre con traje granate y camisa negra se acercó a ella. Era bastante menos guapo que el anterior, pero tendrían que tener la misma edad…la suficiente como para ser su padre, por lo menos. Le dirigió la mirada.
Soy el doctor Tadayoshi Himura, de Física Nuclear.-le tendió la mano-¿Y usted?
No sé bailar.-respondió, y se alejó bebiendo de su copa.
La jovenzuela se hace de rogar.-oyó a sus espaldas-¡Una lástima, con lo buena que está!
¡Yo pienso lo mismo!-respondió Metallurgy con una sonrisa de oreja a oreja mientras se pegaba a la espalda del hombre que se le acababa de presentar.
¿Di…disculpe?-tartamudeó el doctor Himura.
Que no sepa bailar no quiere decir que esté sorda, ¿no se ha parado a pensarlo?-le preguntó con una amplia e inocente sonrisa-¡Tiene usted un muy buen gusto, yo pienso lo mismo!
Va…va…vaya…-siguió tartamudeando.
¡Está muy buena!-exclamó Metallurgy-¡Esa pasta de ciruelas saladas está riquísima! Sí, la que lleva esa camarera de ahí.
Se volvió a alejar, dejando a Tadayoshi Himura titubeando y balbuceando: no iba con ella el tema de gritarle a la gente o discutir.
¿Espera a alguien, señorita?-le preguntó un tercer hombre, ataviado con un traje negro.
¡A mi novio!-exclamó Metallurgy con una empalagosa sonrisa-¡Es un cielo de persona! Estoy tan enamorada…sólo la ciencia ha conseguido enamorarme más que él.
El hombre asintió con una sonrisa y se alejó cabizbajo.
¡Oh!-exclamó Metallurgy tirando de la manga del hombre-¡Ahí está!
Me…-dijo el hombre-…me alegro. Pásenlo bien.
A la sala del cóctel entró un hombre de gran estatura, incluso más alto que Metallurgy, que era la más alta de la sala hasta ese momento. Lucía un traje blanco con rayas negras, una camisa negra, corbata plateada, zapatos blancos, guantes plateados y un sombrero blanco con una cinta negra. Su cabello era blanco, su corte puntiagudo le tapaba el cuello y sus ojos eran anaranjados. Tenía la piel muy pálida.
¡Cariño!-exclamó Metallurgy-¿Por qué has tardado tanto?
El hombre corrió hacia Metallurgy, la tomó en brazos y la levantó del suelo mientras le daba vueltas.
¡AH!-chilló Metallurgy-¡JAJAJAJAJAJA!
Con ello, terminó de ser el centro de atención. Tras bajarla, el chico le tendió la mano a Metallurgy y comenzaron a bailar muy pegados, con suma elegancia, acompañados por la canción que acababa de empezar a sonar.
¡Me dijo que no sabía bailar!-oyó quejarse al tipo del traje azul.
¡Qué calladito se lo tenía!-exclamó, irritado, el del traje rojo.
Por lo menos, conmigo tuvo la decencia de decirme que tenía pareja…-comentó el del traje negro, que estaba con los otros dos bebiendo una copa ligera en la barra.
Mientras bailaba, Metallurgy realizaba, de manera remota, lecturas de datos. Todo iba según lo planeado. El edificio entero estaba escupiéndole sus más íntimos secretos. Continuó bailando, abrazada al que parecía ser el hombre de su vida. Escuchó lo que parecía ser un chasquido de dedos, pero no le dio más importancia, pues supuso que era cosa de la música. Entre los giros del baile, oteaba la sala. Al cuarto giro, observó que se había reducido notablemente la cantidad de personas en aquella enorme sala de baile. ¿Estaría pasando algo?
De repente, el chico se paró y apretó las manos de Metallurgy.
¿Ocurre algo…-preguntó Metallurgy guiñándole un ojo-…cariño?
Notó algo en su espalda. La estaban tocando…sí, tenía una mano en el hombro y otra en la espalda.
¿Metallurgy Watanabe?-oyó que preguntó una voz femenina detrás de ella.
La sonrisa de la joven de cabello blanco desapareció. Se puso completamente seria y alerta. Miró hacia su izquierda, observando el reflejo de la imagen en una ventana que daba a un amplio balcón. Por lo poco que podía ver, se trataba de una mujer ataviada con ropas oscuras. Era casi tan alta como ella y tenía una complexión muy voluptuosa. Por un momento temió que se tratase de Aquanika Vinokourov, pero lo descartó, pues la voz no se parecía y, además, por lo que la imagen le revelaba, el cabello de esa mujer no era rosa, sino rojo. En ese instante, su cara se encalló en una expresión de sorpresa. ¡Había visto a esa mujer en algún lado! ¡No podía ser! O el mundo era demasiado pequeño o…alguien sabía algo.
En cuestión de segundos, la extraña individua le hizo una llave. Ante su falta de técnica, sus brazos quedaron a su merced, siendo víctima de un lanzamiento brutal que acabó tirándola contra el suelo. Los asistentes del cóctel se aglomeraron, expectantes y asustados. Metallurgy hizo por levantarse mientras su chico la ayudaba. La miró a la cara: llevaba una boina negra, el cabello, rojo como el rubí, recogido en un apretado moño y dos mechones que le colgaban por el frente. Sus plateados ojos se clavaban en ella. Llevaba una chaqueta negra y gris de leopardo, larga y cerrada, con un sujetador deportivo negro debajo y una minifalda. Calzaba botas militares y llevaba medias negras. Sus manos, enguantadas en mitones negros, se posaban sobre sus dilatadas caderas mientras sus prietos senos apuntaban hacia ella como sus ojos.
Qué agradable sorpresa…-dijo-…oh, qué poca educación, puedes llamarme…
…Ibara Kasumidai.-dijo Metallurgy con seriedad mientras se levantaba-¿No es así?
Veo que vienes con los deberes hechos…-sonrió Ibara, irguiéndose.
Ésta es una fiesta privada para científicos.-dijo Metallurgy con seriedad-Por favor, abandona la sala. Eres demasiado joven para ser una científica profesional y tu conducta es inadecuada.
Ibara se puso en guardia.
¿Acaso lo tuyo está bien?-preguntó Ibara-Vas provocando a todos los hombres del evento…y, según fuentes, estás metiendo las narices donde no te llaman.
Por favor.-le instó Metallurgy-Nos está viendo y oyendo todo el mundo, y no sé de qué me estás hablando. No provoco a nadie, no tengo la culpa de que todos se me acerquen.
En cualquier caso…-dijo Ibara-…sí, soy joven, pero estoy aquí bajo autorización. Soy…personal de seguridad…y he visto que estás haciendo…cosas inadecuadas… ¡ZORRA!
La fiera joven se lanzó contra Metallurgy y la estocó con una brutal patada que ésta paró con su antebrazo.
¡No es el momento ni es el lugar!-exclamó Metallurgy.
¡Defiéndete si quieres salir de una pieza de ésta, COBARDE!-chilló Ibara mientras giraba sobre sí misma lanzando una patada tras otra.
Metallurgy aprovechó la cuasi infinita y totalmente desconocida por todos dureza de su piel para bloquear los golpes con sus brazos sin necesidad de esforzarse mucho.
¡Tú lo has querido!-exclamó Ibara.
La chica sacó una barrita negra de su escote. Al agarrarla con una mano, se alargó hasta adquirir la longitud de una pértiga. No conforme con ello, la puso en vertical y la extendió hasta atravesar el suelo y el techo. Desde esta posición, se subió al palo como si fuera una barra americana, giró sobre sí misma e hizo una obscena pose, liberando una ingente bola de fuego dirigida hacia la otra chica. El público huyó despavorido, entre chillidos, quejas y preguntas sin sentido, despejando la enorme sala del cóctel en cuestión de segundos. Sólo el chico del traje blanco permaneció quieto.
Por fin se han ido…-dijo Metallurgy deshaciendo la bola de fuego con sus manos-…ya puedo combatirte sin miedo a herir a nadie.
¿Qué eres?-preguntó Ibara mientras replegaba su bastón-¿Ignífuga?
Soy Metallurgy Watanabe, tú misma lo has dicho.-dijo con sequedad la otra joven.
Metallurgy se lanzó contra Ibara y le lanzó un brutal puñetazo directo.
¡Qué poca técnica!-se jactó Ibara, poniéndose en pose de bloqueo.
Se tambaleó y perdió el equilibrio, cayendo al suelo: la ingente fuerza con la que había sido golpeada deshizo su eficiente postura de bloqueo.
¿Por qué estás aquí?-preguntó Metallurgy-¿Cómo sabes quién soy?
Yo podría preguntar lo mismo…-dijo Ibara mientras introducía su mano en su falda.
Estoy aquí porque me han invitado a la fiesta.-dijo Metallurgy-Y sé quién eres porque…
…te lo han contado Freya y Yamiyuki Kuroi, ¿no es así?-preguntó Ibara-¿Crees que te vas a salir con la tuya, maldita zorra entrometida? ¿Crees que por tener las manos tan blancas en medio de la negrura de esos dos vas a pasar desapercibida? ¿Crees de verdad que vas a salir de aquí con todos los datos que has pirateado? He visto todo lo que has montado.
No podrás desactivarlo.-sonrió Metallurgy.
Me jode admitirlo…-dijo Ibara mientras seguía rebuscando entre sus piernas-…pero llevas razón. Es jodidamente difícil. No obstante, de nada servirá tu pirateo si mueres aquí. Podremos dejarlo de adorno, ya que los datos y todo lo demás no saldrán a ninguna parte.
No moriré aquí.-dijo Metallurgy apretando los puños.
¡Eso es lo que tú te crees!-le espetó Ibara, sacando definitivamente un silbato de su falda-¡Voy a soltar al perro de caza!
Se levantó y sopló con el silbato. A los pocos segundos, Metallurgy escuchó cuatro patas golpeando el suelo a gran velocidad. Una flecha oscura surcó la pared y saltó hacia ella. Sin pensárselo, la bateó con sus manos entrelazadas. Al caer, vio que se trataba, como se temía, de Itami Kirishima, el novio de Ibara. Llevaba una falda de mezclilla negra con encajes blancos y cadenas, unas botas altas del mismo color con cordones plateados y una chaqueta corta abierta, también negra, sin nada debajo. De su cuello, cubierto por una gargantilla de púas, colgaba un collar de cuentas de gemas oscuras. En sus manos y en sus pies llevaba unas fundas metálicas con cuchillas.
Todo te habría salido a pedir de boca si no te hubieras dejado ver por Shiroi con semejante facilidad.-dijo el recién llegado-Eres muy tonta, Metallurgy Watanabe. Y aquí estás, acorralada…dos contra uno, sin escapatoria. Morirás y, con ello, protegeremos los datos de este lugar.
No cantéis victoria.-dijo Metallurgy-No he puesto mis cartas sobre la mesa.
Su novio parece tenerla grande, ¿sabes?-insinuó Ibara-Átalo y nos lo reservamos para jugar luego. Aunque, mirándola bien…ella tampoco está nada mal. ¿Te gusta el sexo duro, Metallurgy?
¿DE QUÉ DEMONIOS ESTÁIS HABLANDO?-chillo Metallurgy con tono maternal dando un pisotón en el suelo-¡Voy a quitaros los pájaros de la cabeza!
Cállala, Itami, su voz me da dolor de cabeza.-ordenó Ibara.
Itami saltó, entre risotadas y chillidos, hacia Metallurgy, quien conjuró uno de sus círculos, del que sacó un bate con el que interceptó al joven y lo mandó lejos de ella.
¡Maldita puta!-chilló Ibara.
Sacó un puñal de combate de una de sus mangas y se acercó corriendo hacia la chica de blanco, dispuesta a apuñalarla. El primer impacto lo esquivó, recibiendo sólo una raja en su vestido, pero no fue capaz de librarse del segundo: el cuchillo se clavó de punta en su costado izquierdo, pero, tan pronto como lo hizo, se partió.
¿Qué demonios…-preguntó Ibara.
¡Eh!-exclamó Metallurgy mientras la agarraba de una muñeca-¡He tenido que construir una hiladora para hacerme este vestido! ¡Te va a salir caro el habérmelo roto!
La levantó del suelo, la zarandeó y la lanzó por los aires con una mano, rompiendo una mesa con su caída. Mientras tanto, Itami corrió hacia ella por su flanco, se dio una voltereta y, con una patada, rajó su vestido ampliamente por el otro lado.
¡MI VESTIDO!-chilló Metallurgy en tono infantil, con rabia.
El violento chico continuó lanzando zarpazos contra ella mientras sonreía con lascivia.
No me queda más remedio…-dijo Metallurgy-…permitidme que os presente a mi…bueno, lo quiero mucho y le he dedicado cariño y tiempo, pero no es mi novio ni podrá serlo nunca… ¡Stern, modo agresivo!
Sistema de activación por voz inicializado.-rezó el chico-Iniciando modo agresivo.
Se levantó y se arrancó el traje, revelando un cuerpo metálico de color blanco esmaltado, con juntas negras: se trataba de un robot. Se lanzó contra Itami, rechazándolo de un empujón. Acto seguido, interceptó a Ibara, que se había levantado y corría hacia Metallurgy. La agarró de los hombros y la lanzó contra Itami.
Os presento a Stern.-sonrió Metallurgy-Uno de mis últimos inventos robóticos. ¿Qué tal si os rendís, me dejáis seguir con lo mío y yo a cambio no dejo que os fría?
¡Y una mierda!-exclamó Itami, volviendo a lanzarse contra Metallurgy.
El robot, conocido como Stern, se interpuso y lo pateó. Sin rendirse, el chico se enzarzó en un intercambio de golpes con el robot. Mientras tanto, Ibara, que había perdido la boina, clavó de nuevo su barra y comenzó a bailar.
¡Tu juguete no es nada!-chilló-¡Tomad esto, tú y tu monigote!
Una lluvia de enormes trozos de piedra comenzó a arreciar en el interior de la sala, devastándolo todo.  Metallurgy esquivó hábilmente todos los cascotes, mientras que Stern mantenía a raya a Itami. Todo pasó demasiado rápido: una piedra golpeó al robot, dejándolo a merced de Itami, quien, sacando una espada con dientes de sierra, le hizo una fuerte mella en el chasis. Acto seguido, la dueña del invento vio que una enorme roca se dirigía hacia ella, pero la interceptó con su puño, haciéndola añicos.
¡Stern!-exclamó Metallurgy-¡Mi bebé! ¡No os lo perdonaré! ¡Técnica especial de Potencia Máxima!
Metallurgy sacó de un círculo mágico una pesada caja de control con tirantes de la que colgaban dos enormes objetos alargados que pendían de ella mediante cables. Se colocó la caja en la espalda como si fuera una mochila, introdujo las manos en los huecos de los larguísimos bornes y los frotó entre ellos.
¡Chispazo Fulmíneo!-gritó.
Saltaron chispas entre los electrodos. Los separó un poco, generando una enorme bola de electricidad que irradiaba luz policromada. La lanzó, furiosa, contra Ibara e Itami, provocando una explosión eléctrica que los lanzó por los aires. A Ibara, que se le había soltado el moño y se le había abierto la chaqueta, no le hizo ninguna gracia, por lo que se levantó, recuperó su bastón y se lanzó a por Metallurgy. Itami hizo lo propio.
Mientras la joven de cabello blanco guardaba su máquina, quedó desprotegida. Se vio amenazada por los dos, pero demasiado tarde. Un chorro de fuego sacudió a la pareja: Stern, que llevaba un lanzallamas integrado en una mano, había pasado a la acción de nuevo.
Stern no puede caer…-pensó Metallurgy-…lleva todos los datos, los está recibiendo él. Se están transmitiendo en tiempo real a varias redes de ordenadores, pero la copia central la tiene él y no puedo arriesgarme a que se pierda…además, si lo desactivan, la señal que emite se debilitaría y las transmisiones se cortarían…él es la clave de mi plan maestro.
Mientras pensaba y dudaba, vio que sus enemigos estaban golpeando fuertemente al robot, quien respondía con fuertes golpes y despliegues de sus armas ocultas. Daba buena cuenta de ellos, pero no parecía que fuera a durar mucho más. Ante la situación peliaguda, Metallurgy decidió arriesgarse.
¡Eh!-gritó-Me queréis a mí, ¿no? ¡Venid a por mí!
Se acercó corriendo a la ventana, la destrozó de una patada y salió al balcón. El enorme jardín, bañado por la luz lunar, la recibió. Ibara e Itami corrieron, armados hasta los dientes, hacia Metallurgy.
Bien…-dijo Metallurgy-…ahora veremos si estas cosas que estoy harta de fabricar me sirven tan bien como a ellos.
Abrió un círculo mágico, introdujo la mano y sacó una escopeta recortada. Cuando los dos estuvieron lo suficientemente cerca, disparó, lanzándolos por los aires, dejando un reguero de sangre.
¡YIIIIIHA!-chilló Metallurgy-¡Vámonos, Stern!
El robot se acercó a su dueña, pasando por el lado de los cuerpos inertes de Ibara e Itami…pero, justo cuando los dejó atrás, se levantaron, sin herida alguna por bala, para sorpresa de Metallurgy. En ese momento, el poderoso robot les estaba dando la espalda, por lo que Ibara clavó de nuevo su bastón y chilló a Itami que hiciera algo. El chico se ató una cadena a la pierna y lanzó una patada al aire, proyectando todo el tramo sobrante de cadena hacia el robot. Horrorizada, la joven del vestido blanco observó que el extremo de la cadena llevaba una pesada y afilada cuchilla que fue suficiente para atravesar a Stern.
¡STERN!-chilló Metallurgy-¡NO!
¡A TOMAR POR CULO EL JUGUETITO!-chilló Ibara mientras se abría de piernas en la barra.
Un chorro de energía de colores azul y violeta golpeó a Stern en el punto donde la cuchilla se le había clavado.
¡NOOOOOOOOOOO!-chilló Metallurgy al comprobar que, como se temía, se trataba de un pulso electromagnético.
Lo…-dijo Stern-…siento. Potencia máxima sobrepasada. Explosión inminente. Lo…siento…
¡STEEEEEEEEEEEEERN!-gritó Metallurgy, con más pena que miedo-¡ÚLTIMA ORDEN! ¡EYECCIÓN TOTAL! ¡ASEGURA EL OBJETIVO PRIORITARIO!
El robot asintió y, con presteza, eyectó una pieza metálica de reducidas dimensiones que salió disparada contra su dueña. Acto seguido, Stern explotó. Ibara e Itami se lanzaron a por el objeto, pero éste se vio engullido por un aro que lo transportó lejos de allí y que se cerró con un gesto de Metallurgy. Se escucharon varios sonidos y se vieron saltar chispas por todo el edificio. Por las ventanas comenzaron a salir pequeños puntos negros que volaron hacia lo alto de los cielos…
¿Qué demonios está pasando?-preguntó Itami.
Era una de las creaciones de las que más orgullosa me había sentido en mucho tiempo…-dijo Metallurgy con lágrimas en los ojos-…descansa, Stern, lo hiciste bien. Y a vosotros… ¡NO OS PERDONARÉ!
Metallurgy sacó un enorme martillo de uno de sus círculos. La cabeza tenía varias ventanas por las que despedía una brillante luz roja, y parecía llevar gran cantidad de mecanismos internos.
¡RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!-chilló la joven lanzando un martillazo contra el suelo.
Al golpear contra el suelo, el martillo liberó una enorme explosión con una amplia onda expansiva, destrozando el balcón y barriendo a la pareja, que quedaron dentro de la derruida sala.
Decidle a vuestro jefe, si tenéis agallas de decirle a la cara que habéis fracasado, que no le tenemos miedo.-dijo Metallurgy-He descubierto cosas muy interesantes esta noche. Y agradeced que no me guste matar. Otra persona en mi lugar ya os habría…ya os habría… ¡MISIÓN CUMPLIDA!
Sin poder ocultar sus lágrimas, Metallurgy dio un pisotón en lo que quedaba del balcón, derruyéndolo por completo y cayendo hacia los jardines entre cascotes y escombros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario