miércoles, 28 de agosto de 2013

[WC] Episodio XXIV: Todo o nada

WORLDS COLLIDE
Episodio XXIV · TODO O NADA

Freya y Yamiyuki llegaron a aquel heterogéneo paraje con la prontitud que los caracterizaba. Se rodeaban de bosque, pero, a pocos pasos, había un rocoso, escarpado y desnudo acantilado bajo el cual se extendía una enorme playa. El chico había acudido ataviado con una gabardina naranja larga y con vuelo bajo la cual llevaba una camiseta térmica negra de cuello vuelto muy ajustada que marcaba todos sus músculos, unos pantalones ajustados del mismo color y unas botas altas de estilo militar, también negras, con los cordones rojos, a juego con el cinturón con el que se sujetaba los pantalones. En sus manos llevaba mitones negros con ribetes rojos. A su lado se alzaba Freya, que llevaba un ajustado vestido negro de cuero sintético, de cuello vuelto y con unas mangas muy cortas que apenas le tapaban los hombros. Sus piernas, que empezaban a verse al terminar el vestido, a la altura de la mitad de los muslos, estaban casi totalmente cubiertas por unas pesadas y aparatosas botas de tacón alto con placas rígidas y unas medias semitransparentes también negras. Tenía las manos enguantadas y los brazos parcialmente envueltos por una larga y vaporosa capa negra que le pendía de los hombros y la parte trasera de la cadera, llegando hasta debajo de sus corvas.
¿Dónde está el cristal?-preguntó Yamiyuki a Freya, quien oteaba el paraje con cara de suma concentración.
Te lo diré cuando estemos solos.-dijo Freya-Tenemos compañía.
¿Sientes magia?-preguntó Yamiyuki, cuya percepción era ineficaz ante las criaturas mágicas.
Siento MUCHA magia.-dijo Freya-No sólo de lo que hemos venido a buscar, sino de ciertos individuos. Están cerca, y creo que saben que vendríamos.
¿Puedes identificarlos?-insistió el chico.
Se oyeron leves susurros entre los arbustos.
Sí…-dijo Freya-…pero ahora tú también. Mira al frente. No son difíciles de descubrir.
El chico encaró los arbustos que había varios metros frente a la pareja. Efectivamente, su aguda  vista no le falló: había exactamente dos personas allí, ocultas.
¿Quién va?-preguntó Yamiyuki-¡Dad la cara!
De acuerdo.-sonó una voz femenina familiar.
De entre las plantas salió una figura de gran estatura armada con un largo palo negro. Era voluptuosa, pálida, dotada de grandísimos pechos y extremidades grandes y musculadas. Llevaba unas botas negras que fácilmente podrían ser varios números más grandes que su pie, unas medias de rejilla ajustadas, una falda de tablas de color gris marengo de la que colgaban tahalíes, tiras y cables de colores, un top metalizado de color azul y negro con placas de plástico y de metal y unos pesados guantes con armazón metálico. De su cabeza brotaba una larguísima, brillante y ardiente melena roja. Encima de su frente llevaba unas enormes gafas redondas rodeadas de púas, así como unos cascos, también redondos, de los que colgaban tiras negras y azules. De su cuello colgaba una pesada máscara de gas adornada con púas y cristales tintados que no llevaba puesta sobre el rostro, que estaba descubierto y lucía amenazador y helado, propiciado por el penetrante mirar de sus ojos plateados. Tras ella, apareció un individuo esbelto y de andar bamboleante, casi tan alto como la mujer. Su cuerpo era famélico y de piel tan blanca que parecía casi un hombre de papel. Su grisácea y alborotada melena le tapaba la cara y apenas dejaba ver el amenazador brillo de sus ojos de color carmín. Iba vestido completamente de negro. Sus brazos estaban cubiertos por largos guantes de tejido sintético de brillo largos hasta casi los hombros. Llevaba unos tirantes cruzados y serpenteantes que adornaban su pecho casi descubierto, sobre el que lucía un colgante plateado con un símbolo demoníaco. Encima de ello, un chaleco abierto con plumas blancas en el cuello y cadenas e imperdibles adornándolo en su totalidad. Un ostentoso cinturón con una hebilla con forma de cruz vampírica sujetaba una falda de tubo muy corta que cubría el inicio de sus lánguidas piernas, que iban embutidas en botas largas de tacón de tejido flexible que tapaban sus extremidades inferiores en su práctica totalidad. No dijo nada, simplemente rió y mostró su larga, brillante y salivosa lengua.
¡Ibara!-exclamó Yamiyuki con cordialidad intencionalmente sobreactuada-¡Itami! ¡Dichosos los ojos…que no os ven, entre los cuales no se hallan los míos!
Shiroi no quiere que husmeéis por aquí.-dijo Ibara-Es una pena, porque estáis muy buenos, pero no podemos ni deciros que os larguéis. Tenemos órdenes expresas de mataros aquí y ahora. Vuestras andanzas han llegado a su fin.
¿Os ha dicho Shiroi por qué no quiere que paseemos por esta playa tan bonita?-preguntó Freya-Hasta los más duros necesitamos tomar el aire…je…
Las preguntas aquí las hacemos nosotros, ramera semigigante.-le espetó Itami.
Cierra la boca, saco de huesos.-dijo Freya-La tienes muy normal como para arriesgarte a que te la convierta en un mosaico.
¿No te gustan los perros?-preguntó Itami.
No me gustáis ni los perros ni las perras.-Freya habló mirando a ambos.
Veo que el sentimiento es mutuo.-dijo Ibara-¿Recuerdas lo que te dije, bombón? Que te follaría hasta tu último estertor. Acuérdate cuando este palo te esté penetrando hasta por donde menos te lo esperes, ¿lo harás?
Merecerá la pena todo lo que vamos a tener que hacer si después nos podremos tirar sus cuerpos desencajados.-se relamió Itami.
Esta gente es muy estúpida.-dictaminó Yamiyuki-Habrá que quitarlos de en medio…
Sí, así es…-Freya se echó la melena hacia atrás.
Ibara se puso en guardia, apuntando al frente con el palo. Itami se agazapó, poniéndose a cuatro patas y alzando la parte trasera del cuerpo. Freya y Yamiyuki adoptaron sendas guardias de artes marciales, sin mostrar ningún arma.
¿Divide y vencerás?-preguntó Yamiyuki.
Freya asintió con la cabeza y esbozó una media sonrisa.
Divide y divídelo.-animó al chico-Lúcete.
Ídem.-dijo Yamiyuki mientras se esfumaba de la vista.
Con asombrosa rapidez, apareció frente a Itami y le pateó la cabeza, poniéndolo en pie y alejándolo de Ibara. Acto seguido, le lanzó otra patada en el pecho para alejarlo aún más de la chica.
¡Itami!-exclamó Ibara, tras lo cual lanzó un varazo contra Yamiyuki-¡Maldito hijo de…
El bastón de Ibara fue desviado por el pie de Freya, que encaró a la chica y comenzó a jugar al gato y al ratón a golpes con ella. Mientras tanto, Itami lanzaba fuertes puñetazos contra Yamiyuki, quien esquivaba rítmicamente y movía al otro chico a base de patadas.
¡Es mejor que no nos separemos!-exclamó Ibara mientras forcejeaba con Freya-Por lo que pueda pasar…
Demasiado tarde.-dijo Yamiyuki mientras tiraba al suelo a Itami de un puñetazo.
Se agachó para agarrarlo del cuello, pero el chico de cabello plateado se levantó de un salto y rodeó el cuello de Yamiyuki con sus piernas, serpenteando a su alrededor hasta inmovilizarlo presionándole el cuello con una pierna  y un hombro con la otra.
Muy bien.-dijo Yamiyuki-Pónmelo fácil, así me gusta.
Sin intentar soltarse, Yamiyuki saltó hacia atrás, acantilado abajo, llevándose a Itami consigo.
¡Ibara!-exclamó Itami.
¡Itami!-exclamó Ibara-¡Ten!
La chica se sacó un objeto de tamaño mediano, con una forma parecida a una mezcla entre un anillo y un dedal, y lo lanzó contra su pareja, quien lo agarró, se lo guardó y comenzó a intercambiar golpes con Yamiyuki durante el descenso por el escarpado paraje.
Por fin solas.-sonrió Freya-Me hubiera gustado que tu novio viera cómo vas a acabar, pero no todo es perfecto en esta vida.
¡No cantes victoria, desgraciada!-amenazó Ibara-¡Nuestra lucha acaba de empezar!
Ibara saltó hacia Freya y lanzó un fuerte golpe con su bastón. La otra chica hizo un bloqueo cruzado con sus brazos y paró el impacto, tras lo cual lanzó una patada alta para quitarse a su contendiente de encima.
Cómo me encantaría lanzarte los más afilados cuchillos…-dijo Ibara con sadismo mientras recuperaba la guardia-…causarte el más profundo y ardiente dolor…rasgar tu piel y tus ropas y ver cómo tus tirantes se escinden y dejan caer esas tetas de vicio que tienes…
Muy bonito.-respondió Freya haciendo ademán de aplaudir-¿Podemos seguir?
¡DEBEMOS seguir!-chilló Ibara.
Sacó un manojo de estiletes de su falda y los lanzó contra Freya con objeto de cumplir con sus palabras. Por su parte, la enorme chica de cabello azul chasqueó los dedos, haciendo que estallaran todas las armas en pleno vuelo.
No funciona, lo siento.-dijo Freya guiñándole un ojo.
Ibara intentó atacar de nuevo, pero Freya apareció ante sus ojos con inexplicable rapidez y, haciendo alarde de gran elegancia y flexibilidad, lanzó dos vehementes patadas a ambos lados de su cabeza, saltándole el tocado que llevaba.
Tienes buen gusto.-dijo Freya encogiendo la pierna y quedándose en una elegante y grácil pose-A mí también me gusta el cibergótico. Lo llego a saber y vengo de la misma guisa. Habría quedado muy…cinematográfico… ¿no crees?
Eres una zorra.-siseó Ibara-¿Cómo te atreves a estropear mi dreadfall?
De la misma manera que tú quieres desnudarme y romperme el sujetador…-dijo Freya-…yo también puedo tener oscuras intenciones, ¿no crees? ¡Igualdad!
Ya…-dijo Ibara mientras se alejaba de Freya con ágiles volteretas-… ¡TOMA INTENCIÓN OSCURA!
Ibara clavó su palo en el suelo a la vez que comenzaba a crecer en altura. Se encaramó a él y comenzó a hacer sensuales movimientos, liberando tres enormes burbujas violetas de palpitante oscuridad, acompañadas de rayos y ondas de color negro.
¡Qué nivel!-la elogió Freya.
La chica abrió la mano y absorbió toda la oscuridad sin dejar ni rastro.
¡Midnight Impact!-exclamó acto seguido.
Abrió la mano y liberó un enorme rayo negro que barrió la estancia, obligando a Ibara a desanclar su bastón y ladearse rodando en el aire con brusquedad. Cayó acuclillada entre la hierba.
Estás jugando con quien no debes, Ibara, no sé si te has dado cuenta.-dijo Freya mientras caminaba amenazadoramente hacia ella.
¡Deja de mover el culo así!-exclamó Ibara con rabia.
Te pone, ¿verdad?-Freya sonrió con sadismo-Déjame decirte que un guerrero ha de ser no sólo más fuerte que sus enemigos, sino más fuerte que él mismo, incluyendo a sus hormonas. Eres tan manejable que me va a dar incluso pena derrotarme. Bueno, me la daría si tuviera sentimientos, pero, ¿sabes qué?-su mirada se tornó gélida y asesina y su sonrisa se volvió más amenazadora que antes-¡SOY UNA CABRONA DESALMADA Y, A OJOS DE LAS DE MI CALAÑA, NO ERES MÁS QUE UNA PRESA INOCENTE!
Con un ágil y elegante salto, Freya aterrizó ante Ibara y lanzó una grácil y hermosa patada giratoria, saltándole el bastón. Acto seguido, la embistió con un rodillazo y la arrolló con una cadena de codazos y golpes de hombro. Con fiereza, Ibara reaccionó y comenzó a bloquear sus golpes y a propinar ágiles patadas en cadena. Pronto, las piernas de ambas chicas se encontraban y se chocaban como si estuvieran en un duelo de espadas.
¡No te tengo miedo!-exclamó Ibara sacando un puñal de su top-¡Trágate esto!
Freya esquivó el puñal, le agarró a Ibara el brazo con el que lo sujetaba, le saltó el arma y le retorció la extremidad de manera despiadada.
¡Agh!-gimió Ibara-¡Sigo sin tenerte ningún miedo!
Ibara siguió un giro descendente de manera natural y concordante a la torsión de su brazo, liberándose así de la posición desfavorable. Acto seguido, tiró de Freya hacia sí para soltarse la muñeca. Una vez se halló libre, apoyó la otra mano en el suelo y, con la fuerza de un único brazo, alzó su cuerpo, golpeando a Freya en la cara con una elegante y brutal patada, echándola hacia atrás. Aprovechó el momento para correr hacia ella y golpearle con la espalda, propulsándola varios metros, lo que le otorgó el suficiente tiempo como para recuperar su bastón del suelo.
¿Crees que has hecho algo con eso?-preguntó Freya crujiéndose los nudillos-Eres un perro ladrador poco mordedor, eres mucho ruido y pocas nueces, ¡eres una niñata a la que se le va la fuerza por la boca! ¿Me oyes? ¡Una NIÑATA! Las niñatas como tú sois unas perras malas, y…a las perras malas… ¡HAY QUE CASTIGARLAS! Ahora soy yo quien quiere que te tragues sus palabras…quiero ver si te excita igual el hecho de que yo te vaya desnudando poco a poco…quiero ver el miedo en tus ojos. Y, créeme, sé cómo dibujarlo: soy toda una artista en ello.
Antes de que pudiera darse cuenta, Ibara notó un tirón en el cuello y notó que su máscara de gas ya no estaba: Freya se la había arrancado. Al verla tras ella, intentó varearla, pero la otra chica se apartó, saltó y, cuando se encontró sobrevolando su cabeza, le arrancó las gafas. Le sonrió con complicidad mientras lanzaba ambos objetos hacia el acantilado.
La ropa no es gratis, ¿sabes?-preguntó Ibara mientras volvía a clavar su palo en el suelo.
¿Es eso todo lo que te preocupa?-preguntó Freya-¿La ropa, los precios y el dinero? Preocúpate por tu salud… saldrás ganando. ¡Es hora del castigo! ¡Técnica especial del Combate Floral! ¡Ventisca de Pétalos Filosos!
Freya comenzó a girar sobre sí misma con los brazos en alto, liberando una intensa y violenta corriente de viento que arrastraba pétalos altamente cortantes de rosa roja. Ibara comenzó a contonearse sobre su bastón, liberando agrestes chorros de fuego que poco pudieron hacer para refrenar los pétalos de Freya, que terminaron por arreciar contra la otra chica, tirándola del palo, el cual fue arrancado y rodó por el suelo. Con rapidez, Ibara se levantó y se vio golpeada por los pétalos. Tardó en darse cuenta de que cortaban y atravesaban todo lo que tocaban: vio cómo en su blanca y hermosa piel se abrían numerosas rajas sangrantes, cómo sus medias se deshacían, sus botas se destrozaban, sus guantes se desintegraban y su top desaparecía, revelando  un sujetador negro muy apretado de copas reducidas, enseñando gran cantidad de sus voluminosos senos. Intentó imponerse a la corriente y acercarse a Freya, pero las fuerzas la abandonaron. Los pétalos cortaron los tirantes de su sujetador, rompieron su falda y terminaron de desnudarla. El ataque cesó, e Ibara quedó en el suelo ensangrentada y prácticamente desnuda.
Eso era lo que querías hacerme, ¿verdad?-preguntó Freya con una sonrisa de satisfacción.
Se dirigió a Ibara, dispuesta a pisarle el cráneo con su puntiagudo tacón.
Ha sido demasiado fácil.-dijo Freya-Me decepcionas, Ibara.
Eso era lo que quería hacerte pensar, doña Perfecta…-dijo Ibara desde el suelo.
Apretó los puños y se levantó. Su hermoso cuerpo, casi al desnudo, comenzó a brillar levemente mientras su melena se movía salvajemente como si corriera un fuente viento.
La chica que estás acostumbrada a ver…-la voz de Ibara se estaba distorsionando-…sólo es un disfraz…por lo que…querida Freya…permíteme presentarme…yo soy… ¡Ibara Kasumidai!
El cuerpo de Ibara se deshizo en una espiral blanca. El vapor que quedó comenzó a tomar forma. Frente a Freya levitaba una figura de piel blanquecina, cabello grisáceo y ojos gélidos. Su cuerpo estaba cubierto por un vestido blanco rasgado y maltrecho, y no tenía piernas. Tampoco tenía brazos. De las enormes y raídas mangas salían dos enormes garras alargadas y afiladas que parecían ramas de músculo duro y ennegrecido. De cintura para abajo parecía haber una nube difusa. Su dentadura se había tornado afilada, y sus senos seguían sobresaliendo debajo del sayo.
Me remito a tus palabras, ya que te ha debido de costar decirlas.-dijo Freya sin mostrar sorpresa-No me das miedo. ¿No eres humana? ¿Eres un monstruo? Me da tan igual que podrías acojonarte.
Sin mediar palabra, Ibara lanzó un zarpazo que mandó a Freya a volar por los aires. Le descolgó la capa de los brazos, haciendo que se desenganchara de su cadera y pendiese sólo de sus hombros. Con tranquilidad, Freya descendió dando volteretas para evitar la caída libre. Una vez se encontró en el suelo, sacó un cuchillo de su capa y se lo lanzó, observando cómo atravesaba la figura de Ibara como si no existiera.
Así que eres un fantasma…-dijo Freya-…es interesante, pero no te servirá de nada.
Con la misma sonrisa sádica que había mantenido en todo el combate, abrió la mano y apuntó a Ibara con la palma, liberando un salvaje y rizado chorro de fuego. Ibara braceó vehementemente, liberando un remolino de agua que la protegió. Acto seguido, flotó hasta Freya y comenzó a atacarla con zarpazos. Haciendo alarde de sus habilidades en artes marciales, la chica de pelo azul bloqueó y desvió los impactos, comprobando, para su sorpresa, que sus brazos eran materiales, a diferencia de su tronco. Notó un agudo dolor en la pierna…un mordisco. ¿Cómo podía ser? Miró hacia abajo y vio un lobo fantasmagórico saliendo de las faldas de Ibara y mordiendo su pierna. Lanzó un chorro de energía mágica por la mano, deshaciéndolo y observando cómo su pierna sangraba.
Mierda.-dijo Freya.
Ibara hizo un gesto con una mano y comenzaron a llover rayos en un amplio rayo. Freya se alejó rodando, pero fue alcanzada por un rayo y cayó al suelo, donde una serpiente enorme se le enroscó en la pierna y comenzó a subir por su cuerpo. La serpiente también salía de donde Ibara debería de tener las piernas.
No eres un fantasma…-dijo Freya.
Eres observadora.-la voz de Ibara era tenebrosa y tenía eco.
Tantas fieras saliendo de tu tronco inferior…-dijo Freya-…debes de ser…
La mano de Freya se cargó de energía mágica cortante y decapitó a la serpiente, haciendo que Ibara chillara de dolor y se alejara. Acto seguido, la joven de cabello azul se levantó.
Sí…-siguió cavilando-…si hiero a las bestias, te hiero a ti. Así que la adolescente más puta de todo Japón es en realidad una joven escila…
Ibara sonrió. Agitó una mano, provocando un terremoto que hizo que Freya se cayera y quedara a merced de las ondas.
Un monstruo mestizo…-dijo Freya en voz alta mientras se agarraba a un árbol y trepaba-…eres curiosa, Ibara.
Yo no hablaría de mestizaje…-dijo Ibara-…lo mío va más allá… ¡es una perfecta sinergia! ¡Tan escila como fantasma, con todos los poderes de cada uno y muchos más, más los míos propios! ¡Quiero verte henchida de miedo y terror! ¡ESTÁS ACABADA! ¡SOY LA FURIA DE LA NATURALEZA!
Ibara hizo otro gesto, provocando un enorme campo magnético que atrajo a Freya por las armas que llevaba ocultas. Suspendida en el aire frente a la acrecentada Ibara, comprendió que su oponente era más fuerte de lo que parecía. De sus faldas salieron aves rapaces de gran envergadura, comandadas por un enorme murciélago. Volaban amenazadoramente hacia Freya, a quien le costaba moverse.
No me subestimes, Ibara.-dijo Freya-Que seas una escila fantasma…o lo que coño seas…no te da la victoria. ¡Storm Gust!
Freya agitó las manos y provocó una fiera tormenta de nieve que giró en torno a ella, arrollando a las bestias voladoras y empujando a Ibara contra el acantilado. El campo magnético se debilitó, quedando Freya en caída libre.
¡Técnica especial del Combate Floral!-gritó.
Las piernas de la chica se cargaron de una brillante energía de color rosa. En torno a ellas comenzaron a revolotear brillantes gotas de magia en forma de pétalos de flores. Estaba cayendo velozmente en diagonal hacia su oponente como si fuera una flecha.
¡Patada de Pétalos!-gritó.
Atropelló a Ibara y la lanzó acantilado abajo. A pesar de que podía, aparentemente, levitar y volar, no podía controlarse, y caía pesadamente. Freya descendió corriendo riscos abajo, saltó hacia la limpia arena de la costa y lanzó un rayo hacia Ibara, empujándola para que cayera al agua.
¡Craso error!-exclamó Ibara.
Un tentáculo salió del agua, agarró con fiereza a Freya y la arrastró hasta la costa, donde se vio empapada de agua. Comprobó, una vez más, que era Ibara…o parte de ella. Tenía las faldas sumergidas en el agua. Pronto, el larguísimo tentáculo la arrastró mar adentro y la sumergió con intención de ahogarla. Cuando se vio sumergida, Freya comenzó a pensar en cómo librarse de aquella fuerza desmedida. Con su aguda vista, distinguió las raídas faldas de su enemiga a varios metros y…de ellas salieron un tiburón y una orca. Miró hacia donde estaría el cielo y distinguió al mismo murciélago gigante de antes.
Te vas a enterar, hija de puta.-pensó Freya-Voy a hacerte llorar y llamar a tu madre.
Sacó un hacha de mano de su capa y cortó el tentáculo. Sin pensárselo dos veces, nadó mar arriba, pues el aire comenzaba a faltarle. Una vez asomó la cabeza, tomó aire y saltó, viendo cómo el tiburón y la orca saltaban hacia ella. Eran enormes y no parecía molestarles demasiado haber salido del agua. Miró a Ibara rápidamente y vio que estaba dolorida por lo del tentáculo.
¡Moonlight Assault!-gritó Freya.
De sus manos comenzaron a brotar, a velocidad de ametralladora, enormes chorros plateados de energía que bombardearon a ambas bestias, haciéndolas caer inertes al agua. Dolorida y enfurecida, Ibara braceó de nuevo, provocando una corriente de aire que la succionó hasta el agua. Le arrancó la capa, que se perdió en la lejanía, y la volvió a poner con los pies en el agua, donde ocho tentáculos provistos de ventosas se acercaban hacia ella.
¡Eres muy tozuda!-exclamó Freya-¡Palma de Iyashi!
Cargó una gran cantidad de energía de color azul cobalto en su mano derecha y lanzó un golpe de palma. La onda de choque retractó los tentáculos y lanzó por los aires a Ibara, que desfalleció sobre la arena.
Te…-dijo, con la melena tapándole la cara de manera siniestra-…te mataré. Aún no has visto las seis formas de la escila. ¡Águila!
Ibara se deshizo en una explosión, volviendo de nuevo a su forma humana, la cual empezó a mutar. Sus brazos se convirtieron en plumosas alas terminadas en afiladas garras, sus piernas se cubrieron de escamas, sus pies se convirtieron en peligrosas garras, sus dientes se volvieron a afilar y su cuerpo se vio cubierto por un insinuante traje muy ajustado acompañado por plumas y escamas.
¿Ahora eres una arpía?-preguntó Freya-Bueno, he de reconocer que le haces honor…
¡No sabes nada del poder de la escila!-exclamó Ibara-¡NADA! ¡Pelea como una mujer, muere como una paria!
Se lanzó volando y graznando hacia Freya, tras lo cual lanzó una sarta de lacerantes patadas contra las que Freya, por mucho que se defendiera y bloquease, salía herida por la geometría de sus patas. Mientras atacaba y lanzaba arañazos, Ibara liberaba rayos muy poderosos.
¡Patada del Cisne!-gritó Freya.
Saltó y lanzó una patada giratoria ascendente, apartando a Ibara con fuerza. Acto seguido, lanzó una sarta de ágiles y penetrantes patadas contra el abdomen de su enemiga. De su tacón salió una afilada aguja que hirió varias veces a la arpía, quien se defendió liberando un chorro de fuego por su boca.
Rodando para apagar las llamas, Freya concentró energía en sus manos y lanzó un proyectil de energía espiritual contra su metamórfica enemiga, logrando revertir su transformación. Ibara se hallaba magullada, cansada y maltrecha. No parecía estar muy sana, pero volvió a levantarse.
El cuerpo de ese Yamiyuki es tan delicioso…-dijo mientras caminaba hacia Freya.
Freya se dio cuenta de que su vestido estaba roto por varias partes y su escote había sido forzadamente aumentado.
Es normal que una chica joven se interese por los hombres, pero no hasta tal punto que puedan arruinar tu victoria.-dijo Freya con seguridad y dejando entrever que tenía un as en la manga-¡Técnica especial del Combate Floral! ¡Remolino de Pétalos de Sándalo!
Freya saltó y colocó sus brazos en diagonal, girando sobre sí misma en el aire, liberando una corriente de pequeños y rojos pétalos de la flor de sándalo, arrollando a Ibara y arrastrándola por el suelo. El aire comenzó a impregnarse de olor a sándalo y la víctima del ataque comenzó a gemir y a gritar.
Ah…-gemía Ibara-…este olor…me siento… ¡sucia! Quiero… ¡ahhhh!
Sus manos instintivamente se movían hacia su entrepierna. No quería entregarse a sus vicios delante de su enemiga, pero aquel olor la maravillaba y la privaba de juicio.
Dicen que el olor del sándalo se asemeja al de cierta hormona masculina…-dijo Freya-…una flor que huele a hombre, ¿no es maravilloso?
La lujuriosa Ibara seguía delirando y gritando que deseaba un hombre entre sus brazos.
Además, eres bisexual, ¿no es así?-preguntó Freya-Tengo algo perfecto. Te dije que era una cabrona: espérate lo peor, estoy aquí para torturarte. ¡Técnica especial del Combate Floral! ¡Fragancia de Ylang Ylang!
Freya hizo una elegante pose y lanzó un punterazo al aire con un dedo, liberando un aro de pétalos alargados y esbeltos de color amarillo verdoso. Una brisa cálida y de aroma dulce rodeó el perímetro.
¿No huele de maravilla?-preguntó Freya-Es una flor muy utilizada en aromaterapia y…en perfumes de mujer.
¡AHHHHHHHH!-chilló Ibara mientras acariciaba su ensangrentado y dolorido cuerpo de manera inconsciente-Yo quiero… oh, maldita seas, te odio… ¡me has hechizado! Las flores pueden provocar… ¡AH! …sensaciones…pero…tan intensas…estoy embrujada… y me encanta… pero, ¡lo odio! Eres… eres una puta de lo peor… te llevaré al éxtasis… te recorreré con mi lengua… aquí y ahora… es lo que deseo… bañada en mi propia sangre… en el agua del mar… sólo necesito que me rocíen los fluidos… de una virgen inocente y… y…
Freya miró a Ibara con asco, pena fingida y sobreactuada y mucha satisfacción al ver lo mal que lo estaba pasando.
…y el semen del perro más sucio y travieso que pueda haber…-terminó de decir Ibara-… ¡NO! ¡NO PUEDE SER! ¡HE DE MATARTE! ¡AHHHH!
Llena de rabia y dolor, saltó muy alto mientras se tiraba del pelo. Freya siguió sonriendo.
¡Aún no conoces el miedo que siembra la escila!-chilló Ibara-Mientras me quede un segundo de consciencia… ¡ABEJA REINA!
El cuerpo de Ibara se volvió amarillo. Sus pies se volvieron negros. Sus curvas de mujer se recubrieron de alternaciones amarillas y negras. Sus manos tenían afiladas garras, y le habían crecido alas, así como una bufanda de pelo blanco alrededor del cuello y un enorme aguijón rayado en la espalda. Su cabeza podía transformarse alternativamente en su cara de humana y una cabeza de insecto,  y le salían hasta cuatro brazos más del tronco. Cuando hubo estabilizado su transformación, voló sobre la cabeza de Freya y, gritando a la vez que zumbaba, lanzó bolas de fuego, rayos y estacas de hielo. Con una cúpula mágica, la chica de pelo azul se protegió.
¡VOY A MATARTE!-exclamó Ibara.
Se tiró en picado verticalmente hacia Freya, dispuesta a ensartarla con su gigantesco aguijón.
Has cometido un craso error convirtiéndote en un insecto.-se rió Freya-¿Conoces las propiedades insecticidas de ciertas plantas? ¡Dales la bienvenida! ¡Técnica especial del Combate Floral! ¡Brisa de Citronela!
Freya alargó los brazos, dejando levantados en cada mano sólo los dedos índice y corazón. Cruzó una pierna sobre la otra y, apoyándose sólo en la punta de un pie, giro sobre sí misma, liberando un enorme chorro de aire a presión teñido de amarillo. Un olor penetrante, amargo y alimonado bañó la estancia a la vez que arrastraba a Ibara, quien gritaba de dolor y se retorcía a la vez que giraba sobre sí misma, enloquecida por el dolor.
¡HIJA DE LA GRAN PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-chillaba mientras sentía cómo sus fuerzas la abandonaban.
Su transformación se revirtió y volvió a ser la chica de siempre. Freya saltó y se colocó tras ella, recibiéndola en el aire como si fuera un balón. La agarró del cuello, dispuesta a partírselo.
Fin.-dijo Freya.
Adelante.-dijo Ibara-Mátame. He fracasado. Prefiero que me mates tú antes de que lo haga Shiroi.
¿Qué?-dijo Freya-¿Que Shiroi te quiere matar?
Nos matará a Itami y a mí si no os matamos a vosotros.-Ibara sonaba más tranquila, humana y sincera que nunca.
Freya sonrió pícaramente.
¿Quieres vengarte de él?-preguntó.
Me encantaría.-dijo Ibara-Pero he llegado hasta donde podía. Ya no tengo fuerzas. Mátame…me doy pena y asco a mí misma…y no podría ver la cara de Itami si me descubre así.
¿Cuánto os paga?-preguntó Freya.
Una fortuna de miedo.-dijo Ibara-Pero ahora ya nada importa…
¿Y si os pago yo más?-preguntó Freya-¿Cambiaríais de amo? Sabes que queremos acabar con Shiroi y que os contrató precisamente para defenderlo de nosotros.
Deja de jugar conmigo.-dijo Ibara-Nos odiamos. Ahora mismo, estoy destrozada. Herida, intoxicada, maltrecha, excitada, poseída, henchida de lujuria, rabia, dolor, impotencia…
Todo eso puede desaparecer con un gesto de mi mano.-dijo Freya-Si te perdono la vida, ¿lucharás conmigo?
Haría lo que fuera por poder seguir amando a Itami.-respondió.
Freya le apretó el cuello, haciéndole daño.
Júramelo.-le espetó.
Juro que estoy dispuesta a todo si mi vida con Itami vuelve a ser la que era.-dijo Ibara.
Freya soltó a Ibara y la dejó caer al suelo.
Te tomo la palabra.-dijo Freya mientras le pisaba el cuello-Nos vamos a divertir más de lo que pensaba…
. . .
Paralelamente a esto, Yamiyuki e Itami habían descendido golpeándose por el acantilado. Al llegar abajo, fue Yamiyuki quien quedó encima de su enemigo, por lo que aprovechó para aporrearle la cara con fuertes puñetazos, pero, cuando llevaba apenas seis descargados, Itami se protegió, le bloqueó los puños y lo mandó a volar empujándolo con los pies juntos. Acto seguido, se levantó y, con elegantes y letales piruetas, lo arrolló a base de artísticas patadas que pronto se combinaron con el letal efecto de los aros que había sacado de sus bolsillos y había acoplado a sus botas: eran unos aros redondos rodeados de púas y de peligrosos filos. Antes de recibir ningún corte, Yamiyuki se apartó y lanzó un penetrante rayo contra Itami, quien hizo una voltereta lateral para esquivarlo y ponerse a salvo.
Espero que te guste la carne…-dijo Itami-…quiero que pruebes la que tengo entre las piernas, que te deleites con ella y que te atragantes hasta llorar. Quiero que de las comisuras de tus labios broten mis jugos mientras de tus lagrimales aflore sangre. ¿No es hermoso lo que tengo pensado contigo? Deberías incluso agradecérmelo…
Eres un demente.-respondió Yamiyuki-El único que va a sangrar vas a ser tú, y no poco precisamente. ¡Llama Orgullosa!
Yamiyuki lanzó un elegante chorro de fuego con la forma de una hoja alada que cortó el aire hasta impactar contra Itami, quien comenzó a ladrar y a sacudirse las llamas hasta que se vio de nuevo apagado.
Así que la carne te gusta muy hecha…-dijo Itami con la lengua de fuera, babeando-…no te preocupes, la mía está caliente y jugosa. ¡Te va a encantar! ¡Sabe a divinidad!
Itami saltó elegantemente y lanzó una patada voladora contra Yamiyuki, quien antepuso su pierna a su cara y desvió la patada con el tobillo, tras lo cual giró sobre sí mismo y le propinó un seco y directo puñetazo en el esternón a  su contendiente.
Je…-rió Itami-…me gusta el daño que me haces.
Itami agarró a Yamiyuki de la nuca y le propinó una sarta de rodillazos, empezando por las costillas, luego por el pecho y, finalmente, en la cara. A Yamiyuki le costó unos segundos librarse del frenético ataque de Itami, pero aprovechó un descuido para agarrarle una pierna y parársela, bloquear también la otra, separárselas e impulsarse por el hueco de entre sus piernas para propinarle una coz en la barbilla, mandándolo a volar. Sin dejarlo aterrizar, Yamiyuki corrió hacia Itami y lo reimpulsó en el aire con una voltereta con patada. Acto seguido, levantó su pierna izquierda y dejó que cayera de espaldas contra la suela de su bota, momento que aprovechó para lanzar un vehemente pisotón, empotrando a su enemigo contra el suelo.
¿Decías algo sobre la sangre y el calor?-preguntó Yamiyuki con sorna-Espero que te guste a ti la tierra, porque vas a tragar mucha. ¡Te voy a lapidar!
Yamiyuki chasqueó los dedos. El suelo comenzó a temblar y la tierra parecía tragarse a Itami, que pataleaba para liberarse.
Es inútil, Itami.-dijo Yamiyuki-Piensa que estás haciendo la buena acción del día: darás de comer a muchas plantas. Ah, no, que estamos en plena arena de playa, la vegetación está sobre el acantilado… ¡JAJAJAJAJA! Darás de comer a…al suelo.
Itami miró a Yamiyuki con rabia. Haciendo acopio de fuerzas, se quitó el pie de su contendiente de encima y consiguió salir de la difícil trampa, que en poco se diferenciaba de las arenas movedizas. Sacó entonces dos espadas de caballería y, blandiendo una con cada mano, corrió gritando beligerantemente hacia Yamiyuki.
¡El chucho va armado!-sonrió Yamiyuki.
El joven de ojos rojos esquivó los espadazos de Itami y, con facilidad, le saltó ambas armas con una doble patada aérea. Tras ello, cayó sobre el chico, apretando su cuerpo entre sus piernas contra el suelo.
Yo también tengo juguetes.-Yamiyuki se sonrió.
Se sacó de la manga un enorme y pesado látigo negro de cuero.
Estas cosas te gustan, ¿no es así?-preguntó Yamiyuki haciendo restallar el látigo contra la arena y tensándolo posteriormente entre sus manos.
¡ME ENCANTAN!-chilló Itami.
Yamiyuki era conocedor de su cuerpo y, por tanto, de los similares. No tardó en notar una erección por parte de Itami, por lo que saltó hacia atrás, liberándolo, no por el hecho en sí de la erección, sino por la tenebrosa relación que pudiera tener con los poderes de aquel chico que, según Freya, poseía el don de la magia.
Je…-rió Itami-…hasta ahora ha sido siempre Ibara la que ha hecho magia por los dos…
Mentalmente, Yamiyuki aplaudió a su intuición. Sin dejar terminar de hablar al chico, le propinó un brutal y sonoro latigazo, incrustándolo de espaldas contra una roca.
¡Au!-dijo taimadamente Itami-Eso duele. Y me gusta.
Pues toma, más para ti.-dijo con tranquilidad Yamiyuki mientras acosaba a Itami a base de latigazos y lo castigaba contra la roca una y otra vez.
Itami se echó a reír. Como llevaba falda, la erección se le notaba cada vez más. Su miembro viril parecía muy grande, aunque a su enemigo poco le importaba. En un segundo, Itami escapó de los latigazos, saltó y aterrizó detrás de su contendiente, quien se giró y vio que había sacado el objeto que le había lanzado antes Ibara. En medio de la caída no se había fijado, pero distinguió que se trataba de un anillo de erección ahora que lo veía con claridad.
¿Qué demonios vas a hacer con eso?-preguntó Yamiyuki.
¿No sabes para qué sirve?-Itami sonrió con lascivia.
Desde luego que lo sé…-dijo Yamiyuki.
El chico comenzó a asociar ideas. Siempre que había luchado contra esa horrible pareja, cuando Ibara liberaba sus poderes, lo hacía ayudándose de su bastón. ¿Y si sólo podían hacer magia cuando tenían un objeto particular en las manos? ¿Y si el objeto que permitía a Itami el uso de la magia era ese anillo de erección?
Itami pareció estar dispuesto a responder su duda. Se levantó la falda, mostrando los calzoncillos más apretados que su reducida talla le permitían y se los arrancó con una mano, dejando salir un pene enorme casi totalmente erecto que parecía estar deseando ser liberado.
Pensaba que esto era una pelea entre caballeros, no porno barato.-dijo Yamiyuki mirando a Itami a los ojos.
No desvíes la vista.-dijo Itami-¿No querías ver el anillo? No es que puedas mirarla…es que DEBES, porque te la vas a tragar en breves instantes…
Itami se colocó el anillo, que comenzó a brillar emitiendo un aura azulada y ennegrecida. El pene del chico se endureció brutalmente, como si estuviera a punto de estallar. Se arrancó los guantes, mostrando que sus manos brillaban con un aura del mismo color que el anillo. Abierto de piernas y doblado boca arriba, Itami comenzó a masturbarse con ambas manos, pero no parecía hacerlo por deseo, sino por influjo del anillo, que era claramente el objeto mágico que sellaba y liberaba los poderes de aquel extraño y exhibicionista joven. Conforme se masturbaba, aparecían cosas. Damas de hierro, péndulos cortantes, cepos, trampas, potros de tortura…un montón de máquinas de tortura, objetos peligrosos, trampas, mecanismos y demás elementos de la índole comenzaron a manifestarse y a perseguir a Yamiyuki de manera autónoma. Con ayuda de su fuego, prendió el potro de tortura y fundió la dama de hierro. Con chispeantes rayos accionaba y explotaba las trampas. Por su parte, Itami parecía estar cada vez más extasiado y divertido con su masturbación a la vez que el ataque de las trampas se intensificaba.
Algo me dice que no debo dejar que llegue al orgasmo…-pensó Yamiyuki-…si, cuanto mejor se lo pasa, más mierdas de éstas aparecen, como se corra…peligro. Un poder curioso y, ¿para qué mentir?, perfecto para alguien como él.
Itami pareció haberse dado cuenta de la suposición de Yamiyuki, pues había alejado su pene y sus manos de él todo lo que pudo. Esquivando los ataques de las máquinas autónomas como podía, Yamiyuki intentaba acercarse a Itami para interrumpir su macabro hechizo. Tras recibir un corte en un hombro por un péndulo, clavarse una lanza trampa en una mano y recibir un flechazo en un pectoral, consiguió acercarse al chico lo suficiente como para lanzarle un kunai a las manos. El arma se clavó en la mano izquierda de Itami, haciéndolo sangrar y soltar su pene, momento en el que el hechizo se interrumpió. Todas las máquinas desaparecieron y el anillo dejó de brillar. El chico de cabello negro lanzó un shuriken hacia el anillo de erección, logrando abrirle el cierre y dejando que cayera al suelo mientras que la estrella se clavó en la ingle de Itami.
¡Cabrón!-chilló-Un solo corte en la polla y te aseguro que te habría matado de la manera más cruel que pudieras imaginar.
Culpa tuya por exhibir tus…-Yamiyuki apartó la mirada-…dotes.
Itami se arrancó el shuriken y lo lanzó de nuevo contra Yamiyuki, quien lo destruyó con una bola de fuego de pequeño tamaño.
Tu magia da mucho asco.-dijo Yamiyuki-De nada. Ahora, si me disculpas, me gustaría volver con Freya, pues estábamos trabajando. ¡FLAMMENSTIER!
Con fiereza y majestuosidad, Yamiyuki agitó las manos y lanzó una enorme masa de fuego que tomó la forma de un león que avanzó hacia Itami corriendo y rugiendo. Lo placó, le lanzó zarpazos y, finalmente, le mordió, prendiéndole fuego a todo su cuerpo.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHJAJAJAJAJAJA!-reía Itami mientras se revolcaba por la arena-¡ESTO ES GENIAL!
Gracias a la arena, pudo apagarse el fuego. Cuando se levantó, su piel estaba llena de quemaduras y su ropa, destrozada.
Creo que ya es hora de dejar los preámbulos…-Itami caminó amenazadoramente hacia Yamiyuki.
Conforme daba pasos, su cuerpo brillaba y su cabello ondeaba. Empezó a gemir y a proferir leves quejidos. Llegó un momento en que su cuerpo estalló en un chorro de energía oscura y comenzó a mutar. Su rostro perdió toda expresión impulsiva y se volvió serio y gélido como nunca antes. Su alborotada melena se alisaba y se posaba elegantemente en sus hombros y espalda, descubriendo su cara por completo. Tenía un rostro francamente hermoso, aunque rara vez mostrado. La seriedad aumentaba su belleza. Su piel se tornaba grisácea, sus uñas se volvían de color violeta y comenzaron a alargarse y curvarse, formando enormes garras que se iban degradando a un color verdoso. En su cabeza salieron dos cuernos demoníacos. Las uñas de sus pies sufrían la misma transformación que las de sus manos. De su espalda, en la zona lumbar, brotaban dos enormes alas oscuras parecidas a las de un murciélago. Se dibujaba una elegante y provocativa armadura en su cuerpo. Era de color naranja, de corte triangular entre hombros y pecho, mostrando gran cantidad de éste, y apretada por las piernas, dejando los pies, los brazos y el pene al descubierto. En sus pies aparecieron dos enormes tacones que sólo se sujetaban a su cuerpo con sendas correas, dejando las garras de sus pies al descubierto. Su pene volvió a endurecerse y a crecer de tamaño mientras cambiaba de forma, color y textura hasta convertirse en un pincho curvado y amenazador. Abrió su boca y dejó que su puntiaguda lengua saliera a la luz. Se había vuelto más larga, brillante, picuda y húmeda. Sus colmillos se estaban volviendo largos y afilados. De su zona coxal salía una negra y puntiaguda cola.
Así que esto es a lo que Freya se refería con todo el rollo de los monstruos.-dijo Yamiyuki observando la nueva forma de Itami-¿Qué eres? Pareces sacado de una novela fantástica…o de un videojuego, o de una película de terror…
Itami se limitó a reír. Su voz se había vuelto más grave y profunda, así como provista de eco natural.
Por las pintas y el exhibicionismo, diría que eres un íncubo.-dijo Yamiyuki-Pero esos dientes son de vampiro. ¿Es tu forma alternativa una mezcla? Je…
No es mi forma alternativa.-dijo Itami con soberbia-¡Es mi forma real! Éste soy yo…Itami Kirishima, la bestia sexual.
¿Es un tipo nuevo de monstruo?-preguntó Yamiyuki con sorna-No sabía que os mezclarais así.
No soy una mezcla.-dijo Itami-Soy raza pura única en mi especie. Combinación perfecta y sinérgica de íncubo y vampiro, un monstruo diferente…con nombre y apellido.
El anillo de erección, que estaba en el suelo, desapareció mágicamente.
¿Sabes, Itami?-preguntó Yamiyuki-Me da igual lo que seas.  Éste no es tu combate, lo siento mucho.
¡Ya lo veremos!-Itami parecía un hombre distinto, incluso de mayor edad-¡Esto no ha hecho más que empezar!
Agitó sus brazos con sensualidad, invocando a más máquinas de tortura y minando el terreno con trampas. Yamiyuki saltó salvajemente y comenzó a lanzar rayos contra todo, destruyendo las trampas ocultas y esperando que alguno acertara contra Itami. No obstante, el único que le cayó fue interceptado por la punta de su cola, desviándolo en todas las direcciones.
Patético.-le espetó Itami.
Lanzó un arañazo al aire, liberando una serie de ondas cortantes que avanzaron contra Yamiyuki, quien rodó hacia abajo para esquivarlas. Una vez en la arena, un cepo enorme se cerró a su lado, señal de que había estado a punto de pisarlo. Itami lanzó una patada al aire, liberando otra serie de ondas cortantes con las garras de su pie. Yamiyuki las contrarrestó con un chorro de fuego y, acto seguido, apuntó a su contrincante con las dos manos.
¡Sand Trigger!-exclamó Yamiyuki.
Un enorme chorro de arena cortante salió disparado hacia Itami, quien cerró sus alas frente a sí, bloqueando el ataque. Acto seguido, las abrió con vehemencia, escindiendo por la mitad el chorro de arena y dejando al otro chico indefenso, momento en el que tensó sus alas y voló hasta el. En ese momento, le lanzó arañazos a gran velocidad con manos y pies, lacerándolo. En medio del cruel ataque, Yamiyuki se defendió con una veloz sarta de puñetazos que logró retractar a Itami el tiempo suficiente como para permitirle lanzar un ataque.
¡Noble Lancer!-chilló Yamiyuki.
Del suelo afloraron chorros de metal líquido que solidificaron en enormes y afilados tornillos que quedaron suspendidos en el aire. Apuntaron hacia Itami y salieron disparados contra él. Con fuertes latigazos de su cola, los desvió y dejó que se clavaran lejos de él.
¡Fire Fist Illusion!-insistió Yamiyuki.
De la espalda de Yamiyuki salieron unos semitransparentes y elásticos brazos serpenteantes que lanzaron puñetazos suaves pero secos contra Itami, quemándolo lentamente.
Ahora que estoy en la plenitud de mi poder, no tengo motivos para permitirte esta insolencia.-dijo Itami-¡Prepárate para morir!
Itami saltó y se acercó de nuevo a Yamiyuki. Le dio un fuerte rodillazo y, acto seguido, lo inmovilizó con una llave, poniéndolo a merced de una guillotina que acababa de invocar y en la que lo embutió.
¡Di adiós!-dijo Itami chasqueando los dedos.
La hoja de la guillotina comenzó a descender. Al llegar a Yamiyuki, éste se deshizo en fuego y apareció detrás de Itami. Lo agarró de la cintura con ambos brazos.
¡Heartbreaker Suplex!-exclamó Yamiyuki.
Haciendo una elegante pirueta, sometió a Itami a un brutal Suplex con las piernas cruzadas. Tras dejarlo en el suelo, levantó una pierna y le estampó el talón en la nuez.
Deja de insistir.-dijo Yamiyuki-No necesito transformarme en nada para derrotarte.
Tengo dos extremidades más que tú.-dijo Itami con jactancia.
La cola del ser demoníaco se clavó tras una clavícula de Yamiyuki, haciéndolo sangrar.
Agh…-se quejó-…no sabes hasta qué punto eso de las extremidades puede llegar a…
No pudo terminar la frase: Itami lanzó otra tanda de ondas cortantes y, por la corta distancia, las recibió todas, viendo su ropa destrozada y la sangre aflorando por su cuerpo.
Es hora de divertirse.-Itami se levantó y comenzó a acariciar su pene.
Cambió de forma, convirtiéndose en algo más parecido a un pene humano, pero de un color grisáceo ennegrecido muy extraño. El glande, carnoso y brillante, estaba muy húmedo y comenzaba a gotear, manchando la arena.
Está cachondo…-pensó Yamiyuki-… ¿qué he hecho yo para merecer esto?
Teniendo cuidado con sus garras, Itami se masturbaba lentamente. Comenzó a expulsar un líquido blanquecino por el pene: parecía estar eyaculando, pues las convulsiones en su, ahora sí, desproporcionado y mutante miembro eran evidentes. No obstante, Yamiyuki pudo inferir que no estaba eyaculando. Aquel fluido salía a una temperatura demasiado alta, caldeaba el ambiente y no olía a semen. Otro dato importante era el corrosivo sonido que producía al tocar el punto donde caía. No tardó en agarrar la cola de su enemigo, arrancársela y salir disparado de allí saltando y dando volteretas. Hizo bien, pues Itami comenzó a disparar aquel líquido por su pene, disolviendo las rocas.
Qué asco…-decía Yamiyuki.
Consiguió acercarse a Itami. Cargó fuego en su puño y le dio un brutal puñetazo, propulsándolo hacia atrás. El pene inmediatamente se le volvió a convertir en un pincho, volvió a tensar sus alas y, volando elegantemente, embistió a Yamiyuki con una potente patada con su enorme tacón. Tras darle varias patadas, lo agarró de los hombros y lo embistió como si fuera a realizar el coito, clavándole su puntiagudo pene en el costado.
¡ARGH!-gimió Yamiyuki.
Disfruta…-dijo Itami.
Yamiyuki estaba furioso. No iba a dejar que aquel ser asqueroso volviese a tocarle, y menos con el pene. Pensó en la manera más directa de hacerle daño y, aunque le repugnaba, le dio igual. Se quitó los mitones, desnudando sus manos.
Hombres del mundo, que esto no sirva de precedente.-enunció Yamiyuki sonriendo con sadismo.
Agarró el pene de Itami con ambas manos.
¿Quieres darme placer?-preguntó Itami sonriendo.
Una mierda te quiero dar.-respondió Yamiyuki mientras tocaba con decisión el pene del otro chico-¿Sabes lo que nos pasa a las personas que tenemos el poder del qi del rayo? Exacto…que nuestro cuerpo conduce.
Una violenta y luminosa corriente eléctrica sacudió el pene de Itami y, con él, todo su cuerpo, convulsionándolo y haciéndole chillar de dolor. Mientras electrocutaba a su enemigo, Yamiyuki se desclavó el pene y lanzó una potente onda eléctrica que terminó por derribar a Itami.
Hijo de perra.-dijo, tras patear su cuerpo inerte.
No…-dijo Itami-…aún no… ¡NO! Por… ¡POR IBARA!
Itami agarró a Yamiyuki del cuello, se le encaramó violentamente y se las ingenió para morderle y clavar sus colmillos hondamente en su cuello.
¡DESGRACIADO!-chilló Yamiyuki.
Un rayo negro cayó del cielo, fulminando a Itami, que se vio obligado a soltar al chico. Toda la sangre que se había derramado comenzó a flotar y a acercarse a Yamiyuki, entrando en su cuerpo y curando todas sus heridas.
¡Sufre!-volvió a gritar el chico.
Negras ondas comenzaron a fustigar a Itami.
¡Grita!-ordenó Yamiyuki-¡Chilla! ¡Quiero hacerte daño! ¡Quiero hacerte sufrir! ¡Quiero maltratarte, herirte! ¡Quiero que te lamentes de todos y cada uno de tus segundos de vida! ¡Quiero destruirte cruel y dolorosamente!
Mientras gritaba, Yamiyuki lanzaba rayos oscuros, explosivos ataques de tinieblas y violentos golpes cuerpo a cuerpo. La sangre que salía de Itami se mantenía en el aire y bailaba elegantemente junto al chico de ojos rojos, formando cintas.
¡Llora! ¡Sangra!-ordenaba Yamiyuki-¡Siéntete lo que eres: una hormiga para morir bajo mi pie! ¡Vamos, reacciona! ¡Sigue sufriendo! ¡Pásalo mal! ¡BAILA CONMIGO ESTA DANZA DE SANGRE!
Yamiyuki vapuleaba a Itami con gran violencia, mientras la sangre a su alrededor formaba cuchillas que lo acompañaban en los golpes. Tras ello, lo lanzó por los aires y, con un gesto de su mano, lo hizo caer verticalmente de cabeza al suelo, tras lo cual, como si lo controlara telepáticamente, lo obligó a ponerse en pie. Finalmente, las lágrimas de Itami se saltaron cuando de su garganta salió, produciendo un desagradable sonido, un rojo y brillante chorro de sangre que llenó el cuello del otro chico hasta cerrarle la mordedura.
¿Qué demonios has hecho?-preguntó Itami con un dolor imborrable en el cuello, maltrecho por el combate y dolorido por la brutal paliza.
Tiene un nombre muy conocido por todos los artistas marciales del mundo, en especial de los usuarios de qi.-dijo Yamiyuki-Algún día podrías haberlo descubierto…si hubieras vivido. Pero no es el caso. No lo usaré para matarte, no obstante. No lo necesito.
Agitó sus brazos y comenzó a lanzar llamaradas, rayos, chorros de oscuridad y ondas sísmicas contra Itami hasta que revirtió su transformación, dejándolo caer desnudo y ensangrentado al suelo. Yamiyuki lo agarró del cuello, lo lanzó por los aires y comenzó a patearlo, hasta que le lanzó un golpe de palma y lo estampó contra una roca lejana.
Jamás lo había pasado tan mal sufriendo dolor.-chilló Itami-¡MÁTAME! ¡LLÉVAME AL CLÍMAX!
Oh, no.-dijo Yamiyuki-De eso nada. Voy a llevarte ante Freya e Ibara para que mueras viendo cómo tu novia ha quedado igual o peor que tú. Aún tengo ganas de hacerte sufrir un poco más. Nadie me ha restregado la polla y ha vivido para contarlo. Bueno, nunca nadie me había tocado con su polla. Te mereces algo aún peor de lo que te vamos a dar.
Arrastrándolo por el rocoso suelo mientras lo llevaba agarrado por el pelo, Yamiyuki transportó a Itami hacia donde vio humo, procedente probablemente del combate entre Freya a Ibara. Al llegar, vio que su amiga estaba medio desnuda, como él, pero su oponente, Ibara, estaba desnuda del todo, como Itami.
Ya está.-dijo Yamiyuki soltando a Itami contra el suelo-Quería que la viera para poder matarlo con una cara de sufrimiento más épica.
No los vamos a matar.-dijo Freya-Espérame aquí.
Freya chasqueó los dedos. Se apareció frente a una montaña de rocas cercana, la golpeó con un puñetazo y destrozó la superficie, revelando un objeto pequeño y brillante que no tardó en agarrar con la mano.
El cristal.-dijo Freya apareciéndose frente a Yamiyuki de nuevo-Misión cumplida.
¿Qué es eso de que no los vamos a matar?-preguntó Yamiyuki.
Déjame a esa cosa.-dijo Freya mientras se guardaba el cristal.
Ahí lo tienes…-dijo Yamiyuki.
Freya agarró a Itami del cuello y lo levantó del suelo.
¿Me oyes, pulgoso?-preguntó Freya con desdén.
Puta…-dijo Itami casi sin fuerzas.
Tu novia os ha vendido.-dijo Freya-Sois oficialmente nuestros empleados. Decid adiós a Shiroi.
Lanzó a Itami contra Ibara. Acto seguido, cogió a ambos y se los cargó a los hombros.
Si picó Aquanika, que es más lista, ¿cómo no iba a morder el anzuelo ésta?-preguntó Freya-Ya tenemos dos matones más. Shiroi se va a cagar.
Me parece bien…-dijo Yamiyuki-...siempre podremos matarlos si se sublevan.
Exacto.-dijo Freya-Tendrán un contrato como el de Aquanika.
Se alejaron, dispuestos a volver a casa y poner a Ibara y a Itami fuera del peligro de muerte que corrían.

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