lunes, 2 de septiembre de 2013

[SSS] Capítulo 12: Atando cabos

Capítulo 12: Atando cabos

¿Hola?-dijo Myo dando un paso al frente-¿Qué haces aquí sola? ¿Te has perdido? ¿Podemos ayudarte?
La chica se giró. Su rostro estaba céreo, y sus ojos habían perdido su brillo. Parecía aislada del mundo. Se rió.
Va a mutar.-dijo Priscille-Está claro…
Oyeron pasos. De detrás del depósito apareció otra chica, también con el uniforme del instituto Hiwamori. Su cabello era verde y estaba recogido en una coleta baja. Sus ojos, de color verde muy oscuro, parecidos a los de la otra chica, también carecían de brillo.
¿Y si pedimos ayuda?-preguntó Alice-Podemos llamar a la dirección del centro y que vengan a por ellas…
¿A la una y media de la madrugada?-preguntó Michelle-Me parece que vamos a tener que luchar…
Se oyó una especie de tirón muy fuerte. Cuando se quisieron dar cuenta, de la chica de pelo verde sólo quedaba frente a ellos la ropa. Cayó en medio del grupo, dando un fuerte golpe. Ya no era ella. Estaba completamente desnuda, su cabello se había vuelto negro y ralo, se había hecho más alta y musculosa y carecía casi totalmente de piel. Su cuerpo sangraba y tenía un aspecto putrefacto: era una mujer zombie.
Antes de que ninguno de los cuatro chicos pudiera reaccionar, la chica volvió a saltar y se colgó de una barandilla. Miró a los cuatro amigos y vomitó sobre ellos.
¡Dispersaos!-gritó Myo.
Los cuatro chicos se alejaron y se distribuyeron por los vértices de la planta. El chorro de vómito cayó sobre el suelo, produciendo vapores y un sonido de quemaduras.
Son demasiados videojuegos ya…-dijo Myo-…como para no saber que el vómito de los zombies suele ser altamente corrosivo.
¡Muy sagaz!-lo elogió Priscille.
¿Os habéis parado a pensar en el golpe que supondrá esto para el instituto Hiwamori?-preguntó Alice sin perder de vista a la zombie.
No tenemos la culpa, Alice…-dijo Myo-…estas chicas han sido asesinadas. Es mejor pensarlo así…
Fueron asesinadas en el momento en que el destino las eligió para acabar así.-concluyó Priscille.
Vamos a acabar con esto antes de que pase a mayores…-dijo Michelle amargamente.
La chica que no había mutado, hasta ese momento quieta, empezó a hacerse grande y musculosa hasta reventar su ropa. Su cuerpo se tornó verdoso, su pelo, parduzco y sus dientes comenzaron a crecer.
¿Qué es eso?-preguntó Alice asustado.
¿Un orco?-preguntó Priscille ajustándose las gafas y poniéndose en guardia.
Sea lo que sea…-dijo Myo-¡tenemos que salir vivos de esta emboscada!
La zombie saltó y aterrizó al lado de la orco, que era considerablemente más alta y robusta.
Sin mediar palabra, los chicos invocaron a sus armas y rodearon a ambas mujeres mutantes.
Quien lanzó el primer ataque fue la zombie, intentando saltar hacia Myo. Alice reaccionó rápidamente y ató los pies de la criatura con su cinta, haciéndola caer de bruces al suelo y congelando sus tobillos gradualmente. Priscille corrió hacia la mujer y, sin darle tiempo a levantarse, la encerró en un prisma de luz muy apretado para evitar que pudiera dar golpes.
¡La mantendré encerrada el tiempo que necesitéis!-apremió Priscille-¡Encargaos de la otra!
Myo, Michelle y Alice se giraron hacia la orco, la cual, para sorpresa de todos, arrancó una tubería y amenazó con golpear a los chicos con ella.
Tenemos suerte de que haya arrancado una tubería vacía…-dijo Michelle mirando los circuitos hidráulicos-…si hubiera llegado a coger una de las gordas, nos habría arrastrado el agua hasta matarnos…
La orco soltó  un bramido y se lanzó a por los chicos con un fuerte mandoble de tubería. Los tres intentaron esquivarla, pero Myo fue demasiado lento y fue aplastado por la tubería.
¡MYO!-gritaron Alice y Michelle, a la vez que Priscille, que lo había visto.
¡Maldita!-gritó Michelle-¡Lamentarás esto!
El joven pelirrojo lanzó un chorro de fuego contra el musculoso y cuadriculado abdomen de la orco, cuya dureza era suficiente como para aguantar las llamas.
¿Cómo?-se extrañó Michelle-¿No le ha hecho nada?
La orco levantó la tubería para golpear a Michelle. Myo rodó por el suelo y se incorporó.
¡Haced algo, por favor!-exclamó Priscille-¡Este monstruo no para de patalear!
La zombie golpeaba las paredes del prisma enloquecidamente, intentando salir.
Escucharon un fuerte golpe. La tubería chocó contra el bastón de Michelle, doblándose ampliamente.
Eso no te lo esperabas, ¿verdad?-sonrió Michelle con sorna.
Alice dio un suave golpe de muñeca y su cinta voló hacia la orco, atándola por varias zonas, reduciendo su movilidad y comenzando una lenta congelación. Michelle aprovechó el momento para golpear con su bastón fuertemente a la criatura en sus dentudas fauces.
¡AAAAAAAAAHHHHHH!-gritó Myo con una mezcla de dolor y fuerza.
Giró sobre sí mismo y le clavó una daga a la orco en las costillas, haciendo que se hincara de rodillas y chillase. En medio de su enfurecimiento, la criatura lanzó por los aires a Myo de un puñetazo y, con un potente movimiento de su grande y pesada pierna, propulsó también a Michelle y a Alice, cuya cinta cayó al suelo, deshaciéndose las ataduras.
Todavía con la daga clavada, la orco caminó hacia Alice y Michelle, que habían caído cerca el uno del otro, y los agarró con sus grandes manos. Dando una fuerte palmada, chocó sus cuerpos entre sí. El robusto y pesado cuerpo de Michelle colisionó con el débil y delgado cuerpo de Alice, causándole mucho más dolor a este último.
No obstante, algo se activó en Alice. Al entrar en contacto con el caliente cuerpo de su amigo, su visión se aclaró. Puso su mano en el fuerte brazo que lo agarraba. Una hilera de hielo comenzó a propagarse por el mismo, por lo que la orco no tuvo más opción que soltar a Alice, que cayó al suelo extenuado y dolorido. Siguiendo el ejemplo de su amigo, Michelle se concentró, apretó los puños, cerró los ojos y…la orco chilló mientras lo soltaba con violencia. La palma de su mano estaba bastante quemada.
Alice cogió la cinta del suelo y se preparó para un nuevo movimiento. Le había gustado mucho comenzar a practicar gimnasia por su cuenta y quería estar a la altura de sus amigos. Mientras cruzaba las piernas, tiró su cinta como si de una caña de pescar se tratase, envolviendo a la orco a la altura del pecho, pegando sus brazos a su cuerpo. Michelle hizo un círculo de fuego alrededor de sus pies para impedir que se moviera, tras lo que lanzó una gran burbuja ígnea con la palma de su mano derecha, provocando una explosión de fuego de pequeño radio.
Aprovechando el desequilibrio de la criatura, Alice tiró de la cinta y consiguió dejarla postrada en el suelo. La desató, dejando ver un aro de hielo sellando su cintura escapular.
¡AHORA!-gritó Myo mientras lanzaba la daga que le quedaba desesperadamente.
El arma se clavó entre dos de los prominentes fascículos abdominales de la criatura, provocando el afloramiento de un caudaloso chorro de sangre.
Ignorando el dolor del golpe producido por el impacto de tan pesada tubería, Myo corrió hacia la sometida criatura, le arrancó las dos dagas tirando de ellas con todas sus fuerzas y, en un ramalazo de coraje, creó una pequeña burbuja de aire a sus pies que lo elevó levemente. La hizo explotar mientras echaba el peso de su cuerpo hacia atrás, lo que resultó en una ascensión circular con una patada con voltereta que liberó una onda de viento que abatió a la orco y provocó su desintegración.
¡Guau!-dijo Michelle-¡Vaya truquito te has marcado!
Esas patadas son muy típicas en muchos héroes de videojuego…-dijo Myo-…me siento infantil diciéndolo, pero siempre he querido imitar ese movimiento…y ahora lo he logrado.
Nada mal tú tampoco, canijo.-Michelle agarró a Alice de un hombro-Al final vas a ser un gran gimnasta, ya lo verás…
¡La voy a soltar!-interrumpió Priscille-¡A por ella!
Priscille soltó sus músculos, deshaciendo el prisma de luz. Como accionada por un resorte, la zombie saltó y, en una exhibición de profunda locura, comenzó a espurrear vómito mientras saltaba de un lado para otro.
¡Lluvia ácida!-dijo Michelle-¡Todos a cubierto!
Priscille alzó las manos. La parte más alta de lo que podría ser una bóveda se dibujó en el firmamento, deteniendo los chorros de vómito.
¡Todo sería más fácil si esa loca dejase de moverse!-se quejó Michelle.
Podría intentar congelarla, pero no tengo puntería y es demasiado ágil para mí…-dijo Alice mientras tensaba levemente su cinta.
Tranquilo, Alice.-dijo Michelle-Myo no es el único que entiende de videojuegos. Los zombies prenden fácilmente, ¿verdad?
Myo adivinó lo que Michelle quería hacer y le sonrió mientras asentía con la cabeza.
¡QUE APROVECHE, MADEMOISELLE!-gritó Michelle mientras agitaba su bastón.
De la enjoyada punta del arma brotó un chorro de una hermosa luz roja que interceptó a la zombie en pleno vuelo, haciéndola estallar en llamas. Cayó pesadamente al suelo: a lo largo de la caída se había podido apreciar la disminución de su masa. Cuando el fuego se disipó, lo acompañaron unas partículas negras…
¡Misión cumplida!-exclamó Michelle, satisfecho.
Un gran trabajo.-dijo una voz familiar.
Se giraron. El hombre jorobado, de baja estatura y encapuchado estaba frente a ellos.
¿Quién es usted?-preguntó Priscille mientras hacía ademán de avanzar hacia aquella figura.
Alguien que conoce vuestros poderes, vuestra causa, lo que estáis haciendo y sabe cómo ayudaros.-dijo el hombre-No necesitáis saber más. Hace mucho tiempo, yo también fui tocado por la varita mágica del destino y adquirí ese poder…ahora ya soy demasiado viejo para actuar, pero puedo explicaros cómo funciona el poder.
Ninguno de los cuatro le respondió.
A cada portador nos corresponde un elemento y un arma.-explicó el anciano-Asimismo, aunque no están relacionados los elementos con las corrientes del alma, cada portador está caracterizado por un rasgo distintivo que marca su personalidad prácticamente desde que nace, aunque viva y muera ajeno al poder. Tú, Myo, estás infundido por la valentía, por el valor, por la abnegación. Tú, Alice, por el poder mágico. Tú, Michelle, por la fuerza. Finalmente, tú, Priscille, eres la más viva imagen del intelecto, del conocimiento, de la inteligencia.
¿Cómo…-preguntó Michelle-…cómo sabe nuestros nombres?
Os he estado observando.-explicó el hombre-Como antiguo portador del poder del que ahora hacéis gala, mi deber es cuidaros desde la distancia y guiaros. En el instituto Hiwamori encontraréis cobijo…y respuestas. Id mañana.
La figura se evaporó.
¿Adónde ha ido?-preguntó Myo.
¡Mirad!-dijo Alice-¡Está saltando en esa dirección!
Sigámoslo…-dijo Priscille mientras se daba la vuelta hacia las escaleras.
Alice y Myo bajaron todo lo rápido que pudieron. Haciendo alarde de su fuerza muscular y de su inusual agilidad respectivamente, Michelle y Priscille saltaron cada tramo de escaleras, logrando bajar en pocos saltos. Corrieron hacia la dirección en la que habían visto alejarse al hombre.
Sigue habiendo muchas cosas mal.-dijo Priscille mientras avanzaban-Del Hiwamori se fueron  cuatro chicas. Faltan dos en paradero desconocido. Además…ese hombre… ¿qué pretende? ¿Mañana en el  Hiwamori? Supongo que no perdemos nada pasándonos después de clase…y así puedo ver a Ren…
Las calles se iban haciendo cada vez más largas y estrechas, pero estaban todas bien iluminadas.
¡Por cierto!-siguió Priscille-¿Os habéis fijado en que ambas chicas…
Se pararon en seco y se giraron. Habían dejado atrás un cuerpo. Otra chica del Hiwamori. Parecía inconsciente…y estaba muy magullada. Tan pronto como se intentaron acercar, el cuerpo explotó en partículas negras.
¡Mirad!-dijo Priscille, que se había girado a observar el panorama.
Había otra chica un poco más adelante. Les estaba dando la espalda, por lo que no podían ver qué era lo que tenía en las manos que brillaba tanto…una luz plateada rodeaba su cuerpo…intentaron acercarse a ella para interrogarla, pero también se desvaneció, cesando así el brillo plateado.
¿Os habéis fijado?-preguntó Priscille antes de que sus compañeros pudiesen mediar palabra.
¿A qué te refieres?-preguntó Myo-¿En qué nos teníamos que haber fijado?
Las cuatro chicas…-dijo Priscille-…no llevaban el uniforme ordinario del Hiwamori.
¿No?-preguntó Michelle-Yo suelo ver pasar a un grupo todas las mañanas por la calle cuando voy hacia nuestro instituto y, si mal no recuerdo, el uniforme de las chicas del Hiwamori es exactamente así…
Sí…-dijo Priscille-…pero no. Hay un pequeño detalle diferenciador.
¿Cuál?-preguntó Alice.
Tal vez sea demasiado pequeño como para prestarle atención…-dijo Priscille-…pero no puedo evitar fijarme en todo. Los cuellos marineros de las chicas del Hiwamori NO tienen una cruz negra con alas dibujada entre las clavículas ni entre los hombros…como estas cuatro pobres víctimas sí tenían.
Alice, Michelle y Myo miraron a Priscille con extrañeza. ¿Una cruz con unas alas?

Priscille señaló el uniforme de la última chica en desvanecerse. Se acercaron a mirarlo. Una cruz alada estaba cuidadamente bordada en el cuello del uniforme. No era demasiado grande, pero se podía ver con un simple golpe de vista.

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