martes, 3 de septiembre de 2013

[SSS] Capítulo 19: Ascensión

Capítulo 19: Ascensión

¡Alice! ¡Michelle!-exclamó Priscille al ver a sus amigos magullados, con las ropas rasgadas, manchas de sangre y expresiones de dolor-¿Qué os ha pasado?
Una larga historia.-respondió Michelle quitándole importancia-No sé qué es ese edificio gigantesco que ha aparecido de la nada, pero Myo ha entrado, ¿verdad?
Priscille asintió con la cabeza.
Tenemos que reunirnos con él antes de que pase algo indeseado.-siguió Michelle-¡Vamos!
¡Sí!-exclamó Priscille-Pero, ¿te importaría ayudarme a llevar a hombros a…
Priscille giró la cabeza y palideció.
¿Angelica?-preguntó mientras se agachaba hacia ella-¡Angelica!-la zarandeó-¡No!
Vaya…-dijo Michelle al comprender que la chica había muerto.
…-Alice se quedó cabizbajo.
La muerte es algo horrible y atroz…-dijo Michelle-…ninguno de nosotros queríamos que las cosas acabaran así…
Soy…-dijo Priscille-… ¡un asesino!
Michelle cogió a su amigo fuertemente por los hombros y chocó su mirada con la de él.
No pierdas los nervios, Priscille.-dijo Michelle-Los cuatro lo éramos desde antes si nos ponemos en ese plan. ¿Cuántas mujeres han muerto a nuestras manos? Si eres un asesino, no tendría que ser una novedad a estas alturas. Pero…recuérdalo…no somos asesinos. Ya estaban muertas cuando llegaron a nuestras vidas.
No, Michelle…-Priscille lloraba-…ella no ha mutado. Ha permanecido humana todo el combate…he sido yo…yo le he asestado un golpe de gracia demasiado violento como para que su cuerpo lo aguantara.
¿Le has clavado tres agujas en el cuello para que se desangrara?-preguntó Michelle con sarcasmo señalando las marcas de la chica.
¡No!-exclamó Priscille horrorizado-Se ha inyectado algún tipo de droga para endurecerse en mitad del combate…y luego, en el suelo, me ha dicho que la estaban quemando por dentro.
Entonces no la has matado, Priscille.-respondió Michelle-Se ha suicidado.
Pero…-Priscille estaba de los nervios.
Tranquilízate, Priscille, en serio.-le pidió Michelle con lágrimas en los ojos-Yo sí soy un verdadero asesino…y una persona mancillada…
¿De qué hablas?-se extrañó Priscille.
Maximiliane ha caído.-dijo Michelle-Él me…me ha violado…y…antes de dejarle terminar su consumación, yo…le ataqué con fuerza…mi arma cambió de forma y…me dejé llevar por la ira. Le di bien fuerte. Lo he matado, Priscille, he matado a una persona con conocimiento de causa. No sé qué habrás podido hacerle a Angelica, pero a Maximilianne lo he hundido en un ingente mar de llamas…ha sido el centro de una explosión enorme que ha retumbado…
¡Oh, no, Michelle!-Priscille se hincó de rodillas en el suelo, presa del llanto, y agarró a su amigo de la camisa-Lo siento tanto…tal vez…si nos hubiéramos quedado juntos, él no te habría…
Basta, Priscille, ya ha pasado…-dijo Michelle mientras le acariciaba el pelo para intentar tranquilizarlo-…soy demasiado fuerte hasta para monstruos como la Pax Nekra. Estoy de una pieza, ¿no me ves? Hicimos lo correcto…hemos logrado pararlos a todos…sólo queda este edificio. Aún podemos salvar Tokyo.
Levántate, Priscille…-se atrevió a intervenir Alice, cuya voz denotaba que también estaba llorando-…yo creo en ti. Yo creo en vosotros. Yo creo en nosotros. Michelle lleva razón…aún podemos hacer algo…
Priscille se incorporó. Michelle lo ayudó a levantarse del todo.
No vamos a conseguir nada lamentándonos por lo sucedido, ¿no es así?-siguió Alice-Ya nos conocemos…sabéis que soy un cobarde…que soy débil…que no tengo vuestras cualidades…pero…aun así…me siento con fuerzas para entrar ahí…o para hacer lo que haya que hacer…si es con vosotros, no me negaré. Yo también he recibido graves daños…ese Albert casi…-a Alice se le hizo un nudo en la garganta-…casi me ahoga con su pene…me ha forzado al sexo oral con mucha dureza…ha sido tan…sucio y…tan horrible…y su fuerza era abrumadora…pensé que no podría ganar el combate…que me iba a matar…pero entonces lo vi. Vi cómo ese desgraciado de Maximilianne saltaba por los aires y estallaba en llamas…y sentí que bajo ningún concepto yo podía ser menos. Os debo todo lo que tengo…y, a cada paso que doy, siento que os lo tengo que pagar…y si ese precio es volver a levantarse y plantarle cara a una persona que podría matarme de un golpe…adelante, acepto el desafío. Yo también he luchado, Priscille. No soy tan valiente y abnegado como Myo, ni tan fuerte como Michelle, ni tan inteligente como tú…pero sé lo que debo hacer…y lo he hecho…con creces. Mi arma ha cambiado…jamás pensé que podría levantar ni mover algo tan pesado, pero…tal vez la fuerza haya surgido en mí como manifestación del poder del lazo que nos une. Lo he matado. Priscille, he acabado con la vida de Albert. Ese loco psicópata no volverá a molestar a nadie más. Yo también soy un asesino…también estoy sucio…también he sido forzado…pero, como bien ha dicho Michelle, eso forma parte del pasado, por cercano que éste sea. Vamos a entrar ahí juntos y vamos a luchar en la que puede ser nuestra última batalla.
Priscille asintió con la cabeza y se giró hacia la entrada del edificio. Michelle lo siguió.
Aún no sé qué se propone la Pax Nekra…-dijo Priscille antes de entrar-…pero Angelica trabajaba para ellos por la fuerza. La sometieron, la obligaron y la estaban chantajeando para que no los dejara ni los denunciara por todo lo que le hacían…me lo ha contado antes de perder el conocimiento… ¡tenemos que ganar esta batalla para que pueda descansar en paz! ¡Ella es otra víctima más!
Sus amigos asintieron. Juntos, empujaron la puerta de entrada. Al abrirla, una explosión luminosa sacudió el edificio, que se convirtió en una escalinata enorme con gigantescas plataformas flotantes entre los tramos de escaleras. El final de la escalinata, dorada con una alfombra gris, no se veía de tan alto que estaba.
¿Qué demonios…-preguntó Michelle.
Algo me dice que no se caerá.-dijo Priscille-¡Vamos!
Los tres chicos comenzaron a subir por la torre. Mientras corrían escaleras arriba, oían risas de mujeres enloquecidas. En la primera plataforma, un enorme montículo octogonal de planta metálica y decoración de joyas rojas, encontraron a Myo frente a un grupo de chicas con los uniformes del Hiwamori y la cruz de la Pax Nekra.
¡MYO!-gritaron a coro sus tres amigos.
¡Alice! ¡Priscille! ¡Michelle!-exclamó Myo con una enorme sonrisa-Sabía que vendríais. Sabía que nos volveríamos a juntar los cuatro…no tenéis muy buen aspecto, pero creo que no es el momento ni el lugar para darnos explicaciones…
Se hizo el silencio. Las risas enloquecidas provenían de esas chicas. A su alrededor, en medio del cielo, flotaban todo tipo de montículos, plataformas, cilindros y relojes de extraños diseños.
Hemos luchado contra Albert, Maximilianne y Angelica.-explicó Michelle-Y hemos ganado. Me alegro de verte, Myo…
Yo también.-dijo Alice quitándose las lágrimas de la emoción.
Y yo…-Priscille fue el primero en colocarse al lado de Myo y ponerse en guardia.
Chicos…-Myo apretó los puños-…gracias. Gracias por detenerlos. Gracias por volver. Seguro que la respuesta a todas nuestras preguntas está en lo alto de estas escaleras.
Las risas de las chicas se tornaron en agudos y estridentes gritos. Comenzaron a arder mientras echaban a volar. Pronto se convirtieron en fantasmagóricas mujeres con vestidos vaporosos y rasgados, melenas alborotadas y cuerpos translúcidos de distintos colores. Todas chillaban sin parar mientras sobrevolaban a los chicos formando un círculo.
¡Banshees!-exclamó Priscille, el más culto del grupo hasta en momentos de crisis-¡Será mejor librarnos de ellas antes de que nos pongan en un aprieto!
En las manos de Myo aparecieron las dos dagas. Priscille hizo lo propio con su yo-yo mientras Michelle y Alice sacaban su bastón y su cinta a relucir. Una primera banshee se lanzó en picado a por Myo, pero fue interceptada por la cinta de Alice, quien había adoptado una hermosa pose a la vez que soltaba su arma y congelaba a la criatura. El bloque explotó en pedazos junto con la banshee que había dentro.
Michelle intentaba mantener a raya a tres más a base de chorros de fuego. Mientras lidiaba con ellas y las intentaba ahuyentar, Myo forcejeaba con una que no paraba de chillar y lanzar esferas oscuras de energía. Al ver que sus dagas la atravesaban sin dañarla, el chico liberó una corriente de viento que logró alejarla un poco de él. Priscille acabó con ella bañándola en un majestuoso pilar de luz.
¡No se acaban nunca!-dijo Michelle mientras intentaba quemarlas blandiendo su bastón y liberando chorros de fuego-A este ritmo nos vamos a cansar demasiado pronto…
¡No!-exclamó Alice mientras caía al suelo tras tropezar esquivando una bola de oscuridad que explotó en el suelo.
¡Alice!-exclamó Myo mientras agitaba infructuosamente sus dagas.
No os pongáis nerviosos, chicos…-dijo Priscille mientras se acercaba a sus amigos y mantenía lejos a las banshees con una pantalla de luz-…podemos con ellas…
Se oyó el sonido de algo moviéndose muy rápido, casi cortando el aire. Vieron una sombra surcar el campo de batalla repetidas veces. Cuando el movimiento y los sonidos cesaron, las banshees explotaron en luz plateada. Los cuatro chicos miraron a su alrededor. En el extremo opuesto de la plataforma se alzaba la encorvada figura que todos vieron aquella noche que, en esos momentos, les resultaba ya muy lejana.
Es él…-susurró Alice mientras hacía ademán de levantarse.
¡Por fin apareces!-exclamó Myo levantando sus dagas-Alice, Michelle, no os fiéis. Nunca ha pretendido ayudarnos. Está con la Pax Nekra. Llevo un buen rato persiguiéndolo sin éxito…Angelica estaba fuera para impedir que entrásemos a por él…
¡Revélate, cobarde!-gritó Michelle-¿Quién eres en realidad?
El encapuchado se limitó a aplaudir.
Bravo.-exclamó-Sois unos necios incansables. Incansables, pero necios…necios, pero incansables.  ¿Cómo puedo recompensaros por vuestro magnífico papel en mi obra?
¿Te crees que estamos de broma?-preguntó Myo-¡Hemos venido a pararle los pies a la Pax Nekra! ¿Eres otro de sus siervos incondicionales que intentará frenarnos a toda costa? Ya eres el quinto…
¡El cuarto!-exclamó Priscille-Ren nunca…
El quinto.-dijo el encapuchado-No puedes fiarte de él, por muy hermano tuyo que sea. Está bajo mi mandato. Todos los que han recibido el poder de la Pax Nekra tienen como sino el obedecerme hasta la muerte.
¡CÁLLATE!-gritó Michelle-No conoces a ese niño, estoy segurísimo. Te piensas que todos somos tus juguetes…que todos somos juguetes de la Pax Nekra…esa secta estúpida que no se digna ni a decirnos qué metas tiene…
Tienes suerte de que esté harto de estar encorvado y de aparentar una complexión que no es la mía.-respondió el misterioso encapuchado.
¿Eh?-preguntaron a coro los cuatro chicos.
La capa del hombre salió volando. Sin podérselo explicar ninguno de los cuatro, ese hombre había estado todo el tiempo acuclillado, encorvado y tapado para parecer un anciano menudo…pero era alto y fornido, y no tenía problemas para erguirse por completo. Sus músculos eran más que prominentes, su piel era pálida y sus ojos eran plateados, al igual que su cabello, que le llegaba hasta la mitad del cuello. Llevaba unos ajustados pantalones grises, unas botas altas negras con suela gruesa y una voluminosa gabardina del mismo color que los pantalones, abierta por abajo y con mucho vuelo. Cubría sus manos con guantes blancos y llevaba un pequeño manto plateado y blanco alrededor de los hombros.
¡Qué sorpresa!-dijo Michelle con sarcasmo-¿Y tú eres…
Mi nombre es Alexielle.-dijo el recién revelado-Recordadlo bien, pues es el nombre de quien acabará con vuestras patéticas hazañas. ¡Soy el líder de la Pax Nekra y hoy voy a lograr mi cometido!
Oh, majestad, ¿tendríais a bien decirnos antes cuál es el susodicho?-preguntó Michelle con sorna-¡Fantoche!
Veréis…-dijo Alexielle mientras se paseaba entre la plataforma-…cuando recibimos el poder, lo normal es que sea controlar un elemento de la naturaleza…pero algunos tenemos la suerte de llegar a extremos superiores. Mi poder es absoluto, perfecto, maravilloso, impecable. ¡Puedo transformar las cosas a mi antojo, y transportar la materia a placer! Con ello, puedo dominar el mundo.
Priscille se quedó atónito: su mente empezaba a atar cabos.
¿Y qué?-preguntó Michelle-Yo puedo arrojar fuego e incendiar esa perfección.
¡No, Michelle!-le advirtió Priscille-¿No lo has oído? ¡Transformaciones! Podría ser él el que ha estado transformando a todas esas mujeres inocentes y modificando su conducta para…
Exacto.-respondió el hombre-Chico listo…aunque muerto. En la Pax Nekra odiamos a las mujeres. Son seres deleznables que impiden que el mundo progrese. ¡Mi plan maestro está saliendo a la perfección! Todo habría sido mejor y más rápido si no os hubierais interpuesto múltiples veces, pero no puedo quejarme…
¿De qué estás hablando?-preguntó Myo dispuesto a atacar.
¿Aún no lo entendéis?-preguntó Alexielle-A juzgar por vuestras caras, diría que el amigo de largos cabellos ya lo ha captado. Llevo MESES sacrificando a una mujer tras otra para sembrar el pánico en Tokyo. Cuando todos los hombres se percaten de lo peligrosas que se han vuelto, nadie querrá acercarse a ellas. Serán exterminadas, se producirá una quema de brujas a escala mundial… ¡y los hombres reinaremos en este planeta! ¡JAJAJAJAJA! Con las técnicas modernas de selección genética y reproducción asistida, nadie querrá que nazcan más de esas endemoniadas criaturas…¡seremos única y exclusivamente hombres, hombres que lideraremos este planeta sin el estigma de la mujer!
Pero…-Myo temblaba de rabia-¡TÚ ESTÁS LOCO! ¿ESTÁS HACIENDO TODO ESTO SÓLO PORQUE NO TE GUSTAN LAS MUJERES? ¡MALDITO MAJADERO, HAS CONVERTIDO NUESTRAS VIDAS EN UNA PESADILLA Y HAS SEMBRADO EL CAOS EN TOKYO SÓLO POR UNA ESTUPIDEZ!
No es ninguna estupidez.-respondió taimadamente el líder de la Pax Nekra-El mundo es demasiado poco para mis manos. Quiero divertirme, y…¿qué manera mejor de hacerlo que exterminando a las mujeres?
¿Por qué no le haces un favor al mundo y te exterminas tú mismo?-preguntó Michelle-Eres patético.
No vamos a dejarte que te salgas con la tuya y lo sabes.-Alice dio un paso hacia delante-Te derrotaremos si es necesario…
No me hagáis reír.-respondió Alexielle-No tenéis suficiente poder…incluso habiendo logrado la transformación de vuestras armas, sois una nimiedad frente a mí.
Tu plan es ilógico, Alexielle.-le espetó Priscille-Has juntado a las personas más machistas que has encontrado para ayudarte…pero… ¿por qué todos sois tan homófobos? Nos discrimináis por tener sexo entre nosotros, pero pretendéis vivir en un mundo sin mujeres… ¿no ves una clara laguna?
No te pases de listo.-contestó el fornido enemigo-Cuando estemos solos, no tendremos necesidades de sexo. Son las mujeres, esos demonios, esas cosas…las que nos provocan el deseo. Sin ellas, seremos castos y puros, y no necesitaremos de otros para ser felices y vivir en armonía.
Michelle se echó a reír.
¿Te estás oyendo?-le preguntó-Estás CHIFLADO. No vamos a tener en cuenta nada más de lo que digas porque sólo eres un loco con poder…nos vamos a limitar a detenerte. Los deseos son irracionales, incontrolables…surgen cuando surgen y puedes culpar a nadie de ellos. Si alguien te gusta, ¿ese alguien es malvado porque te provoca? ¿Seguro? ¿No te has parado a pensar en que a lo mejor tú eres débil por dejarte llevar? Ni que decir tiene que no es de ninguna de las dos maneras, pero estás llevando tu estúpida visión hasta extremos muy egoístas…vas a caer hoy, Alexielle, estés o no mentalizado para ello.
En mi vida había oído tantas injurias, insultos gratuitos y deseos de perturbar el orden juntos. -añadió Myo-Las mujeres no tienen la culpa de tu locura. En este mundo hay hombres y mujeres…somos las dos caras de una misma moneda, la misma especie…y ninguno de los dos sobramos aquí. La naturaleza es sabia…y tú, un loco que pretende ir contra ella.
¿Hablas de ir contra-natura cuando te dejas sodomizar por otros hombres?-preguntó Alexielle indignado-Los locos sois vosotros.
¿De verdad hemos estado todo este tiempo haciendo todas estas cosas tan peligrosas para que detrás de ellas esté un loco desquiciado y sin piedad como tú?-preguntó Michelle-Esto es dantesco… ¡decidme que es una pesadilla!
Nosotros somos la pesadilla…-dijo Priscille-… ¡su pesadilla! Gracias a las magnánimas palabras de mis amigos, ¡yo también estoy decidido a hacerte caer!
Estáis mal de la azotea, chicos.-continuó Alexielle-Nunca podréis hacerme ni un rasguño.
No tengo palabras con las que responder…-dijo Alice-…sólo tengo miedo ahora mismo…pero no voy a ceder. Voy a luchar. Yo también.
¡JAJAJA!-se rió el líder de la Pax Nekra-Tendré que mataros ahora mismo.
Antes de eso…-dijo Michelle-…quiero que veas una cosa.
Michelle se acercó a Priscille, que era el que más cerca tenía en ese momento, y lo besó en los labios, introduciendo su lengua en su boca. Priscille se sonrojó, pero pronto le devolvió el beso con mucha ternura mientras ponía sus manos en las mejillas de su amigo.
¿Te duele ver esto?-preguntó Michelle con sorna-¿Te molesta?
¡Malditos asquerosos!-exclamó Alexielle apretando los puños.
Miró hacia donde estaban Myo y Alice, quienes, siguiendo el ejemplo, estaban cogidos de la mano. Cuando los plateados ojos de su contendiente estuvieron posados sobre ellos, intercambiaron un apasionado beso mientras la saliva se escapaba de las comisuras de sus labios.
¡Oh, no!-gritó Alexielle-¡Dejad los empalagamientos para otro momento! ¿Queréis acabar con mi paciencia?
Con tu paciencia no…-exclamó Myo mientras corría hacia él con las dagas en las manos-¡con tus planes estúpidos!
Saltó y lanzó un tajo contra la cara de su enemigo, el cual materializó una katana en sus manos y, con una fuerte estocada, arrasó con él, dejándolo en el borde de la plataforma, a punto de caer al vacío.
¡Maldito!-exclamó Myo levantándose.
Volvió a correr hacia él. Alexielle le saltó las dagas con una estocada, lo lanzó por los aires de una patada y, cogiendo la katana con una sola mano, lanzó una rápida sarta de estocadas de las que brotaron chorros cortantes de luz plateada.
Myo cayó rodando al suelo, magullado y sangrando.
No podéis hacer nada para evitar que logre mis objetivos.-les advirtió apuntando hacia el grupo con la katana-Cuando llegue arriba del todo, podré activar la gema que llevo fortaleciendo durante meses. Al liberar su poder, una onda mágica cargada con mi energía transformadora sacudirá Tokyo, convirtiendo a todas y cada una de las mujeres en monstruos. Cuando esto aparezca en todos los informativos mundiales, brotará el caos en el mundo…y, mientras, yo viajaré a las capitales más importantes a hacer lo mismo que he hecho aquí. Podrá llevarme años, pero lo lograré. ¡No vais a frustrar el inicio de mi cruzada!
¡Estúpido loco!-gritó Myo levantándose de nuevo.
Sólo hay que impedir que llegue arriba…-dijo Alice.
Ha dicho que podía…-dijo Priscille.
Alexielle se esfumó en una explosión de luz plateada, quedando sólo el eco de su risa desquiciada.
…transportar la materia.-concluyó.
¡VAMOS!-gritó Myo-¡HAY QUE SUBIR!
Los otros tres chicos no se lo pensaron dos veces y comenzaron a subir corriendo las escaleras. Conforme subían, más banshees aparecían.
¡No es el momento!-se quejó Priscille.
Las escaleras se vieron flanqueadas por dos enormes pantallas de luz que las mantenían a raya.
¡Hay que seguir subiendo!-los animó Michelle-¡Rápido!
No sabemos cuánto va a tardar la activación de esa gema…-dijo Alice.
Por eso, precisamente por eso…-contestó Myo-… ¡hemos de darnos prisa!
Al llegar a la siguiente plataforma, se toparon con una chica que mutó en una fornida mujer centauro.
¡NO TENEMOS NADA DE TIEMPO!-gritó Michelle mientras saltaba.
Su bastón se convirtió en los guantes y cayó sobre el monstruo con un pesado puñetazo que liberó una onda de fuego.
¡Vamos, vamos!-dijo mientras corría, ignorando si seguía viva o no-¡Hay que seguir!
Priscille iba apantallando las escaleras para evitar que las banshees se interpusieran en su camino. Pronto comenzó a perseguirles la musculosa mujer centauro. Alice se giró y le congeló las pezuñas, anclándola al suelo. Una vehemente flecha de viento impactó contra el torso de la criatura, abatiéndola.
¡Buen trabajo!-exclamó Myo.
Lo mismo digo…-respondió Alice.
Los cuatro chicos seguían corriendo frenéticamente. Pasaron cuatro plataformas más, haciendo frente en tiempo récord a varias criaturas más. Cuando ya estaban a una altura tal que sentían el frío en sus pieles, llegaron a una plataforma en la que, para su asombro, estaban Maximilianne y Albert, ambos moribundos, llenos de heridas, pero con las armas en la mano.
¿Qué hacéis vosotros aquí?-preguntó asustado Myo.
Alexielle nos dijo que todos los miembros restantes de la Pax Nekra seríamos transportados aquí por él si lograbais subir estas escaleras.-respondió Albert-Parece que la zorra de Angelica no lo ha logrado…
Estaba claro que una mujer no iba a estar a nuestra altura…-respondió Maximilianne con un hilo de voz.
¿Y los que huyeron de la escaramuza?-preguntó Albert-¿Por qué no están aquí?
Supongo que también habrán palmado…-contestó Maximilianne.
¿Y el crío?-Albert perdía los nervios.
Muert…-dijo Maximilianne, pero fue cortado por una voz familiar.
¿Cómo voy a aparecer junto a vosotros si no soy de la Pax Nekra?-preguntó la voz de Ren.
¿EH?-gritaron a la vez los dos miembros de la Pax Nekra.
Ren terminó de subir las escaleras.
Os he estado siguiendo de cerca, chicos. -Ren les levantó el pulgar y les guiñó un ojo- Mi plan ha salido a pedir de boca.
¡Ren!-exclamó Priscille mientras se acercaba a su hermano.
¡Sois unos bobos!-exclamó Ren mientras señalaba a Albert y a Maximilianne-¡He estado fatal con mi hermano estos años, sí! Pero, ¿de verdad pensabais que me iba a unir a escoria de vuestra calaña? Os he utilizado para forzar con mi hermano una reconciliación que de otra manera no me habría atrevido a hacer…y habéis caído en mi trampa…sabía de sobra que, si os encontrabais con ellos por la calle en este día tan señalado… ¡perderíais contra mi hermano y sus amigos! Conozco a Pris muy bien…y sé de sobra que le habéis dicho que yo los he engañado y os los he vendido…por lo que no hay que ser un genio para saber que mi hermano y sus tres amigos se habrán enfadado lo suficiente como para daros una paliza. Estaba todo controlado…os he saboteado… ¿y aún os hacéis llamar los futuros amos del mundo? ¡Os vais a llevar vuestra última paliza aquí y ahora!-los guantes de Ren aparecieron sobre sus manos.
Las lágrimas de Priscille no paraban de brotar. Estaba muy emocionado. Su hermano había hecho una estrategia impecable, con la valentía de usar como peones incluso a sus propios aliados.
Los cuatro amigos se armaron de nuevo.
Antes de cobrar…-dijo Ren-…quiero comentaros lo que ha pasado con esos chicos que huyeron. Les he dado una paliza yo mismo. Nada personal, sólo un pequeño pago en vuestra divisa.
¡VAMOS A MATAROS!-gritó Maximilianne.
Un haz enorme de rayos salió de sus aros. Albert lo respaldó con un enorme chorro de agua.
Alice se colocó delante de sus amigos y creó un enorme muro de hielo. Los rayos lo agrietaron y el impacto del chorro de agua terminó de romperlo, pero penetraron con mucha menos fuerza de la que llevaban.  Acto seguido, conjuró un témpano anguloso de hielo frente a él, dividiendo el chorro de agua en dos de una manera tal que no le dio a nadie y acabó por congelarse gradualmente hasta las manos de Albert.
Maximilianne saltó por encima de Albert, intentando  caer sobre Alice, pero Myo se interpuso y paró sus aros con las dagas. Alice aprovechó el momento para fustigar a Maximilianne y tirarlo al suelo, posición en la que sufrió una fuerte descarga de los látigos de Ren.
Albert hizo entonces un acopio de fuerzas para romper el hielo que lo maniataba  y se lanzó corriendo a por los chicos. Michelle activó sus guantes, puso las manos en triángulo y lo paralizó con un círculo de fuego a su alrededor, momento que Priscille aprovechó para tirarlo al suelo de un puñetazo en la cara. Una vez en el suelo, le golpeó en la nuez con una fortísima patada de talón con la bota negra, que había aparecido justo antes del impacto.
Creo que ya no tendrá ganas de levantarse más…-dijo Priscille.
Maximilianne se levantó y agarró a Ren del cuello.
¡Enano traidor!-gritó.
Una descarga eléctrica sacudió el cuerpo de Ren, haciéndole chillar de dolor.
¡REN!-gritó Priscille.
Alice convirtió la cinta en la lanza y atravesó a Maximilianne por la espalda. Priscille saltó y le pateó la cabeza, hundiéndolo en el suelo. Ren puso fin al combate convirtiendo sus guantes en la maza y golpeándole en la frente, liberando una onda luminosa.
¡No puedes estar aquí!-exclamó Priscille-¡Es demasiado peligroso, Ren!
Ya hablaremos más tarde.-dijo Michelle-¡Hay que subir!
Lleváis razón…-dijo Priscille.
Los cuatro amigos, acompañados por el recién llegado Ren, que los había vuelto a sorprender a todos, siguieron subiendo las escaleras. Entre escaramuza y escaramuza, siguieron ascendiendo, ignorando el frío cuando, de pronto, se dieron cuenta de que veían algo en el horizonte…una mancha oscura. Conforme iban subiendo, se iban dando cuenta de que eran los pies de Alexielle, que ya eran visibles…

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