domingo, 1 de septiembre de 2013

[SSS] Capítulo 9: Aceleración

Capítulo 9: Aceleración

Cuando Alice abrió los ojos, su cabeza estaba a punto de estallar. Cientos de imágenes, palabras, recuerdos, momentos, visiones y sonidos circulaban por su memoria de manera frenética. Hacía bastante frío en otoño a la orilla del lago, pero a él no le afectaba. Recapituló. El poder del hielo despertó en él y derrotó a una forzuda y sádica nereida en un terreno favorable para ella. Se armó con una cinta de longitud variable y…acabó desmayándose. Movió un poco su mano. Dentro del bolsillo, tenía el móvil bien agarrado. Alice era más listo de lo que parecía: se dejó caer con el móvil en la mano para luego acordarse de llamar de inmediato a sus amigos. Sabía que los tres estaban ocupados en algo, y se imaginaba en qué cada uno. No obstante, sintió que Priscille tenía que ser el primero en saberlo. Marcó el número y se pegó el terminal al oído. Esperó pacientemente a que su amigo respondiese.
¡Hola, Alice!-respondió Priscille con su dulce voz-¿Qué tal? ¿Puedo echarte una mano?
Priscille.-dijo Alice nervioso-Ha ocurrido.
¿A qué te refieres?-preguntó Priscille preocupado-¿Estás bien? ¿Voy a tu casa?
No.-respondió Alice de manera tajante-Me refiero a que ha ocurrido lo que intentamos probar. Llevabas razón, Priscille. Tus indagaciones han sido un éxito.
Se oyó un golpe al otro lado del hilo. Seguramente se le habían caído los libros del espasmo al sorprendido Priscille.
¿Cómo dices?-preguntó el estudioso joven-Entonces, ¿te han atacado? ¿Cómo estás? ¿Necesitas ayuda? ¿Llamo a una ambulancia?
Me han atacado.-respondió Alice-Una niña pequeña se ha convertido en la nereida más sádica que el hombre ha podido imaginar. Pensé que iba a matarme…pero la he vencido. Quería avisarte a ti el primero para felicitarte por tu investigación.
Gracias, Alice, me alegra tu consideración.-respondió Priscille-Llamo a los demás y los reúno. ¿Dónde quieres que quedemos?
Estoy falto de fuerzas ahora mismo…-respondió Alice mientras adquiría conciencia de su pesadez muscular en esos momentos-… ¿podéis venir al parque que vosotros sabéis? Estoy en la orilla del lago. Llamaré a Myo para que no tengas que llamar tú a los dos…
Está bien, Alice, estaremos allí antes de que te des cuenta, ¡aguanta!-dijo Priscille antes de colgar.
Myo…-dijo dificultosamente Alice tras marcar el número de su amigo y esperar a que contestara.
¡Alice!-dijo Myo contento-¡Qué alegría escucharte! Estaba ya cansado de estudiar y hacer ejercicio en mi cuarto, tenía pensado llamaros para…
Myo…-repitió Alice-…ven al parque que ya sabes, por favor. Es importante. Me encontrarás en la orilla del lago. Priscille y Michelle deben de estar en camino…no puedo hablar mucho más…
¡ALICE!-gritó Myo-¡No sé qué ha pasado, pero aguanta! ¡Voy de camino!
Alice oyó cómo Myo cogía algo metálico, posiblemente las llaves. Escuchó un portazo y pasos acelerados.
¡Voy corriendo!-dijo Myo preocupado-¡Te veo en breve!
Myo colgó. Alice se tumbó en el césped y respiró entrecortadamente. Realmente era muy destructivo para el cuerpo y la mente el despertar de un poder tan grande en el interior de uno. Creyó oír las voces de sus amigos…
“¿Dónde estará?”
“¡Ahí!”
Alice rodó levemente y miró hacia el origen de las voces que creía oír para comprobar, agradecido, que no eran imaginaciones.
Michelle comenzó a correr enardecidamente. Al pasar por debajo de un cierto árbol, Priscille, que se había encaramado para buscar a Alice desde lo alto, cayó encima de él. Con su amigo en brazos, Michelle siguió corriendo todo lo rápido que pudo, atravesando el parque en menos de medio minuto.
¡Alice!-exclamó Michelle mientras levantaba el cuerpo de su amigo-¡Alice!
Lo zarandeó levemente. Priscille se agachó para estar más cerca de él y le cogió una mano.
Vamos, Alice, ya estás bien.-le dijo-Nada ni nadie impedirá que te pongas bien.
¡EEEEH!-gritó Myo desde lo alto.
Iba por la acera, justo encima de las escaleras que bajaban al parque. Intentando imitar a sus amigos, saltó para intentar caer justo a su lado, pero terminó rodando por el suelo antes de terminar la caída. Tras chocarse con un árbol, se levantó sin mediar palabra y corrió de nuevo hacia los chicos.
¿Qué ha pasado?-preguntó Myo horrorizado al ver lo débil que estaba Alice.
Alice tiene algo que contarnos.-dijo Priscille seriamente ajustándose las gafas.
Eh…-dijo Michelle-…conozco esta situación…
Ahora que lo dices…-dijo Myo.
En…-tartamudeó Alice-…en efecto. Tengo…el poder…
Lo ha atacado una nereida, al parecer.-dijo Michelle-Cuando tenía algo más de fuerza, me ha llamado para decirme que mi teoría era cierta. El poder está en el semen.
Myo y Michelle se quedaron anonadados.
Yo…-intentó explicar Alice-…he podido…manipular…el hielo…
¡Bravo, Alice!-dijo Michelle dándole una palmada en el hombro-Has derrotado a quien intentaba hacerte daño, eres todo un hombre. Estoy orgulloso de ti, amigo mío. Que nadie ose decir nunca más que eres débil…o podrás darle tú una paliza antes de que se la dé yo.
Alice esbozó una media sonrisa mientras tiritaba febrilmente entre los brazos de Michelle.
¡Felicidades, Alice, lo has logrado!-elogió Myo-Has sido muy valiente,  me alegro de que lo hayas conseguido. Además, el hielo te hace justicia…
Gra…-tartamudeó Alice-…cias…
Y gracias a ti, Priscille, por tu brillante trabajo.-dijo Myo agarrándolo del hombro-Sin ti, esto no habría sido posible.
Si no hubiera podido transmitirle el poder a nuestro amigo…-dijo Michelle mientras le agarraba el otro hombro a Priscille-…podría haber sucedido una tragedia…
Yo…-dijo Priscille-…no ha sido para tanto…
Alice se sintió un poco más fortalecido que antes, por lo que pudo incorporarse apoyándose en los grandes hombros de Michelle.
Me has salvado la vida.-dijo Alice en tono solemne-Gracias a tu trabajo desinteresado, hemos descubierto cómo defendernos de la amenaza que se cierne sobre Tokyo. Gracias a ti he podido librarme hoy de lo que, en cualquier otra circunstancia, habría supuesto mi violación y muerte...-las lágrimas afloraron de sus ojos-…tu poder va mucho más allá del que tenemos nosotros. Eres un genio.
Orgulloso y emocionado, Priscille se quitó las gafas y les limpió las lágrimas que había depositado sobre ellas.
No pensé que esto fuera a dar para tanto…-dijo Priscille-…de verdad…me alegro tanto…
Los cuatro se cogieron de las manos y respiraron en silencio unos segundos, lo suficiente como para que Alice y Priscille dejaran de llorar.
¡Está bien!-exclamó Priscille mientras se levantaba-Esto va a ser una mezcla entre celebración y necesidad urgente. Llevemos a Alice a mi casa. No podemos ir a otro sitio, me he dejado a mi hermano solo y no me gusta hacer eso.
Michelle y Myo asintieron. El forzudo cogió a Alice en brazos y echó a andar junto a los otros dos.
Es una pena interrumpir así este momento tan mágico, pero…-reparó Priscille por el camino-…ha habido más ataques. Tres hombres han muerto esta semana, y dos el fin de semana anterior. De esos cinco ataques, cuatro se han producido cerca del instituto mixto Hiwamori, al que va mi hermano menor. Tengo miedo por él…
. . .
¡Ya estoy en casa, Ren!-saludó Priscille-¡Han venido mis amigos!
Michelle, pon a Alice de pie.-susurró-No quiero preocupar a Ren.
Hola.-saludó fríamente el niño desde el salón, sin salir a saludar.
Pasad, por favor.-dijo Priscille con una sonrisa de disculpa mientras cerraba la puerta.
Myo, Michelle y Alice (caminando torpemente agarrado a Michelle) entraron al salón. Había un chico que ya conocían de anteriores visitas. Era Ren, el hermano menor de Priscille. De piel pálida y brillante como su hermano, cabello blanco y ojos rosados, Ren era la viva imagen de Priscille. Era mucho más bajo que él, tenía aún el cuerpo sin desarrollar y, aunque estaba delgado, su cuello, sus brazos y sus piernas tenían un aspecto redondeado y rollizo, propios de un niño que aún no ha terminado de formar sus músculos. Sus facciones eran muy dulces y redondeadas, y tenía  un rostro muy hermoso. Su cabello estaba cortado a cazo por detrás a ras de la nuca, y por delante le caía hasta los pectorales en dos mechones que llevaba atados con hilo negro. Tenía un flequillo recto de faraona lacio y largo hasta las cejas.
¡Buenas tardes, Ren-chan!-saludó Myo amablemente.
¡Hola, hermanito!-dijo Michelle con su habitual cariño.
Buenas…-intentó saludar Alice-…buenas tardes, Ren.
Buenas tardes.-dijo Ren apáticamente sin apenas girarse a mirarlos.
Priscille, ¿podemos ir a tu cuarto?-preguntó Myo-No sería cordial por nuestra parte molestar a Ren-chan mientras ve la televisión.
Claro…-respondió Priscille apesadumbrado-…vamos.
Al llegar a la habitación, Priscille cerró la puerta. Michelle dejó a Alice en la cama y se sentó en el suelo al lado de Myo.
No sé qué hacer con él…-dijo Priscille apenado mientras se sentaba-…quiero volver al amor que nos teníamos. Comenzó a tratarme tan fríamente cuando empecé a estudiar duro…a veces siento que me odia…
No seas tan duro contigo mismo…-dijo Myo-…está creciendo, esta volubilidad es normal a esas edades. Todo mejorará a su debido tiempo, así que no te desanimes.
Llevas razón…-Priscille asintió con pesadez-… ¿te encuentras mejor, Alice?
Sí…-dijo mientras se incorporaba para hablar-…eso creo.
Voy a traeros algo para merendar, vengo ahora mismo.-dijo Priscille mientras se ausentaba rápidamente.
. . .
¡Ren!-exclamó Priscille-¿No puedes ser un poco más amable?
No me gustan tus amigos.-respondió Ren sin girarse-Creí habértelo dicho ya.
¿Por qué?-preguntó Priscille desesperado-¿Por qué estás siendo así? ¿Qué he hecho mal?
Déjame en paz, Priscille.-respondió fríamente el pequeño.
Priscille cogió la bandeja de la merienda y volvió a su cuarto sin mediar palabra.
Que aproveche, chicos.-dijo, dejando la bandeja en el suelo.
Había un plato lleno de taiyaki y refrescos envasados de chocolate con leche de coco. Alice se bajó de la cama y se sentó torpemente. Cogió un bote de refresco y tomó un trago.  Un pequeño reguero se le salió por la comisura de los labios dada la torpeza que tenía encima en esos momentos.
¡Cuidado!-exclamó Michelle al verlo, tras lo cual lamió el chorro de refresco-No es un plato de gusto mancharse la ropa…
Oh, Michelle…-Alice se sonrojó.
Oye, Alice…-dijo Myo tras las risas por el gesto de Michelle-… ¿qué forma tiene tu arma?
Mi arma…-dijo Alice-…es lo peor de todo. Es una cinta.
¿Una cinta?-Michelle se extrañó.
Cuando apareció, pensé que era un látigo, pero no.-dijo Alice-Es una cinta de gimnasia rítmica. No es muy operativa que digamos…no tiene suficiente masa como para usarla de látigo, es muy grácil para eso…aunque parece que tiene cierta autonomía, puede variar su longitud y congelar lo que envuelva…
¡Eso es genial!-exclamó Myo-¿No decías siempre que soñabas con hacer gimnasia? ¡Es tu oportunidad, ya tienes excusa! Si aprendes a hacer gimnasia rítmica, no sólo cumplirás tu sueño, sino que aprenderás a manejar la cinta…
No quiero rodearme de desconocidos.-dijo Alice de manera tajante.
Entonces…-dijo Michelle, experto en métodos de entrenamiento de andar por casa-…entrena por tu cuenta. En casa, en tus ratos libres, tú solo. Busca material: libros, vídeos, etc. que te ayuden a practicar los movimientos. Yo puedo enseñarte a hacer todo tipo de estiramientos –le guiñó un ojo haciendo referencia a algo que ambos sabían- para mejorar tu flexibilidad en todo el cuerpo. Además, mi padre era gimnasta. Tengo sus trofeos en una vitrina, junto con los de mi madre en fútbol y natación. Puedo buscar sus grabaciones, hacía muchas actuaciones escolares cuando tenía nuestra edad.
Además…-añadió Michelle-…no tendrás que comprarte una cinta: ya tienes una. Y, si la ven tus padres, puedes decir que la has comprado para practicar en casa. No verán las propiedades que tiene.
Puedo intentarlo…-dijo Alice, quien estaba dispuesto a intentarlo para no defraudar a sus amigos-…ya os contaré mis progresos.
Priscille cambió su expresión facial de manera súbita y miró a sus tres amigos. Había tomado una decisión.
Me preocupa mi hermano.-dijo de nuevo-Ya no es sólo el hecho de que nuestra relación fraternal esté fría, sino que en el barrio donde está su instituto ha habido varios ataques. Además, en el Hiwamori hay chicas, no es exclusivo masculino como el nuestro. ¿Quién sabe si…
Ren no está solo, ¿vale?-dijo Michelle con una sonrisa tranquilizadora-Sus compañeros y compañeras de clase estarán con él y lo acompañarán por el camino, digo yo…
Sí, pero son muy pequeños…-dijo Priscille-…dudo que puedan defenderse.
Hay gente de hasta 18 años.-reparó Myo-Y, según tengo entendido, les enseñan a ser muy protectores y fraternales con los kohai. Forman verdaderas piñas.
Tranquilízate, Priscille.-dijo Alice-Tu hermano todavía no se ha terminado de desarrollar como un hombre, dudo que sea el objetivo de una de esas cosas si hay cerca de él hombres formados.
Priscille quería darles la razón. Entre conversaciones de un tema y otro, llegó la noche y cada uno se fue a su casa…
. . .
Domingo por la mañana. Eran aproximadamente las once y cuarto. Myo había estado desde las nueve estudiando. Estaba tan contento por lo claro que le había quedado un tema que se había puesto a jugar a un videojuego para celebrarlo. Un rato de descanso siempre tiene buen sabor.
Sonó su móvil. Pulsó el botón de pausa y lo cogió. Vio que era Priscille, por lo que descolgó rápidamente.
Buenos días, Priscille.-saludó Myo.
¿Myo?-preguntó Priscille entrecortadamente-Buenos días. ¿Puedo pasarme por tu casa un rato? Quiero que me pases el poder.
¡Claro!-dijo Myo sin reparar en la segunda parte de su petición-Espera… ¿qué?
Me sabe mal pedírselo a Alice por su convalecencia…-explicó Priscille-…y tampoco quiero agotar a Michelle con todo el entrenamiento que tiene encima... ¿podríamos hacer juntos…lo que fuere que hiciste con Michelle?
Está bien.-dijo Myo-Haré lo que sea para ayudarte, pero, ¿estás seguro?
No quiero tener que depender de vosotros si algún día corro la misma suerte.-dijo Priscille-No quiero ser una carga. Y quiero un aval que me garantice que puedo luchar por Ren. Además, vamos a disfrutar con ello, ¿verdad? Bueno, nunca lo he probado y ya sabes que mantengo una postura totalmente demisexual, pero…no me importa si es contigo.
Bien pues.-dijo Myo-Me alegra que tengas las ideas claras. Ven cuando quieras, te espero aquí…e intentaré que lo pasemos lo mejor posible.
Lo mismo digo.-respondió Priscille nervioso-Bueno, nos vemos ahora, ¿vale?
¡De acuerdo!-dijo Myo con ánimo.
Colgaron el teléfono. Myo no necesitaba tener una vista de lince para leer la fuerte erección que se dibujaba en sus negros pantalones. Continuó jugando hasta que escuchó el timbre de la puerta. Volvió a pausar el juego y se levantó para abrir. Como esperaba, era Priscille, que sonreía nerviosamente.
Hola, Myo…-saludó Priscille.
¡Hola!-saludó Myo con una sonrisa de confianza para intentar calmar a su amigo-¡Pasa, vamos!
Con permiso…-se excusó Priscille mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí.
Ninguno de los dos supo qué decir.
Sé lo que he venido a hacer aquí…-se aventuró Priscille-…y creo que no me retracto, pero…no sé…cómo empezar.
Priscille veía claras complicaciones. Tanto Myo como Alice lo habían hecho con Michelle, quien no tenía tapujos ni problemas a la hora de abordar el sexo, pero él era diferente…y Myo era lanzado a su manera, aunque no tanto como Michelle. No obstante, su amigo Myo era abiertamente gay, por lo que confiaba en que supiera encauzar la situación.
Tranquilo, Priscille…-Myo le puso una mano en el hombro. Cada día estaba más orgulloso de haber dicho en voz alta que era homosexual-…no estés tenso. Te digo, desde la voz de la experiencia, que no te arrepentirás…
Sin aguardar una respuesta, Myo besó a Priscille en la boca con mucha delicadeza y lentitud. Mientras jugaba con su lengua, lo abrazaba y acariciaba su cuerpo, más grande que el suyo propio.
…-Priscille no sabía si quería decir algo o no, aunque no tenía más opción que callar, pues la lengua de Myo estaba en contacto con la suya.
Finalmente, Priscille se apoyó en los brazos de Myo y se separó de él. Un reguero de saliva pendía de su boca, y tenía las gafas descolocadas. Con una sonrisa, Myo se las quitó.
¿Ves bien?-le preguntó.
Sí…-respondió Priscille de manera mecánica-…mi miopía es leve.
Me alegro.-respondió Myo mientras alargaba su brazo hacia el vientre de Priscille.
El chico empezó a sentir escalofríos conforme Myo lo tocaba. Sin darle tiempo a reaccionar, su algo más experto que él amigo comenzó a quitarle la ropa. Una vez lo hubo dejado desnudo de cintura para arriba, se quitó la bufanda y la camiseta. Acto seguido, se desabrochó los pantalones y se bajó la cremallera. Tras ello, se agachó y comenzó a quitarle, con lentitud, las estilizadas botas a su amigo. Después, le quitó el pantalón poco a poco y terminó por quitarle los calcetines. Priscille se encontraba en ropa interior delante de Myo. Sus bóxers eran negros con un pentáculo rosa dibujado en el centro. No notaba ningún indicio de excitación.
¿Tienes frío?-preguntó Myo amablemente-¿Enciendo la calefacción?
No, gracias…-respondió Priscille-…estoy bien.
¿Para qué encender la calefacción cuando va a desplazarse un gran calor en breves instantes?-pensó Priscille entre su cohibición.
Myo se sentó en una silla y comenzó a desatar los cordones de sus enormes zapatillas. Cuando las dejó en el suelo, colocó sus calcetines encima de ellas y, finalmente, se quitó los pantalones, quedando también en ropa interior.
Ya estamos listos, ¿no?-preguntó Priscille.
Myo asintió y se acercó a su amigo con suavidad. No le daba ningún pudor que Priscille viera su erección. Ya sabían todos que era gay y, lo que era más, le iba a mostrar el pene en breves instantes, así que, ¿para qué preocuparse o avergonzarse? Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para notar el calor corporal de Priscille, alargó su brazo y acarició, por encima de la ropa interior, la entrepierna de éste, que emitió un leve gemido y se puso tenso.
Relájate…-dijo Myo-…no soy tan bueno como Michelle para estas cosas, pero te prometo que estarás bien conmigo. Pararemos si así lo quieres.
No…-dijo Priscille-…adelante, sigamos. Tengo que hacerlo por el bien de todos, y… ¿quién sabe? Podría acabar…gustándome…
Pruébalo entonces.-dijo Myo con dulzura.
Le cogió una mano a Priscille y la llevó hasta su endurecida entrepierna. Al contacto de su mano con el pene de Myo, aunque hubiese tela de por medio, Priscille se estremeció. Comenzó a mover la mano con suavidad, concentrándose en pensar lo que haría si se estuviera masturbando él solo. Tras un torpe incio, Myo se quitó los bóxers, mostrando su erecto pene.
Yo…-dijo Priscille sonrojado.
No te preocupes…-dijo Myo en tono amable mientras se retiraba el prepucio-…no pasa nada, de verdad. Estamos entre hermanos, podría decirse.
Priscille dudó.
Venga, te echaré una mano. -Myo seguía sonriendo para calmar a su amigo.
Le quitó la ropa interior y observó su pene, aún flácido. Por un lado era una ventaja que no fuera tan enorme como el de Michelle, ya que eso lo haría más manejable, pero, por otro lado, le preocupaba que su amigo no estuviese disfrutando, por lo que lo empezó a masturbar con suavidad y apretando poco con la mano.
…-Priscille suspiraba.
¿Te encuentras bien?-preguntó Myo-¿No quieres que sigamos?
Adelante.-dijo Priscille-Por mucho que me veas dudar o retractarme, tengo que tener el poder. Lo necesito para proteger lo que me importa. Y no quiero dejarte a medias tampoco…ya no hay vuelta atrás. Aunque me veas flaquear, hazme lo que tengas que hacerme.
¿Siempre tardas tanto en llegar a la erección?-preguntó Myo mientras observaba el pene de Priscille, aún sin endurecer, aunque un poco más caliente.
Es normal en mí…-dijo Priscille-…no suelo ser tan abierto sexualmente como los demás, y no suelo masturbarme con mucha frecuencia.
No te preocupes…-dijo Myo-…tenemos todo el día.
Oye…-dijo Priscille-…tampoco quiero hacerte perder el tiempo, y tú sí que estás excitado. Para llegar al poder sólo tengo que beber de tu semen, así que, ¿por qué no lo hacemos directamente y te olvidas de mí?
No seas tonto, anda. -Myo sonrió-Tienes que disfrutar. Lo disfrutarás, como que me llamo Myo Shimazu.
Le levantó el pulgar a su amigo, tras lo cual lo agarró de los hombros y lo llevó al suelo con él.
¡Tengo una idea!-respondió Myo-Seguro que Michelle conoce esto sobradamente…aunque yo también lo he visto bastantes veces.
¿Qué…-preguntó Priscille mientras su amigo lo tumbaba.
Esto te excitará, ya lo verás.-dijo Myo mientras se cambiaba de orientación y, en vez de quedarse frente a frente con Priscille, se quedó mirando su pene y acercando el suyo propio al rostro de éste.
Volvió a agarrarle el pene. Seguía estando blando y suave, pero se notaba un poco más rígido que antes.
Ya entiendo…-dijo Priscille notando cómo entraba en calor.
Tímida y torpemente, cogió el pene de Myo con sus manos y comenzó a acariciarlo. Estaba un poco húmedo, lo que significaba que el chaval estaba muy excitado.
Poco a poco, ¿de acuerdo?-Myo animaba a Priscille-No tienes por qué ir al mismo ritmo que yo, hazlo como puedas, ¿de acuerdo?
Sin mediar más palabras, retiró, sin dificultades, el prepucio de Priscille e introdujo su pene en su boca. Era la segunda vez que hacía una felación, y era todo lo contrario a la primera. Un pene enorme y duro como un obelisco frente a uno de tamaño promedio y flácido. La sensación de tenerlo flácido dentro de su boca era distinta y, en cierto modo, excitante. Notó algo de humedad entre sus piernas.  Priscille había comenzado también a lamer su pene, haciendo movimientos con la lengua como él pensaría que sería placentero. Mientras tanto, Myo realizaba todo tipo de maniobras con su lengua a la vez que notaba calor en su boca: se iba formando la erección en Priscille. Cuando el pene de su amigo estuvo completamente erecto, se lo sacó de la boca para hablar.
¡Guau!-dijo Myo-¡Ya está!
Priscille miró a Myo sin soltarle el pene con una mano.
¡Míralo!-exclamó Myo contento-¡Se ha hecho mucho más grande! ¡Ahora podremos disfrutar!
El pene de Priscille había crecido todo lo que podía. Era un poco más largo que el de Myo y aproximadamente del mismo diámetro. Entusiasmado, Myo volvió a introducirse en la boca el pene de su amigo, determinado a hacerlo disfrutar. Priscille intentó hacer lo propio, no sin dejar de temer atragantarse. Era la primera vez que tenía un pene en la boca y se lo había introducido por completo. La textura, la temperatura, la humedad, el sabor…era un cúmulo de nuevas sensaciones que, al contrario de lo que él temía, no le estaban resultando desagradables ni mermaban sus ganas de continuar. Mientras se concentraba en las nuevas sensaciones que experimentaba, se retorcía de placer. También era la primera vez que le hacían una felación. Sentía un calor, una excitación, un placer, unos ramalazos de morbosidad que sacudían su cuerpo…impulsos nerviosos de gran intensidad elevándolo al séptimo cielo.
¡Ahhhh!-Priscille profirió un grito agudo.
Su pene se convulsionaba una y otra vez. En cada convulsión, notaba cómo soltaba un cálido chorro de semen a presión cuyo roce le estimulaba el glande sobremanera. Incapaz de contenerse, terminó soltándolo todo en la boca de su amigo, que derramó un poco por el suelo por no poder tragarlo todo. Rápidamente, su erección comenzó a bajar. Myo se sacó el pene de la boca y comenzó a jugar con él con sus manos. Estaba caliente, húmedo, impregnado en semen y ya muy blando y suave.
¿Lo has disfrutado?-Myo, a quien le chorreaba un poco de semen y de saliva por los labios, le guiñó un ojo a su amigo.
Priscille miró al techo mientras sentía el tenue y agradable placer de las manos de Myo jugueteando con su pene.
Sí…mucho…-Priscille sonrió como si hubiera descubierto un nuevo mundo-…ahora me toca compensarte. Espero que te guste…
Priscille engulló el pene de su amigo e intentó imitar, de memoria, los movimientos de lengua de Myo, cuyas caderas temblaban. Giró los ojos para mirar su cara, en aquellos momentos de éxtasis. Mientras Priscille le hacía aquella dulce felación, el joven de pelo verde movía hacia atrás y hacia delante el prepucio de su amigo, haciéndole cosquillas en los bordes laterales del glande y en la zona del frenillo. Tras unos minutos, Myo estaba colorado y no podía concentrarse ni en jugar con el pene de Priscille…hasta que eyaculó con fuerza mientras se deshacía en un estridente gemido.
…-Priscille notaba cómo su boca se inundaba y sintió la necesidad de gemir, pero no podía abrir la boca o derramaba el semen de su amigo, precisamente lo que había ido a buscar.
No era el momento de dudar. Se lo tragó todo. Estaba bastante caliente y le dejó la boca muy húmeda. Tenía un sabor muy peculiar, pero no lo desagradó. Tras sacarse el pene de Myo de su boca, Priscille habló.
Ya está…-dijo-…podré luchar…por mi hermano…y por…vosotros…
Intentó estimular un poco el pene de su amigo con las manos, pero éste se apartó levemente.
No te preocupes, ya es suficiente.-dijo Myo-Descansa…
¿Te importa…-preguntó Priscille-…si me quedo aquí un rato? Necesito quedarme tumbado…me encuentro exhausto.
Adelante, como en tu casa.-dijo Myo.
Priscille asintió y se quedó en el suelo. Se sentía tan cálido, tan satisfecho, tan a gusto y tan feliz con su amigo…que se quedó dormido allí, desnudo, en medio del suelo. Myo no dudó en tumbarse a su lado y acostarse junto a él, abrazado a su cuerpo, para que no se enfriase.

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