jueves, 12 de marzo de 2015

[TY] Episodio 33: Llegada desde Estados Unidos y B.B.

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 33: Llegada desde Estados Unidos y B.B.

Un enorme y potente avión privado se preparaba para su aterrizaje en un aeropuerto militar subrepticio y de acceso restringido que se encontraba en las afueras del Reino de Tokyo. La noche abrigaba al vehículo. Inconscientes del hecho de que en ese lugar se celebraba una fiesta de Taimanin por motivo de una graduación, los pasajeros del avión se preparaban para bajar una vez finalizara el aterrizaje. A juzgar por todas las imágenes de la bandera de Estados Unidos, podría decirse que el avión procedía de dicho país. El aterrizaje se llevó a cabo con normalidad, sin ningún tipo de dificultad. Se abrieron las puertas del enorme vehículo y se desplegaron las escaleras de bajada. Tras despedirse del piloto, bajaron una mujer y cinco hombres. Se posicionaron de una manera tal que los hombres quedaron en fila india y la mujer quedó sola dándoles la cara. Había una diferencia de edad apreciable: aquellos hombres eran todos muy jóvenes, mientras que la mujer era algo mayor que ellos. Mientras que ella daba a entender que era una militar de muy alto rango, ellos daban a conocer su condición de militares y además el hecho de que formaban un equipo, pues, aunque no llevaban un uniforme reglamentario, sí vestían todos de una manera similar: todos llevaban pantalones de combate y botas altas. De cintura hacia arriba, todos llevaban la misma chaqueta, aunque cada uno de un color diferente. Las chaquetas eran su símbolo como equipo.

La mujer les dedicó una mirada dura, tosca e inquisitiva. Superaba los dos metros de estatura, y parecía muy fuerte y experimentada. Su cabello era de color ciruela, le llegaba hasta la mitad de la espalda y se hacía tanto más ondulado cuanto más bajaba por su cuerpo. Dos mechones colgaban por el frente hasta su pecho. Sus ojos eran de color peltre azulado y emitían unas miradas que denotaban una gran inteligencia. Llevaba un bodysuit sin mangas de color azul oscuro metalizado con adornos rojos. La parte del pecho era de color azul blanquecino y mate. Calzaba unas altísimas botas metálicas de tacón del color del aluminio con franjas iluminadas en color cyan y que le llegaban hasta las rodillas, donde se acoplaban a unas rodilleras romboédricas bastante toscas. A juego con estas botas, llevaba unos guantes metálicos largos de aleación flexible con vetas luminosas de color cyan que le llegaban hasta los codos, donde se unían a unas coderas romboédricas. Aun con los muslos y la mitad de los brazos al descubierto, poco tiempo había para fijarse en su voluptuosa figura, pues imponía verdadero respeto. Su cintura era estrecha, sus pechos eran enormes, su cadera era ancha y sus glúteos eran grandes. Su piel era pálida. Encima del bodysuit llevaba una chaqueta militar azul y plateada corta y sin apenas mangas que llevaba totalmente abierta. Su cabeza estaba adornada por una gorra militar azul con visera negra en cuyo frente había una placa plateada con un fénix de alas talladas en rubí y topacio. Llevaba unas finas gafas de montura rectangular.

Bien…-dijo la mujer, dejando conocer su voz grave y severa-… ¡es hora de pasar lista! ¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIRMES!

Los cinco chicos se colocaron en posición erguida.

Saludad cuando se os nombre, soldados.-dijo la mujer con un talante totalmente estricto e inflexible-¡Conductor, piloto de combate y líder de la avanzadilla James Silver!

¡Presente!-respondió el soldado que respondía al nombre de James mientras daba un paso al frente y ejecutaba el saludo militar.

Aquel chico era notablemente alto, pero no demasiado. Su piel era especialmente pálida. Su cabello era negro y lacio, y recorría, cortado en picos, ambos lados de su cabeza y parte del cuello, sin llegar a los hombros. Tenía los ojos finos, algo rasgados y de color plateado con dejes azulados. Su chaqueta era marrón, sus pantalones de combate eran grises, ajustados y con muchos bolsillos, y sus botas eran negras con suela gruesa. En el lado izquierdo del cinturón llevaba prendido un faldón lateral de color azul con algunos bordados de color celeste y de cuyo borde colgaban púas metálicas. La mujer le devolvió el saludo y siguió pasando lista.

¡Tirador y francotirador Leon Fitzgerald!-continuó la mujer militar.

¡Presente!-exclamó el chico adelantándose y saludando.

Este individuo era algo más alto que James, su líder. Su cabello era castaño intermedio con bastante brillo, bastante largo y recogido en dos mitades que caían por la parte frontal de su cuerpo y de cuyos extremos pendían dos cruces de plata bastante toscas. Su piel era pálida y sus ojos eran grandes y de color azul celeste. Su chaqueta era de color naranja y sus pantalones de combate eran de color marrón rojizo, rectos y con bolsillos abundantes y grandes imitando el estilo cargo. Calzaba unas botas altas de color marrón oscuro, pero las cañas no se le veían porque llevaba los pantalones por fuera de ellas. Tras recibir el saludo de aquella mujer, se continuó el reconocimiento.

¡Médico de campo y zapador Émile Delacroix!-gritó la mujer.

¡Presente!-exclamó el tal Émile con un deje dulce y afeminado en su voz mientras saludaba.

Avanzó el chico más alto de aquel quinteto. Era más alto que la mujer, aunque con poca diferencia. Su cuerpo lucía una delgadez muy marcada. Su rostro, fino y de mentón puntiagudo, tenía una sonrisa malévola. Lucía una larguísima melena rubia con una tonalidad entre el platino y el cenizo, y llevaba dos amplios y largos lazos azules a ambos lados de la misma. Sus ojos eran de color azul oscuro y mate. Su chaqueta era de color azul claro, y sus pantalones de combate eran también azules y muy ajustados en contraste con lo anchos y amplios que eran los bolsillos que llevaba alrededor de los muslos. Calzaba unas botas altas de tacón de un tono azul, diferente al de los pantalones y al de la chaqueta, cuyas cañas rodeaban el final de los pantalones. La mujer siguió con su escrutinio.

¡Impositor disciplinario y estratega Grant Steeler!-continuó con su llamamiento.

¡Presente!-saludó el joven con un tono casi tan estricto y severo como el de la mujer.

El joven que avanzó en ese momento imponía en todos los sentidos. Tenía un porte tan estricto, férreo y adulto que no parecía ser tan joven como el resto, aunque sí que lo era. Se trataba del segundo más alto de la avanzadilla, rozando los dos metros de estatura. Su figura era atlética, aunque estaba poco expuesta porque su ropa era abundante. Su cabello, de color castaño oscuro, era lacio y estaba cortado en capas con una forma de casco hasta la mitad del cuello. Llevaba unas gafas de montura rectangular de color crema y en las patillas tenían atada una cuerda que pendía a ambos lados de su cara y rodeaba la parte de atrás de su cuello, dándole un aire de hombre chapado a la antigua. Sus ojos eran de color marrón oscuro y emitían una mirada severa. Su chaqueta era de color marrón muy oscuro, y sus pantalones de combate eran de campana, también de color marrón oscuro y con muchos bolsillos. Debajo llevaba unas toscas botas altas de color marrón verdoso oscuro, pero apenas se veían. Tanto del cuello de la chaqueta como del borde de la cintura sobresalían ribetes de pelo artificial. Tras ver cómo la mujer le devolvía el saludo, ésta terminó el llamamiento.

¡Ingeniero de campo Christian Miller!-bramó la implacable mujer.

¡Presente!-el único chico que aún no había sido nombrado saludó y dio un paso al frente.

Era el menos alto del grupo, con una estatura aproximada de seis pies. Pálido de piel y estilizado de cuerpo, aquel chico guardaba un equilibrio entre delgadez y musculatura. Su cabello era largo y de color rojo ligeramente rosado. Caía por la parte frontal de su cuerpo en dos largas tiras onduladas que llegaban hasta sus costillas. La parte trasera iba recogida con un trozo de cinta blanca en una cola de caballo baja. Su chaqueta era de color rojo intenso, sus pantalones eran blancos, ceñidos y con varios bolsillos y sus botas eran altas, negras y de suelas altas, no metálicas pero sí de color plateado. Tenían muchas hebillas e iban por encima de los pantalones. Sus ojos eran redondos, grandes y de color marrón azulado con sombras anaranjadas, y le hacían parecer prácticamente un púber, dándole un aire de inocencia.

Bien, soldados…-comenzó a explicar la mujer-…estamos aquí, en Japón, porque hemos sido llamados esta misma mañana para una misión de urgencia. Al parecer, nuestros contactos políticos en el Reino de Tokyo están siendo gravemente amenazados por fuerzas beligerantes e incluso instituciones supranacionales entre las que se incluye la ONU. No es ni será nuestro cometido el lidiar con la ONU, pero sí el erradicar a las fuerzas beligerantes que han entrado en combate armado con nuestros aliados y les han causado bajas. Nuestros enemigos son un cuerpo de combate especialmente entrenado y con habilidades sobrenaturales. Utilizan armas y técnicas propias de su país y su misión es velar por la “justicia”…o eso nos intentan vender. Por lo que sabemos, son unos asesinos muy peligrosos que ejercen el terrorismo para hacer valer sus radicales políticas anti-sistema. Se hacen llamar los…Taimanin. Sabemos que el lugar en el que viven se llama Gokuruma, pero ahora mismo es inaccesible para cualquiera y no se puede localizar en ningún mapa, ni siquiera con GPS. En cualquier caso, nuestros contactos nos brindarán la manera de llegar hasta ellos, cumplir con nuestra misión y volver a nuestra patria. No dudo de que lo hayáis entendido a la perfección. Soy la sargento Layla Phoenix y, aunque Silver es vuestro líder, no dejáis de ser unos recién graduados, por lo que os comandaré en esta misión ya que vuestros superiores inmediatos llegarán en otro avión. Los que no quieran morir todavía…que confirmen su asistencia y se preparen para luchar. Los que sí deseen morir, que se den la vuelta e intenten abandonar la misión ahora. ¿Estáis listos?

¡SEÑORA, SÍ, SEÑORA!-gritaron los cinco chicos a coro mientras efectuaban el saludo militar una vez más.

. . .

Después de la fiesta de graduación, llegó un nuevo día. Yamiyuki encontró en su bandeja de entrada de correo electrónico un mensaje de la directora sobre el acertijo que le había planteado en la última batalla. Al parecer, no se estaba equivocando en nada. Justo cuando iba a salir de su habitación, oyó que llamaban a la puerta principal y que alguien abría. Al abandonar el dormitorio, vio a Hagane abriéndole la puerta a Kuroageha.

Ah, ¡hola, Kuroageha!-saludó Yamiyuki desde el pasillo.

¡Hola a todos, chicos!-exclamó la hermosa joven.

Aoi, Rito, Shirubei e Inuhito estaban sentados alrededor de la mesa principal jugando a un juego de cartas,  Hagane estaba viendo una película en la pantalla más cercana a la puerta y Yamiyuki acababa de salir de su habitación. Todos le dieron la bienvenida a la recién llegada.

¿Qué te trae por aquí?-preguntó Hagane todavía sujetando la puerta con la mano.

Llevo un rato yendo de un sitio para otro resolviendo unas gestiones que tengo que poner en orden y he aprovechado para pasarme a deciros que las obras comienzan esta tarde.-dijo la chica con entusiasmo-¡Mi bar va a renacer! ¡Gracias, Aoi!

¡No hay de qué!-respondió el chico con una sonrisa.

Creo que ya tienes ingresado en tu cuenta del banco el pago por tus servicios.-le explicó la chica-¡Disfrútalo! Por cierto, ¿qué tal todo por aquí?

Bastante tranquilos.-respondió Yamiyuki-He ido hace un rato a una revisión en la consulta de la doctora Himehagi y parece ser que cada centímetro de mi cuerpo se va a olvidar por completo de lo sucedido con los Mazoku. En resumidas cuentas, estamos todos bastante bien y trabajando en lo nuestro…

Espero que sea cierto.-respondió Kuroageha-Rito tiene que estar pasándolo mal, ¿verdad?

Está claro que no me hace ninguna gracia lo que ha sucedido…-explicó Rito desde la mesa-…pero mis padres no me educaron para llorar. Lloré en su momento, me desahogué, recibí apoyo y ahora estoy asimilándolo poco a poco. Todavía no dejo de pensar en mis padres durante largos ratos, pero no estoy tan destrozado como al principio. Lo peor vendrá cuando el resto de la familia venga a darme la tabarra con el liderazgo de la casa, no por el hecho de responsabilizarme, sino porque no van a parar de remover la memoria y el legado de mis padres…

Entiendo.-dijo Kuroageha-Bueno, aquí tienes a una familia que te cuida, ¿verdad? ¡Y cuenta también conmigo para lo que sea necesario! Estoy a cargo de tu hermana y tu primo, no me importaría echarte una mano si hiciera falta. Debe de ser duro llevar todas las gestiones con dos líderes de clan en el equi…

¿Dos?-pensó Hagane antes de que la puerta se le escapara de las manos.

Oh, ¡voy al cuarto de almacenaje un momento!-dijo Inuhito dejando sus cartas encima de la mesa-He recordado que necesito… ¡clavos!

Yamiyuki miró a Inuhito como si hubiera visto un fantasma. Acto seguido, dirigió una mirada fugaz e inquisitiva hacia Kuroageha y fue detrás de su amigo.

¡Espera!-le pidió-¡Te acompaño! Las llaves de los estantes las dejé en los bolsillos de uno de mis pantalones…

Mierda.-pensó Kuroageha-Qué metedura de pata…

Será mejor que me vaya, chicos.-dijo Kuroageha-Lo siento mucho…

Acabo de caer yo también.-dijo Hagane-Menos mal que no te he dado con la puerta en las narices. No es necesario que te vayas tan rápido…no lo has hecho adrede…

De todas formas, tengo trabajo que hacer hoy.-dijo Kuroageha excusándose con una sonrisa-¡Nos vemos!

. . .

Horas después, cuando comenzaba la tarde, Yamiyuki paseaba por la calle de Gokuruma de las casas más importantes. La casa Igawa, la casa Yatsu, la casa Kuroi y otras de alta categoría estaban en dicha calle. El chico llevaba puesto su uniforme de combate, cosa que a nadie le sorprendería porque quien no era Taimanin allí era porque todavía tenía que graduarse para tal oficio.

Aquí está…-dijo Yamiyuki mirando hacia un imponente edificio abandonado-…la casa Koukawa.

Durante la guerra contra los Nómadas, la directora Asagi y sus subordinadas pelearon fieramente contra los demonios liderados por el vampiro Edwin Black. De entre todos los oficiales de aquella coalición destacaban dos: Ingrid, conocida por todos como Makai Kishi (Caballero Infernal) y Oboro, una bruja vampírica que hizo historia por su crueldad, su juego sucio, su cobardía y su mezquindad. La historia iba más allá: el apellido de Oboro era Koukawa, y pertenecía a un clan Taimanin que estaba a la par con los Igawa, al que pertenecen Asagi y su hermana Sakura. Con la traición de Oboro, que se entregó a los Mazoku y comenzó a trabajar para ellos, Gokuruma pasó por una etapa de inestabilidad y conflictos. Asagi y Oboro mantenían una jurada enemistad. Si bien la directora logró matar a Oboro muchas veces, ella siempre resucitaba por el influjo demoníaco de los Nómadas hasta que, un buen día, la batalla definitiva tuvo lugar y, con la muerte de Edwin Black, nadie pudo resucitar a Oboro, que también murió. Sólo un miembro de los Nómadas salió de esa guerra con vida: Power Lady, una experta luchadora de ring a quien Virgo sucedió en los Neo-Nómadas. La traición de Oboro marcó el fin del clan Koukawa, actualmente extinto. Sólo quedaba una persona viva: Asuka Koukawa, hija política de Asagi, conocida como la Taimanin de acero y actualmente en paradero desconocido y aparentemente desligada de los Taimanin y de Gokuruma.

La casa abandonada del antiguo clan Koukawa parecía ser el lugar en el que residía el porqué de la invasión Mazoku. Las pesquisas de Yamiyuki apuntaban a ello y, al parecer, Asagi y sus subalternas lo habían corroborado. El joven decidió entrar con ayuda de las llaves que la directora le había facilitado. Todo estaba intacto: muebles, cuadros, objetos decorativos, puertas, ventanas…de no ser por el polvo, podría pasar por una casa habitada. Aquello era una mansión, no un laberinto ni una mazmorra, por lo que encontrar lo que buscaba tendría que ser relativamente fácil. Si lo que estaba pensando era cierto, por mucho que le doliera, iba a tener que ponerlo en conocimiento de una persona muy especial para él, causándole un sufrimiento muy intenso del que no quería ser detonante…no obstante, si no lo hacía de esa manera, generaría unas consecuencias aún peores a la larga. Después de investigar toda la planta baja, subió las escaleras para comprobar la planta superior. En los dormitorios no había nada, ni tampoco en los desvanes...pero, de pronto, vio la entrada a un calabozo. No sabía por qué los Koukawa tenían calabozos en su mansión, pero tampoco le extrañó, pues un clan guerrero podría tener presos o rehenes en alguna misión. Al entrar, pensó que necesitaría activar su poder del fuego para iluminar la estancia, pero no fue así. Aunque el pasillo y las celdas estaban completamente a oscuras y en desuso, había algo que emitía luz en una de las celdas. Se acercó y vio unas llamas del color de los Mazoku: azules. No era un fuego cualquiera, sino una inscripción. Se podía leer claramente en grafías occidentales “B.B.”.

¿B.B.?-se preguntó Yamiyuki en voz alta-Parece una tontería al azar, pero, si nos ponemos a pensar en lo peor, tiene tanto sentido…

¡Aquí estás!-Yamiyuki escuchó una voz detrás de él.

No se asustó ni se puso en guardia, pues reconoció perfectamente la voz de su amigo Hagane. Además, podía sentir su olor y escuchar sus pasos desde hacía un lapso de tiempo. Se giró y vio que no sólo había llegado Hagane, sino que también estaban allí Rito, Shirubei, Aoi e Inuhito. Todos llevaban sus uniformes Taimanin.

¿Se puede saber por qué has venido solo aquí?-preguntó Hagane preocupado-¡Aún no te has recuperado!

Puede que este fuego azul sea la clave para entender las causas de la invasión demoníaca.-dijo Yamiyuki-Si conseguimos apagarlo, podremos asegurarnos de que nunca jamás volverán a entrar. ¡Los demonios entraban por aquí!

¿En serio?-preguntó Shirubei-¿Cómo lo sabes?

Hice mis averiguaciones.-dijo Yamiyuki-Cuando estás atado a una mesa de tortura tienes poco que hacer y, por tanto, mucho tiempo para pensar.

Y, ¿qué hacemos ahora con esto?-preguntó Rito rascándose la nuca.

Tiene que haber algo más por aquí cerca.-dijo Aoi-Dudo mucho que esas llamas reaccionen al agua.

Escucharon el chasquido de un líquido evaporándose violentamente: Shirubei había lanzado agua al fuego azul, pero no había surtido efecto alguno.

No, no reaccionan.-dijo Shirubei torciendo el gesto.

¿Qué pone?-preguntó Inuhito, que estaba algunos metros por detrás.


Cuando se acercó y leyó la inscripción “B.B.”, se hincó de rodillas en el suelo y, con las manos en la cabeza, chilló como si una fuerza irracional lo impulsase.

2 comentarios:

  1. Pues este nuevo personaje femenino me gusta aunque me cuesta imaginar a una mujer esbelta de más de dos metros xDDDDDDDDD todas las que conozco que son muy altas son algo desgarbadas. Su personalidad parece ser fuerte y me gustará, cualquier cosa será mejor que la lerda de Belladonna (que aún así le tengo cierto aprecio, será porque todo le sale mal, menos la muerte del padre de Rito que ese día se le apareció la virgen o algo xD)

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    1. Es esbelta y fibrosa, atlética, fuertecita...lo típico. Es muy guapa...si supiera dibujar, lo comprobarías. Sí, sin duda, Layla va a hacer ruido, ya lo verás...

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