lunes, 13 de abril de 2015

[TY] Episodio 45: Encontronazos

TAIMANIN YAMIYUKI
Episodio 45: Encontronazos

Después de alejarse de lo que quedaba del hotel Rakuen, los Taimanin volvieron a invocar a Philell para hablarle seriamente.

Han escapado.-explicó Yamiyuki-No es tu culpa, pero nos gustaría saber si sigue en pie eso de que nos brindarás apoyo hasta que lo necesitemos.

Por supuesto.-asintió el Mazoku-No obstante, ya que hemos intentado una vez hacer lo que queríais y no ha terminado de salir bien, ¿no os parece justo que ahora me ayudéis vosotros a mí?

El trato era que podríamos disponer de ti hasta que quisiéramos y luego te ayudaríamos a buscar a Uro.-dijo Yamiyuki-No obstante, dado que precisamente es justicia lo que queremos, no lo haremos así. Nuestra próxima misión a tu lado será en busca de Uro Oswald. Además, eso puede traernos ventajas estratégicas, pues Estados Unidos tiene trato de favor con los Mazoku, sin mencionar que los Fuuma pueden estar cerca.

Gracias, Taimanin.-dijo Philell-Sabía que erais buenos, pero no sabía que lo erais tanto.

¿Tenemos alguna idea del paradero de Uro?-preguntó Rito.

Seguro que está en algún edificio de los Neo-Nómadas…-comentó Hagane-…serán todo lo temibles y sucios que quieran, pero lo hacen todo igual.

Intuyo que estará en los cuarteles generales.-explicó Philell-Es un lugar muy bien protegido, así que…será una batalla difícil.

No hay problema.-respondió Aoi-Es nuestro pan de cada día.

Así es.-corroboró Shirubei-Supongo que no pasará nada por estar zurrándonos con alguien unas horas más…

Entonces…-se aventuró Inuhito-… ¿vamos a colarnos en su territorio?

No creo que podáis hacerlo fácilmente.-objetó Philell-No obstante, no es nada que no pueda lograr. Haré que entréis allí sin un rasguño. Una vez dentro, nadie sabe lo que nos esperará…

. . .

¡Somos soldados del Ejército Federal!-exclamó James-¡Soldado James Silver, presente!

¿A qué habéis venido?-uno de los mercenarios que custodiaban aquella puerta trasera le apuntó con la espada.

Nuestra sargento, Layla Phoenix, se encuentra aquí.-explicó James-Querrá vernos.

Tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie.-dijo el otro mercenario que estaba con él-Quien paga manda.

¡Por favor, caballeros!-pidió James-¡Somos aliados! Tenemos contactos políticos ahí dentro… ya sabe, Belladonna Rubidium…

Está muerta.-dijo el mercenario que seguía apuntando a James con su arma-Y vosotros también si no os largáis.

Aquí hay un gran malentendido.-intervino Grant alzando la voz-¡Somos vuestros invitados! ¡Muestren cortesía!

¿De qué vas, gafotas?-el mercenario dejó de apuntar a James para apuntar a Grant.

Grant y James se miraron. El primero se mantenía en sus trece, mientras que el segundo no sabía muy bien cómo abordar al otro, pues había sido su mejor amigo hasta la graduación y horas antes de aquello lo había golpeado hasta causarle daños difíciles de curar. Émile, Leon y Christian se mantuvieron al margen. Detrás de ellos, se encontraban tres de los hombres de Margaret Johnson: Gordon Powers, Andrei Kagami-Volkov y Púrpura Delgado.

Se nota que aún están un poco verdes estos chicos…-comentó Gordon.

Con lo fácil que sería trocear a ese par de dos…-siseó Andrei.

A mí me divierte mucho ver cómo las pasan putas por dos mandados de mierda.-Púrpura se sonrió sádicamente.

Largaos.-insistió el mercenario-Me da igual que seáis ocho, no os tenemos miedo. ¡Fuera!

Ah, ¿no?-preguntó Grant-¡Pues deberíais!

El estratega golpeó con su bastón en la cabeza al mercenario que le apuntaba. Cayó redondo. El otro mercenario intentó atacar, pero su cuello se escindió horizontalmente fruto de una fuerza inapreciable y su cabeza cayó rodando por el suelo.

Me gusta, Steeler, tienes agallas.-comentó Púrpura limpiándose la sangre de las manos con la gabardina del mercenario muerto.

Así que este hombre es un asesino militar…-pensó James al comprobar la rapidez y la violencia de Púrpura-…sin duda es un hombre temible…aunque algo en él no termina de encajar. Es… extraño.

La puerta no se abre.-informó James, que se había adelantado para abrir camino.

¿Por qué no está aquí ese Yellow Peacock?-preguntó Andrei-No hay puerta que ese tío no sepa reventar.

Al parecer, tenía cosas más importantes que hacer hoy.-le respondió Gordon-La teniente Johnson y él no han podido participar en esta misión de búsqueda por motivos que no nos incumben…o eso dicen. Sin embargo, Andrei, no hace falta ser Yellow Peacock para reventar una puerta…

¡Espera!-le increpó Púrpura-¿Piensas hacerlo así? ¿Y el sigilo?

Los artilleros no sabemos lo que es eso, lo siento, Púrpura.-comentó Gordon-Cada uno sabemos cumplir un cometido…

¿Va a usar artillería en este sitio?-preguntó Christian entre susurros.

Esta gente nos lleva años de ventaja…-comentó Émile, amante de las explosiones, también en voz baja.

Tú eres el zapador, ¿no?-preguntó Gordon acercándose a Émile-Déjame enseñarte una tecnología más silenciosa para romper estructuras que el explosivo común…

¿Son unos genios o están chalados?-pensó Leon mientras observaba a sus compañeros.

Gordon se acercó a la puerta y, con sus hercúleos brazos, la tumbó de un puñetazo.

¡Adentro!-exclamó-¡Nuestro objetivo es encontrar a Layla Phoenix!

. . .

Por los ventanales más altos de una de las zonas de recreo de ese enorme cuartel comenzó a rezumar líquido. Las juntas podrían estar mal selladas o podrían ser simples goteras. Ese sitio tenía la forma de un jardín artificial, y servía para que los empleados de los Mazoku pudieran entretenerse antes o después de los turnos de vigilancia y demás actividades rutinarias. Aquel goteo se convirtió pronto en un derrame que hizo que las ventanas cedieran por el peso. El charco que se formó en el suelo se erigió y tomó forma: Philell. Agitó una de sus manos e hizo que seis burbujas atravesaran el recién abierto boquete. Uno a uno, los Taimanin fueron desprendiéndose de aquellas pompas protectoras para caer en cuclillas y alineados en el suelo. El agua de las burbujas comenzó a adherirse al fluido cuerpo del poco corpóreo demonio.

Este edificio tiene una guardia activa contra humanos.-explicó Philell entre susurros-Si hubierais entrado por la ventana, habríais activado las alarmas. No obstante, como yo soy un Mazoku y vuestras burbujas eran parte de mi cuerpo, habéis podido haceros pasar por Mazoku de manera creíble. Ya estamos dentro… es hora de moverse.

Los Taimanin asintieron.

. . .

La ruidosa y difícil pelea entre los Fuuma y los Mazoku se había extendido por uno de los pasillos más anchos y largos del complejo. Los demonios tenían como aliada a Layla Phoenix, una imbatible sargento del ejército de Estados Unidos. Los Fuuma contaban con Elizabeth como acompañante, un arma experimental del ejército que habían reprogramado.

¡Maldita basura!-bramó Kuritöö mientras disparaba con su metralleta a los Fuuma-¿Quién os ha invitado a nuestras dependencias?

¡Ignorad a todos los presentes!-recordó uno de los hombres en voz alta-¡Sólo Layla Phoenix merece atención ahora!

¡Que te jodan!-bramó Layla mientras le disparaba un cuchillo con una patada.

El cuchillo se clavó en la junta del cuello de su armadura, haciendo saltar el casco. Layla aprovechó que el hombre tenía la cara descubierta para dislocarle el cuello de una patada giratoria.

¡No se acaban nunca!-bramó la militar.

¡Y que lo digas!-corroboró Kuritöö tras partir la armadura de otro hombre de un rodillazo.

Ahora mismo me haría gracia que esta gente fuera arrasada por…-intentó decir Layla.

Varios proyectiles explosivos surcaron el pasillo desde el extremo que no veían. Las explosiones barrieron a los Fuuma, haciendo así que dejaran de disparar.

¡Mis piernas son EX-PLO-SI-VAS!-oyeron que se jactaba una voz masculina al otro lado.

¿Ése es Delacroix?-se extrañó Layla.

¿Qué podrían hacer tus hombres aquí?-preguntó la científica.

Tal vez han venido a buscarme…-comentó la sargento-…total, no valen para nada si no son dirigidos como es debido…

Los hombres de los Fuuma se levantaron, aprovechando que sus armaduras los habían salvado de morir en las explosiones. Intentaron rodear a las dos mujeres, pero no tardaron en verse atados por un montón de cables con arpones.

¡Sargento!-exclamó James mientras corría con su arponera en vilo-¡Señora! ¿Se encuentra bien?

¡Damiselas!-exclamó Layla-¿Qué os trae por aquí?

Émile apareció de detrás de James.

Hemos venido a buscarla.-dijo el recién llegado.

Nos alegramos de verla, sargento.-comentó Grant mientras llegaba al lugar a paso firme pero lento.

Christian y Leon llegaron detrás de Grant. Tomándose su tiempo aparecieron Púrpura, Andrei y Gordon.

¿Ésos no son los hombres de Margarette?-se preguntó Layla en voz alta-¿Qué hacen con vosotros?

Hemos tenido que pedir refuerzos, señora.-explicó James-Sufrimos un terrible ataque. Los Taimanin han tirado el hotel Rakuen. Están aliados con los demonios.

¿QUÉ?-chilló Layla.

Sargento Phoenix, tenga la bondad de creerlos.-pidió Gordon-Soy Gordon Powers, el artillero del equipo, y vi en persona lo que pasó con el hotel cuando fuimos a rescatar a la tropa de Silver.

Kuritöö, ¿qué tienes que decir a esto?-Layla arqueó una ceja.

Creo que sé a qué demonios se refieren.-dijo la científica-¿Era un tipo con aspecto de monigote de agua?

Sí, doctora, así era.-asintió James.

Philell.-dijo Kuritöö entre dientes-Esa molesta rata de biblioteca va a intentar jodernos hasta el fin de sus días…no puede matar ni a un mosquito, pero se le da demasiado bien fastidiar planes…

¡Están demasiado distraídos!-exclamó un soldado de los Fuuma-¡AHORA!

Los hombres abrieron fuego en todas las direcciones.

¡Mierda!-exclamó Grant-¡Aquí no hay donde resguardarse!

Leon se adelantó unos pasos.

¡Ni falta que hace!-exclamó-¡Por fin algo de lo que me gusta!

El soldado sacó sus dos enormes pistolas y comenzó a disparar a los distintos enemigos. No lograba tumbarlos a causa de la armadura, pero podía desarmarlos con eficiencia.

¡Voy a pedir refuerzos!-exclamó Kuritöö mientras sacaba un comunicador de mano-¡ORCOS! ¡ORCOS! ¡QUE VENGAN LOS ORCOS!

Una horda de orcos apareció corriendo en tropel pasillo abajo. Iban gritando y parecían muy alterados.

¡Vaya!-se sorprendió la científica-Los refuerzos internos suelen ser rápidos, pero no TAN rápidos…

Pronto se dio cuenta de que los orcos no estaban allí por obedecer a sus órdenes, sino por casualidad. Iban huyendo de algo o de alguien…

¡DOCTORA KURITÖÖ!-chilló cobardemente uno de ellos-¡SOCORRO! ¡Son Ta…Ta…TAIMANIN!

¿Qué?-preguntó Kuritöö-¿PRECISAMENTE AHORA?

Yamiyuki, Shirubei, Inuhito, Hagane, Rito y Aoi perseguían a los orcos. Habían encerrado a Philell para que no se llevara una paliza.

¡Cobardes!-exclamó Hagane-Ninpô – Fuuton no Jutsu! Kamaitachi!
(¡Arte ninja del viento! ¡Viento Cortante!)

Un ventarrón afilado arreció contra los orcos, haciendo que sangraran.

¡Eso los frenará!-informó Hagane-¡Ahora, chicos!

¡Esto es una locura!-exclamó James-Nuestros enemigos están aquí por partida doble…

Aoi saltó hacia los orcos mientras Rito corría debajo de él.

Ninpô – Raiton no Jutsu! Kagayaku Mori!-conjuró Aoi.
(¡Arte ninja de la electricidad! ¡Bosque Brillante!)

Ninpô – Dôton no Jutsu! Ishi-Bashi!-exclamó Rito.
(¡Arte ninja de la tierra! ¡Puente de Piedra!)

Rito clavó su maza en el suelo, haciéndolo temblar y liberando una enorme línea recta de rocas verticales. Aoi las regó con un enorme chorro de electricidad, creando un ataque combinado bilateral que arrolló a los orcos, a parte de los Fuuma con la onda expansiva y a varios de los soldados de Estados Unidos.

Shirubei e Inuhito se acercaron armados a la muchedumbre que había en el pasillo.

Tenemos compañía…-dijo Inuhito.

Justo como planificamos…-corroboró Shirubei-…Fuuma, Mazoku y soldados de Estados Unidos…

¡Sólo Yamiyuki Kuroi y Layla Phoenix son objetivos prioritarios dentro de los presentes!-insistió un hombre de los Fuuma-¡ATACAD!

Yamiyuki y Layla se miraron con asco.

No veníamos por ti, pero no estará mal hacerte pagar por lo de la otra vez…-dijo el Taimanin.

“Uro es nuestro objetivo. Si podéis acelerar el proceso, aprovechad cualquier oportunidad.”-la petición de Philell apareció en la memoria de los Taimanin.

¿Una pinza?-preguntó Rito mirando a Yamiyuki.

¡Perfecto!-exclamó el chico-¡Nos vengaremos después!

Los Fuuma abrieron fuego de nuevo. Gracias a la intervención de los soldados y de los demonios, los Taimanin no tuvieron que preocuparse mucho.

¡Tienen a Elizabeth!-exclamó Layla-¡Ese Nioiko era el cabecilla de estos Fuuma asquerosos! ¡Nos la han jugado!

¡Señora!-exclamó James-¡Usted es más importante que Elizabeth! ¡Abandonemos este lugar antes de que sea demasiado tarde!

¡No!-pensó Kuritöö-Quedaos un ratito más…

Vais a tener razón por una vez.-dijo la sargento-Kuritöö, gracias por acogernos. Ahora que nos hemos reagrupado, será hora de marcharnos. Os debemos una.

Descuida…-dijo la científica con un deje de resignación.

¡No os iréis por las buenas!-exclamó un hombre de los Fuuma-¡ELIZABETH!

La robot saltó hacia los soldados, interceptándolos.

¡Permítame, sargento Phoenix!-se ofreció Gordon.

El corpulento artillero fue a lanzar un vigoroso puñetazo contra Elizabeth, pero ésta ni siquiera se canteó.

Hard Body.-dijo Elizabeth-No hay nada que pueda hacer mella en mi armadura.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!-gritó Gordon dolorido.

Aquel puñetazo le había dolido más a él que a la receptora. Elizabeth parecía estar a otro nivel.

Tentacle Smasher.-susurró Elizabeth.

Del enorme armazón de su espalda salieron unos tubos enormes y pesados que se movían como tentáculos. Fustigaron y golpearon a todos los demonios, soldados y Taimanin del lugar, convirtiendo aquello en un concierto de gritos de dolor.

A pesar de que esta arma es nuestra…-comentó Christian en el suelo-…me resulta difícil encajar su poder…es demasiado fuerte…

Eres el único que puede reprogramarla, Christian…-comentó James con un hilo de voz-…sé fuerte…

Aoi cayó cerca del otro extremo del pasillo. Vio que había un interruptor.

¡Chicos!-susurró-¡Es hora de hacer la pinza que habíais planeado!

Los seis se levantaron con sigilo mientras Elizabeth fustigaba con sus tentáculos a todo el mundo. Comenzaron a correr una vez se hubieron levantado.

¡Los Taimanin se escapan!-exclamó un hombre de los Fuuma.

¡A por Yamiyuki Kuroi!-dijo otro de los hombres.

Tendría que capturarlos…-susurró Kuritöö-…pero no es el momento…

Los chicos atravesaron el pasillo, dejando a Aoi el último. Éste pasó la corriente por el interruptor, haciendo que una pesada puerta de seguridad cayese tras ellos.

Oh, oh…-susurró un hombre de los Fuuma-…nos han atrapado entre los soldados y los Mazoku…esto pinta mal…

Aquel hombre no se dio cuenta de que le estaban quitando el casco con mucha delicadeza. Cuando notó el aire fresco en su cara, no tardó en notar que unas tijeras se clavaban en su cuello, hundiéndose en la clavícula derecha.

Dulces sueños…-dijo Andrei tras arrancar sus tijeras de aquel cuello.

Está claro que estos tipos armados nos quieren ver muertos…-dijo Púrpura-…no sé por qué, pero ya es hora de pelear.

Gordon se lanzó de nuevo contra Elizabeth. Sentía que la fuerza de esa mujer robótica era muy superior a la suya, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Kuritöö y Layla se miraron.

Sargento Phoenix…-dijo Kuritöö-…creo que es hora de pactar.

¿De qué forma?-preguntó la militar.

¿Qué te parece si desde ahora cooperamos como una única facción para acabar con los Taimanin?-preguntó Kuritöö-Sois una subcontrata nuestra al fin y al cabo, así que esto sería un ascenso…

La demonio tendió la mano hacia la humana.

A veces hay que hacer sacrificios para sobrevivir…-dijo Layla estrechando la mano de Kuritöö.

Ha picado.-se sonrió la demonio.

. . .

Tras correr en solitario durante unos cuantos pasillos, los Taimanin llegaron hasta una sala muy bien iluminada donde había una celda de vidrio con forma de pirámide cuadrangular. Dentro, reconocieron al hombre al que estaban buscando: Uro Oswald.

¡Mirad!-exclamó Inuhito.

Los chicos repararon en el demonio, que estaba aburrido e irritado.

¿Taimanin?-pensó Uro-¿No habrás sido capaz de…

Tras varios diálogos entre ellos, los Taimanin se pusieron de acuerdo en liberar a Philell.

¡Uro!-exclamó el recién llegado-¡Mi amado Uro!

¡Philell!-exclamó Uro, que ni se había inmutado al ver a los Taimanin-¡PHILELL!

Es una larga historia…-dijo el demonio acuático-…tengo mucho que contarte…los Taimanin me han ayudado…

¡Sácame de aquí, por favor!-pidió Uro-¡Tenemos que irnos! ¡Nos matarán!

¡YA LO CREO QUE OS MATARÉ!-gritó una voz conocida.

De las alturas de la sala cayó un enorme ogro de piel ocre, abriendo un boquete en el suelo con sus grandes pies calzados con botas: Kazark. Portaba varias armas pesadas de fuego, y estaba dispuesto a acabar con los demonios benignos y los Taimanin.

¡TÚ OTRA VEZ!-chilló Aoi.

Esta vez no he venido a jugar con vosotros…-dijo Kazark con seriedad.

El ogro chasqueó los dedos. Un montón de máquinas robadas y reprogramadas del ejército estadounidense se lanzó al ataque.

¡Cabrones!-exclamó Shirubei-¡No estorbéis!

Los seis chicos se enzarzaron con los monstruos mecánicos. Philell no sabía cómo reaccionar: estaba muy nervioso porque por fin recuperaría a Uro, pero el recién llegado era un enemigo muy fuerte.

No os llevaréis a nuestro rehén.-dijo el ogro tajantemente.

¿Seguro que no?-preguntó Philell desafiante.

Eres muy valiente para lo poco que vales en combate…-dijo Kazark-… ¿qué crees que puedes hacer para salvar a este debilucho?

Lo que sea con tal de proteger a mi amado.-dijo Philell con determinación.

¿Lo que sea?-se burló Kazark-No me hagas reír, mequetrefe… no creo que pudieras hacer la mitad de lo que dices.

Philell se vio solo ante Kazark: Uro estaba encerrado y los seis Taimanin estaban ocupados. La situación era apremiante.

No me queda más remedio…-dijo Philell tensando su cuerpo-…lucharé contra ti si hace falta.

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